jueves, 20 de diciembre de 2012

Arantxa dimite



La alta probabilidad de éxito en un tiempo antónimo al actual, cuando el tenis femenino ocupaba portadas y el masculino se reducía a simples breves, les obligó a la unión ante la red. Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez lograron juntas, en la década de los 90, una plata y un bronce olímpico y cinco Copa Federación pero siempre se les intuyó una relación, al menos, delicada. No compartieron dobles más allá de la selección española, respondieron vagamente a preguntas en ese sentido. Esa tensión en la pista, se iguala, quizá se aumente, en los despachos. 

La pasada semana, la amplia mayoría de las tenistas internacionales (todas menos Anabel Medina y Lara Arruabarrena) proponían una suerte de boicot contra el presidente de la Federación Española de Tenis (RFET), José Luis Escañuela, acusándole de no respetar, más bien al contrario, acuerdos signados dos años atrás para aumentar la inversión en torneos, infraestructuras y ayudas al tenis femenino. En la denuncia pública estampada estaba, además, la firma de Sánchez Vicario. Aunque ella negó ser la instigadora de la misva, ya no le quedaba otra. La ex tenista dimitió ayer como seleccionadora. «El plante de un grupo muy numeroso de jugadoras ha sido determinante al tomar mi decisión. Quería darles soporte», escribió en su carta de dimisión Arantxa, que aún no había cumplido el año firmado (su contrato acababa el día 31), que en el cargo sólo cosechó decepción. España cayó primero ante Rusia y luego contra Eslovaquia para acabar descendiendo a la segunda división del Grupo Mundial. 

Una decisión con tintes deportivos y ¿políticos? Escañuela, dirigente al que la triple campeona en Roland Garros renuncia, se halla en difícil posición para mantener su silla tras las elecciones que se celebrarán el 17 de enero. Las federaciones de Madrid, Cataluña, Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Baleares apoyan al aspirante, John Rigau. Y Sánchez Vicario lo sabe. Su decisión, su golpe, podría ser una apuesta. 
Sólo un par de horas después de conocerse la dimisión, antes incluso que la Federación oficializara su aceptación, Conchita Martínez respondió rápido. «Me gustaría ocupar el cargo», dijo. «De momento, a mí nadie me ha ofrecido de manera formal», añadió luego la ex jugadora tras desvincularse de la carta y las peticiones de la mayoría de tenistas actuales. Su golpe, su apuesta, parece ser otra.

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