El ciclista di Gregorio detenido por tráfico de drogas.
En el hotel Mercure de Bourg-en-Bresse, casi en la zona industrial, los gendarmes de la comisaría local se llevaban sigilosamente en una furgoneta a Remy Di Gregorio, el ciclista del Cofidis, de 26 años, a su ciudad natal, Marsella, enredado en la trampa de sus propias llamadas telefónicas.
Fue una operación limpia y discreta, muy diferente de los espectáculos mediáticos de otros tiempos, recuerden a Moreni, en 2007, también del Cofidis, esposado en la cima del Aubisque, tras un positivo por tesosterona; o a Triki Beltrán saliendo entre 10 vehículos policiales con las sirenas encendidas, por la puerta trasera del hotel Les Voyaugeres, de la pequeña localidad de Le Rouget, con una nube de periodistas en la puerta.
«Nos hemos enterado a media mañana», decían los componentes del equipo Euskaltel, que comparte hotel con el Cofidis. «Han sido muy discretos esta vez». Lo han sido durante un año, lo que ha durado la investigación a Di Gregorio por parte de la policía y a instancias del juez de instrucción de Marsella Annaick Le Goff. El procurador de la ciudad francesa, Jacques Dallest, desveló que la investigación se inició en junio de 2011 por tráfico de sustancias dopantes y tras la misma, otras dos personas permanecen detenidas.
Di Gregorio, que comenzó en el FDJ, corrió el año pasado en el Astana, el equipo kazajo, señalado por diversos casos de dopaje que incluso le cerraron el acceso al Tour de 2008 por la mala imagen que dio el equipo el año anterior con los positivos de Kascheskin y Vinokourov. En el argumento de que la investigación comenzó el año anterior, se apoya el Cofidis para no marcharse de la carrera antes de tiempo.
«Este hecho aislado no puede cuestionar la participación del equipo y penalizar a aquellos a los que no se les puede reprochar nada. Por ello el equipo se presentará en la salida», anunciaban en un comunicado en el que también se reitera la suspensión del ciclista, «por ahora, provisionalmente, en espera de mayores informaciones sobre la realidad de los hechos del que es acusado. Si estos hechos se prueban, será despedido como prevén los términos de su contrato y la política de ética del equipo». La implicación del Cofidis en casos anteriores de dopaje ha llevado a sus dirigentes a la intransigencia total en estos asuntos.
Una llamada sospechosa a su teléfono móvil, durante el presente Tour, desencadenó los hechos de ayer. Di Gregorio tenía la línea pinchada y era objeto de escuchas desde hace varios meses. En el Tour, mientras, no pierden la calma, tal como expresa Prudhomme, su director. «Hay un caso sospechoso y si se confirma, hay que castigarlo. Al equipo, no lo creo, parece que se trata de un caso aislado».
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