El Bayern de Guardiola vence al Chelsea de Mou


Sube la puja hasta el mismo cielo de la emoción, de la igualdad, de la leyenda de dos entrenadores que escriben un libro común. Elevados a la categoría de estrellas, Guardiola y Mourinho retroalimentan su gloria a cada paso. El de anoche en Praga eleva el listón, pues la polémica quiere dejar paso al fútbol, al puro espectáculo sobre el césped. ¿Qué más se puede pedir? Que se vuelvan a enfrentar no demasiado tarde. 
Se llevó la Supercopa el Bayern en una tanda de penaltis (sólo falló Lukaku) tan igualada como todo lo anterior. La batalla fue un toma y daca, un intercambio brutal de golpes, un frenesí que coronó Javi Martínez con un tanto en el mismísimo último suspiro del tiempo añadido. El árbitro ya había mirado con insistencia su reloj. Era el colofón, tal vez el premio a la insistencia de un Bayern que en esa segunda parte de la prórroga había tenido hasta cinco ocasiones clarísimas, la mayoría desbaratadas por un Cech que iba camino de ser héroe en casa. Acabó triunfando Guardiola cuando ya no lo parecía. Le volvió la suerte que le estaba esquivando un instante antes. 


Ganó el Bayern como pudo hacerlo el Chelsea, caprichoso fútbol. La noche había arrancado con el zarpazo tempranero de Fernando Torres. El premio inicial fue para el conservador, pero la factura de la pieza encumbra el plan. Ni siquiera fue un contragolpe. El intrépido fue Hazard: partió desde la derecha, una vertiginosa arrancada en la que dejó atrás a varios rivales y desencadenó el resto. Como una ráfaga de tres puñetazos al mentón. Zas, zas, zas. Eslalon del joven belga, centro de Schürrle desde la banda contraria y remate de primeras, de manual, de Torres. Un gol, un golazo, eléctrico. 

No mutó el escenario, se acentuó. Pero también el problema del Bayern, su preocupante falta de contundencia. Porque desde el mismo amanecer gozó de la pelota y de la iniciativa. Incluso, pese a la plaga de bajas entre sus medios centros (Thiago y Schwensteiger lesionados; Javi Martínez, tocado, salió después) que propició la aparición ahí del otrora lateral derecho Lahm, merodeaban los de Guardiola las inmediaciones del área londinense, combinando con soltura y plantándose en terrenos de vértigo. Pero, cuando allí llegaban, les temblaba el hambre. 


El Bayern era como una lluvia fina, pero no calaba. Pólvora mojada, especialmente Ribéry, el más activo, que ya gozó de una clarísima ocasión justo antes del tanto de los blues. Un rato después, el portero checo desbarató otro lanzamiento del recién premiado francés. Llegadas varias, otra clarísima de Müller que golpeó en el lateral de la red. 

Del grupo de Mourinho no hubo más noticias, si acaso que fue ganando la batalla moral. No era un once especialmente defensivo, como si hubiera aprendido la lección de batallas pretéritas contra Guardiola, apenas con Lampard y Ramires en la contención en el medio, y Óscar, Hazard y Schürrle como lanzaderas del Torres. Es curioso el romance del ex Atlético, al que Del Bosque dejó fuera de la convocatoria ayer mismo, con las finales. No venía siendo titular, aunque el sistema de Mou parece un guante a sus cualidades de depredador solitario. No le hace falta participar, deambula con una mentirosa desgana, aunque bajo la manga siempre lleva el machete listo. Apenas tuvo dos apariciones en la primera mitad, el gol y la otra gran ocasión de su equipo, cuando, a la media hora, tras otra combinación con Schürrle, se revolvió dentro del área y disparó alto por bien poco. 


Pero llegó el descanso y el paso por vestuarios… y allí todo cambió. El Bayern regresó como un relámpago, espoleado, ahora sí hiriente. Qué le habría dicho Guardiola a Ribéry para semejante celebración, una enfurecida dedicatoria la del astro francés cuando, apenas dos minutos después de la reanudación, atinó con un lejano derechazo. Al Chelsea le costó casi un cuarto de hora sacudirse el golpe. Acogotado en su área, empujando por un Ribéry espídico, no recibió por un pelo el segundo en un remate alto de Robben. En pleno ímpetu bávaro fue cuando Guardiola dio entrada a Javi Martínez para hacer más lógico su esquema. 
Curiosamente, ahí recuperó el aliento el rival, aunque más tuvo que ver un resbalón mortal de Dante que dejó en bandeja el gol a Óscar. Neuer impidió la catástrofe, pero apareció el temor. Como después el larguero expulsó un cabezazo de Ivanovic en un córner y otra mano milagrosa del guardameta a otro remate de David Luiz. Porque ya el partido había dejado de tener dueño, cuando se aproximaba a su final con los dos contendientes desbocados. Se había convertido en un apasionante duelo y el físico empezaba a contar. El Chelsea parecía ahora más poderoso, aunque se quedara con 10 tras la segunda amarilla a Ramires por un entradón desmesurado a Götze. 

