Gana el mismo año cuatro carreras de 250 kms



La maratón es, para muchos, el límite de la hipérbole del atletismo popular. Son 42 kilómetros y 195 metros con los que decenas de miles de aficionados sueñan al trote. Normalmente demasiado; a Vicente García le aparentó poco. Hace poco más de un lustro pasó de correr alguna carrera corta, máximo una media maratón, a completar marchas de kilómetros, decenas y decenas hasta sumar centenares. 

Este año ganó las cuatro carreras extremas, 250 kilómetros en seis días sin ayudas, que cruzan algunos de los desiertos más extensos de la Tierra: Atacama, el Gobi, el Sáhara y, para rematar, en la Antártida. Es el primero que lo ha logrado. «Solía hacer ejercicio, mi profesión, bombero, lo requiere, pero no me centré en correr hasta que en 2006 un compañero me invitó a una carrera de 185 kilómetros por etapas en Argelia y me enganché al ultrafondo», comenta el alcoyano, que añade: «Este año empecé en Atacama, fui a probar, pero gané, me animó mi patrocinador, Wild Wolf, y acabé venciendo en las cuatro. Son carreras muy complicadas, no sólo por la distancia sino por tener que ser autosuficiente. Hay que llevar la tienda, la comida, el botiquín… nueve kilos en total, y son habituales las lesiones. En el Sáhara, un canadiense me aventajaba pero se tuvo que retirar con la entrepierna en carne viva». 


Las carreras las forman cuatro días completando 45 kilómetros, una etapa reina de unos 85 y una última jornada de 20 kilómetros. García, que suele partir entre unos 170 rivales, admite que el exceso de carreras pueda ser insano. «Sé que estoy entre el beneficio y el perjuicio. El ultrafondo exige al cuerpo mucho y quizá algún día deba pagar algún precio. Si tengo alguna lesión por tanto tute la asumiré, porque esta experencia me ha dado muchísimo», finaliza, ya pensando en 2013, en correr en Islandia y en el Cañón del Colorado. Quizá demasiado o quizá poco.
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No bastó con Gasol



Denver cortó de cuajo el proceso de rehabilitación de unos Lakers aún perdidos en esta liga. Los angelinos volvieron al récord negativo (14-15) encajando una severa derrota ante los Nuggets, con una defensa que hizo aguas todo el partido y que permitió 126 puntos. Una pequeña masacre tras los cuatro cuartos reglamentarios. 

Los de Mike D'Antoni buscaban una racha de seis victorias consecutivas que no se había logrado desde los tiempos de Phil Jackson, pero cayeron de forma contundente, reabriendo el manido debate sobre los males de un equipo que apuntaba a contendiente al título y que aún no tiene muy claro si estará en la fase final, tras caer 126-114. 

Lo que sobre el cartel, con la llegada de Steve Nash y Dwight Howard, parecía una réplica del espíritu gestado en Miami o en Boston hace unos años a punta de talonario se ha quedado en una enorme decepción por el momento. Nadie confía demasiado en unos jugadores cansados en apariencia, mayores más que veteranos, que dicen algunos analistas. Ha bastado un tropiezo en seis partidos para reabrir las heridas. La del miércoles fue una derrota sin paliativos, que recordó, en parte, a aquella noche fatídica en Dallas que puso punto y final a la carrera de Jackson como entrenador de los Lakers en 2011. Bryant, Gasol y compañía cayeron bajo una lluvia de triples. Doce encajaron en total, además del contundente destrozo bajo tableros, permitiendo 26 cestas entre mates y dejadas en los primeros tres cuartos. «Jugamos con un estilo viejo», dijo el escolta estrella de los Lakers, reconociendo quizá que su estrategia acaparadora no da buenos resultados a largo plazo. 

Impresiona, eso sí, a nivel individual, sumando ya 116 partidos en los que ha anotado 40 puntos o más y sumando 10 encuentros consecutivos donde supera los 30 puntos. «Ellos jugaron con mucha más energía, con mucha juventud, subiendo y bajando la pista. Nosotros, en cambio, jugamos con una velocidad menos toda la noche, algo que es un tanto alarmante ahora por la forma en que empezamos el campeonato». 
Y eso que se apuntó a la fiesta un mejorado Pau Gasol. Ésa fue, quizá, la nota positiva del partido. Nadie masacró esta vez al pívot ni le culpó de los males del equipo. Jugó lejos de los tableros, como marca la batuta de D'Antoni -de forma equivocada para una gran parte de la grada del Staples Center- y cumplió con creces. 

Se apuntó incluso a los lanzamientos de tres, una modalidad en la que no se suele prodigar en exceso. Desde esa distancia convirtió dos, algo que propició una cadena de comentarios en Twitter y de agradecimientos por su versatilidad, por estar siempre dispuesto a sacrificarse por el equipo. Terminó el encuentro con 19 puntos, cinco asistencias y seis rebotes, muy por encima del hombre que le ha desplazado de su ubicación natural, un Howard del que se habló mucho tras protagonizar la primera expulsión de su carrera profesional. Su mano en la cara de Kenneth Faried a falta de cinco minutos para el final del tercer cuarto no hizo dudar a los árbitros: a la calle, lo que dejó aún más desprovista la defensa de los Lakers, un auténtico colador. Mal asunto mientras los vecinos, el pupas de Los Angeles, los Clippers, se hinchan a ganar partidos. Catorce consecutivos llevan y con el mejor récord de la liga, dando un espectáculo que el equipo con más historia y tradición todavía no ha sido capaz.
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Pepe cuenta en su país que los portugueses se sienten perseguidos



En este caso no se trata de que los jugadores del Real Madrid, cuando regresan a sus países, hablan con la prensa. En esta ocasión se trata de que la prensa de sus países se desplaza hasta Madrid y aquí realizan entrevistas largas, larguísimas, en este caso con Pepe el diario luso Record. Vinieron los enviados especiales a entregarle al central del Madrid el Premio Artur Agostinho 2012, que reconoce la figura del año -en lo deportivo- en Portugal. La entrega, y la entrevista, se hizo en la semana previa al partido de Málaga y en Valdebebas, durante el acto, estuvieron también Cristiano y Coentrao, además de Jorge Mendes, el superagente, que de hecho lucía con el futbolista en la portada del periódico. 

El caso es que Pepe aprovechó la entrevista para agitar un poco más la coctelera que hoy es el Madrid. Probablemente sin querer, porque si hay un portugués al que el vestuario y la afición del Madrid le tienen cariño es él. Pero por su boca salió lo que es el sentir general de los portugueses del club blanco. «Somos extranjeros y eso se nota en las preferencias de la prensa», explica, y cree Pepe que eso es porque «España nunca tuvo un jugador que haya ganado el Balón de Oro. Nosotros tuvimos a Cristiano Ronaldo y a Figo y no llevan bien esa situación». Al margen de la debilidad o no del argumento, olvida Pepe una figura como la de Luis Suárez, ganador del Balón de Oro en 1960. 

Ese sentimiento de persecución que han interiorizado Pepe, Coentrao, Cristiano, Mourinho, Rui Faria, Louro y Morais lo explica el galardonado en una extensa parte de la entrevista donde los periodistas le recuerdan el presunto vídeo que hizo el Barcelona sobre él en el último clásico. «Para atacar a Mourinho atacan al resto de portugueses del equipo. Todo lo que hacemos dentro y fuera del campo es interpretado de una manera diferente», dice Pepe, e insiste en que el Barcelona maneja mucho mejor su línea de imagen y comunicación. 
«Dijero que Cristia
no estaba triste y la semana siguiente que quería renovar. Pasado un tiempo, el Barcelona delizó el mensaje de que iba a renovar a Xavi y Messi. Son cosas que tienen [el Barcelona] muy bien montadas», cuenta. Y llega la pregunta del millón. 
-¿Se sienten perseguidos? 
-Sí, lo sentimos. 

Obviamente, uno de los epicentros de la charla es Cristiano Ronaldo. Los elogios que le dedica Pepe no caben en estas líneas por su extensión. «Ya dijo Mourinho quién ganaría el Balón de Oro», cuenta, en una nueva prueba de que el discurso del líder es asumido por el resto de portugueses del Real Madrid. «Creo que están siendo injustos con Cristiano, la prensa y una parte de los aficionados. Merecería ese título por lo que hace por el fútbol, por haber estado nominado cinco veces, por haber ganado la Liga española, pero me parece que no será el vencedor». 

La entrevista, extensísima, demuestra también lo mal que lo pasó el chico después del incidente con Casquero. «Nunca he pensado dejar el Real Madrid, pero sí hubo un momento de mi carrera en el que pensé en dejar el fútbol», reconoce, y admite que le duele que en los campos le sigan llamando «asesino», sin ir más lejos en el partido de ida de la Copa del Rey contra el Celta en Balaídos. Sin embargo él sabe, y es cierto, que cuenta con el apoyo mayoritario del Bernabéu «por mi entrega, porque dejo todo en el campo».
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Melanie Costa




En el Mundial de Estambul de piscina corta, extinguida la esperanza de triunfos de Wildeboer, Muñoz o Villaécija, apareció Melanie Costa. Mallorquina de madre alemana, 23 años, recordó con un oro en los 400 libre a Mireia Belmonte, el único éxito español de 25 metros hasta la semana pasada. Adolescente en Pekín, predijo en Turquía logros mayores que la final que alcanzó en el Mundial de piscina larga de Shangai, el año pasado. 

