El Real Madrid ya tiene media liga.
De nuevo se adelantó el rival al poco de empezar el partido, y de nuevo el Madrid apenas movió una ceja para darle la vuelta a las cosas. El Levante, digno a más no poder y por delante en el marcador -hurgando en la pequeña herida blanca de las jugadas a balón parado-, se desinfló en el minuto 43, cuando Iborra meció un balón con la mano. Penalti y segunda tarjeta amarilla.
Cristiano no dudó y, con el parón obligado del descanso, el portugués siguió a lo suyo. Un cabezazo y un disparo tremendo, descomunal, dejaron a su equipo en la cuesta abajo hacia una ventaja sonora, se intuye que definitiva vista la fiabilidad del Madrid y la inestabilidad del Barça en la Liga.
Son 10 puntos, un océano en una competición bipolar de la que parece haber dimitido uno de los dos contrincantes. En un escenario imaginario, nadie dudaría de la capacidad del Barça para ganar los 48 puntos en litigio. Pero, del mismo modo, nadie osaría discutir que el Real Madrid, este Real Madrid, está en condiciones de hacer lo mismo.
Así las cosas, y visto que, por ejemplo, cuando ayer se volvió a acercar el Levante en el marcador (3-2 obra de Koné), apareció Benzema con otro golazo, pocos osados dudan de que el equipo de Mourinho tiene, al menos, medio título de Liga en las vitrinas.
El técnico portugués fue el eje de una piña que hicieron todos los futbolistas tras el tercer gol de Cristiano, que se fue directo hacia su entrenador. Mou no aclara su futuro, pero parece que el futuro sí se aclara para él.
Fue la imagen de un equipo que, con sus aristas, en el torneo doméstico camina con un paso inaguantable incluso para el gran Barcelona de todos los tiempos, que tiene pinta de centrarse en otras cosas tras una tarde de domingo en la que ganaron Valencia, Villarreal, Rayo Vallecano y Málaga.
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