Los equipos ingresaron en la prórroga como dos púgiles exhaustos, con brazos que ya no aguantaban las guardias altas, aunque la mandíbula de cristal era la del Bayern. Ante la pasividad de su defensa y el error ahora sí de Neuer, encajó otro zigzag de Hazard que parecía definitivo. Pero no, porque nada está escrito, porque el duelo de estos dos entrenadores deja obras como la de anoche en Praga. Inspiradoras.
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Gerardo Martino nadando a contracorriente


Gerardo Martino ha nadado a contracorriente en este inicio de curso para ejercer simplemente de entrenador, que al fin y al cabo es por lo que le pagan. Ni las mentes más retorcidas hubieran imaginado que el técnico argentino, en los tres primeros partidos oficiales, dejaría de inicio en el banco a la gran apuesta del presidente para revitalizar al equipo. Sí, Neymar, el chico de los 57 millones de euros, el escudero que debe ayudar a Messi «a seguir siendo el mejor», la sonrisa que colorea esa campaña publicitaria de Qatar Airways, cuyo emblema ha tomado el campo la grada, el museo y hasta el corazón del club. 

Un gol redentor en el Vicente Calderón, y una bulliciosa actuación de media hora en La Rosaleda quizá justifiquen por fin la titularidad del ex delantero del Santos en el encuentro de vuelta de la Supercopa de esta noche en el Camp Nou, donde los azulgrana intentarán rentabilizar el empate a uno logrado en la ida frente al combativo Atlético de Simeone. Martino, sin embargo, se mantiene firme en su discurso: «Mi aspiración es que Ney sea jugador del Barça 10 o 12 años. No que me resuelva los problemas de un partido. Hasta ahora lo hemos llevado de la manera que corresponde. Entiendo la postura del periodismo y de los hinchas, pero están muy alejados de lo que vemos nosotros cada día. Eso sí, cada día está mejor». 

El caso es que el arreón de Neymar ha coincidido con el bajón de Pedro, futbolista que hasta ahora había venido ocupando el flanco zurdo. En cuanto a Messi, ya con el alta médica, volverá hoy a la rutina de la competición una vez superado ese «hematoma intramuscular» sufrido hace una semana en el Calderón y que hizo recordar que La Pulga sólo ha acabado uno de los últimos 28 partidos. 

Los dos últimos encuentros disputados por el Barcelona (el empate contra el Atlético y la victoria por la mínima frente al Málaga), resueltos ambos gracias a dos jugadas episódicas, invita a que Martino, exigido ya por el entorno mediático, comience a investigar las variantes ofensivas que puedan proporcionarle Messi y Neymar. Hasta la fecha, el dúo sólo ha compartido espacio en partido oficial durante siete minutos (en la jornada inaugural contra el Levante). Más allá de aquel momento, habría que volver al trofeo Joan Gamper contra el Santos (18 minutos) y a la media parte frente a la selección de Tailandia, partidos en los que Neymar pagó la anemia sufrida tras operarse de las amígdalas después de la Copa Confederaciones. 

Aunque Martino debe resolver algunas incógnitas más. La más importante, el encaje del que está siendo su futbolista más en forma en este inicio de campaña, Cesc. El bajo tono mostrado por Xavi (que no ha rotado todavía) o incluso Iniesta, imperceptible en Málaga, podrían propiciar el ingreso de Fàbregas en cualquiera de los pasillos interiores. Quien volverá al equipo será Sergio Busquets, que ayer firmó su renovación hasta 2018, con opción a una temporada más y la misma cláusula que hasta ahora, 150 millones. Adriano, mientras, será baja. 

En el otro bando, Simeone, técnico que ha ganado sus tres finales con el Atlético, sintetizó el plan a seguir: «Ellos son mejores que nosotros, pero buscaremos el momento para lastimarles». Los precedentes, sin embargo, no invitan al optimismo rojiblanco. El Atlético ha perdido sus últimos siete duelos en el Camp Nou, con un balance de 28 goles en contra y cinco a favor. 
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Ancelotti sigue sin apostar por Casillas


Carlo Ancelotti no se dejó influenciar por la atmósfera y siguió con su apuesta en la portería, para sorpresa de muchos dentro y fuera del Real Madrid. A las ocho de la tarde, una hora antes de arrancar la cita en Granada, la alineación oficial del equipo blanco cantaba la noticia. Diego López saltó al calentamiento como el jefe del grupo de tres guardametas, con los suplentes Iker Casillas y Tomás Mejías. 

El capitán, que se sabía observado, se afanó más en los ejercicios que en el anterior partido, contra el Betis, cuando las cámaras le detectaron cierta desidia. Ayer otra vez los gritos de la grada fueron a su favor, a pesar de jugar como visitante. Menos intensos que en el Trofeo Bernabéu, pero también significativos. Ancelotti se aisló de todo el ruido en torno a la portería y colocó bajo los palos a la opción más adecuada, según su criterio. «Diego jugó el primer partido y también el segundo. Lo está haciendo bien. Esto es todo», dijo anoche con ganas de que el tema se cierre por el momento. 