Pregunta.- Oro y mundial. ¿Cuánto molesta que su éxito vaya seguido de un 'pero en piscina corta'? 

Respuesta.- Para mí es el mayor éxito de mi carrera y tiene mucho valor porque apenas había ausencias, sólo faltaban dos finalistas olímpicas. Sé que las competiciones en piscina corta me favorecen por ser fuerte de piernas, poseer buena técnica en las virajes, pero estoy trabajando mucho en la piscina olímpica siempre pensando en el Mundial de Barcelona del año que viene. 

P.- Diecinueve centésimas le dejaron fuera de su primer final olímpica, en los 200 libre de Londres. ¿Compensa? 

R.- Sí, sin duda. Es un palo no lograr el que ha sido tu objetivo durante cuatro años por tan poco. Es duro. Pero esta medalla premia todo el trabajo que hice en el ciclo olímpico, ayuda a mirar al futuro, a olvidar. No cambio este oro, ser campeona del mundo, por un diploma. 

P.- Todo tras cambiar Madrid por Barcelona. ¿Tiene relación la mudanza con los éxitos? 

R.- No creo. Estuve muchos años en la Blume con mi entrenador de toda la vida, Jordi Murio. Él me enseñó muchísimas cosas, teníamos una complicidad especial, pero la Federación no lo quiso renovar. Pese a que insistí, no me dieron ninguna opción de seguir con él y tuve que marcharme a Sant Cugat. Ahora estoy bien con José Antonio del Castillo, aunque aún no existe esa relación. 

P.- Su relación con la natación empezó bien, se torció y parece enderezarse otra bien. 

R.- Siempre fue buena, pero no todo puede ser vino y rosas. Empecé porque mi hermano mayor nadaba en mi pueblo, Calvià. Hacía un cursillo de dos días y pedí a mi madre que me apuntara dos veces, quería nadar todos los días. Empecé a competir y destacaba, aunque es cierto que cuando debía dar el salto de júnior a la absoluta no me encontré cómoda en la selección, no había buen ambiente, y quise dejar el deporte. Por suerte, no lo hice. 

P.- ¿Cómo fueron sus años en Estados Unidos? 

R.- Muy buenos. Fue justo entonces, después de los Juegos de Pekín, cuando decidí irme para allá, a la Universidad de Florida. Aprendí mucho sobre todo a nivel mental. Al principio competía con las mejores, referentes para mí como Manadou o Pellegrini, y no pensaba en llegar a su nivel, las veía inalcanzables. En Estados Unidos aprendí que podía luchar con las mejores. Volví tras dos años. Aquel tiempo me ayudó. 

P.- ¿Piensa en Río de Janeiro? 

R.- Sueño con Río de Janeiro. Entonces tendré 27 años, que son muchos para un nadadora. Pero espero estar en la élite, quiero estar para poder entrar en una final olímpica.

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Los castigos de Mourinho



Después del partido ante el Málaga, sólo dos jugadores hablaron con la prensa. Sergio Ramos -uno de los habituales- y Pepe. El sevillano admitió que la suplencia de Iker Casillas era una sorpresa y valoró la trascendencia del portero para el equipo varias veces: «Es nuestro capitán y un hombre clave», afirmó Ramos. Sin embargo, el portugués suscribió, letra por letra, lo que había explicado Mourinho pocos minutos antes. Hasta tres veces le preguntaron a Pepe su opinión sobre la suplencia de Iker. «Es una decisión del entrenador que debemos respetar». Al margen del rendimiento deportivo del central luso, indiscutible, puede que ese tipo de apoyos públicos también le ayude a ser uno de los dos únicos indiscutibles a los que Mourinho no ha castigado en los dos últimos años. El otro es Cristiano Ronaldo. 

Hay que ceñir el análisis a la temporada pasada y lo que va de esta porque, de lo contrario, ni siquiera el delantero se libraría de la rigurosa disciplina que pretende implantar el técnico, tanto dentro como fuera del campo. Tras el partido de ida de las semifinales de la Champions 2011, donde ganó el Barcelona (0-2), dijo Cristiano: «No me gusta jugar así, pero tengo que adaptarme a lo que me piden». Tres días más tarde, cuando peleaba con Messi por el Pichichi (ganaba entonces el argentino por dos tantos, 31 contra 29), Mou dejó en la grada al delantero ante el Zaragoza -el Madrid perdió y dijo adiós del todo también a la Liga-. 
Excepción 

Quitando esa ocasión, CR es el único fijo para Mourinho junto a Pepe. Ambos juegan y nunca han sido sancionados por su bajo rendimiento o por sus declaraciones. Hasta el partido de Málaga, había otros dos en esa lista. Casillas y Xabi Alonso. El portero fue suplente en un partido trascendente por primera vez en 10 años, y aunque la explicación del banquillo fue «una decisión técnica», sonó mucho más a castigo por el enfrentamiento soterrado que ambos mantienen. Y, aunque lo del portero lo tapó casi todo, para muchos en ese vestuario no pasó desapercibido el cambio de Xabi Alonso, apenas dos minutos después del 3-1, un tanto que nace en un error del mediocentro. Mourinho, pese a que luego decretó que Sergio Ramos fuera delantero centro, quitó del campo a Xabi, su mejor lanzador en largo, para dejar a Khedira, Modric, Özil y Kaká. 

Iker y Xabi han sido los últimos, pero la lista de esta temporada es amplia. Los primeros fueron Mesut Özil y Sergio Ramos. Tras los partidos de Getafe y, sobre todo, del Sánchez Pizjuán ante el Sevilla, ambos fueron al banquillo en el debut ante el Manchester City en la Liga de Campeones. La suplencia de Ramos duró sólo un partido porque regresó ante el Rayo Vallecano, pero ya supuso un toque de atención para el segundo capitán, otro de los que mantiene una relación tensa con el entrenador. A Özil, sin embargo, le costó mucho más. Volvió al equipo ante el Depor dos semanas después, pero fue sustituido en el descanso con bronca -por eso Ramos se puso la camiseta de su compañero bajo la suya en el segundo acto-. De hecho Özil se llevó un recado de Mou en la rueda de prensa previa al partido de Amsterdam. «Necesita más minutos y más calidad. A más calidad, más minutos». La respuesta del mediapunta en días como los del Borussia en el Bernabéu (empate con una falta suya) o Valladolid le han hecho quitarse el cartel de sospechoso. 

Un cartel que ahora ostenta sobre todo Di María. Regresó en Málaga a la titularidad tras dos partidos seguidos (Valladolid y Espanyol) sentado en el banquillo, pues su actuación en la noche contra el Betis dejó huella, para mal, en la libreta del técnico. Benzemá, por supuesto, ha estado bajo la lupa sumarísima de Mou casi desde que llegó, y muchos han sido los toques de atención públicos, el último tras insinuar que el francés no quería jugar en Balaídos en Copa del Rey. En el partido siguiente contra el Espanyol no participó, a pesar de que fuentes del club afirmaban esos días que, de haber querido, podría haberlo hecho. En esta lista también caben Higuaín, Marcelo, Arbeloa o Khedira. Y Coentrao, tres meses sin jugar tras su expulsión en Getafe. 

Porque la otra lista, la de los hombres que han sido definitivamente señalados, está completa: lejano quedan los nombres de Pedro León y Canales, pero no tanto suenan los de Kaká, Carvalho o Albiol, sólo presentes en situaciones desesperadas.
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Arantxa dimite



La alta probabilidad de éxito en un tiempo antónimo al actual, cuando el tenis femenino ocupaba portadas y el masculino se reducía a simples breves, les obligó a la unión ante la red. Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez lograron juntas, en la década de los 90, una plata y un bronce olímpico y cinco Copa Federación pero siempre se les intuyó una relación, al menos, delicada. No compartieron dobles más allá de la selección española, respondieron vagamente a preguntas en ese sentido. Esa tensión en la pista, se iguala, quizá se aumente, en los despachos. 

La pasada semana, la amplia mayoría de las tenistas internacionales (todas menos Anabel Medina y Lara Arruabarrena) proponían una suerte de boicot contra el presidente de la Federación Española de Tenis (RFET), José Luis Escañuela, acusándole de no respetar, más bien al contrario, acuerdos signados dos años atrás para aumentar la inversión en torneos, infraestructuras y ayudas al tenis femenino. En la denuncia pública estampada estaba, además, la firma de Sánchez Vicario. Aunque ella negó ser la instigadora de la misva, ya no le quedaba otra. La ex tenista dimitió ayer como seleccionadora. «El plante de un grupo muy numeroso de jugadoras ha sido determinante al tomar mi decisión. Quería darles soporte», escribió en su carta de dimisión Arantxa, que aún no había cumplido el año firmado (su contrato acababa el día 31), que en el cargo sólo cosechó decepción. España cayó primero ante Rusia y luego contra Eslovaquia para acabar descendiendo a la segunda división del Grupo Mundial. 

