Gasol se rompe una ceja

Pau Gasol se topó con el infortunio en la pasada madrugada. Fue en la derrota de Los Angeles Lakers en su visita a Phoenix Suns. El español, que se había perdido el anterior partido por una infección respiratoria, chocó en una jugada ofensiva con Miles Plumlee y se abrió la ceja, por lo que tuvo que irse al banquillo y ya no volvió a jugar. Su balance: 10 puntos, cuatro rebotes y tres asistencias

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El final de Ultras Sur

Si el Xativa no revienta el guión, la noche de hoy en el Bernabéu se recordará por ser el cierre de una época en el fondo sur. Tras el partido copero las cosas cambiarán, se abrirán las ventanas y entrará el aire fresco a un sector muy especial, el más caliente del estadio de La Castellana. Al menos ese es el objetivo del Real Madrid, que intentará estrenar en el primer partido de 2014 una nueva piel tras la portería de Concha Espina. El día de Reyes debería arrancar la grada joven, el revolucionario proyecto del club blanco para el fondo sur del Bernabéu. 

En el retrovisor se mezclan la pasión indiscutible de los seguidores más emblemáticos de los últimos tiempos. . Atrás quedan tifos poderosos, rimas contagiadas al resto de la afición, fervor sin descanso, el homenaje eterno a Juanito en el minuto siete de cada encuentro... 


Ahora se busca una evolución que esté al alcance de su control en el fondo sur, sin perder la esencia: el empuje permanente al Madrid. En los últimos 30 años, el frío coliseo blanco ha cogido temperatura siempre desde el mismo lugar. Ahí debe, así lo espera el club, seguir el foco principal de animación, pero con un perfil más transversal y juvenil, según ellos. Saben los gestores de la entidad que no será fácil darle un nuevo aspecto, pero la orden del presidente ha sido clara.


Los graves problemas internos de los Ultras Sur están siendo aprovechados para desmontar la estructura de su territorio en el estadio. Sólo los miembros de esta peña que no luzcan antecedentes penales podrán continuar allí a partir del próximo 6 de enero. El resto serán socios abonados menores de 35 años procedentes de otras zonas del campo y de otras peñas del equipo. 


El proceso de selección se está articulando en estos momentos y se hará público en los próximos días. Apenas hay tiempo para el casting, por lo que las Navidades se presentan animadas en las oficinas del club. Asumen que no va a ser sencillo, pero quieren conseguirlo en las próximas semanas. El objetivo es que se amplíe un área acotada hasta ahora a menos de mil localidades. 
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Cuidado Ramos


Nadie duda de su entrega y pasión por los colores, ni tampoco de su calidad, querido Sergio. Usted sigue siendo uno de los mejores centrales del mundo, de ahí que sorprenda alguna de sus últimas actuaciones.

En El Sadar fue expulsado injustamente, cierto, porque la primera amarilla nunca la mereció. Clos Gómez se equivocó en esa acción, como en el clarísimo penalti a su compañero Modric. Sin embargo, un defensa de su experiencia debería evitar gestos como el que le costó la segunda tarjeta, muy rigurosa, pero probable ante un árbitro de muñeca rápida. Capitán, el Madrid necesita su mejor versión.
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Balón de oro para Cristiano, Messi o Ribéry


Si hablamos de un premio individual para un deporte colectivo, hablamos, para empezar, de un premio imperfecto. Ni Cristiano, ni Messi, ni Ribéry, proclamados por la FIFA como los finalistas del Balón de Oro, lo serían por sus actuaciones con Portugal, Argentina o Francia, respectivamente, dos de ellas llegadas al Mundial de Brasil con apuros.

Ni siquiera el hat trick de Cristiano en Suecia puede entenderse como la razón de peso de su candidatura, sino como la guinda de una colosal obra goleadora en el Madrid, ya 226 tantos en 217 partidos oficiales. De blanco, sin embargo, le faltan los títulos de calado, la Champions, a la que hoy regresa, en Copenhague, después de un descanso preventivo. 

Sólo cuando la conquistó, con el Manchester United, levantó el trofeo, en 2008, antes de dar paso al califato de Messi, futbolista que resolvía todas las imperfecciones: era el mejor en el mejor contexto y con los mejores títulos. A esa altura, cualquier descenso provoca el pánico, por lo que la cotización del argentino no sólo se resiente por su lesión, también por las sensaciones que emite el contexto. 

Es lo justo. Por esa razón Cristiano se pregunta si ha llegado el momento de volver a levantar un trofeo que desea tanto como los demás, pero sin poner puertas a su ego. Messi no es tan distinto, sólo que donde el argentino implosiona, Cristiano explota. 

El año en que ganó el madridista, Torres fue tercero. Desde entonces, siempre ha habido un español, Xavi o Iniesta, o ambos, hasta esta edición. Se incorpora en esta ocasión Cara Cortada Ribéry, futbolista que ejemplifica al gran Bayern Múnich, campeón de los tres títulos la temporada pasada. En lo individual, está por debajo del portugués o el argentino, capaces de jugar el partido de sus equipos y el suyo propio, y no tiene una relación tan clara con el elemento que más decanta el Balón de Oro: el gol. 

Si el premio ponderara los títulos, la candidatura de Ribéry sería clara, pero el voto obedece a criterios personales, sin condicionantes, en un jurado que fusiona seleccionadores, capitanes y periodistas, producto de la compra del premio a la revista France Football por parte de la FIFA, en 2010. La tendencia es que, cuanto más próximos son los votantes al fútbol europeo, más peso tienen las conquistas colectivas. 

Iniesta fue mejor jugador de la UEFA en 2010, el año del Mundial de España, pero perdió el Balón de Oro ante Messi. Cristiano, entonces entre los cinco nominados, se preguntaba al acabar la gala en Zúrich de qué servía ganar títulos. Quizás por esa razón se observa como menos favorito de lo que cree el entorno del Madrid y señalan las apuestas. Ayer, tras el anuncio, era el favorito para Betfair. 

Ribéry está en una situación similar a la de Iniesta, puesto que ha sido nombrado mejor jugador de Europa de la pasada temporada. Michel Platini, presidente de la UEFA, aspirante a la FIFA y compatriota del delantero, ha dicho que debería pesar que lo haya ganado todo, de la misma forma que ha lamentado que ningún español haya levantado el trofeo en el gran ciclo del Barça y la selección. Incluso Joseph Blatter lo ha hecho en la intimidad, una forma de admitir las imperfecciones del premio. 

A ellas ha contribuido, y de qué forma, al ampliar el plazo de votación, cuando ya estaba cerrada, para que alcanzara a la resolución de los partidos de repesca, con dos de los candidatos inmersos en el trance. Lo que algunos círculos interpretaron como una maniobra de apoyo a los intereses de Cristiano, pudo ser, en cambio, una forma de intentar reparar los efectos de su salida de tono, al imitar al portugués en una charla con universitarios. 
El jugador le respondió en el Bernabéu, tras un gol, al realizar el saludo militar, y es que Blatter lo había comparado con un comandante, siempre tenso. Cristiano no se ha pronunciado acerca de si acudirá o no a la gala, el 13 de enero en Zúrich, pero todo indica que lo hará si tiene la certeza de que es el ganador. 