Los que trabajan a diario con él cuentan que ha afrontado el asunto de la portería con bastante calma, desde la distancia del recién llegado. A él le preocupa más cómo esté Cristiano, la adaptación de Isco o el orden de su centro del campo que la posición de guardameta. Confía en los dos y por ahora ha escogido al gallego, con quien más y mejor ha entrenado esta pretemporada. Un fichaje que pretendió hace años cuando estaba en el banquillo del Milan. 

Siempre arrastró Carletto el cliché de técnico permeable a las opiniones del palco (sobre todo a las de Silvio Berlusconi) y siempre se defendió de las mismas. En su arranque en el Real Madrid está imponiendo su criterio, por encima de la opinión de la masa social. También avisa de que el curso es largo y no descarta alternar la portería, con Casillas en la Champions o en la Copa. Dependerá del rendimiento de ambos, de las sensaciones que ofrezcan en los entrenamientos. Arbeloa, al final del encuentro, pidió unidad al Bernabéu: «La afición debe apoyar ahora al portero que juegue, sea quien sea. Lo importante es el escudo. Decidida lo que decida el entrenador le vamos apoyar». 

Los nervios en torno a la esperada decisión de Ancelotti hicieron que por las redes sociales se filtrara equivocádamente que el titular sería Casillas. La irrupción de López al frente del Madrid camino del césped de Los Cármenes despejó las tribulaciones. La cara de su compañero reflejaba el disgusto, más sereno que ante el Betis, pero con el malestar lógico de quien ha sido dueño del puesto en la última década, tanto en su club como en la selección. A Iker le ha explicado su jefe que no le queda otra que trabajar y ganarse el césped. 

Por la mañana, también en Granada, Vicente del Bosque tuvo palabras cariñosas para el que hasta el momento ha sido su portero titular en el equipo nacional. «Hay que ser afectuosos y respetuosos con él. Ser más de 140 veces internacional es la leche», apuntó el seleccionador, al mismo tiempo que pidió «respeto» a las decisiones de los entrenadores». Él también tendrá mucho que decir a finales de semana, cuando ofrezca su lista para el decisivo partido contra Finlandia, el 6 de septiembre. ¿Seguirá convocando a un guardameta suplente? Entonces el delicado tema de la portería blanca le salpicará directamente.
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Nadal quiere otro título en Nueva York


Nueva York. Punto. Y final. No, la temporada continúa, pero cierto es que el Abierto de Estados Unidos, el último de los grandes, viene repleto de atractivos que le distinguen de los otros tres majors que le precedieron. No se trata de valoraciones subjetivas, del gancho que pueda presentar este torneo diferente a cualquiera de sus homónimos, con una identidad rupturista, a gran distancia del clasicismo de Wimbledon y Roland Garros, con su punto genuinamente neoyorquino frente a la jovialidad luminosa de Melbourne. 
Estamos ante la competición más incierta de las que nutren la médula de los anuarios tenísticos. Rafael Nadal es, por derecho, tras hacerse consecutivamente con los Masters 1000 de Canadá y Cincinnati, lo cual le permite aparecer con un intimidatorio 15-0 de balance en sus partidos sobre cemento, el principal nominado para hacerse con el título que ya conquistó en 2010, tras una final por entregas bajo el dictamen de la lluvia. Su entonces adversario, Novak Djokovic, replicó un curso más tarde, ya alzado en un trono que peligra ante el empuje del español, huracán incontenible en su regreso a las canchas después de siete meses convaleciente de una lesión en el tendón rotuliano de la rodilla izquierda, daño que puso en duda su continuidad en la élite. 
Nadal versus Djokovic. Treinta y seis enfrentamientos escriben una rivalidad con larga vida por delante, el último de ellos en las semifinales de Montreal, que supuso la primera victoria del zurdo en dura precisamente desde la final del US Open de 2010. Nadal, en busca del decimotercero de sus grandes, de romper la igualdad con el inolvidable Roy Emerson y situarse a uno de Pete Sampras y a cuatro del techo que marca Roger Federer, su hipotético adversario en cuartos de final, quien llega al torneo como séptimo preclasificado, con su peor ranking en más de una década. 
Nadal, por el número uno, en un tercer reinado que está al caer, salvo una reacción soberbia de Nole, taciturno desde que terminó con la hegemonía del español en Montecarlo. A éste le bastaría una presencia en la final siempre y cuando Djokovic cayera antes de cuartos. Pongamos una hipótesis más plausible: hacerse con la copa sin tener al balcánico como último enemigo. A diferencia de Roland Garros esto no es un mano a mano. Ahí está el defensor del título, Andy Murray, implosivo tras coronarse al fin en el All England Club pero ya merecedor de una bien ganada confianza. Más aún en su superficie favorita, donde un curso atrás puso el colofón a la larga espera por la conquista de un major. 
Ryan Harrison, un local que juega por invitación, será el primer rival de Nadal, hoy, sobre las nueve de la noche en España. A vista de pájaro, podría encontrarse en octavos con John Isner, la gran esperanza estadounidense, al que superó en sendos tie breaks en la reciente final de Ohio. Finalista en sus dos últimas presencias en Flushing Meadows, con nueve títulos, dos finales y tan sólo tres derrotas en 2013, 15-1 en el ejercicio en curso frente a top ten, jamás derrotado en un encuentro de cinco sets sobre el asfalto neoyorquino, Nadal posee argumentos muy serios para ser considerado el máximo favorito. 
Con un juego perfectamente acondicionado a la superficie que toca, buen servicio, inteligencia y habilidad en el resto, un plus de agresividad y una convicción a prueba de bomba, sólo el bote algo más bajo en estas canchas, menos permeable a su impacto liftado, ejerce como débil contrapeso al peso de su candidatura. 
Hay una recompensa económica ni mucho menos obviable. En caso de victoria, el ocho veces campeón de Roland Garros puede llevarse 3.600.000 dólares, unos 2.700.000 euros, en virtud del liderato de las US Open Series, la clasificación que computa los torneos que se disputan en verano en territorio norteamericano. Nunca antes un campeón del Grand Slam ha recibido semejante botín, consecuencia del plus del millón de dólares si concluye como el mejor en este período.
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Xabi Alonso se vuelve a lesionar