Una decisión con tintes deportivos y ¿políticos? Escañuela, dirigente al que la triple campeona en Roland Garros renuncia, se halla en difícil posición para mantener su silla tras las elecciones que se celebrarán el 17 de enero. Las federaciones de Madrid, Cataluña, Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Baleares apoyan al aspirante, John Rigau. Y Sánchez Vicario lo sabe. Su decisión, su golpe, podría ser una apuesta. 
Sólo un par de horas después de conocerse la dimisión, antes incluso que la Federación oficializara su aceptación, Conchita Martínez respondió rápido. «Me gustaría ocupar el cargo», dijo. «De momento, a mí nadie me ha ofrecido de manera formal», añadió luego la ex jugadora tras desvincularse de la carta y las peticiones de la mayoría de tenistas actuales. Su golpe, su apuesta, parece ser otra.
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Espectacular reaparición de Ricky Rubio



Nueve meses y unos días, más o menos el plazo esperado para una lesión semejante, aunque lo perdido por el camino (principalmente una medalla olímpica) sea imposible de calibrar. Al fin, dos semanas después de recibir el alta médica tras la recuperación de su rotura de ligamentos, con una aparatosa rodillera blanca como testigo del calvario, Ricky Rubio volvió. Y, como todo en su fulgurante carrera, sucedió a lo grande. Fuegos de artificio para festejar su retorno, un pabellón, una franquicia, una ciudad, la mejor liga del mundo de baloncesto entregada a la causa, la de la alegría, la de la magia que desprende su juego, «contagiosa», según celebró Rick Adelman, su entrenador. 

No fue un día más, la madrugada del sábado fue la del retorno de Ricky. Así quedará, así lo atestiguan todas las informaciones, los hashtags y las audiencias. Restaba 1:47 minutos para el final del primer cuarto y el marcador lucía un no demasiado esperanzador 18-28 en contra de los Timberwolves -su estrella Kevin Love, fue baja de última hora-, a favor de los Mavericks. Ricky se aproximo a la banda, se desprendió del chandal y, como un resorte, el Target Center estalló en júbilo. 

Sustituyó al ruso Alexey Shved, que luego sería uno de los protagonistas de la remontada, y poco a poco los Wolves se fueron, lo dicho, contagiando. Ricky se plantó en la cancha como si nunca se hubiera ido: «No voy a olvidarme como se juega al baloncesto». Tal vez algo más fornido en su tren superior, pero con el mismo descaro, los mismos pases geniales, impredecibles, únicos, como uno entre sus piernas, de espaldas, para dejar en bandeja la canasta a su compañero Greg Stiemsma, que hubiera firmado el mismísimo Pete Maravich. Por lógica precaución, estuvo poco más de 18 minutos en cancha, en los que aportó ocho puntos, nueve asistencias, cuatro rebotes y tres robos. La primera vez que se sentó, al borde del descanso, su equipo ya había recuperado casi todo el terreno perdido (37-39). 


Tuvo en sus manos, incluso, el privilegio de jugarse el lanzamiento para ganar el partido, así es la NBA, donde se potencian las heroicidades. Falló el triple y no participó en la posterior prórroga, donde su equipo venció (114-106) para redondear la noche triunfal. Es la cuarta victoria consecutiva de los de Mineápolis, que ocupan la sexta plaza de la conferencia Oeste, en puestos de playoffs, los que no pisan desde 2004. 

Tras el partido, sobrevino una catarata de elogios, aunque quizá ninguno tan sincero ni impactante como el de Adelman, palabras que engalanan una biografía, aunque en el caso de Ricky sólo se hayan consumido los primeros 22 años: «cuando el balón está en sus manos, sin duda soy mucho mejor entrenador». Rubio, que tendrá su siguiente oportunidad esta noche (1.00 h.) ante los Magic, charló tranquilo sobre sus sensaciones. «Me encuentro fenomenal y creo que estoy al 100%. Tengo algunas molestias en otras partes del cuerpo, pero algo normal por el tiempo que no he jugado», resumió. «Es increíble la manera cómo me han recibido los aficionados y luego el regalo de los compañeros de conseguir la victoria en la prórroga», comentó y pronosticó un esperanzador porvenir: «Estoy convencido de que vamos a hacer cosas grandes esta temporada con este equipo, como hemos demostrado durante la prórroga, que jugamos increíble».
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Cuando el rival es tu mejor aliado




El Camp Nou celebró un gol del Espanyol y luego, reivindicó a José Mourinho. Así, tal cual. Y un tema conecta con el otro. Cuando instantes previos al inicio del partido contra el Atlético su vecino blanquiazul logró empatar ante el Real Madrid en el Santiago Bernabéu, en el estadio azulgrana hubo algarabía. Ésta fue a más a mitad del partido, con la victoria en el zurrón, el mismo lugar donde parece que puede acabar también la Liga. De ahí que un nutrido grupo de seguidores pidieran que el técnico madridista continúe en el cargo. 

«¡Mourinho, quédate!». Unas cuantas veces, a grito pelado. Bastante tiene ahora el luso como para cumplir la petición de los barcelonistas, sabedores de que esta temporada el Real Madrid no es, de momento, rival en la Liga. Está a 13 puntos de distancia tras los resultados de ayer. Aunque no hay que olvidar que en la Supercopa de España vencieron. Puede ser un ejemplo para no bajar la guardia. 
De momento, queda esa solicitud. Y la sensación de que la Liga no está en proceso de defunción en pleno mes de diciembre como dejó caer Mourinho. «Ante el Madrid llegamos a estar a 12 puntos con él y tuvimos que ir al Bernabéu a ganar [la Liga]. Ahora estamos un punto por encima», recordó y advirtió Tito Vilanova. Queda demasiado hasta junio. 

«Es una Liga aburrida», protestó Diego Simeone en mitad de este debate. ¿Tiene razón? El Atlético es segundo en la clasificación, a nueve puntos del Barça. Y el Madrid, tercero, está a 13. «No creo que sea una Liga aburrida. Esta temporada hemos ganado muchos partidos pero hemos sufrido mucho y hemos vencido algunos encuentros al final, con emoción. Lo que hemos conseguido ha costado mucho obtenerlo, pero en la Liga española es difícil ganar todos los partidos», reivindicó Tito. 

El conjunto azulgrana está invicto con 15 victorias y un empate, así como 54 goles a favor (el más goleador del campeonato) y 18 en contra. «Contra el Barcelona es imposible. Te vas con un sabor de que el equipo está bien, está fuerte, sabe a qué puede jugar porque es competitivo. Pero gran parte del partido lo jugamos ante un Barcelona superior a la media», se resignó Simeone. 
A Mourinho, de momento, le piden que siga para ver si este panorama persiste en el Barça. «Se nota que no ha sido futbolista y no los entiende», le replicó ayer Gerard Piqué. La razón: insinuó que algunos jugadores se recuperan en dos días tras salir del campo en camilla. Se puede interpretar que hablaba de Leo Messi. No hubo paz para el técnico. 
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El Madrid en depresión



Cuando al Madrid le quedaban los minutos de la agonía, estado para el que el fútbol no ha conocido un intérprete semejante, la grada del Bernabéu era ya como un paisaje lunar. Algunos aficionados habían dimitido poco antes del empate de Albín, otros lo hicieron mientras su equipo se desquiciaba. Un último ataque del Espanyol descubrió un fondo desolador, azul butaca, sin colorido, sin vida. Era el decorado de la depresión que sólo suturarían 13 puntos o una Décima, un milagro o una sinfonía. 

Señalado de nuevo el Madrid por las jugadas a balón parado, donde se confunde como un equipo de infantiles, inseguro, tierno, nada jerárquico, se esperaba la reacción de José Mourinho. Estuvo light. Fue de agradecer tras un episodio nada edificante puesto en ON por un periodista, propio de un spaghetti western, que en lugar de reforzar la autoridad del técnico, lo sitúa en la viñeta del cómic. Todo el mundo tiene derecho a un calentón, pero no en un cuartito y con la guardia pretoriana, así no. 




El Espanyol no tuvo calentones, sólo una consigna: no conceder contraataques al Madrid. El primero que enlazó el conjunto de Mou llegó pasados los 50 minutos, cuando los blanquiazules necesitaban cambiar el registro de su juego, obligados ya por el marcador. Hasta entonces, retó al Madrid a ganarse los cuartos por calidad, no por velocidad. Calidad en el sentido colectivo, no únicamente individual. El trance reveló lo que tantas veces, las dificultades de este colosal grupo de futbolistas para atacar una defensa detenida y bien puesta. Lo suyo es la estampida. 

El balón era por completo del Madrid, pero las ocasiones no se correspondían con los niveles de posesión, altísimos, en parte por la disposición del rival en el campo, que dejó únicamente a Sergio García en punta y a Verdú como enlace. El resto, incluido Simao, a correr mucho en busca de ocupar todos los espacios, pero el portugués es como un soldado de fortuna que ya no está para muchas carreritas. Desde el banco, Mourinho levantaba los dedos, como si indicara más uno contra uno, acciones de desborde, pero a sus hombres les costaba encontrarlas. Se atascaba Özil en la derecha y lo probaba más Coentrao, en la izquierda. En esa banda estaba el filón, en especial después de la primera amarilla, muy pronto, a Wakaso, sin ningún control de la intensidad. Aguirre lo sacó del campo en cuanto pudo. 

