martes, 16 de abril de 2013

Thiago termina de sentenciar al Zaragoza en el descenso



En tiempos en los que al Barcelona le cuesta encontrar un momento para tomar aire, en los que buena parte de las mejores piezas de su tablero están astilladas de tanto toqueteo, a Tito Vilanova le urge saber a cuántos futbolistas puede reclutar para su causa bávara en la Champions, visto que la Liga parece más que zanjada. En jornadas previas ya quedó claro que Tello o Bartra, notables otra vez ayer, pocas veces defraudan cuando se visten de corto. Muchas más dudas había despertado este curso Thiago Alcántara, al que le dio por desatarse por fin en La Romareda en un partido que le reconcilia, tanto con el fútbol como consigo mismo. 

Porque este deporte, de manera a veces incomprensible, deja muchas veces tirados en la cuneta a futbolistas que no encuentran la manera de expresar su talento. Thiago, uno de los hijos de aquella roca con pie de seda brasileña, Mazinho, siempre estuvo llamado a comandar el juego del Barcelona cuando a Xavi se le agotaran las fuerzas. Sin embargo, cada vez que sus entrenadores optaban por otorgarle la responsabilidad del gobierno del equipo -primero Guardiola, ahora Tito Vilanova-, al chico le daba por atribularse, penalizando con un sinfín de pérdidas de balón esa endémica insistencia en añadirle azúcar al asunto. Thiago nunca desprecia la belleza, pero ayer logró concederle cierto sentido. Ya fuera robando tanto como Busquets, ya fuera controlando el ritmo tan bien como Xavi, ya fuera marcando a la contra o asistiendo por dos veces al punzón Tello. 

Sólo le hacía falta al despeñado Zaragoza que un Barcelona sin su gran líder, Leo Messi, y que apenas presentó tres titulares habituales en su once (Valdés, Alves y Xavi) encontrara en su segunda unidad motivos suficientes para animarse después de lo sufrido en su eliminatoria continental ante el PSG. Aunque poco hizo el equipo maño para detener una caída que Manolo Jiménez se muestra incapaz de amortiguar. Llevan ya los aragoneses 14 partidos sin ganar, tendencia que no augura nada bueno. Sobre todo, vista su nula resistencia ante los azulgrana. 

Y eso que el Barcelona estrenaba su undécima pareja de centrales de la temporada. Ayer le tocó el turno a Adriano y Bartra, que vivieron con extrema placidez el encuentro ante el poco ímpetu en la primera línea de presión de Postiga, Montañés o un Rodri que apenas emergió para protestar un penalti de Song cuando el camerunés trataba de proteger el balón con los brazos abiertos en el área. 
No hubo ya más noticias del Zaragoza en todo el partido, más que su incapacidad para controlar el tremendo despliegue de un Thiago que se cargó de confianza tras protagonizar la gran jugada del primer tanto. Atrapó el hispanobrasileño la pelota en el centro del campo después de un pésimo córner botado por los maños y se echó a correr con la cabeza bien erguida. Aguardaba a su derecha Alexis, mucho más paciente que en otras ocasiones y listo para devolverle el balón al centrocampista. Ya sólo quedó que Thiago cruzara el cuero para encontrar la red. 

En un día en el que Xavi o Cesc volvieron a pasar inadvertidos, los focos se hartaron de apuntar a Tello. La jerarquía impuesta en el vestuario le impide todavía el acceso a las grandes citas, pero el extremo, lejos de desanimarse, demuestra una y otra vez que uno de los puestos del frente debe ser suyo. Así lo atestiguan esos dos goles en los que combinó velocidad, desborde y esa exquisita definición con el interior del pie derecho que le emparenta con Thierry Henry. 

Ante ese ambiente pesimista que ha rodeado en los últimos días a la hinchada azulgrana después de su emparejamiento continental con el Bayern, y visto el nivel de enflaquecimiento de sus pilares, nada mejor que ver cómo se las gastan las piezas de complemento.

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