El Real Madrid tendrá que seguir viajando sin su director de orquesta. Xabi Alonso se volvió a lesionar ayer, justo cuando más cerca estaba de la reaparición. De hecho, Carlo Ancelotti pretendía darle unos minutos en el Trofeo Bernabéu de esta noche, tras haber evolucionado muy bien en su recuperación. El mediocentro internacional cogía la forma tras pasar por el quirófano el pasado mes de junio para ser operado del pubis. Ya tocaba balón, presionaba y mandaba en los entrenamientos. Sus compañeros y la afición le esperaban, mucho más tras ver ciertos problemas de ajuste en la zona de creación en el debut liguero ante el Betis. Sin embargo, 2013 está siendo duro con el futbolista donostiarra.

Ayer un mal gesto en la sesión matutina en Valdebebas le hizo retorcerse de dolor. Notó el chasquido y se fue al suelo. Veterano, sabía que se había roto algo en su pie derecho. Hace 11 años le sucedió lo mismo. Era el quinto metatarsiano, un huesito de la base del pie, clave para la pisada, esencial para el fútbol. El brasileño Marcelo bien lo sabe, marcado en la pasada temporada por esta misma lesión. Se fracturó con su selección en otoño y tardó casi tres meses en regresar al campo. Ya no fue el mismo, marcado además por un cierto sobrepeso que le sentenció ante José Mourinho. Xabi no tendrá este problema al volver, pero ahora sabe que debe tener paciencia. 

Con 31 años, su recuperación debe ser cuidadosa, para evitar riesgos. Al ser una lesión ósea, tiene menos flecos que un problema muscular, pero la evolución es lenta, pasando por la escayola inicial. Ya el anterior curso, Alonso fue utilizado con cuentagotas desde el mes de febrero, cuando se le detectó una pubalgia que a punto estuvo de dejarle seco en el tramo decisivo de la campaña. El elegante jugador resistió, pero muy mermado. Su equipo notó su bajada de rendimiento, de ahí que esta nueva y seria lesión haya sentado fatal en el equipo blanco. 

El club conoce la trascendencia en el césped de un centrocampista líder, básico en la salida del balón, en la recuperación y en el orden defensivo. El Madrid le espera también en los despachos, con su contrato a punto de expirar. Acaba en el mes de junio y por ahora no ha mostrado demasiado interés por renovar. La ausencia prolongada de Alonso empujará a la primer línea de fuego a dos jóvenes como Casemiro e Illarramendi, siempre que Ancelotti no siga confiando en la dupla Khedira-Modric. De hecho, el alemán no ha podido entrenarse esta semana, tras marcharse con molestias en el estreno de Liga. 
El brasileño Casemiro aparece como el primer relevo, mientras Illarramendi debe todavía coger la forma tras una lesión muscular sufrida al inicio de la pretemporada.
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Euskatel se retira del pelotón


El tono de Miguel Madariaga revela amargura. En 1994 se volvió loco, consiguió embaucar a unos cuantos iluminados y tras recibir el impulso del entonces Diputado General de Bizkaia, José Alberto Pradera, montó un tinglado llamado Fundación Euskadi y sacó adelante un equipo que salió a las carreteras con un maillot rojo, blanco y verde. Su primera victoria llegó en la Vuelta al País Vasco, mientras un ramillete de azafatas asaltaba a los aficionados en cada etapa, buscando afiliaciones. 

