Nikola Karabatic detenido junto a su hermano
El astro mundial del balonmano siempre fue el niño mimado de Montpellier hasta el punto de que la ciudad financió parte de su carrera. Invirtió más de un millón de euros en el club local de balonmano, convirtió al deportista en su imagen e hizo colecta para traérselo a casa cuando éste fichó por el Kiel alemán. Hoy el hijo pródigo, en comisaría 48 horas, mancilla con sus trampas el nombre de la ciudad que lo aduló.
Nikola Karabatic, sonrisa para la prensa y caramelo para los sponsors, apostó dinero junto a su hermano pequeño y otros seis compañeros por la derrota de su equipo el pasado mes de mayo ante el Cesson-Sévigné. El Montpellier ya era campeón pero el tropiezo, entonces insignificante para el club, no lo ha sido ahora para los investigadores. Su abogado reconoce el envite, pero asegura que el deportista no se dejó vencer.
«Es una traición, lo que está ocurriendo. Es difícil de asimilar», dijo ayer el consejero municipal de deportes de Montpellier, Patrick Vignal. No hay perdón para el tramposo y algunos patrocinadores ya han retirado las publicidades con su faz.
No sólo a sus promotores, el doble campeón olímpico decepciona a todo un país. Karabatic es (o era) uno de los deportistas más apreciados. Este portento del balonmano nacido en Serbia hace 28 años y criado en Francia ha brillado en el Kiel alemán, en el Montpellier y con la selección gala con la que ganó dos títulos olímpicos y dos mundiales.
Embajador turístico de Francia y de las glorias deportivas patrias, ha capitaneado la mejor generación de balonmano que ha conocido el país en los últimas décadas. En 2007, la Federación Internacional le colgó la medalla de mejor jugador del mundo pero ahora la vitrina de triunfos le pesa más que le honra. La sombra de la trampa ya le rozó ese mismo año, cuando la justicia croata abrió una investigación a un directivo acusado de sobornar a árbitros para ayudar a su Kiel a ganar la Liga de Campeones. «Siempre hemos tenido una relación cercana con los medios, pero cuando algo no marcha es cuando nos damos cuenta de que éstos no eran de verdad nuestros amigos», confió el deportista el pasado verano.
Mal augurio de lo que se le avecinaba, empezó la temporada despojado del brazalete de capitán y el pasado mes de agosto, durante una entrevista, se ensañó, junto con otros compañeros del equipo nacional con el mobiliario de un plató de L'Equipe. En teoría era para protestar por las críticas de la prensa al juego de la selección, un gesto que la afición no acogió precisamente con ovaciones.
«No hay que centrarlo todo en su persona, es todo el equipo el que está embarcado en el caso», protestaba ayer uno de sus allegados a Le Monde. Antes foco de las victorias, ahora lo es también del delito común. En Francia muchos ya comparan la imagen de la estrella deportiva subiendo a un coche de sirenas naranjas y escoltado por agentes, con la de otro icono patrio caído, Dominique Strauss Kahn, la noche en la que fue arrestado acusado de agresión sexual.
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