Luca pide unidad y dice que hablará con Alonso
Luca y Alonso |
El móvil de Fernando Alonso aguarda en Tokio la llamada del presidente. La voz pausada y conciliadora de Luca Cordero di Montezemolo que resuena siempre en situaciones difíciles. La señal que aguardaban en la Scuderia tras un turbio fin de semana donde el F2012, destinado a pelear por el Mundial, encajó como pudo los golpes del asturiano al mismo tiempo que el resto del equipo.
«Hablaré con él por teléfono para darle incluso más motivación con la que afrontar estas cinco carreras, con el cuchillo entre los dientes, como también espero que hagan todos», lanzaba a través de un comunicado en la web de Ferrari. Una arenga necesaria para levantar la moral de una escudería, a la que su jefe de filas, Fernando Alonso, llamó al orden durante prácticamente toda su estancia en Suzuka. Las sensaciones no eran buenas porque unos metros más abajo, en el pequeño cuartel general de Red Bull, se frotaban las manos, conscientes de que habían dado con la tecla en uno de los puntos estratégicos en la hoja de ruta de su enemigo.
«Es un milagro que estemos líderes y si ganamos el campeonato también lo será», lanzó en su primer dardo del jueves el asturiano. «Hacemos vueltas buenas porque le pones lo que hay que poner», percutió tras su sexto puesto en la clasificación. «Llevamos seis carreras con el mismo coche», fue su último recado después de un inesperado abandono en la primera curva, antes de coger el primer vuelo rumbo a Tokio donde tratar de recargar las pilas de cara al inminente duelo en Corea. El único trazado que queda en el calendario con su sello.
Dardos directos al corazón del cavallino que Stefano Domenicali, el jefe del equipo, captó de inmediato. Tampoco era demasiado complicado hacerlo. «Comprendo perfectamente su frustración, haremos todo lo posible para poner a su disposición un coche que esté a la altura de su talento».
Instantes después, salía rumbo a Maranello en compañía de su lugarteniente Pat Fry, con el objetivo de acelerar el desarrollo del monoplaza. De intentar que las novedades aerodinámicas estén listas para el próximo fin de semana. Apenas un instante de celebración por el segundo puesto de Felipe Massa. Un viaje relámpago y maratoniano que concluirá el próximo jueves en el paddock del circuito de Yeongam.
En Ferrari nadie, ni siquiera el propio Domenicali, es capaz de explicar el por qué de las dos caras del F2012. Pasión y sufrimiento, los sábados. Empuje y alegría, los domingos. Esa es la tuerca que sigue trasroscada. Ni siquiera en septiembre se ha podido aprobar esa asignatura pendiente llamada clasificación. Puede que por culpa del descolocado túnel del viento de Maranello. «En todas las escuderías hay problemas similares, sólo que aquí tienen más repercusión que en el resto», defienden desde dentro del equipo.
El mensaje de Fernando Alonso concuerda con el de cada rincón de la Scuderia. Quizás no tanto el tono. Pero no quiere ver de nuevo a Vettel birlándole la corona como sucedió hace sólo dos años. Después de haberla tenido en su mano, tras un verano de auténtcico ensueño.
Sin embargo, aún conserva esos cuatro puntos que tantó sudó en Malasia, Valencia o Alemania y pocos pueden presumir de manejar el botín como lo hace él. «Contamos con el piloto más fuerte y somos conscientes de que el campeonato está en nuestras manos», remataba Montezemolo. Quién sabe si instantes antes de marcar el número del móvil del que sigue siendo líder del Mundial.
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