Hoy no la tiene. En otras ocasiones, se quejó por no haber sentido el apoyo del Madrid como lo tenía Messi por parte del Barcelona. Esta vez es diferente. Renovado su contrato y aplaudido en el Bernabéu, el club se ha puesto manos a la obra en la propaganda. 

Es algo que han hecho todos los equipos y sus entornos, porque entienden que aumenta el ánimo de sus estrellas y también el valor de sus activos. Pep Guardiola, el entrenador que disfrutó del mejor Messi, ha dicho que los merecimientos señalan a Ribéry, y lo mismo ha hecho Carlo Ancelotti con su jugador. 

A Messi y Cristiano los ven en el mundo más personas, y votantes, que al francés, dada la menor penetración televisiva de la Bundesliga, hecho que supone un condicionante más para un premio impredecible, sobre todo, por imperfecto.
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Tom Daley sale del armario


Tom Daley (Plymouth, 1994) se convirtió en Pekín 2008 en el segundo británico más joven en participar en unos Juegos Olímpicos. Fue séptimo. Un año más tarde se proclamó campeón del mundo, con 15 años. 

En Londres, con currículo de veterano y cara de niño, retrocedió hasta el bronce. Su carrera, alumbrada por los focos potentes pero intermitentes de los Juegos Olímpicos, volvió a ser noticia ayer por un vídeo en el que confesaba su homosexualidad. 

«Mi vida cambió radicalmente esta primavera cuando conocí a alguien. Me hace sentir tan feliz, tan seguro. Ese alguien es un chico», reconoce Daley en la grabación que compartió con los seguidores de su canal en Youtube. 

Su caso, pese a las similitudes, contrasta mucho con el de Greg Louganis, cuatro veces oro olímpico y cinco veces campeón mundial de salto, que admitió ser gay en 1995, ya retirado, en una entrevista con la popular presentadora Oprah Winfrey. 

No era el primero en anunciar su condición sexual, pero su historia adquirió notoriedad porque, al mismo tiempo, reconoció ser poseedor del VIH. A la mente de todos volvió la imagen de Louganis sangrando tras golpearse en un salto en 1988, en los Juegos de Seúl. Por entonces ya conocía su enfermedad, pero no avisó a la organización. «Puede parecer irresponsable ahora, pero no creí que algo así fuera posible», dijo años después. 

Hoy Louganis, casado hace apenas un mes, es referente dentro de un colectivo al que cada vez se suman públicamente más deportistas profesionales. Uno de los últimos: Jason Collins, que el pasado mes de abril se convirtió en el primer jugador en activo de la NBA en declararse homosexual. 

El pívot de los Washington Wizards recibió innumerables llamadas de apoyo, pero una de ellas resaltó por su simbolismo. Al teléfono estaba Tim Hardaway, un histórico de la Liga. Su llamada era el perfecto reflejo de la evolución en la tolerancia hacia los deportistas gays. En el deporte en general y en el americano en particular. Seis años antes, cuando el ex jugador John Amaechi salió del armario, las palabras de Hardaway sacudieron a todos: «Odio a los gays. No me gustan, y no me gusta tenerlos cerca, soy un homófobo».

Durante mucho tiempo el proceso fue más dramático. Roy Simmons, prototipo del jugador salvaje de fútbol americano: defensa de 130 kilos, lo vivió escondido y ocultado tras las drogas hasta su retirada en 1983. 

También el boxeador Emile Griffith, cuya frustración por no poder liberar su personalidad le llevó a matar a golpes sobre el ring del Madison Saquare Garden a Benny Paret en 1962, mientras el cubano no paraba de llamarle «maricón». Nunca logró recuperarse: «Mato a un hombre y la mayoría lo entiende y me perdona. Pero amo a un hombre y esa misma gente lo considera un pecado imperdonable. Aunque nunca fui a la cárcel, he estado en prisión casi toda mi vida».
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Bale fue el nueve


Bale fue el nueve en el Camp Nou y el resultado fue un despropósito, porque no es de los jugadores que mejor sabe estar en el área, pero sí de los que llega con más intención a la zona erógena, al coto del delantero centro. El hat trick frente al Valladolid lo prueba, con los goles del extremo en el área, por rechaces o por remate, sea como sea. Incluso el que no fue suyo lo trazó para Benzema con su sextante. El galés puede jugar su partido y el partido de un Madrid en claro crecimiento, más dominante, más coral. En su mejor día, jugó ambos. 

La ausencia de un futbolista como Cristiano nunca puede considerarse como algo positivo, por supuesto. Pero de la misma forma que las derrotas permiten descubrir en ocasiones defectos ocultos por resultados inflamados, por el fuego, es interesante analizar el comportamiento de un equipo cuando pierde el mascarón de proa.

 Le ha sucedido al Madrid, por ahora en dos partidos y medio, como al Barcelona, lamentablemente por más tiempo, pero la reacción de los dos colosos ha sido diferente. Uno progresa, mantiene la pegada, con 12 tantos sin Cristiano, desde que se retiró en Almería (dos partidos y 36 minutos), en paralelo a su salto en el juego. El otro se atasca, enredado, ofuscado por los debates. El líder es el segundo, pero quienes le siguen desde la capital ha encontrado la velocidad de crucero de los campeones. Atentos. 

Cuestionar lo anterior es fácil. Basta con apelar a la debilidad del Valladolid, en crisis y sin sus tres mejores jugadores, posiblemente, Víctor Pérez, Óscar y Ebert. Es verdad, como también lo era que en temporadas anteriores el Madrid se veía sometido por conjuntos similares, inferiores, a largos periodos de dominio en el juego hasta que llegaban los truenos desatados por el contraataque. Eso es lo que ha cambiado: ahora marca y manda. 

Ése era el objetivo de Ancelotti, que tras un tiempo de dudas encuentra la horma. Tampoco sería justo decir que la fatal lesión de Khedira ha influido, pero de alguna forma ha obligado al entrenador a experimentar no sólo con otros jugadores, sino con variantes de un sistema, el 4-3-3, al que se veía obligado por las características de Cristiano y Bale, jugadores de banda y verticales. La transición al 4-2-3-1 permite conservarlos en su lugar y, al propio tiempo, introducir a Isco en el centro, liberado de las obligaciones que tenía en el primero de los esquemas. 

El Madrid gana pase, imaginación e imprevisibilidad, y gana gol. El Bernabéu lo aprecia y aplaude cada media verónica del malagueño como la extenuante recuperación de un balón. Lo técnico no está reñido con lo racial. 

Sin embargo, nada de todo esto habría encontrado un efecto tan terapéutico para el Madrid sin el regreso de Xabi Alonso. Frente al Valladolid, pese a no verse exigido en lo defensivo, su aportación al equilibrio y al juego ofensivo fue notable. Tiene un concepto tan alto de la posición, que suyos son la mayoría de los rechaces. Además, dio dos de los mejores pases interiores al área y generó ocasiones, al margen de los goles, todos producto de remates de nueve puro. Sólo uno, en cambio, fue de Benzema. El resto, para Bale. El francés, también en el área pequeña, pudo anotar otro más, pero el linier de Pérez Montero señaló mal un fuera de juego de Carvajal, el hombre del pase. 