Modric se ubicó en la medialuna, con Callejón como punta, y el croata lo intentó con buenos disparos, el segundo al palo. En el área, en cambio, casi todos los balones encontraban la anticipación de los defensas blanquiazules y de un Forlín que dio un paso atrás y encimó a Cristiano como si fuera su amante. Más de una vez, al límite del reglamento, cuyo umbral de permisividad es más alto si pita Mateu Lahoz. 


Para el Madrid era un problema la escasa movilidad sin balón de sus atacantes, en exceso estáticos. Todo lo contrario que Sergio García, como un demonio entre Pepe y Sergio Ramos, al que sometió a un pequeño tormento. Su misión era precisamente la de moverse en cada recuperación para dar una opción al pase. Si quien lo daba era Verdú, peligro mortal, como sucedería en el gol. A Sergio García le llovió algún melón, pero cuando le llegó una pelota en la trayectoria que ilumina el faro del Espanyol, resolvió como lo hace un killer: ni una duda. En la carrera, se impuso en el espacio al Sergio blanco. Muy completo el partido de este delantero, pujante hasta el final, que se encuentra, una vez más, de vuelta. Con lo poco que tiene y cómo está el Espanyol, lo necesita. 

La planta de Cristiano, oportunísimo, devolvió calma a un Madrid corto de juego hasta entonces, justo cuando Mateu Lahoz apuraba el minuto de prolongación, antes del descanso. Mou no esperó y tomó la decisión en la que ya había pensado, al sustituir a Modric por Di María. Özil pasó a su posición, en el centro, y el argentino llevó más peligro ante Casilla en minutos que en todo el primer tiempo. Tuvo, además, el poder de la agitación, del que el Madrid se contagió, vigoroso y rápido. Cristiano observó la llegada de Coentrao, en el área, y cedió a su compatriota, que restableció la teórica lógica. 


De ahí adelante, el Madrid se reencontró con el espacio y, consecuentemente, con su fútbol, vertical, amenazador. Tuvo ocasiones, de Cristiano, Di María, Callejón y hasta Morata, a las que respondió un gran Casilla. No mató y cuando la pelota se detuvo cerca de su área, mostró un temblor de principiante. Sacó su línea, pero sufrió ante Capdevila y permitió que Albín se llevara lo que quedaba de Liga, de esperanza.
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Lochte sigue sumando records



La ausencia de Michael Phelps, gozando de su temprana jubilación, dejaba al Mundial de piscina corta de Estambul sin superhéroe que enfocar. Quizá no hacía falta. Apareció desde el primer día Ryan Lochte, amante como nadie de las competiciones de sólo 25 metros, especialista en los virajes, excelso en el nado bajo el agua, y dejó a todos ensimismados. Despertó el miércoles con dos oros, los del 200 libres y el 4x100, aumentó el éxito al día siguiente en el 4x200 (y un bronce) y elevó la gloria más allá el viernes venciendo en el 200 estilos con récord del mundo incluido. Azuzado por el japonés Seto y el húngaro Cseh, estableció un crono de 1:49.63 minutos. Ayer logró su segundo récord mundial en las semifinales de los 100 estilos con una marca de 50.71 segundos y hoy podrá sumar dos oros más para elevar a seis sus triunfos en esta cita. Acumularía 20 preseas doradas (29 en total) en piscina corta en las cinco ediciones del Mundial de la modalidad en las que ha participado.

La grada turca lo apoya, lo jalea. Y con razón. Después de cada éxito, se ha dedicado a sortear entre las gradas sus oros que, al final, han ido a parar a manos de varios niños. Era el propio nadador estadounidense el que explicaba el porqué ayer en su cuenta de Twitter. «Una de las razones principales por las que nado son mis fans. Siempre quiero devolverles algo. El brillo en sus ojos cuando reciben las medallas significa todo para mí», escribía Lochte tras mostrar una foto con Arda Harunyan un joven espectador al que había obsequiado con una medalla y narrar como otro niño local, Arda Cakmak, lloraba cuando se había visto con el regalo al cuello. «A lo largo de mi carrera, he regalado incluso las medallas olímpicas», explicaba el nadador que indicó que en caso de conservar los trofeos terminarían en «algún cajón con los calcetines», mientras que «para los seguidores son un tesoro». 

Es el protagonista de la cita y lo sabe. Su actuación, medallas regaladas incluidas, ha llegado a ocultar los éxitos de dos de las más fulgurantes estrellas de la natación mundial, la lituana Ruta Meilutyte y la china Ye Shiwen. La primera, sensación en Londres al colgarse con tan sólo 15 años la medalla de oro en la prueba de los 100 braza, demostró ayer el control de la especialidad alcanzando su segundo oro en Turquía tras el de los 50 braza y la segunda, igualmente precoz, 16 años, ya doble campeona olímpica y plusmarquista mundial, recordó su talento venciendo en los 200 estilos y quedándose a sólo cuatro centésimas del récord mundial de la estadounidense Julia Smith, que estableció un crono de 2:04.60. 

Hoy, en el cierre, junto a la continuación del espectáculo de Lochte podría ensancharse el medallero español tras el oro de Melanie Costa y el bronce de Duane da Rocha. Posibles tiene la joven Marina García, que en el reciente Europeo de piscina corta logró dos preseas, en los 200 metros braza. Algo menos opciones para Aschwin Wildeboer en los 200 espalda y Erika Villaécija en los 200 libres.

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Leo Messi es juego y gol



Leo Messi supera a Gerd Müller, pero quien realmente es Müller es Radamel Falcao. El colombiano es remate puro, ariete a la antigua, como el Torpedo o el Cañoncito Pum, Pancho Puskas. Messi es otra cosa, es lo que el lenguaje del fútbol, quizás también antiguo, ha reconocido siempre por un 10. El dígito, simbólico, se asociaba a la posición de interior, un rol superado por el fútbol moderno, tanto como a la multifuncionalidad: el 10 construye, el 10 marca. 

Eso hace Messi, un 10 por muchas más razones de las que propone su dorsal. Eso hacía Alfredo Di Stéfano, lo que los ingleses llaman ahora un jugador box to box, eso hacía Johan Cruyff y lo mismo puede decirse de Pelé y Maradona. Los dos últimos portaban el mismo dorsal que Messi, frente al 14 de Cruyff o el 9 de Di Stéfano, pero todos, todos reunían la dualidad que distingue a los mejores de la historia: juego y gol. Todos eran un 10. 

Con la salvedad de las épocas y de los cambios en el fútbol, el azulgrana tiene en común con los cuatro grandes una ambivalencia que debemos admitir como condición para ascender a ese altar en el que Messi ya se encuentra, en mi opinión. Observado en perspectiva, con el paso del tiempo, su obra, todavía inacabada, ofrecerá pocas dudas. Además de superar a Müller como máximo goleador en un año natural, por ahora con 86 tantos, el argentino es ya el máximo realizador en partidos oficiales en la historia del Barcelona (283), después de pasar a César, que integró una delantera de leyenda en los años 50, junto a Basora, Kubala, Moreno y Manchón. Si se computan los amistosos, el récord es aún de Paulino Alcántara (369). 

Con 25 años, incluso la marca oficiosa está sobradamente al alcance de Messi, como las de Cruyff o Maradona como futbolistas de club, 391 y 312 goles, respectivamente. Caso aparte son los 468 tantos de Di Stéfano y, sobre todo, los 714 de Pelé en encuentros oficiales, sin sumar los obtenidos con Brasil. Una barbaridad. 

Con Argentina, el azulgrana ha sumado 31, a sólo tres de Maradona y cuatro de Hernán Crespo, pero lejos todavía de los 56 marcados por Batistuta. Sin embargo, el año 2012 ha disparado su productividad vestido de albiceleste, con 12 goles, más de un tercio de su cosecha como internacional, y dos hat tricks. Eso en un curso sin un gran torneo, sea Copa América o Mundial. Incluso con una media menor, en tres temporadas puede alcanzar a Batigol. Más cerca se encuentra en la Champions, torneo en el que Raúl mantiene su posición como primer artillero, con 71 tantos, y en la que Messi ya ha cazado a Ruud van Nistelrooy, ambos con 56. Le separan del récord 15 tantos y en 2012 ha conseguido 13 en la competición. Algo parecido sucede con los goleadores de la Liga, donde los 192 tantos marcados hasta ahora sitúan al argentino en novena posición. El primero es Telmo Zarra (251). Sería ilusorio pensar que todos los años Messi pudiera moverse en el umbral del récord, pero si en 2012 ha marcado 56 en el torneo doméstico, sólo con lograr la mitad habría superado al histórico del Athletic en tres años. 