Casi veinte años más tarde, el sueño de Madariaga se ha desvanecido. Por eso el tono amargo de su voz, y sus manifestaciones, que pretenden ser medidas pero no lo consiguen: «Para mí es uno de los peores días del año, y quizá de mi carrera deportiva». Ayer conoció, aunque se lo barruntaba, la decisión de echar la persiana al proyecto que fundó. Los responsables del equipo Euskaltel reunieron a los corredores, como éstos habían pedido, antes de la Vuelta, y les comunicaron la mala noticia. 

«Creo que no hay derecho a echar por la borda el trabajo de veinte años», se lamenta Miguel Madariaga. «A mí me apartaron del proyecto y en sólo siete meses lo han derrumbado», confiesa quien fuera mánager del equipo ciclista, su constructor y su alma mater durante casi dos décadas. «No sé», responde cuando se le pregunta por los responsables del fracaso que ha abocado al Euskaltel a la desaparición. «No puedo decir quién tiene culpa, o quién no. Si es responsabilidad de una persona o de varias, pero lo cierto es que el proyecto por el que tanto tiempo luchamos se ha ido al garete». 

Madariaga se sentía ayer, «como si me hubieran secuestrado a un hijo y me lo devolvieran muerto siete meses después. Lo considero así. Es lo que siento». El ex manager del equipo Euskaltel cree que las cosas se podrían haber hecho de otra forma: «Por supuesto que sí. Yo creo que había soluciones, por ejemplo, la de pasarlo a categoría Continental. No pasa nada por dar un paso atrás. Cuando aparecimos en el Tour fuimos con una invitación. Cada año se reparten unas cuantas. Se podía haber hecho más por salvar al Euskaltel Euskadi». 

Euskaltel anuncia un «cierre ordenado» y el cumplimiento de los compromisos deportivos hasta final de temporada. Otra cosa será hablar de los contratos. Hay corredores como Samuel Sánchez, que ayer a instancias de sus abogados declinó hablar para este periódico, que tienen compromiso en vigor por varias temporadas.
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Guardiola quiere relajar su entorno


«Me encantan los veranos porque nunca pierdes partidos». Roy Evans, uno de los míticos entrenadores del Liverpool, se refería así a la pretemporada, la mejor época del año. No había presión. Todo era afable y bonito. Nadie se enfadaba y los directivos todavía no pensaban en ceses prematuros. Inclusos los jugadores sonreían ante una posible suplencia. Sin embargo, esos matices, se pierden con el inicio de la campaña. Como bien demostró Pep Guardiola tras su primer partido oficial, aunque fuese ante un equipo de cuarta división en la Copa de Alemania. «Sé en que club estoy y no es fácil. Siempre tienes que ganar», previene, poniéndose una coraza, por si... 

Ganar es lo que se le lleva pidiendo desde que llegó. El Bayern no cuestiona ni su estilo de juego ni el esquema. Lo que le importa al club son los resultados y por ende la consecución de las tres grandes competiciones: Champions, Bundesliga y Copa. Es la trinidad que se le exige a Pep, que ya ha comenzado a notar la presión: «Tengo que aceptarla. Todo el mundo quiere más, más y más». Sobre todo, después de que Heynckes consiguiera el triplete el año pasado. Es el estigma principal que persigue a Guardiola, su fantasma. Más aún después de perder la Supercopa ante el Dortmund, en la primera evidencia de que la perfección es escurridiza. A pesar de que las críticas por parte de los medios todavía sean débiles, el catalán ya se protege ante lo que está por venir: «Apenas hace seis, siete semanas que estoy aquí. Tengo sólo 42 años y cinco como entrenador». 

Sus cuatro cursos en Barcelona quedan olvidados, independientemente de que consiguiera 14 títulos. En la entrevista posterior al choque de Copa con la televisión que retransmitía el partido, se mostró como un recién llegado: «Soy un técnico normal no un súper súper entrenador». En Múnich, en cambio, sabe que el clima no va a ser tan cordial como en la Ciudad Condal. Por el momento no ha habido críticas, pero en caso de perder, sabe que va a encontrar más oposición por parte de la prensa, algo descolocada por su política de comunicación. Tanto Heynckes como la gran mayoría de sus antecesores en el cargo solían hablar de dos a tres veces con cada medio a lo largo de la temporada. Con Guardiola eso ha cambiado. Él no va a dar entrevistas, salvo a las que obligue la televisión. Y al mismo tiempo, ha cerrado la puerta de gran parte de los entrenamientos. 