El galés es por encima de todo, un goleador. No tiene sólo el disparo, sino el instinto de acudir al lugar donde puede aparecer la oportunidad. Ahí estaba cuando rechazó Mariño un disparo de Di María, en el primer tanto, o Rueda hizo lo propio, en el tercero. En el cuarto, inició la contra con su potente arrancada en el campo del Madrid y acabó por cerrar el encuentro en el rectángulo pequeño opuesto. De libro. Benzema, por su parte, marcó el segundo tanto de la noche después de que el galés le indicara con su pase el punto del remate. 

Cuando decidió Ancelotti dar minutos y descansos, ya con el marcador vencido, no le tocó salir a Bale, sino a Di María, que ha pasado a la suplencia por competencia, no por deméritos. El argentino se situó en la izquierda, porque el técnico prefiere no alterar la posición del galés en la derecha. Di María fue intenso y profundo en el arranque, y buscó el gol como lo hizo Sergio Ramos, con tres remates en el área, en los primeros minutos. Quería el central reafirmarse después del error contra el Galatasaray, en mitad del río revuelto de su renovación. El único rumbo posible está en la hierba. 
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Cristiano decide


«Bien, estoy bien», decía Cristiano Ronaldo ayer por la mañana al salir de las pruebas para valorar el alcance de los problemas musculares que le hicieron pedir el cambio en la segunda parte del partido del pasado sábado frente al Almería. El parte médico del club habla de «lesión en la parte posterior del muslo izquierdo», sin especificar tipo ni duración, pero las exploraciones indican que los mensajes de calma lanzados en Almería por Ancelotti y el propio Ronaldo iban en la línea correcta. 

No hay rotura, sólo sobrecarga, y el tratamiento no va más allá de sesiones intensivas de masajes y algo de reposo. La poca trascendencia del choque de mañana ante el Galatasaray aconseja el descanso y la vuelta en Liga frente al Valladolid, pero ni siquiera eso está confirmado. Dependerá del jugador, lanzado desde que Blatter lo bautizase como El Comandante –14 goles en siete partidos con el Madrid y Portugal desde entonces– y en el epicentro de la batalla por el Balón de Oro, en la que no desaprovecha un sólo partido para fortalecer su candidatura. El jugador más fiable del Real Madrid, uno de los que menos lesiones acumula en su historial, ha sido el último de la terna de candidatos al galardón en pisar la enfermería. 

Desde allí Ribéry, que se perdió el duelo ante el Borussia Dortmund por una fisura en una costilla, aprovecha para reivindicarse: «No marco tanto como Cristiano, pero yo incendio las defensas», lanzaba el galo en Le Monde, convencido de sus opciones: «No tengo miedo, estoy seguro, ya he hecho todo lo que debía», sentenció el atacante, el más olvidado en los debates entre Cristiano y Messi y quizá por ello el que más tiempo está invirtiendo en promocionarse. 

«Antes era bueno, ahora soy el mejor», decía en otra entrevista, en L’Équipe, hace diez días, en la que aprovechaba para descubrir que su mujer ya preparaba un hueco «debajo de la chimenea» para el trofeo. 

En el Madrid esperan que la pelota dorada pase por el vestuario del Bernabéu y que Cristiano siga reclamándola a base de goles. Pero prima la calma, permitida por un calendario que arranca con el choque ante el Galatasaray y sigue con un partido de Liga en Madrid ante el Valladolid, uno de Copa en Xátiva en el que Ronaldo no podrá jugar por sanción y la visita a Copenhague en la última jornada europea. Poca urgencia, por tanto, para una plantilla que respondió bien en Almería y que vuelve a recuperar a Di María y Marcelo.
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España no perdía un amistoso desde 2011


Fue sorprendente, por no decir algo peor, ver el lío que se montó a falta de 13 minutos, cuando Valdés se lesionó en el gemelo y los banquillos de España y Sudáfrica, con miembros de la FIFA por medio, terminaron a grito pelado por si la campeona del mundo podía hacer el cambio o no. El partido era amistoso, pero tenía reglas, y decían esas reglas que se podían hacer seis cambios. Ni uno más. Y poco antes, Del Bosque había agotado esa media docena metiendo a Koke en el lugar de Iniesta, que tuvo, como el resto de sus compañeros, un paso apenas testimonial por el estadio donde llegó a tocar el cielo. 

España pidió, ante la lesión de Valdés, que le dejaran hacer un cambio extra para meter a Reina y no tener que prolongar mucho la imagen de Álvaro Arbeloa –fue él quien se presentó voluntario– con la camiseta de Valdés. «Era una cuestión de fair-play», adujeron después, consumada la derrota, tanto Vicente del Bosque como Pepe Reina. 

No lo entendió así Gordon Igesund, el técnico sudafricano, al que se lo llevaban los demonios ante ese cambio de reglas repentino. Finalmente, no se sabe muy bien atendiendo a qué, los responsables de la FIFA autorizaron el cambio. Dio igual. A esas alturas de la noche, estaba claro que España no iba a ganar el partido. 

«Hemos entrado bien, pero poco a poco nos hemos ido abriendo y le hemos dado espacio al contragolpe de ellos», analizó Vicente del Bosque nada más terminar en la televisión. El seleccionador nacional no tuvo reparos en reconocer que, ayer, «han sido mejores que nosotros. Hemos merecido la derrota y no pasa nada por decirlo», afirmó. En realidad, la trascendencia es ninguna salvo romper una racha que duraba dos años, tiempo en el que España no perdía un amistoso –el último fue el 12 de noviembre de 2011 en Wembley ante Inglaterra–. En partido oficial tan solo había otro (la final de la Confederaciones). 

«Era una cosa muy sencilla, era cuestión de sentido común aplicar el fair-play», insistía Pepe Reina, que después, en la zona mixta, dejó un aviso: «Ciertas curas de humildad a veces hacen que el grupo sea más fuerte y esperemos que así sea», afirmó en Onda Cero. «No me quejo de la actitud de los jugadores», concluyó Vicente del Bosque, que tendrá ahora un montón de tiempo para pensar –sobre el partido de ayer y sobre la gira en sí, que ha levantado una polvareda considerable–. La peor parte fue para Víctor Valdés. Los primeros exámenes hablaban de una rotura de fibras en el gemelo, según los médicos de la Federación. Si se confirma, serían de cuatro a seis semanas de baja, o lo que es lo mismo: adiós al año 2013.
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España se prepara


Nada realmente trascendente ha sucedido en el Soccer City desde el 11 de julio de 2010. A la selección española, reina ese día en ese estadio, la han sucedido, por ejemplo, Coldplay, Lady Gaga, Metallica, Bon Jovi o Justin Bieber, cuyos conciertos han sido lo más llamativo de la actividad presente en el estadio de Soweto, hoy, por motivos publicitarios, el patrocinio de un banco, bajo el nombre de FNB Stadium, aunque por mucho que se empeñen, en España siempre será el Soccer City, el recinto donde Iniesta elevó a la selección a la cima más alta de toda su historia. 