Messi es, asimismo, favorito para ganar su cuarto Balón de Oro, galardón que se concede el 7 de enero. Se trataría del primero que lo consigue, por delante de Cruyff, Michel Platini y Franz Beckenbauer, con tres. Más difícil tendría liderar el capítulo de títulos internacionales. En la actualidad, posee tres Champions, la mitad que Paco Gento, y ningún Mundial, por los tres de Pelé. Hasta que no gane uno con Argentina, pese a todos los récords, no se sentirá completo.
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Contador sí pero Purito no



Contador sí y Purito Rodríguez no. Ésa fue la salomónica pero no por menos sorprendente, decisión de la Unión Ciclista Internacional que ayer repartió las licencias para el World Tour, es decir, para el cielo y el infierno del ciclismo mundial. 

La del Saxo Tinkoff estaba en duda desde hace semanas; se especulaba con la posibilidad de que el Argos Shimano estuviera por encima en los méritos deportivos, pero al final los dos equipos aparecen en la lista de licencias, como el Movistar y el Euskaltel -renovado hasta 2016-, pero no el Katusha de Joaquín Rodríguez, número uno del mundo por segunda vez en tres años. Por supuesto, los resultados deportivos no tienen nada que ver en la decisión de la UCI, que se apoya en cuatro criterios fundamentales para aprobar o rechazar a los equipos. Las otras tres patas del banco son la económica, la administrativa y la ética. 

Al parecer, los tiros van por las dos primeras. Según algunas informaciones que circulaban ayer en el entorno del ciclista catalán, que tras la decisión federativa sólo podrá correr las carreras más importantes del calendario previa invitación, el despido de Hans-Michael Holczer, mánager del conjunto ruso durante los dos últimos años, para ser sustituído por Viatcheslav Ekimov, el ex compañero de Lance Armstrong, ha destapado la caja de los truenos. 

Al parecer, el alemán Holczer se habría puesto en contacto con la UCI para ponerle al corriente de las irregularidades financieras y fiscales del equipo ciclista. Una venganza en toda regla si se confirma que fue así. La UCI no aclara nada, sólo que estudiará la situación del Katusha para incluirlo en el circuito Contienental, la segunda división del ciclismo mundial. 
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El libro de Sergio Ramos



Parecían muchas, pero faltaron. No había suficientes sillas ayer a mediodía en el palco de honor del Bernabéu para dar acomodo a tanto público. Los ramistas abarrotaron la presentación del libro del defensa sevillano. «Estoy emocionado al ver a tanta gente», dijo, antes de romper a llorar cuando agradeció a su familia. Sobre todo a su madre, Paqui, orgullosa y sonriente. Pocas predicciones de Florentino Pérez sobre un fichaje se han cumplido con tanta exactitud como la que hizo cuando firmó a Sergio Ramos, aquel niño de 19 años y melena rubia por el que pagó 27 millones de euros en la última noche de agosto de 2005. 

«Será capitán del Madrid y hará historia», repetía desde el principio el empresario sobre uno de sus chicos favoritos, más allá de los antiguos galácticos. Ayer, el presidente blanco abrió el acto de presentación de Sergio Ramos. Corazón, carácter y pasión, escrito por Enrique Ortego, periodista del diario Marca. «No es fácil llegar hasta aquí ni vestir la camiseta de nuestro club y jugar en este estadio. Llegó a esta casa cuando tenía sólo 19 años y soñaba con hacer historia en el mejor club del mundo. Jugó su primer partido en el Santiago Bernabéu para sorpresa de todos con la naturalidad propia del que ha jugado aquí toda la vida», le dedicó Florentino, líder de la familia blanca que acompañó al futbolista sevillano. 

José Mourinho, alérgico a este tipo de eventos, se quedó en Valdebebas. Sí estuvieron en segunda fila, soltando guiños y bromas al protagonista, Casillas, Morata, Özil, Khedira, Pepe y Cristiano Ronaldo, sin tiempo de tomarse un vino ninguno de ellos, raudos tras los abrazos al compañero, todos con un ejemplar en las manos. El delantero portugués miraba interesado la portada del libro, que se abre con un prólogo de Paolo Maldini, mítico lateral milanista y uno de los referentes del Sergio Ramos infantil. 

El central vivió con intensidad su oficiosa coronación en el universo madridista. Junto a su familia, le arroparon amigos como el cantaor José Mercé o ex futbolistas como Pablo Alfaro. Balón, flamenco, toros, familia, tatuajes... Las mil pieles de un deportista muy especial, con la Copa del Mundo dibujada en la pantorrilla, un balón volando todavía por el ciberespacio y un penalti a lo Panenka bordado en la leyenda de la mejor selección de todos los tiempos. «De Camas a La Castellana. Y te quedan todavía por escribir las mejores páginas de tu carrera», le dedicó Florentino Pérez, entregado a uno de sus capitanes. 


En primera persona reconoce en su libro que las fotografías que colgaban en las paredes de su habitación no eran de Zidane ni de Hierro, ni siquiera de ídolos de Nervión. A quien veía cada mañana era a Rivaldo y Bebeto, estrellas brasileñas del Deportivo, club de afición ultra hermanada con el sevillismo. Del fondo norte del Pizjuán salió hacia el Madrid. «Fue un traspaso en toda regla», asegura, para explicar cómo Jose María del Nido, presidente de su equipo de origen, le dijo que un «canterano no ganaría dinero» en el Sevilla. Tras rechazarle un contrato vitalicio, «con el mismo sueldo que el extranjero que más cobrara», según cuenta en la biografía, aceptó el viaje que le proponía Florentino. 

«A pesar de su juventud se ha convertido en uno de los símbolos del madridismo y del fútbol español. Gracias por ser uno de los nuestros, por ejercer el símbolo del madridismo», cerró el mandatario blanco, antes de que Ramos le devolviera las flores. «Gracias a Florentino por traerme al Real Madrid, espero que siga muchos años más en la presidencia y que yo esté a su lado. Ojalá pueda retirarme en este club».

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Wolfgang Stark se disculpa




Wolfgang Stark (Landshut, Alemania, 1969) tiene fama de ser bastante prepotente a la hora de trabajar, y su trabajo es ser árbitro. Al menos eso es lo que cuentan los medios alemanes, que este fin de semana se han quedado perplejos con sus disculpas públicas. Ocurrió el sábado. Jugaban el Borussia Dortmund y el Wolfsburgo, e iba ganando el Dortmund (1-0) cuando uno de sus defensas, Schmelzer, sacó un balón en la línea con la rodilla. Stark creyó ver que era con la mano, así que pitó penalti, expulsó al jugador y el Wolfsburgo empató para luego, con un hombre más, terminar ganando el partido por 3-2. Hasta ahí todo normal. 

Pero en Alemania, una Liga muy diferente a la española, pasan cosas que aquí serían impensables, de modo que, primero, el entrenador del Borussia, el simpático Jürgen Klopp, dijo: «Espero que ahora Stark admita públicamente que fue un error. Con ello tal vez logremos que al menos Schmelzer no sea suspendido». Y minutos después llegó el milagro. «En ese momento creí ver con claridad que el jugador había parado el balón con la mano. La repetición en televisión muestra que no fue así. Fue un error de percepción. Me equivoqué y naturalmente lo lamento», dijo Stark en declaraciones difundidas por la plataforma digital Skype, informa Efe. 

Probablemente Stark no pidió disculpas por la petición de Klopp, sino también porque voces autorizadas como Matthäus o el ex árbitro Markus Merk, ambos comentaristas televisivos, también se llevaron las manos a la cabeza. De hecho, el ex jugador llegó a pedir «un descanso» para el que fuera nombrado hace unos años el «peor árbitro» de la Bundesliga por la revista especializada Kicker en una votación que hacían los propios jugadores. Sus disculpas sorprendieron a muchos. 

Y probablemente también a Jose Mourinho, que todavía no ha olvidado que fue Stark quien expulsó a Pepe en aquellas semifinales de Champions contra el Barça por una entrada sobre Dani Alves. Aquel día Mou explotó -fue la famosa rueda de prensa del «¿Por qué, por qué?»-, y entonces la cuestión terminó con un castigo al portugués -pues también fue expulsado por aplaudir irónicamente la roja a Pepe- y con Stark, árbitro polémico en Europa, sin abrir la boca. Quizá si en un futuro pasase algo parecido...

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Falcao se lo agradece a Dios



Lo piensa de verdad. Radamel Falcao cree a pies juntillas que todo lo bueno que le pasa es gracias a Dios, así que ayer, poco antes de las 23.00 horas, cuando ya había marcado los cinco goles, se había duchado, había esperado por la firma de todos sus compañeros en el balón, había atendido a los medios en la gélida zona mixta del Vicente Calderón e iba con su mujer a cenar, cogió su teléfono y escribió en su Twitter: «Gracias Dios por esta noche inolvidable. La gloria es tuya!!! Gracias a mis compañeros por ayudarme siempre, gran partido de todos y 3 puntos+». Por si había alguna duda, la dedicatoria de una de las noches más importantes de su carrera era, en primer lugar, para el cielo, el lugar donde se supone que está Dios. No era una noche normal. 