La presión, como hiciera Mou-rinho en el Madrid, la está asumiendo directamente él. Guardiola es el protagonista en el Bayern. Desde que llegara, su impacto ha sido tal que las informaciones deportivas se titulan con su nombre, no con el de los jugadores. Ha desplazado a la plantilla, dejándola en un segundo plano en busca de quitarles esa presión de la que tanto habla y rebajando las expectativas: «Parece que tenemos que ganar todos los partidos por siete u ocho a cero y es algo imposible». Toda una declaración de intenciones antes de que comience la verdadera competición. El próximo viernes, en casa, el Bayern debuta en la Bundesliga contra el Borussia Mönchengladbach.
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El Tottenham asume la marcha de Gareth Bale


Otro día más y el fichaje de Gareth Bale sigue sin resolverse. Ayer, el principal foco de atención estaba puesto en el campo de entrenamiento de Enfield. Allí acudió Bale a ejercitarse, desmintiendo así algunas informaciones que habían planteado la posibilidad de que el galés se declarase en rebeldía. De haber llegado a ese extremo habría recibido una fuerte multa económica por parte del Tottenham Hotspur. La anécdota estuvo en que Gareth Bale llegó con un pequeño retraso. El resto de sus compañeros de equipo ya estaban listos a las 10.30 (hora en la cual comenzaba el entrenamiento), sin embargo, el extremo zurdo saltó al césped varios minutos después. 

En la búsqueda de una clave que resuelva la operación, se analiza con detalle cada hecho o testimonio. La última declaración que se ha producido viene por parte de Keith Mills, directivo del Tottenham, que reconoció la enorme dificultad que supone retener a un jugador que se quiere marchar: «Queremos que Gareth permanezca con nosotros. Pero si un jugador está desesperado por salir, es muy difícil forzarle a que se quede». Mills fue más allá e incluso compara la situación con la de otros jugadores: «Lo hemos visto en otros clubes. Aunque tenga contrato en vigor, no puedes forzar a nadie a jugar para ti», señaló. 

Carlo Ancelotti, en la rueda de prensa anterior al partido que el Real Madrid disputará contra el Chelsea, optó por una irónica prudencia para referirse al culebrón veraniego en el club blanco. «No hablo de Bale, porque Villas-Boas se enfada y no me gusta que un entrenador se enfade», afirmó el técnico madridista. 
La estrella del Tottenham lleva desde el 16 de julio sin jugar un partido (fue ante el Swindon Town). Es decir, solamente ha disputado un encuentro esta pretemporada. Durante la gira del equipo inglés por Hong Kong se perdió varios partidos por molestias en el glúteo y cuando el equipo viajó a Mónaco, el se quedó en Londres recuperándose de un nuevo problema físico, esta vez en el pie. Todas estas ausencias de Bale y el retraso de ayer en el entrenamiento se ven como una forma de presionar a Daniel Levy ,presidente del Tottenham, y forzar así su traspaso al Madrid. Es difícil saber en qué medida son reales esas molestias pero lo que si parece claro es que Bale no contempla otra opción que la de ser traspasado al club blanco. 

Otro detalle que ha llamado mucho la atención es la eliminación, por parte del Tottenham, de la imagen de Gareth Bale en la cuenta oficial del equipo en Twitter. La otra foto que se quitó fue la de Clint Dempsey; debido a que fue traspasado esta semana a los Seattle Sounders. 

Todo estos hechos parecen indicar que la salida del jugador hacia el Santiago Bernabéu se producirá este mismo verano. No obstante, el Tottenham apurará todo lo posible hasta el cierre del mercado para intentar sacar el máximo beneficio posible al conjunto blanco. La clave estará en ver la cantidad final del traspaso (se habla de unos 100 millones de euros). Además, cabe la posibilidad de que el Real Madrid pudiese incluir algún jugador en la operación (el nombre de Fabio Coentrao es el que ha sonado con más fuerza). Daniel Levy tiene fama de ser un duro negociador y el Madrid lo está comprobando por segundo año consecutivo; ya en el pasado verano el fichaje de LukaModric se cerró en los últimos días de agosto y parece que el traspaso del extremo zurdo (si se llega a producir) seguirá la misma pauta.
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El jugador mejor pagado de la liga Americana de béisbol ha sido suspendido por dopaje


El béisbol, un deporte y un negocio que mueve fortunas en los Estados Unidos, sufre un golpe directo a su línea de flotación. Álex Rodríguez, tercera base de los históricos New York Yankees y jugador mejor pagado de la Major League Baseball con un sueldo de 30 millones de dólares por temporada (equivalente a 22 millones de euros), recibió ayer la mayor suspensión de la historia de la competición: 211 partidos. O lo que es lo mismo: una temporada y media, dada la enorme carga de jornadas en el calendario de la Liga. 
A Rodríguez, de 38 años, 14 veces All-Star y quinto mejor bateador de la historia con 647 home runs, se le acusa de posesión y uso de testosterona y hormona del crecimiento durante «múltiples años», además de obstrucción a las investigaciones que la MLB ha llevado a cabo en los últimos meses. 

La estrella de los Yankees es la punta de lanza del llamado ‘caso Biogénesis’, que implica, de momento, a otros 13 jugadores que habrían recibido tratamiento con la hormona del crecimiento en la clínica Biogenesis of America de Florida, y que también han recibido sanciones de entre 50 y 65 partidos. 
No es la primera vez que Rodríguez está relacionado con una trama de dopaje. Profesional desde 1994, pasó seis años en Seattle, antes de jugar tres temporadas en Texas y terminar siendo la estrella de los New York Yankees, hace ya nueve campañas. 