Ayer habían pasado 1.225 días desde ese partido contra Holanda, y a las 8.30 horas aterrizaba el avión de los campeones del mundo, vigentes desde entonces, en el aeropuerto O. R. Tambo de Johannesburgo. Un centenar de aficionados los esperaba –pasión especial por Íker e Iniesta–, igual que el embajador español, Juan Ignacio Sell, recibieron a la expedición, con una sonrisa amplia pese al desplazamiento de más de cinco horas desde Guinea Ecuatorial. 

Esa sonrisa se amplió cuando el autobús los dejó en el hall del Hotel Da Vinci, en el distrito de Sandton, el mismo lugar donde pasaron las horas previas a la final del Mundial. «Muchos recuerdos, todos muy bonitos», dijo Sergio Ramos. Hoy será, cómo no, Andrés Iniesta, el autor del gol en el minuto 116, y Casillas, el otro héroe, quienes hablarán. «Vamos a vivir sensaciones realmente especiales», escribía el manchego ayer en su cuenta de Twitter. Los jugadores tuvieron la mañana libre y por la tarde entrenaron en el Orlando Stadium, también de Soweto, y para el día de hoy dejan el entrenamiento oficial en el escenario de sus propios sueños. 

En su paraíso particular, en resumen, que pisarán probablemente después de la recepción oficial del presidente del país, Jacob Zuma –todavía no confirmada–. Todo son sonrisas en España, incluso con Xabi Alonso, que ayer entrenó con normalidad. Todos tienen, claro, un montón de recuerdos de aquel 11 de julio de 2010, cuando fueron campeones.
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Adiós a Martillo Ortiz


Antonio Ortiz Galón, Tony Ortiz, era uno de esos boxeadores con más corazón que cabeza y con tanta capacidad de aplicar golpes como de recibirlos. Dio muchos, pero le dieron más. Martillo Ortiz era también Yunque Tony. El clásico fajador. El típico púgil querido por los aficionados, siempre más tendentes a otorgar su cariño a quienes sangran que a quienes bailan.

Era lo que parecía. Parecía lo que era: un hombre de pueblo, de campo andaluz de los años 40. Un niño campesino emigrado a Madrid a los nueve. Un chavea que quería ser torero y que a los 13 vio que iba a ser boxeador, aunque tal vez no quería. «La vida es una broma», solía repetir. 

Pero no. La vida no es una broma. Es una cosa muy seria. Y dramática, aunque pueda resultar cómica. Una comedia triste con, siempre, un final infeliz. Le agradeces y le reprochas historias, momentos. Tony le rindió y le pidió cuentas. Flaco, fibroso, duro, honrado, generoso. Intercambió golpes con ella y, en cierto modo, la venció por puntos, aunque ella siempre acaba ganando por K.O. 

Tony encontró en los guantes de crin unos amigos y una salida. Y, después de todo, no le fue mal en unos tiempos dorados del boxeo español, los años 70, con campeones europeos y mundiales como Urtain, Velázquez, Carrasco, Castañón, Evangelista, Legrá, Senín, Durán, Lastra, Perico Fernández, Gitano Jiménez… Tony, que había debutado con no mucho éxito en 1966, se alzó, a fuerza de tesón y coraje, con los títulos nacionales de los pesos superligero y welter. Su gran oportunidad le llegó en junio de 1973. Al borde de los 29 años y tras 60 peleas, iba a enfrentarse al turco Cemal Kamaci por el cetro europeo de los superligeros. 


Lo tenía casi imposible. Sólo había peleado dos veces fuera de España, contra el argentino Nicolino Locche y el francés Baldassare Picone. Y en ambas había perdido. El combate frente a Kamaci era en Estambul ante 25.000 fanáticos. Y, como él decía, «yo, para ganar al rival tenía que matarlo». No lo mató, pero lo envió a la lona y le ganó por puntos. 

En el juego de tronos que fue su vida profesional en esa época, renunció al continental para medirse, en 1974, al italiano Bruno Arcari en un intento por sentarse en el mundial (versión WBC). Perdió por descalificación en el octavo asalto. Recuperó la corona europea y la perdió, por K.O., ante Perico Fernández en un combate excesivamente cruel, puro negocio de los organizadores, para quien, macerado después de diez años de profesional, era ya un hombre sonado. 


La pelea con Dum Dum Pacheco, en 1977, acabó por machacarlo. Hacía decidido retirarse y montó un mesón. Le fue mal y tuvo que volver al ring. Pacheco lo demolió y a Tony le fue retirada piadosamente la licencia. En 1978 ya era un ex boxeador con 87 combates, casi todos ellos, incluso los triunfales, con demasiado castigo, a sus espaldas. Se resumían en 55 victorias, 22 derrotas y 10 nulos. 

Luego se empleó en varios oficios. Creemos recordar que trabajó o acabó de bedel en un ministerio. ¿El de Justicia…? Da igual. La memoria nos falla o nos traiciona, pero no hasta el punto de que olvidemos a Tony. Un campeón que se fajó con la vida hasta dejársela entre 69 años y 12 cuerdas. 
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El Atlético va a largo plazo


«Es una estrategia del club», explican desde los despachos del Calderón, donde tratan de dar continuidad en el futuro al presente, brillante, que observa hoy al equipo en la posibilidad de clasificarse para los octavos de la Champions ganándole al Austria de Viena. Un escenario hace poco impensable para el Atlético, cerca de olvidar el torneo hasta febrero, despreciando las dos últimas fechas –otra cosa es lo que piensen en las oficinas, ávidas del dinero que da la UEFA por ganar y empatar–. 

Esa «estrategia del club», sin embargo, viene auspiciada por el entrenador, como todo lo que sucede en el club desde hace casi dos años. Cree Simeone que eso aumenta el compromiso de los jugadores, la identificación de la afición con ellos, cuestiones tan fugaces en el fútbol como la complicidad, el entendimiento de lo que ocurre con sólo un gesto o un cántico, un proceso, ser todos lo mismo, fatigoso de lograr. 

«Es un gran trabajo del club, que está haciendo un esfuerzo económico importante, y es una valoración del trabajo hecho por los jugadores», explica el técnico, cuyo compromiso finaliza en 2017, igual que el de la mayoría de su equipo titular. En apenas seis meses, el Atlético ha renovado a Juanfran, Miranda, Godín, Filipe, Mario, Koke, Arda y Costa. Sólo Miranda (2016) concluye antes que el entrenador. 

El caso de Gabi, que finaliza también en 2016, está pendiente, aunque ambas partes dan por hecho que antes de que termine el curso ampliará al menos otro curso. Así las cosas, apenas Villa (cuyo contrato deberá revisarse en junio), Courtois (cedido por el Chelsea) y Tiago no tienen asegurada su continuidad cuando llegue el verano. «Los hinchas se sienten agradecidos ver mucho tiempo a los mismos jugadores. Ha salido muy poca gente desde que llegamos y eso genera una estructura fuerte, una idea, un futuro y sobre todo un presente», insiste el Cholo, que también pelea por revalorizar los activos del club. 