Porque seguramente si se le pregunta, Radamel pondría por delante de la de ayer otras noches como, sin ir más lejos, las de Bucarest (Europa League) o Mónaco (Supercopa), o la otra Europa League que ganó con el Oporto. Pero la de ayer será inolvidable en lo individual, pues es la primera vez en su carrera que logra marcar cinco goles en un partido, y quiso la suerte que él sea el primero en la historia del Atlético de Madrid. Jamás un jugador de este club había hecho semejante barbaridad. 

«Trato de hacer mi propia historia, seguir mejorando y, si puede ser, seguir haciendo cosas lindas», dijo embutido en un plumífero, dejando escapar el vaho en cada frase, sujetando con la mano izquierda el balón, firmado por todos sus compañeros. ¿Qué le habían escrito? Algunas dedicatorias eran irreproducibles -hablaban de vacunaciones y cosas así- no así los gritos con los que él se dirige a la grada cada vez que marca. «Siempre celebro los goles con mucha energía. Es bonito poder interactuar con la gente, y ese es un privilegio que sólo tenemos los que marcamos goles», explicó antes de volver a dar muestras de lo buen tipo que es. Esta semana pasada murió Miguel Calero, un mítico portero colombiano. «Antes del partido había pensado mucho en él y en poder dedicarle lo que hiciera esta noche». Pues El Cóndor, así era conocido Calero, se llevó una dedicatoria suprema. 

Miguel Ángel Gil, el consejero delegado del Atlético, ha dicho en más de una ocasión que fue una imprudencia fichar a Falcao con la situación económica que ya arrastraba en el verano de 2011 el club. Pero había que diluir el dolor de la hinchada por la marcha de Agüero y esa fue una operación personal de Gil, que hizo malabarismos para la llegada del colombiano. Hoy, con todos los números que presenta (ver crónica) la duda es hasta cuándo va a seguir marcando goles en el Calderón. En enero parece descartada su salida, pero junio es otra cosa. Si el equipo no entra en Champions será imposible retenerlo, pero si lo consigue, y lleva camino, seguramente tampoco. 

«Hoy ha firmado una noche histórica en el Atlético de Madrid. Lo está disfrutando su gente. La afición lo quiere y sus compañeros lo respetan mucho. Lo conozco y sé que siempre quiere más. Marcar cinco goles en un partido significa lo que es él: ambición, ilusión y querer siempre más. No me sorprende lo que ha logrado», dijo de él Simeone, alguien que lo quiere mucho y que hasta le pidió su camiseta antes de la final de la Europa League por si no volvía a ponérsela tras el verano. Hoy Falcao estará en la entrega de unos premios del periódico As y la duda es saber si jugará el miércoles contra el Getafe en Copa. Donde sí estará es en el Camp Nou. Más morbo, imposible. Porque su paso por el Bernabéu fue discreto, y el domingo tiene otra opción.
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El equipo español vuelve a empezar



Dentro hace calor, hay mucha humedad y el tiempo pasa despacio. Tras los ventanales que visten la piscina del Centro de Alto Rendimiento (CAR) refresca, empieza a llover y los minutos corren a la velocidad de la luz. Cada vez queda menos para el Mundial de Barcelona, pero las componentes del equipo español de natación sincronizada parecen ser inmunes a la presión y al entorno. Ríen, bromean, se ayudan, comentan movimientos, proponen canciones. Comienzan a entrenar bien temprano y acaban bien tarde. 
El desgaste impresiona, tanto como su clase. Su don acuático. Y eso que están en el inicio de la pretemporada con un nuevo equipo técnico. Julio está ahí, tan lejos pero tan cerca. Preparan a conciencia la próxima gran cita después de su triunfal participación en los Juegos Olímpicos, aunque saben que fuera, comienza a chispear. 

No parece importarles, su visión es el agua. Se aislan de los problemas, no del resto del planeta. Y eso que el encuentro se produce después de que la ex seleccionadora Anna Tarrés solicitara una indemnización a la Real Federación Española de Natación (RFEN) por considerar que se atentó contra sus derechos laborales. Pedía 350.000 euros que no le concedieron. Al menos, sí el cargo, que no ejercerá hasta el final de su contrato, el próximo día 31. 

Cuentan que, grosso modo, esa cantidad sería el presupuesto anual del equipo de sincronizada. El dinero sale a escena. Hay fuentes que explican que el recorte del Consejo Superior de Deportes (CSD) rondaría el 40% del presupuesto anterior. «Si se hacen a nivel de educación o sanidad, es extraño que no le toque al deporte de élite. Aunque aquí hay gente que lucha y se deja la piel», reclama Esther Jaumà, nueva seleccionadora. ¿Habrá que hacer cambalaches? «Sí, priorizaremos competiciones además del Mundial y la Copa de Europa». 

El equipo no se rinde. Se une en la adversidad como en sus ejercicios. Por eso, buscan ingresos adicionales. «El presupuesto será inferior al que teníamos, por eso necesitamos fondos para tener coreógrafos como siempre, no tener menos servicios o pagar cámaras. Hemos hecho un calendario para invertir en nuestros entrenamientos», reconoce la capitana, Andrea Fuentes. 

Con todo, hay que prepararse. Se fue Tarrés, seleccionadora durante 15 años, llega Jaumà. Desprende cercanía, confianza y seguridad. Hay que tenerlas para aceptar un reto de tamaña envergadura, recogiendo el testigo de un grupo que ha cosechado 55 medallas en este tiempo y está en la élite por méritos propios. Tras una concentración en l'Empordà para conocerse mejor, para expulsar miedos o dudas, saltaron al agua. 
«Cuando se fue Guardiola había sus dudas por ver qué pasaría con Vilanova. Cualquier transición lleva a eso», confiesa Jaumà, quien dice no tener miedo. «Las chicas están volviendo a empezar, pero me han aceptado muy bien. Trabajamos con relax y alegría. Forman un equipo compenetrado, se llevan muy bien y dan todo. Pero hay que gestionar necesidades personales, recuperaciones, trabajos específicos y necesidades académicas. Ahora, hay que recuperar a deportistas fantásticas que por ciertas cosas no están al 100%». 

El grupo está unido tras días convulsos. «La sincro no se ha ensuciado. Hay quien interpreta sus silencios negativamente, y ellas callan porque quieren trabajar y estar tranquilas, sin entrar en la dinámica negativa que se ha creado sobre ellas. Son personas respetuosas, tienen su vida privada y quieren tener una normalidad», cuenta su entrenadora. 

«Sabemos que debemos dar el máximo en el Mundial y que, aunque haya cambios, debemos ser fuertes e ir con ganas. Nos han enseñado a soportar todo tipo de presión y ésta es nueva, es un cambio bestial, aunque hay que tirar adelante», recalca Andrea Fuentes. Ella ha sido el escudo de la selección. Salió en defensa de sus compañeras, fue firme en cuanto estalló una polémica detrás de otra y nunca se arrinconó. Ahora, prefiere hablar del presente y el futuro. Ni una palabra del pasado. 

«Esther le da mucha importancia a las carencias que tenemos para intentar ganar a Rusia. En el apartado técnico trabajamos mucho, es la gran novedad. Y no ha sido una transición dura, el mundo de la sincronizada es pequeño, nos conocemos y vamos con buena predisposición». 
De fondo, suena música. Unas canciones son conocidas, otras menos y además, proponen temas porque van a cambiar cinco de las siete coreografías para el Mundial. «Una rutina funciona dos años, el segundo es mejor, se ha pulido, se han visto los errores», argumenta Jaumà. «Será muy duro pero queremos apostar por cosas nuevas», dice Fuentes. 

En su caso, por algo «cañero» en el solo. «Me siento así. Quiero dar un paso al fente, y pienso que con una coreografía con personalidad puedo llegar lejos». Escucha a Pink Floyd, en concreto Since I've been loving you, pero no es definitivo. «Me gusta la idea de un blues sensual y un rock potente. Estoy en un momento cañero, estoy identificada y me apetece». 

Llegan el esfuerzo, las horas de entrenamiento, la búsqueda de resultados. Y no son robots. «Se sienten muy heridas cuando hablan así de ellas», defiende Jaumà. «Somos humanas. Pido a la gente que podamos entrenar bien para hacer un Mundial que será purificador o no. Es nuestra prueba de fuego, veremos si estamos al pie del cañón», confiesa Andrea. Seguro que lo hacen por ellas, para reivindicar su talento, su humanidad, su personalidad, su capacidad de superación. Una defensa en el agua. Porque dentro flotan, bailan, disfrutan y resuelven las adversidades.
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Ricky Rubio regresa tras su grave lesión



Casi 300 días. Eso es lo que va a durar la pesadilla de Ricky Rubio, considerando que venía de un sueño, su estruendosa irrupción en la NBA. En 41 partidos, fulminando hasta las más optimistas previsiones (y cada una de las pesimistas...), el base logró el más difícil todavía, triunfar tanto mediática como deportivamente. Por un lado se convirtió en el chico de moda en el reino del espectáculo; por otro, puso en marcha a un equipo que sólo conocía la ruina. 