En una entrevista concedida en 2009, el jugador reconoció haberse dopado sistemáticamente durante sus tres años en Texas. No fue el único. De hecho, 103 jugadores más dieron positivo en 2003 en unos tests internos de la Liga que tenían por objetivo determinar si el dopaje era un problema en la competición y si, por tanto, era necesario el establecimiento de controles. La respuesta fue obvia: lo era. 
Entonces no fue sancionado, pero su nombre quedó señalado para muchos. «En aquel momento el béisbol era una cultura diferente. Yo era joven, estúpido y lo único que quería era demostrarle a todos que podía ser uno de los mejores jugadores de la historia», trató de justificarse. 

Ahora, consolidado y casi en el fin de su carrera, marcada por las lesiones en los últimos años, su caída puede ser definitiva y simbolizar una nueva era en la persecución del dopaje en las ligas profesionales norteamericanas. Una batalla que viene de largo y que parece prosperar.
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Campeonato histórico


Barcelona es un recuerdo. Para la eternidad. El equipo español de natación firmó ayer su mejor actuación en un Mundial con 12 medallas y 16 récords. Siete preseas en sincronizada, una en waterpolo y cuatro en natación. Esto es, un oro, seis platas y cinco bronces que evidencian los días de gloria en la piscina. Y todo porque Mireia Belmonte contribuyó con su nueva medalla de plata en los 400 estilos a superar el mejor registro de la historia, empatado hasta su participación del domingo tras la actuación en Roma. Una edición, por tanto, para la posteridad. 

Medallas en femenino. Porque son de mujeres. Las 12. Ona Carbonell será la que más tendrá en su casa, siete, y Mireia Belmonte, tres. Y eso a pesar de que a primerísima hora de la tarde de ayer comenzó a deambular por la piscina del Palau Sant Jordi la información de que sufría un proceso febril. Mala señal. Si estaba mermada en su rendimiento por esa lastra, sumada a las siete pruebas nadadas en una semana y el cansancio acumulado por mucha preparación meticulosa y mejorada respecto a los últimos Juegos Olímpicos que tuviera en su cuerpo, la nadadora no demostró esa carencia en la jornada de clausura y anduvo por el agua cual milagro. Porque nadó a ritmo de récord del mundo durante la gran totalidad de la prueba, gesta que finalmente se diluyó entre el cloro. 

El dolor de cabeza fue por lograr la medalla. Nada más. Contaba Mireia Belmonte que no podía ni caminar antes de la final. Ni se notó. Concentración máxima, brazos en alto al anunciarse su nombre, toalla cual bufanda en el cuello y recolocación del auricular derecho. Un ritual que no varió. Como sus ansias de victoria, las que le llevaron a subir al podio una vez más y ver cómo le ponían una presea. 

La tercera que guarda en su zurrón. Para ello, tuvo que realizar brazadas de récord del mundo, las que impuso sin freno Katinka Hosszu desde el inicio. Belmonte siguió el rastro que dejaba la líder de la prueba en el agua en mariposa, cedió el segundo puesto a Elizabeth Beisel en la posta de espalda pero en braza remontó y en crol amarró la plata en tiempos que le llevaron a aferrar un nuevo récord de España (4:34.06), mientras su principal rival volaba por el del planeta aunque finalmente no lo obtuvo. 

El premio es un metal, y ya van tres: dos platas en 200 mariposa y 400 estilos, precisamente la prueba de su primera final en un Mundial hace dos años, y a ellas hay que unir un bronce en 200 estilos cuando ella misma consideraba improbable esa opción con anterioridad. Es confirmación de su evolución en dos años: desde la cita planetaria de Shanghai a ayer, ha ganado dos medallas olímpicas y tres mundialistas. Si escuchaba música anoche, no debería ser reggaeton o engendros similares, sino Fly me to the moon de Frank Sinatra. Volar hasta la luna. O hasta donde se proponga. 

Se esperaba mucho de la bicampeona olímpica tras su eclosión en Londres. Ella, reservada, se parapetó en la modestia. La palabra difícil siempre aparece en su vocabulario, aunque también debería comenzar a emplear imposible. Cuando más peligroso parece su camino al podio, más sorprende con su rendimiento. 
Y eso que había reservas por mucho que se hablara de calma a su alrededor. Ha nadado siete pruebas en el Mundial, ha disputado seis finales (cinco individuales y una de relevo) y ha ganado tres preseas cuando nunca antes había logrado ni una. Y quería haber probado en los cinco kilómetros en aguas abiertas, pero no logró la plaza tras una clasificación que llamó poderosamente la atención por su presencia. 