Esa revalorización encuentra estos días un ejemplo claro en Adrián. Pasa por sus horas más bajas, pero Simeone se ha propuesto recuperarlo y hoy el asturiano tendrá su tercer partido consecutivo como titular, aprovechando que Arda sigue de baja –también podrían tener sitio Raúl García y Tiago–. Adrián termina contrato en 2015 y devolverle el foco es bueno para la institución. Luego hay casos en los que también se trabaja. Por ejemplo en el de Raúl, hombre capital para Simeone y que seguramente será el siguiente en anunciar su ampliación y mejora de contrato –el vigente termina en junio–. Los más críticos recuerdan casos como los de Agüero, renovado pocos meses antes de ser vendido. No parece esa la dinámica actual, aunque admiten en el club que en verano la situación económica obligará a alguna venta. 
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Óscar Freire se pone serio


Tiene poder de convicción Óscar Freire. O le asiste, simplemente, la verdad. Porque un amigo avisó a Freire de que Michael Rasmussen había dicho que «en el equipo Rabobank, el cien por cien se dopó». Y eso suponía implicar al español, que tomó el móvil, telefoneó a su ex compañero y le exigió: «O rectificas de inmediato o vamos a los tribunales».

 Eso contaba Freire a este diario media hora antes de que, efectivamente, Rasmussen, en declaraciones a Efe, corrigiese: «Había dopaje organizado, pero no incluía a todos. Ni una vez en mi vida vi doparse a Freire. De Flecha tampoco sé nada». 

Sí, el danés, sobre cuyas prácticas dopantes, esas sí, no hay duda, también había señalado a otro español, Juan Antonio Flecha, «que anda de vacaciones», según Freire, que era un hombre volcánico a media tarde. Decía: «Durante mi carrera tuve que aguantar a muchos, la mayoría, que tomaban de todo y esos nos acusan ahora. Gente que ha admitido doparse; alguno luego se arrepintió, pero siguió dopándose y dio otra vez positivo. 

Ellos han manchado todo y ahora van señalando. Yo hice lo que pude en el ciclismo [triple campeón mundial en ruta] sin tener que recurrir a lo que otros muchos. Rasmussen ha metido la pata al 100%. Tendrá que rectificar». Y rectificó. 
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Acabó en empate


Pudo pasar de todo, y todo acabó en empate, un buen resultado según cómo se mire. El Elche se adueñó del partido en la primera parte pero el Athletic se lo comió tras el descanso, cuando ya no tenía nada que perder. Por primera vez el público de San Mamés sintió el frío en las gradas. Va a ser un invierno inhóspito con una grada al aire. El Athletic también sintió el frío en los huesos que le producen las alturas. 

Llega el equipo bilbaíno a la zona alta de la clasificación, con la oportunidad además de colocarse más arriba aún, y comienzan las tiritonas por el frío, los mareos por el vértigo, la falta de oxígeno de las cumbres. Así que el comienzo fue como salir del campo base de madrugada, con los carámbanos colgando inmisericordes en el exterior de la tienda de campaña. Apareció helado el Athletic, mientras el Elche traía encima el calorcillo, la confianza de un equipo nuevo en esta plaza, con buenos peloteros y las ideas claras. 

Y el partido se decantó enseguida hacia el Elche, en un saque de esquina que Lombán remató sin oposición alguna. 

Sorprendió en principio que Valverde prescindiera de Aduriz y fue él quien acabaría aproximando la remontada, que se quedó en empate, después de una segunda mitad distinta, con el Athletic en erupción. Ni siquiera el gol del Elche dos minutos después de la reanudación arredró a los hombres de Valverde, ya sin vértigo. 

Primero fue Susaeta, autor de un golazo antológico al rematar de volea un pase de 50 metros de Iker Muniain, al que ya no le dolía la espalda en la segunda parte; después Aduriz, como quedó dicho. Remató de cabeza un córner sacado por Beñat y el Athletic se marchó destemplado.
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Diego Costa quiere jugar con España


El pasado viernes y el pasado sábado tuvo lugar en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas el V Congreso Internacional en Derecho del Fútbol. Entre los más de 300 invitados de la anfitriona –la Federación Española– estaban algunos de los más altos ejecutivos de la FIFA en asuntos jurídicos.

«Les hemos consultado a todos y de todos hemos obtenido la misma respuesta: no hay ningún obstáculo para que Diego Costa juegue con España, y no hay ninguna posibilidad de reclamar nada por parte de Brasil», explicaba ayer a este periódico Jorge Pérez, el secretario general de la Federación, que de la mano de Kepa Larumbe, director de la Asesoría Jurídica de la Federación, ha sido quien se ha encargado personalmente de que el próximo viernes día 8 Vicente del Bosque pueda convocar –lo va a hacer– al jugador del Atlético Diego Costa. 

Ayer se puso punto y final a la novela en que se había convertido el asunto. Por la mañana, el jugador acudió a una notaría en la calle Serrano de Madrid para firmar de su puño y letra una carta que luego envió a la CBF (Confederación Brasileña de Fútbol) y a la FIFA. En ella decía que desatendía la llamada de la selección brasileña y que su deseo era jugar con España. Por la tarde, la Federación hizo público este paso que el futbolista trató de evitar hasta el mismo lunes por la noche. Agotó hasta donde pudo la vía diplomática, esa que había iniciado la Federación con la Federación brasileña para evitar que Scolari lo llamara. 

La primera reacción de Brasil fue desconvocar al jugador. Scolari, el seleccionador, dijo que el jugador había dado la espalda «al sueño de millones de brasileños». El presidente de la CBF, José María Marín, dijo sin embargo en un acto: «Vamos a luchar por el jugador hasta el final. Este asunto no está cerrado». 
«Está cerrado», responde Jorge Pérez. «El jugador nunca ha participado con Brasil en un partido oficial, tiene la nacionalidad española y lleva viviendo en España más de cinco años ininterrumpidamente», explica, y niega que haya de pasar ningún trámite relacionado con la Comisión del Estatuto del Jugador de la FIFA para poder ser convocado. 

Así las cosas, Diego Costa se incorpora definitivamente a la lucha por ser uno de los tres delanteros que Vicente del Bosque llevará al Mundial. Se esfuerzan desde la Federación en enfatizar que el cuerpo técnico en ningún caso le ha prometido al jugador estar en el Mundial, aunque las voces más discrepantes con esta decisión, a las que Del Bosque dice «entender perfectamente», lo ponen en duda. Si Diego Costa mantiene el rendimiento de estas diez primeras jornadas del campeonato (11 goles, más dos en su único partido en la Liga de Campeones), no hay duda. La duda reside en si el delantero baja su rendimiento. 

«Él le dijo a Del Bosque que quería ponerse a su disposición siempre y cuando Vicente quisiera y él se lo ganara en el campo, así que por ahí no hay problema», insiste Jorge Pérez. Parte con ventaja, eso sí, y a día de hoy, sobre Negredo, Torres, Soldado, Villa –con el que comparte equipo–, Llorente e incluso Michu. Muchos de ellos parecen haber despertado el pasado fin de semana. Con la resolución de ayer, la carrera será muy apretada.
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Rafa sigue creyendo en Federer


A la espera de conocer su adversario de mañana en la segunda ronda del Masters 1000 de Paris-Bercy, que saldrá del enfrentamiento de hoy entre Tursunov y Granollers, Rafael Nadal ofreció ayer una conferencia de prensa en la capital francesa. 