«Life is good!», proclama y ya regresan las sonrisas a Minnesota. Ayer le comprobaron como uno más a las órdenes de Rick Adelman. Aunque él clamó por la cautela: «me siento raro. Hasta que no me sienta bien y deje de pensar en mi rodilla no voy a volver», concluyó. Hay prisas, porque en su ausencia volvieron los Wolves a las andadas. Sin Ricky, el curso pasado, sólo cinco victorias más. Y en el actual, en el que hasta hace unos días también faltó por lesión Kevin Love, dudas (7 victorias, 8 derrotas) y más lesiones, como un mal fario (Barea, Budinger, Roy...). La cuestión es comprobar si con el progresivo retorno del catalán podrán cerrar el círculo y volver a unos playoffs que no visitan desde 2004. 

También enseña la dentadura Ricky, aunque, en su caso, nunca dejó de sonreír. Por el camino, en el limbo de su carrera, unos Juegos y tal vez un galardón, el del Rookie del Año al que iba encaminado. Algo bueno habrá que extraer del calvario... Es evidente la evolución física experimentada por el otrora espigado jugador, más fornido, bíceps ensanchados y hombros robustos, quien también afirma que haber visto tantos partidos desde fuera le ha dado una perspectiva de los errores que tal vez nunca habría alcanzado. «Creo que estoy casi al 100%. Quizás tenga uno o dos grados menos que la otra. Pero mi rodilla, se siente bien, se siente lista para comenzar», proclamaba el viernes, el día que, con la aprobación de Richard Steadman, el doctor que le operó de los ligamentos, anunció que ya tenía permiso para entrenar sin cadenas. 

El domingo, en el Target Center, al fin fue uno más. Entrenamientos con contacto y resultado satisfactorio, según el anuncio de la propia franquicia. «Me hizo un caño», festejó su compañero Josh Howard, encargado de defenderle. Un manantial de alegría para un equipo por momentos depresivo, pese a las incorporaciones veraniegas (Kirilenko, Shevd...). No va a faltar la cautela en su reincorporación. Será paulatina, «comenzará jugando entre 16 y 18 minutos por partido», desvela David Kahn, General Manager de unos Wolves que le han echado tanto de menos. 

Si un 9 de marzo, con Kobe Bryant enfrente y los Lakers de Gasol como testigos de excepción, se produjo la botadura de su barco de quirófanos y fisioterapeutas, probablemente el 7 de diciembre, el próximo viernes, llegue a puerto. Los Wolves reciben ese día a los Cavaliers, tras una gira de dos partidos por el Este. Cuatro días después, les visitan los Nuggets. Poco a poco. Según Ricky lo difícil fue «ser paciente». «No puedes hacer más de lo que te dicen. Es duro, pero es lo que hay».
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Contador funda un equipo junior



Un aniversario con largo recorrido. Hoy, Alberto Contador cumple 30 años y para celebrarlo pondrá en marcha un ilusionante proyecto: la creación de un equipo júnior de ciclismo patrocinado por la Fundación que él preside y por la empresa Specialized. El madrileño ejercerá de mecenas y maestro. José Luis de Santos (último seleccionador nacional) será el director. Fran Contador, hermano y representante del pinteño, actuará de mánager. 

La primera concentración de equipo se realizará hoy en un hotel cercano a La Granja (Segovia). Durante cuatro días, 14 corredores, de entre 17 y 18 años, harán una mini temporada, con ejercicios de piscina, senderismo y piscina. Los chicos han sido seleccionados de varias comunidades autónomas: Madrid, Aragón, Castilla-La Mancha, Murcia, Andalucía, Baleares, Cantabria y Valencia. 
«El jueves los reuniremos para que ellos se conozcan y se relacionen. Podrán estar con Alberto, que les visitará ese día. Nuestro objetivo no sólo es que los chavales compitan, sino también que se formen como personas, con valores firmes, como el compañerismo y el respeto al rival», adelanta Fran Contador. 
«Queremos formar personas antes que deportistas. Nosotros hemos hecho una selección de chavales y lo que más hemos valorado ha sido su personalidad, lo que aportan al grupo, su grado de sacrificio, de compañerismo, de trabajo, de superación. Algunos pueden tener grandes condiciones, pero si no son buena gente, no entran en nuestra filosofía», dice el mánager. 

El hermano de Contador prefiere no desvelar el presupuesto del equipo, pero asegura que es «importante». «Tenemos un proyecto sólido y solvente para, como mínimo, cuatro años. Disponemos de material de primera calidad. Estamos arriba, pero eso no significa que vayamos a arrasar en la categoría», añade. 
La nueva escuadra tiene su sede en Tres Cantos (Madrid) y acudirá a todas las pruebas del calendario español -la primera será el 23 de febrero de 2013 en Don Benito- y a algunas de Italia, Francia y Portugal. Todo dependerá de las vacaciones escolares de los júniors. 

El nuevo equipo comenzó a gestarse en 2010, antes del escándalo del clembuterol. Los sucesivos episodios extradeportivos que han afectado a Contador provocaron un retraso en la cimentación del grupo. Ahora, con la sanción del TAS ya cumplida, el plan se ha convertido en realidad. Desde el pasado junio se comenzó a trabajar en el equipo, con la elección de ciclistas y la búsqueda de sponsor, como Rotor o Ford. 
«Esta iniciativa nos hace muchísima ilusión, porque estamos trabajando para el futuro de nuestro deporte, que es algo que nos apasiona», ha explicado Alberto Contador, que este fin de semana ha recibido en Italia el premio Quadrifolgio d'Oro (trébol de cuatro hojas) en reconocimiento a su carrera como especialista en pruebas de tres semanas. 

Fran afirma que con el grupo Specialized-Fundación Contador se pretende contribuir al rescate del ciclismo, un deporte maltratado duramente por la crisis: «En los últimos meses han desaparecido equipos sub'23, los patrocinadores se han ido... El presente es complicado, pero nosotros apostamos por el ciclismo. Con el paso que ahora damos queremos animar a todo el sector». 

En tiempos tan angustiosos, la familia Contador desea lanzar un mensaje optimista. Su inversión es contundente y sin fecha de caducidad. Para 2014 se han marcado el reto de levantar un equipo sub'23 y promocionar otro de féminas. Si todo evoluciona de forma satisfactoria, en un futuro no demasiado largo se intentaría organizar un equipo profesional. Todo eso se andará, ahora lo prioridad es fomentar la cantera. 
El nuevo equipo de los júnior supone una nueva experiencia para José Luis de Santos, que oficialmente es seleccionador nacional de ciclismo en ruta hasta el 31 de diciembre. «Me gusta realizar esta labor, que tiene mucho de trabajo pedagógico. Siempre me gustó enseñar a los chavales. Vamos a empezar desde abajo para luego ir progresando en las diferentes categorías. Estoy muy agradecido a Alberto Contador por involucrarse con el ciclismo base en época de crisis», subraya el preparador soriano.
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Alonso, el gladiador samurai



De vacaciones y ajeno a una polémica «inútil» de la que desea pasar página, Fernando Alonso se presentó el domingo en las Finales Mundiales de Ferrari, que ha albergado este fin de semana el Circuito de la Comunidad Valenciana, con la mente puesta en 2013 y con ganas de olvidar el último el Gran Premio de Brasil. El asturiano entiende la reclamación presentada por su escudería para aclarar si Sebastian Vettel se hizo con el último Mundial adelantando con bandera amarilla, pero sostiene que ese asunto ya es agua pasada. «Los aficionados pedían una explicación y Ferrari la solicitó por carta a la FIA. La respuesta fue que había una bandera verde y no hay más que decir. Estoy de vacaciones y pensado ya en 2013», comentó el piloto español, que no siente que se haya creado animadversión hacia él. 

«Sólo encuentro gente en la calle que me abraza. Me llaman gladiador, samurai y cosas así. Lo que pasa en Alemania no me preocupa. Ha sido un año espectacular, con momentos irrepetibles como la victoria en los circuitos de Valencia o de Malasia y será difícil de repetir. Ojalá el año que viene podamos tener esos puntitos más», terció el estandarte de la escudería Ferrari, que señaló sentirse «encantado» con su temporada. 

«Hemos perdido el Mundial por tres puntos, pero he hecho el mejor campeonato de mi vida», añadió. En la misma línea se encuentra Ferrari, pero su presidente no pudo evitar mandarle un duro mensaje a Bernie Ecclestone, que había calificado la petición de aclaración de la escudería italiana como «una broma». «Mi padre siempre me enseñó que debía tener respeto por las personas muy ancianas, sobre todo cuando llega un momento que ya no son capaces de controlar las palabras, aunque es cierto que la ancianidad es incompatible con tener cierta responsabilidad», sentenció Montezemolo.
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El Betis es el cuarto clasificado



El pasado 23 de noviembre, ni hace 10 días, vísperas del duelo con el Real Madrid, el Betis era un equipo cadáver, mancillado para la historia por el Sevilla, sufridor de una manita en el Sánchez Pizjuán, fustigado por su afición, con los entrenamientos protegidos por la policía, amenazado de hecatombe... 
Aun hoy, al cabo, es de subrayar que el Betis cuenta con más goles en contra (24) que a favor (23), que es uno de los cinco equipos que menos chuta a puerta del campeonato o que el entrenador, Pepe Mel, ha utilizado a casi una treintena de jugadores, incluidos tres porteros y varios chicos del filial. 

