jueves, 1 de agosto de 2013

El Deportivo no se hundirá


En el último suspiro, a menos de una hora para que la tensa cuerda acabara por romperse, el Deportivo logró sobrevivir. Fue al límite. El club llegó primero a un acuerdo con los jugadores y la Liga de Fútbol. Faltaba que los acreedores desbloquearan el dinero necesario para abonar las nóminas que se adeudaba a la plantilla desde la entrada en concurso de acreedores, en enero. Y sobre la bocina, se cumplió con los futbolistas. Según ha trascendido, el acuerdo incluye que Lendoiro esté, como máximo, un año más en el club y que los acreedores tengan representación en el consejo de administración. 

Nunca antes el presidente se había sentido como esta semana, sólo unos meses después de haber cumplido 25 años al frente del Deportivo. Se hizo cargo del club en una situación límite en 1988, salvó el escollo y construyó el mejor equipo nunca visto en A Coruña. Lo llevó a Primera y lo hizo grande, pero en el ocaso de su mandato, el equipo ha vuelto al punto original. Lendoiro tiene defensores y detractores en la ciudad. En estos años al frente del club, al que convirtió en Sociedad Anónima Deportiva, obró el milagro. Primero, con humildad, a principios de los 90, el verdadero SuperDepor, un equipo que conquistó a toda España, que a punto estuvo de ganar una Liga y que sí conquistó una Copa. 

De la mano de este presidente, siguió creciendo el equipo, en el campo y en la deuda. Ganó la Liga y a Lendoiro el proyecto se le fue de las manos. Hasta entonces, nadie dudaba de que era un gran gestor, pero había construido sobre una base de palillos. Se endeudó. Él mismo lo reconoció en los últimos años. Era la única manera de configurar un equipo grande en una ciudad pequeña. 

Los años de Champions, endulzados con el triunfo en la final de Copa que coincidió con el centenario del Madrid (2002), aumentaron la burbuja. Y esta explotó un año después de haber alcanzado las semifinales de la Copa de Europa, en la que el Oporto de Mourinho segó la vida del Deportivo. A partir de entonces, la decadencia. No clasificarse para la Champions en 2005 fue como un descenso. El Deportivo intentó la renovación del proyecto con Caparrós, que se cargó a los pesos pesados de la plantilla. La conversión en un equipo menor prosiguió con Lotina en el banquillo. Se salvó de milagro del descenso en 2008, pero no en 2011. Sobrevivió en Segunda con Oltra, subió manteniendo buena parte de la plantilla, pero agravando su situación, hasta que el pasado mes de junio volvió a caer después de haber rozado la permanencia. 

Para entonces, el club, con 156 millones de deuda, ya estaba en concurso de acreedores, un proceso al que el presidente se había resistido hasta que no pudo más. Poco a poco el estrangulamiento fue cerrando la soga también sobre el cuello del presidente. Esta semana, los acreedores pidieron su cabeza, mientras los jugadores mantenían las denuncias que arriesgaban el futuro del Deportivo. Ayer, la expectación era máxima en el portal del edificio donde la entidad y el presidente agonizaban. Cuando llegó la medianoche, unas 300 personas saltaron de felicidad, aunque también insultaron a Lendoiro. El Deportivo sigue con vida.

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