El español, que regresa al torneo cuatro años después, con la intención de defender el número uno del mundo, tuvo palabras de estímulo hacia Roger Federer. «No está acabado. Trabajará duro cuando acabe esta campaña para estar listo en 2014. Estoy seguro de que volverá a jugar gran tenis de nuevo». 

Ausente en Basilea, Nadal parte con 550 puntos de ventaja sobre Djokovic en la clasificación de la ATP. «Mi objetivo es acabar la temporada sano, y durante todo el año he dicho que mi objetivo no era ser el número uno. Gracias a algunos resultados positivos estoy aquí en esa posición, aunque no cambia mi motivación». 

Tras ganar diez títulos en el presente curso, dispone de la oportunidad de convertirse en la primera raqueta que logra seis Masters 1000 en una misma temporada. «Esta superficie no me ayudó en el pasado, pero estoy jugando bien y si me encuentro fresco, con la correcta energía, puedo hacerlo bien», añadió. La semana próxima buscará en Londres su primer triunfo en la Copa Masters, que se juega en Londres. 
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40 millones para Neymar


Si alguien se empecina en contratar a Neymar, debe saber que su cláusula de rescisión es de 190 millones de euros. Descubrir si es un negocio redondo o no dependerá de un millón de factores fluctuantes. Así le pasó al Barcelona cuando abonó 57,5 millones de euros hace meses por un jugador cuyo talento crece en cada partido, pero cuyo coste es una leyenda urbana a tenor de las informaciones que se manejan desde el mismo día en el que el joven estampó su autógrafo en un contrato con membrete del club azulgrana. 

Su llegada al Barcelona acumula los interrogantes sobre las cifras finales, aunque se van destapando. Oficialmente, la entidad barcelonista afirma tajante desde el primer día que abonó 57 millones por el atacante, a repartir entre el Santos y las tres sociedades que participaron en el traspaso: N&N (empresa familiar de Neymar), Teisa y DIS. De esa cantidad, poco se puede saber por un contrato de confidencialidad en el que el club azulgrana se escuda para no dar más información, salvo que el Santos ingresó 17,1. 

«Si el Barcelona gastó 57 millones de euros, los consejeros deben preguntar al presidente [Sandro Rosell] a quién fue el resto del dinero», indicó Odilio Rodrigues, máximo mandatario del Santos, al rotativo brasileño O Estado de Sao Paulo. Su versión es la siguiente: el Barça abonó 17,1 millones por el traspaso de Neymar, de los que su entidad se quedó el 55% y el resto fue a parar a DIS y Teisa. No obstante, Rodrigues expuso que tiene previsto ingresar dos millones siempre y cuando el jugador acceda a la votación final, de tres candidatos, al Balón de Oro, así como la recaudación de dos encuentros amistosos con el equipo azulgrana, aunque si el segundo no se disputa su entidad recibiría 4,5 millones de euros más. 

No acaban ahí las cifras. A esa cantidad habría que añadir 7,9 millones por los derechos preferenciales por tres jugadores de la cantera del club brasileño. Serían 25 millones para el Santos, DIS y Teisa a tenor de sus palabras, cantidad que podría alcanzar los 31,5 millones de euros sumando todos los conceptos señalados. 
Por si fuera poco, el presidente del Barcelona, Sandro Rosell, fue en una línea parecida hace unos días en la Cadena Ser. Entonces, destapó que el precio del traspaso de Neymar fue de 57,5 millones de euros sin que se añadan ahí los derechos preferenciales por los tres canteranos. «Pagamos 17,5 millones al Santos y el resto [40, se entiende] van a la sociedad que tiene los derechos de negociación de Neymar». 

Se referiría a N&N, empresa del padre del jugador, Neymar. Por tanto, se desprende que el entorno familiar del jugador se adjudicó esos 40 millones según las declaraciones de unos y de otros, en un galimatías que cada vez más parece ir encontrando una solución parecida a la realidad. 

El mandatario del Santos lamentó que, con tanto mareo de cifras, se llevara a «una confusión enorme». Y no le falta demasiada razón viendo cómo los euros invertidos en el astro vienen servidos por dos signos de interrogación. 

Lo que no admite ninguna duda es su rendimiento. En 11 partidos entre la Liga y la Liga de Campeones ha anotado dos goles (ambos en el campeonato español) y ha regalado seis, cinco en el torneo liguero y una en la Champions. Su adaptación es un hecho en un equipo de quilates. Como su contratación por el Barcelona.
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El misterio de Diego Costa


Diego Costa apareció por la zona mixta recién duchado, de impecable traje oficial, negro con camisa blanca y corbata negra, el pelo engominado y esa sonrisa socarrona que lleva algo de ¿qué, qué decíais de mí antes? Tranquilo, con las manos en los bolsillos, habló con las televisiones y después se paró delante del resto de los micrófonos, que en esto de la Champions las zonas están bien delimitadas. Agradeció a los doctores el trabajo realizado –en un discurso idéntico al pronunciado por Simeone poco antes en la sala de prensa–, dijo que estaba «muy feliz» por su debut en esta competición y, hechas las presentaciones, se vio obligado a hablar, cómo no, de con quién jugará el Mundial. 

La secuencia fue tal que así. Primera pregunta sobre si va a jugar con España. «La decisión está tomada, ya hablaré cuando toque. Ahora mismo no puedo decir ni que sí ni que no, pero la gente que debe saber cuál es mi decisión ya lo sabe», fue la primera respuesta. ¿Tienes previsto hablar con Del Bosque? «No tengo mucho más que hablar con él. Mi decisión está tomada y eso es lo más importante. Yo lo tengo muy claro, y la gente que tiene que saberlo ya lo sabe». Tercer intento: ¿Cuál es esa decisión? «Si lo pudiera decir ya lo habría hecho». Cuarta y última tentativa: «No se puede todavía». 

La explicación que ofrecen en el Atlético es que Diego Costa, aconsejado por el propio club y por alguno de sus amigos, prefiere no ser el que diga abiertamente que quiere jugar con España, por mucho que de sus palabras la deducción no sea difícil. Es una cuestión familiar, pues a Costa le provoca cierto recelo la reacción de la afición brasileña, y teniendo en cuenta que toda su familia sigue viviendo en Lagarto, cree el futbolista que es mejor que las gestiones se lleven a cabo lejos de los focos. 

Esas gestiones pasan por conseguir que Scolari no lo llame el próximo día 31 y sí lo haga Del Bosque una semana después. Diego Costa quiere jugar con España, así se lo transmitió al seleccionador y así se va a mantener, aseguran quienes lo conocen bien. Pero no quiere decir públicamente que su elección es España por las posibles consecuencias para su familia. Se trata, en suma, de hacer que parezca un accidente, es decir, que parezca, su convocatoria con España, la única vía posible. En el Atlético, entre tanto, se afanan en proteger al futbolista para que toda este maremoto no se lo lleve por delante ahora que él es el faro casi único del grupo. 