Mel, que hace un mes se declaró notoriamente insatisfecho con el juego del equipo, tan alejado del brillante fútbol que tan popular le hizo el curso pasado, echaba de menos la mejor versión de sus estrellas. Beñat, un futbolista de talla mundial, pasaba por los partidos con elegante levedad. Rubén Castro, su goleador fetiche, apenas cargaba hasta entonces tres tantos... 
Todo eso es el Betis. También es el cuarto clasificado de la Liga. 

Ni 10 días después, aquel Betis hundido y trabucado, pero al toque del manquepierda, con pulmón espartano y duende currista, batió al Real Madrid. Con gol de Beñat. A continuación le remontó al Valladolid para meterse en los octavos de la Copa. Con gol de Rubén Castro. Y ayer imperó en el estadio de Riazor, ganó un partido divertidísimo y se alzó al cuarto puesto de la Liga. Con dos goles de Castro, que lleva seis en los seis partidos que ha jugado en el último mes. 

El delantero es uno de los símbolos de este Betis, tan Betis, tan inexplicable. Igual de alucinantes son los registros que, ya en la treintena, y después de una larga carrera de decepciones, está logrando el delantero canario en su paraíso verdiblanco. 26 goles para el ascenso, 16 el pasado curso de la consolidación en Primera, ocho ya a estas alturas, el mejor anotador nacional (igualado con Aduriz, del Athletic). 
El Deportivo de la Coruña era el penúltimo equipo que se le resistía a Rubén (que, por cierto, no lo pasó nada bien en su periplo en La Coruña). En su cinto ya solamente falta la muesca del Rayo Vallecano, otro de sus ex. 

Cerró la victoria en Riazor Joel Campbell, atacante cedido por el Arsenal que, hasta el momento, había tenido una participación marginal. El costarricense se marcó uno de los goles de la jornada, con un zapatazo de zurda a la escuadra. «Es uno de nuestros secretos, todos aportan», revela Mel, que echa la pelota al suelo: «Ni soñábamos con esto. Que la afición lo disfrute. Nosotros ya estamos esperando al Barça». ¿Hay algo imposible para el Currobetis?
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Simeone aún tiene fe



Fue un domingo agridulce en el Atlético de Madrid. En los días previos al derbi, todos en su fuero interno creyeron que este año sí porque Simeone ha inyectado en el vestuario una cosa llamada fe. De ahí que lo sucedido en el Bernabéu haya sido un golpe. Más que por el resultado -entra dentro de lo normal perder contra el Real Madrid- por la imagen, especialmente en una segunda parte donde el Atlético ni defendió bien como en la primera ni fue capaz de hacerle cosquillas a Iker. Pero la fe, dicen en el club y en el vestuario, sigue intacta. La ocasión para testar si eso es verdad es el próximo domingo ante el Deportivo en casa. 

Porque el partido del jueves ante el Viktoria Plzen no sirve. No irán los titulares -al menos, no todos- por mucho que esté en juego la primera plaza del grupo de la Europa League. El Atlético ha focalizado todo en la Liga, una competición donde, pese a lo del sábado, presenta los mejores números de su historia. «La cagamos», asumía ayer un miembro de la plantilla, «pero hay que levantarse». Simeone les dio el día libre ayer y hoy por la tarde volverán a entrenar, algo que ya estaba previsto antes del resultado contra el Madrid. 
La mirada al frente. Ese sería un buen resumen de lo que pasaba ayer por la cabeza de todos los que conforman el Atlético. Y las cuentas están más o menos claras. Quedan cinco partidos para acabar la primera vuelta. Por el Calderón deben pasar el Deportivo, el Celta y el Zaragoza, equipos ante los que, a priori, no debería el equipo dejar escapar puntos de un estadio donde cuenta por victorias las siete veces que ha iniciado en su hierba. Después, hay dos salidas. Al Camp Nou y a Mallorca. «Si somos capaces de ganar todo lo de casa y puntuar en Mallorca, terminaríamos la primera vuelta con 44 o 46 puntos, una barbaridad», contaba un alto ejecutivo del club. 

De esa declaración se desliza que la visita a Barcelona la dan por amortizada, por mucho que cuando llegue el día (domingo 16, 21.00 horas) no lo vayan a decir. Pero incluso así, esa puntuación prevista lleva camino de Champions, más que el objetivo, la obsesión del club. Por medio está también la Copa del Rey, donde la eliminatoria contra el Getafe les daría el billete a unos cuartos de final en los que Simeone también ha puesto los ojos, entre otras cosas porque no se encontrarían ni a Real Madrid ni a Barcelona hasta una hipotética final. Esa es la mejor vía para pelear por un título. En todo caso, la Copa también sería secundaria. Escrito está, la obsesión es entrar en la Liga de Campeones. Y de momento el camino es impecable, porque los rivales que en teoría van a luchar con los rojiblancos por esas plazas están muy lejos. El Málaga y el Valencia perdieron también sus partidos del sábado y eso hace que la herida sangre menos. A los andaluces les saca el Atlético 12 puntos, y a los valencianistas, 16. «Con ese colchón no se nos puede acusar de nada», decían ayer en las oficinas. 

Sin duda, el que peor resaca tuvo fue Thibaut Courtois. El portero belga del Atlético tuvo la desgracia de comprobar cómo Cristiano retomaba la puntería en los lanzamientos de falta. Él había sido el último blanco del portugués. Él fue el que cortó la racha de errores. Pero lo hizo en un lanzamiento soberbio de Cristiano, ante el que nada pudo hacer. Sin embargo, en su cuenta de Twitter empezó a recibir insultos por parte de algún impresentable. Al tratar de bloquear a uno de ellos, canceló su cuenta. Horas después, la reabría con un mensaje. «Gracias a la afición del Atleti por el apoyo en la derrota. Con ganas de trabajar para volver a ganar!!! Vamos Atleti». 

Otra de las diferencias de este año con los anteriores es que nadie, de momento, ha visto ningún gesto en la estrella del equipo -en este caso Falcao- que lleve a pensar en que la derrota en el derbi fue la gota que colmó el vaso en un proceso para su marcha del club, como sí ocurrió con Fernando Torres y con Sergio Agüero. 

Lo dijo Simeone en la rueda de prensa. «No vamos a variar nada de lo que venimos haciendo hasta ahora. Partido a partido, ese es el camino que nos hemos marcado y en el que debemos seguir insistiendo», dijo el Cholo, probablemente el más dolido de todos, pues a sentimiento rojiblanco pocos ahí dentro le ganan. 
No va a modificar ni un milímetro su hoja de ruta el entrenador. Sabe que esta progresión de puntos lo colocan directamente en el objetivo, que a estas alturas todo el mundo asume como el segundo o el tercer puesto, lugares que dan un acceso directo a la Champions, sin las engorrosas eliminatorias previas de agosto. El camino ha sido elegido y dicen que no se van a mover.

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El balonmano pagará las consecuencias del Madrid Arena



Se llaman macro-fiestas y son divertidísimas. En un local diseñado y construido para otros usos, los asistentes se hacinan de madrugada, sudorosos, con un vaso de matarratas en la mano bajo machaconas toneladas de decibelios sincopados de una calidad musical que haría las delicias de los pobladores de Atapuerca. Imposible hablar si no es a gritos. Conseguir otra copa de veneno resulta un triunfo. Acceder a un atestado y antihigiénico urinario, una odisea. Qué gozada. Fascinantes aventuras de adolescencia. Proliferan los sociables vendedores de bonitas pastillas de todos los colores y los mercaderes de sugerentes sustancias de origen vegetal. Abundan las alegres vomitonas y los simpáticos comas etílicos. Un ambientazo. 

Ciertos organizadores, ciertos munícipes, ciertos policías y ciertos jueces han estado encantados de contribuir con su comprensión y ayuda a estos saludables y enriquecedores esparcimientos juveniles. Hasta que han muerto unas chavalas, vaya por Dios, qué mala suerte. Entonces, a modo de severidad compensatoria y retroactiva, se han vuelto escrupulosos, legalistas y ejemplarizantes. Y lo han pagado con el balonmano, al que han desahuciado a las mismas puertas del Mundial. El Madrid Arena se precinta para demostrar a la ciudadanía el dolor de los poderes públicos por las pérdidas humanas y su irrenunciable compromiso con la justicia más imparcial y estricta. El pabellón no se abre al deporte hasta que el castigo a los culpables lo purifique. Y no se hable más. 

Nada impediría que prosiguieran las diligencias judiciales y que, entretanto, el balonmano regresara a su casa original, donde no hay corruptelas, amiguismo, hacina- miento, petardos, alcohol y embruteci-miento. El Madrid Arena es un recinto deportivo, no un espacio salvaje para macrofiestas. Para macromierdas. Parece ser que la Caja Mágica, inapropiada y defectuosa, será la solución pactada, el remiendo para un balonmano inmerso en un calvario que lo trastorna, nos desprestigia internacionalmente y perjudica la candidatura olímpica. De la Arena Trágica a la Caja Mágica. La rima es bonita. Todo lo demás, horrible.
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