domingo, 10 de marzo de 2013

Cementerio blaugrana



«Cementiri blaugrana. Gràcies a tots». Una zona del Gol Sud Baix del Camp Nou lució ese lema al lado de unos asientos vacíos que contrastaban con los demás, ocupados. Esa iniciativa hecha efectiva por diversos grupos de seguidores del Barcelona viene a confirmar la huelga de animación de aquí al final de la Liga, tras el fracaso de la grada destinada a ese fin. Sin embargo, aquello fue una crítica, no una realidad.

El estadio estaba vivo, como evidenciaron los aplausos y los cánticos en otras parcelas del recinto. De hecho, Carles Puyol espoleó al público al comenzar el encuentro ante el Deportivo. Su equipo, más que lápidas y cruces, necesita vitalidad y cariño para sobrevivir y no perecer.

Aunque, más que un cementerio, el Camp Nou parecía un aeropuerto. Sin detectores, pero con unos controles de seguridad en los accesos que se asemejan mucho. Las dotaciones privadas han aumentado y destacan el cacheo y la revisión de las mochilas nada más entrar al recinto. No se salva nadie, ni siquiera los más pequeños.

La seguridad privada, cuya dotación se incrementó notablemente, y los Mossos d'Esquadra realizaron su trabajo. Pero había más en unas zonas que en otras. No era lo mismo ver cómo se protegía en los accesos de Tribuna que en los de otros sectores del estadio.

Por ejemplo, en el Gol Sud. Desde allí salió disparada la bengala en el clásico ante el Real Madrid que ha desencadenado una oleada de polémicas. Sobre todo, la que ha conducido a proteger más el Camp Nou. En las puertas 47, 48 y 49 había unos 10 miembros de seguridad privada, junto al único perro detector de explosivos, pirotecnia y estupefacientes. Medidas eficaces pero no infalibles, pues algo se puede escapar, como confiesan algunas fuentes consultadas. De hecho, por allí entró directa a esa zona del estadio la pancarta de crítica. Otra, que caricaturizaba al presidente Sandro Rosell como Pinocho, fue retirada.

El público, sorprendido, aceptó la medida de seguridad, pese a que los más rezagados provocaron algún tapón ya que se cachea a todo el mundo. Tal vez se perdieron el homenaje a Josep Maria Espinàs, Jaume Picas y Manuel Valls, escritores y compositor, respectivamente, del Cant del Barça, el himno del club. El primero se dirigió al público antes del inicio del envite. Y luego, como siempre, resonó su obra en el Camp Nou.

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