«Lo esperamos hasta el final y salió bien. Hoy [por ayer] los médicos dieron el alta y los fisios trabajaron muy bien. Hizo un partido de nuevo enorme, de apoyo de espaldas, de profundidad para dar salida a sus compañeros...», contó Simeone, por lo demás muy satisfecho con su equipo, encantado de haber superado el mejor inicio en la Champions del Atlético, que jamás había ganado sus tres primeros partidos. «Más allá del resultado, me voy muy contento otra vez por el compromiso de los jugadores, por el afán del trabajo colectivo», cerró el argentino, que después, en la zona mixta, bromeaba con las sorpresas de la alineación. Estaba feliz.
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Márquez descalificado


Hasta a las tramas más propicias les brotan giros inesperados. Todo estaba listo para el alirón de Marc Márquez, al menos para dejar el Mundial de todos los récords de precocidad virtualmente sentenciado en Australia. Pero el guión y Jorge Lorenzo instan a aguardar. No fue una caída ni una avería. Fue peor, fue un absurdo error de cálculo (y de equipo), penalizado con una rotunda descalificación, lo que dio vida al campeonato a falta de dos Grandes Premios. 

Si finalmente Márquez se proclama campeón del mundo en Motegi o Cheste, lo sucedido ayer en Phillip Island quedará en una travesura más a añadir al álbum de los primeros pasos. El poso del tiempo hará que se observe con mirada tierna y hasta comprensiva el despiste, que emerja la sonrisa al repasarlo. Si, por el contrario, su descalificación pasa a mayores, si esto es el principio del fin, quedará tatuado en su currículo como la mancha eterna que le costó aquel campeonato. 

Porque el desliz fue imperdonable y más allá de que el equipo reconociera y asumiera la culpa, también le toca la parte de responsabilidad al piloto. La situación era inédita para Marc, sin experiencia previa en una carrera con parada obligatoria en boxes para cambiar de montura. La medida la había tomado la Dirección de Carrera por pura seguridad, pues el nuevo asfalto de Phillip Island arruinaba los neumáticos Bridgestone. Las órdenes eran claras. En una disputa reducida a 19 giros, había dos oportunidades para la muda, entre las vueltas nueve y 10. O más claro, nadie podía rodar más de una decena de vueltas con las mismas gomas. 


Pero Márquez no se detuvo ni a la primera ni a la segunda. Ni cuando lo hizo su compañero Dani Pedrosa ni cuando su rival Jorge Lorenzo, que marchaban junto a él en cabeza de la prueba. Hubiera sido tan simple como seguir el paso de los veteranos, calcar la estrategia de dos tipos que ya estuvieron allí, algo que Marc, siempre inteligente, no se cortó en hacer en otras ocasiones. Pero inexplicablemente, traicionado por los nervios o despistado por las órdenes desde la pizarra del equipo, aguantó en pista. «Sabíamos que se debía entrar entre las vueltas nueve y 10, pero creíamos que la 10 entraba dentro y éste ha sido el problema», reconocía, explicando su fallida estrategia: «el planteamiento estaba hecho. Era entrar en la última que se podía. Yo he seguido lo que me han marcado desde la pizarra». 

Lo cierto es que la inseguridad se le intuía en el rostro y en las palabras antes de partir. Le inquietaba la «nueva experiencia», que «será interesante y divertida», decía a las cámaras. Falló en el pronóstico esta vez, pagó cara la novatada y ahora el Mundial que tenía para el remate sigue con vida tras el éxito de un Lorenzo dispuesto a llevar al máximo la puja. No cederá su título sin explorar todas las posibilidades, tozudez de los más grandes. 

Y eso que la batalla se mantiene como estaba, que las cuentas previas a Australia son idénticas para el domingo en Motegi. Pero también que la bandera negra, el segundo cero de la temporada tras la caída en Mugello, traslada incertidumbre al costado del líder. Que la temporada perfecta se mancha con un borrón, que el veinteañero gastó una bala y ahora a él y a su equipo les acompaña una pesada mochila de presión. «Me han pedido disculpas de mil maneras posibles. Les digo lo de siempre: un día fallaré yo, otro día fallaréis vosotros, todos somos personas y nos equivocamos», exponía. 

Además del error en el ecuador, la carrera no pudo acoger más acontecimientos en la media hora escasa que duró. Una salida fulgurante de Lorenzo, en busca de una escapada que las Honda abortaron en seguida. Y, tras el paso por el pit lane, la brutal colisión entre Márquez y Lorenzo cuando el rookie se incorporaba a pista. Hubiera sido el momento del Gran Premio, el incidente que sobre el que hubieran versado todas las polémicas, seguramente otra vez hubieran vuelto las acusaciones y las malas caras, aunque ninguno se fue al suelo. Pero lo sucedido antes, que tuvo reflejo un momento después con la bandera negra ondeando para el 93, lo dejó en un segundo plano. 

Márquez recogió bártulos mientras Lorenzo se encaminaba sin oposición –Pedrosa se descolgó a más de un segundo– a por un triunfo que celebró con rabia allá donde hacía un año tocaba por segunda vez en su carrera el cielo del motociclismo.
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España clasificada


No necesitó España desmelenarse mucho para rellenar el formulario que le da acceso al Mundial de Brasil, donde debe defender el título de Sudáfrica. Más allá de las variantes en los nombres y en el juego, España cumplió el trámite con actitud funcionarial y se apresta ahora a debatir sobre sí misma para decidir cuál es la mejor forma de acometer la cita del verano. Tiempo tiene Del Bosque para meditar, probar y decidir. 

Por una vez y sin que posiblemente sirva de precedente, Del Bosque apenas movió lo enseñado en el entrenamiento previo. Para empezar jugó Casillas, en una decisión que no por intuida dejó de llamar la atención, y es que el tema de la portería va camino de convertirse en un lío para el seleccionador, quizá no tanto por la elección en sí como por las explicaciones que cada movimiento requiere.

Iker no jugó ante Bielorrusia porque había disputado apenas un partido en un mes, y en una situación idéntica, transcurridos además unos días, sí fue titular ante Georgia. Una contradicción sin mayor trascendencia por la escasa entidad de los rivales y el papel prácticamente testimonial de los porteros en noches como la de ayer, intrascendente también porque el objetivo fue atrapado, pero un problema para el futuro. 

En el resto del equipo, entró Piqué y eso desplazó a Busquets a su sitio y a Mario Suárez al banquillo. Mas allá de la portería, modificó cinco hombres el técnico buscando abrir el campo y que los laterales cumpliesen esa función. Lo hizo más Juanfran, mejor engrasado con Navas que Alberto Moreno con Pedro. 

El lateral del Sevilla, un chico con una pinta estupenda, anduvo demasiado tímido, respetando las maniobras de Pedro, que casi siempre giró hacia el interior. Navas encontró un chollo en su defensor y entre él y Juanfran fueron volcando el campo a la derecha, desde donde nacieron las mejores opciones de España en este primer parcial. Jugó la selección con el paso acelerado, más rápido que el último precedente, y sobre todo amplió las opciones, ahora por dentro, ahora por fuera, ahora por un lado y ahora por el otro. Fue, en resumen, un colectivo algo más veloz y, sobre todo, bastante menos previsible, algo que se ha empezado a convertir en un problema bastante serio. 

Hubo un disparo del propio Navas, hubo también un escarceo de Pedro y hasta hubo una chilena de Negredo, el delantero que definitivamente se ha hecho con el puesto, aunque eso en este equipo no quiere decir nada. El gol, sin embargo, llegó por el centro, sello de la casa, una pared hermosa entre Pedro e Iniesta dentro del área que finalizó el propio Negredo a servicio del manchego, un jugador delicioso en cada control y en cada gesto, la piedra filosofal sobre la que debería articularse el equipo en Brasil. 

