jueves, 29 de noviembre de 2012

El balonmano pagará las consecuencias del Madrid Arena



Se llaman macro-fiestas y son divertidísimas. En un local diseñado y construido para otros usos, los asistentes se hacinan de madrugada, sudorosos, con un vaso de matarratas en la mano bajo machaconas toneladas de decibelios sincopados de una calidad musical que haría las delicias de los pobladores de Atapuerca. Imposible hablar si no es a gritos. Conseguir otra copa de veneno resulta un triunfo. Acceder a un atestado y antihigiénico urinario, una odisea. Qué gozada. Fascinantes aventuras de adolescencia. Proliferan los sociables vendedores de bonitas pastillas de todos los colores y los mercaderes de sugerentes sustancias de origen vegetal. Abundan las alegres vomitonas y los simpáticos comas etílicos. Un ambientazo. 

Ciertos organizadores, ciertos munícipes, ciertos policías y ciertos jueces han estado encantados de contribuir con su comprensión y ayuda a estos saludables y enriquecedores esparcimientos juveniles. Hasta que han muerto unas chavalas, vaya por Dios, qué mala suerte. Entonces, a modo de severidad compensatoria y retroactiva, se han vuelto escrupulosos, legalistas y ejemplarizantes. Y lo han pagado con el balonmano, al que han desahuciado a las mismas puertas del Mundial. El Madrid Arena se precinta para demostrar a la ciudadanía el dolor de los poderes públicos por las pérdidas humanas y su irrenunciable compromiso con la justicia más imparcial y estricta. El pabellón no se abre al deporte hasta que el castigo a los culpables lo purifique. Y no se hable más. 

Nada impediría que prosiguieran las diligencias judiciales y que, entretanto, el balonmano regresara a su casa original, donde no hay corruptelas, amiguismo, hacina- miento, petardos, alcohol y embruteci-miento. El Madrid Arena es un recinto deportivo, no un espacio salvaje para macrofiestas. Para macromierdas. Parece ser que la Caja Mágica, inapropiada y defectuosa, será la solución pactada, el remiendo para un balonmano inmerso en un calvario que lo trastorna, nos desprestigia internacionalmente y perjudica la candidatura olímpica. De la Arena Trágica a la Caja Mágica. La rima es bonita. Todo lo demás, horrible.

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