Jamás se puso como excusa la preparación tras un inicio dubitativo. Y podría, como con el proceso febril de ayer que debió disolverse y refrescarse con el contacto con el agua. Quedarse sin equipo y sin entrenador, firmar por la UCAM Murcia, volver a ejercitarse con su grupo en Sabadell... Aquello era una noria de sensaciones que marea incluso al mejor de los equilibristas. Esa falta de verticalidad a la que se ha enfrentado y vencido le lleva a una regularidad. La que se le seguirá exigiendo, la que deberá mantener. Y eso después de que se haya notado su óptimo rendimiento en la piscina de Sant Jordi. Por mucho que ella hablara de cansancio, si lo ha sufrido se ha recuperado magníficamente bien. Dicen los médicos de la federación que se debe a sus condiciones privilegiadas. Las mismas que la hacen diferente. 

¿Se le puede pedir más? Su propio entrenador, Fred Vergnoux, siempre lo ha hecho. Ganó la plata en 200 mariposa y le exigió más. Ese medio dedo que le apeó del oro como dijo. Su continuidad en Sabadell, o donde sea pero con su pupila al lado, responderá a esa cuestión. Su enfermizo halo competitivo debe encaminarse a Río de Janeiro, a los próximos Juegos Olímpicos, aunque a nadie le desagrada un dulce, o tres, como el Mundial. A ser posible en forma de medalla de caramelo. 

Sea como sea, España ha mejorado su mejor marca en el medallero. En sincronizada se lograron tres platas y cuatro bronces tras un año complejo, con presión tras los notables cambios. En waterpolo, el oro de las guerreras evidencia su estatus internacional. En natación en línea hay que aplaudir las platas de Melani Costa (en 400 libre, situándose en la élite por méritos propios) y Belmonte (200 mariposa y 400 estilos), a quien hay que sumar también un bronce (200 estilos). Y se han obtenido 18 récords nacionales. Por último, un dato a tener en cuenta: en Barcelona, la defensa del orgullo ha recaído en las mujeres. Ellas han sido las vencedoras.
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El Deportivo no se hundirá


En el último suspiro, a menos de una hora para que la tensa cuerda acabara por romperse, el Deportivo logró sobrevivir. Fue al límite. El club llegó primero a un acuerdo con los jugadores y la Liga de Fútbol. Faltaba que los acreedores desbloquearan el dinero necesario para abonar las nóminas que se adeudaba a la plantilla desde la entrada en concurso de acreedores, en enero. Y sobre la bocina, se cumplió con los futbolistas. Según ha trascendido, el acuerdo incluye que Lendoiro esté, como máximo, un año más en el club y que los acreedores tengan representación en el consejo de administración. 

Nunca antes el presidente se había sentido como esta semana, sólo unos meses después de haber cumplido 25 años al frente del Deportivo. Se hizo cargo del club en una situación límite en 1988, salvó el escollo y construyó el mejor equipo nunca visto en A Coruña. Lo llevó a Primera y lo hizo grande, pero en el ocaso de su mandato, el equipo ha vuelto al punto original. Lendoiro tiene defensores y detractores en la ciudad. En estos años al frente del club, al que convirtió en Sociedad Anónima Deportiva, obró el milagro. Primero, con humildad, a principios de los 90, el verdadero SuperDepor, un equipo que conquistó a toda España, que a punto estuvo de ganar una Liga y que sí conquistó una Copa. 

De la mano de este presidente, siguió creciendo el equipo, en el campo y en la deuda. Ganó la Liga y a Lendoiro el proyecto se le fue de las manos. Hasta entonces, nadie dudaba de que era un gran gestor, pero había construido sobre una base de palillos. Se endeudó. Él mismo lo reconoció en los últimos años. Era la única manera de configurar un equipo grande en una ciudad pequeña. 

Los años de Champions, endulzados con el triunfo en la final de Copa que coincidió con el centenario del Madrid (2002), aumentaron la burbuja. Y esta explotó un año después de haber alcanzado las semifinales de la Copa de Europa, en la que el Oporto de Mourinho segó la vida del Deportivo. A partir de entonces, la decadencia. No clasificarse para la Champions en 2005 fue como un descenso. El Deportivo intentó la renovación del proyecto con Caparrós, que se cargó a los pesos pesados de la plantilla. La conversión en un equipo menor prosiguió con Lotina en el banquillo. Se salvó de milagro del descenso en 2008, pero no en 2011. Sobrevivió en Segunda con Oltra, subió manteniendo buena parte de la plantilla, pero agravando su situación, hasta que el pasado mes de junio volvió a caer después de haber rozado la permanencia. 

Para entonces, el club, con 156 millones de deuda, ya estaba en concurso de acreedores, un proceso al que el presidente se había resistido hasta que no pudo más. Poco a poco el estrangulamiento fue cerrando la soga también sobre el cuello del presidente. Esta semana, los acreedores pidieron su cabeza, mientras los jugadores mantenían las denuncias que arriesgaban el futuro del Deportivo. Ayer, la expectación era máxima en el portal del edificio donde la entidad y el presidente agonizaban. Cuando llegó la medianoche, unas 300 personas saltaron de felicidad, aunque también insultaron a Lendoiro. El Deportivo sigue con vida.
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