Bale fue el nueve
Bale fue el nueve en el Camp Nou y el resultado fue un despropósito, porque no es de los jugadores que mejor sabe estar en el área, pero sí de los que llega con más intención a la zona erógena, al coto del delantero centro. El hat trick frente al Valladolid lo prueba, con los goles del extremo en el área, por rechaces o por remate, sea como sea. Incluso el que no fue suyo lo trazó para Benzema con su sextante. El galés puede jugar su partido y el partido de un Madrid en claro crecimiento, más dominante, más coral. En su mejor día, jugó ambos.
La ausencia de un futbolista como Cristiano nunca puede considerarse como algo positivo, por supuesto. Pero de la misma forma que las derrotas permiten descubrir en ocasiones defectos ocultos por resultados inflamados, por el fuego, es interesante analizar el comportamiento de un equipo cuando pierde el mascarón de proa.
Le ha sucedido al Madrid, por ahora en dos partidos y medio, como al Barcelona, lamentablemente por más tiempo, pero la reacción de los dos colosos ha sido diferente. Uno progresa, mantiene la pegada, con 12 tantos sin Cristiano, desde que se retiró en Almería (dos partidos y 36 minutos), en paralelo a su salto en el juego. El otro se atasca, enredado, ofuscado por los debates. El líder es el segundo, pero quienes le siguen desde la capital ha encontrado la velocidad de crucero de los campeones. Atentos.
Cuestionar lo anterior es fácil. Basta con apelar a la debilidad del Valladolid, en crisis y sin sus tres mejores jugadores, posiblemente, Víctor Pérez, Óscar y Ebert. Es verdad, como también lo era que en temporadas anteriores el Madrid se veía sometido por conjuntos similares, inferiores, a largos periodos de dominio en el juego hasta que llegaban los truenos desatados por el contraataque. Eso es lo que ha cambiado: ahora marca y manda.
Ése era el objetivo de Ancelotti, que tras un tiempo de dudas encuentra la horma. Tampoco sería justo decir que la fatal lesión de Khedira ha influido, pero de alguna forma ha obligado al entrenador a experimentar no sólo con otros jugadores, sino con variantes de un sistema, el 4-3-3, al que se veía obligado por las características de Cristiano y Bale, jugadores de banda y verticales. La transición al 4-2-3-1 permite conservarlos en su lugar y, al propio tiempo, introducir a Isco en el centro, liberado de las obligaciones que tenía en el primero de los esquemas.
El Madrid gana pase, imaginación e imprevisibilidad, y gana gol. El Bernabéu lo aprecia y aplaude cada media verónica del malagueño como la extenuante recuperación de un balón. Lo técnico no está reñido con lo racial.
Sin embargo, nada de todo esto habría encontrado un efecto tan terapéutico para el Madrid sin el regreso de Xabi Alonso. Frente al Valladolid, pese a no verse exigido en lo defensivo, su aportación al equilibrio y al juego ofensivo fue notable. Tiene un concepto tan alto de la posición, que suyos son la mayoría de los rechaces. Además, dio dos de los mejores pases interiores al área y generó ocasiones, al margen de los goles, todos producto de remates de nueve puro. Sólo uno, en cambio, fue de Benzema. El resto, para Bale. El francés, también en el área pequeña, pudo anotar otro más, pero el linier de Pérez Montero señaló mal un fuera de juego de Carvajal, el hombre del pase.
El galés es por encima de todo, un goleador. No tiene sólo el disparo, sino el instinto de acudir al lugar donde puede aparecer la oportunidad. Ahí estaba cuando rechazó Mariño un disparo de Di María, en el primer tanto, o Rueda hizo lo propio, en el tercero. En el cuarto, inició la contra con su potente arrancada en el campo del Madrid y acabó por cerrar el encuentro en el rectángulo pequeño opuesto. De libro. Benzema, por su parte, marcó el segundo tanto de la noche después de que el galés le indicara con su pase el punto del remate.
Cuando decidió Ancelotti dar minutos y descansos, ya con el marcador vencido, no le tocó salir a Bale, sino a Di María, que ha pasado a la suplencia por competencia, no por deméritos. El argentino se situó en la izquierda, porque el técnico prefiere no alterar la posición del galés en la derecha. Di María fue intenso y profundo en el arranque, y buscó el gol como lo hizo Sergio Ramos, con tres remates en el área, en los primeros minutos. Quería el central reafirmarse después del error contra el Galatasaray, en mitad del río revuelto de su renovación. El único rumbo posible está en la hierba.
0 comentarios:
Publicar un comentario