Acto seguido se estrenó Casillas, hasta entonces un espectador más, con dificultades para mantener la tensión adquirida en el calentamiento. Detuvo un disparo lejano y tres minutos después sacó otra mano de las suyas cuando Ramos perdió una carrera con Dzaria, el típico delantero del rival de España que tiene para dos o tres de esas, no más, pues se pasa la noche basculando de un lado a otro para ser el primero en la presión, objetivo único de selecciones como ayer Georgia. Luego Negredo la tuvo a puerta vacía y la falló, algo que hubiera alejado definitivamente los respingos que provocaba el oponente. No eran sustos siquiera lo de los georgianos, pero sí respingos de vez en cuando. 

No hubo lugar siquiera a eso en la segunda parte, sobre todo cuando Mata entró en el lugar de Pedro y poco después hizo el segundo. La noche ya había pasado a mejor vida y sólo sirvió para que el estadio se pusiese boca abajo cuando Del Bosque, siempre pendiente de los detalles, retiró de la hierba a Iniesta para darle unos minutos a Isco.
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Lady Gas


Lo venía rondando Ana, a la que se la resistía la Historia. Ese era su objetivo del año de su debut en Moto3, el de conseguir ser la primera piloto española en puntuar en el Mundial. Además, claro, de demostrar y demostrarse que es capaz de competir con cualquiera, que sobre dos ruedas poco tiene que ver si eres hombre o mujer. 

«Les molesta que les pasemos porque piensan que una mujer es inferior y les molesta que alguien que creen inferior a ellos les gane», había proclamado durante el Gran Premio de Aragón, donde se dio la circunstancia única de ver dos españolas en el Mundial con la participación como invitada de María Herrera. Ayer al fin, en Sepang, le acompañó la fortuna a la pupila de Pablo Nieto –«hay que felicitarla por su carrerón y por sumar su primer punto. Se lo merecía porque lleva todo el año trabajando», pronunciaba el jefe– en el Calvo Team. Su 15º puesto deja su nombre para la posteridad. 


La murciana, desde ayer bautizada como Lady Gas, también es la cuarta mujer en el mundo que puntúa. Antes, hace ya mucho tiempo –exactamente 12 años de la última vez–, lo lograron Tomoko Igata, Taru Rinne y Katja Poensgen. 

Esta vez le acompañó la fortuna en los últimos giros, pues ya se había quedado cerca en anteriores ocasiones. Había sido 17ª en Indianápolis y, siempre constante, únicamente no pudo completar una carrera, la de Jerez, donde se fue al suelo. 


«Estoy muy contenta porque creo que he hecho una muy buena carrera, aunque al principio me ha costado un poco porque la gente se iba cayendo mucho y he preferido tomármelo con calma», explicó, para agregar que «después me ha costado mucho volver a recuperar las posiciones, pero cuando quedaban unas seis vueltas me he puesto primera del grupo y mi único objetivo era que no me pasara nadie». 

«Al final, en la última vuelta, nos hemos pasado un par de veces [con Isaac Viñales] y ha llegado a la meta un poco antes que yo, pero bueno es mi primer punto y tengo que estar súper contenta», destacó la protagonista de una carrera en la que se impuso por un suspiro Luis Salom, quien da un gran paso en la general.
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Moyá capitán de la Copa Davis


La elección de Carlos Moyà como capitán de Copa Davis pone fin al convulso escenario generado alrededor del equipo desde que España logró la permanencia en el Grupo Mundial ante Ucrania, a mediados de septiembre. 

Quien fuera número uno del mundo y campeón de Roland Garros será presentado hoy en Madrid, en la sede del Consejo Superior de Deportes. Moyà toma el relevo de Álex Corretja, cuyo beligerante discurso ante la no renovación de su contrato fue el colofón a dos años en los que encontró serias dificultades para lograr la complicidad del grupo. El aún capitán, pues su contrato finaliza el 31 de diciembre, lamenta haber sido privado de explicaciones sobre su despido. 

«Tanto Carlos [Moyà] como Juan Carlos [Ferrero] eran dos magníficas opciones», dijo ayer a este periódico Corretja, que no quiso abundar en su enojo con la federación. Moyà, de 37 años, debutará en la primera eliminatoria del Grupo Mundial del próximo año, del 31 de enero al 2 de febrero, en la que España visitará a Alemania. Será un curso difícil, dado que en caso de victoria lo más probable es que la cinco veces ganadora de la competición deba de viajar a Francia en cuartos de final. 

«Carlos ha llevado al tenis español a ser lo que es», dijo en conversación telefónica José Luis Escañuela, que aplazó a hoy su respuesta a Correjta y añadió que se respetará su contrato hasta el 31 de diciembre. Esta circunstancia puede propiciar una situación incómoda en los próximos meses. 

La llegada de Moyà se produce cuando aún no se han apagado los rescoldos de la salida de Correjta, enfrentado a José Luis Escañuela, presidente de la Federación Española de Tenis, y Albert Costa, director técnico de este organismo. 

Fueron ellos quienes le nominaron una vez que Costa renunció a capitanear al equipo en la conquista de su quinto título, ante Argentina, en 2011. Sin embargo, el distanciamiento resultó progresivo, al margen de unos resultados que tuvieron en la final de Praga de un año después, ante la República Checa, su punto álgido. 

En el debut, pocos meses después de que los grandes valedores de la hegemonía de España en la última década anunciaran que atenuarían su compromiso con el equipo, Corretja, que a lo largo de su trayectoria sólo pudo contar con Nadal en una eliminatoria, consiguió llevarlo hasta la final. Esta temporada, después de un cruce inicial en Canadá donde, por razones distintas, hubo de acudir con una formación precaria, se saldó con la mencionada victoria contra Ucrania para lograr la supervivencia entre los mejores. 

Con Moyà parece garantizada la presencia regular del zurdo, que ha ido espaciando su participación en los últimos años, bien debido a las lesiones o a la adecuación de su calendario. Íntimo amigo del número uno del mundo, junto al que ganó en la cancha la Copa Davis de 2004, ante Estados Unidos, el nuevo responsable del equipo ha adelantado una decisión que, en principio, no parecía dispuesto a tomar en este momento.

Tras ejercer el pasado año como vínculo con los jugadores en el Masters 1000 de Madrid, donde le tocó afrontar el conflicto generado por la tierra azul, Moyà, que dirige un club de Tenis en la capital, ha continuado disputando el circuito senior, una especialidad devaluada que cada vez le dejaba más fechas libres. Su nombre flotaba junto al de Ferrero, quien desde su retirada, el pasado año, en el torneo de Valencia, no ha escondido públicamente su apetito por el puesto. 

Si bien ninguno de ellos cuenta con experiencia en la dirección, en la apuesta por Moyà pesa, además del respaldo manifiesto de Nadal, un mayor apoyo entre los tenistas. «Es uno de los mejores amigos que he tenido en el circuito, sino el mejor. Como jugador ha sido uno de los más grandes en la historia del país y merecía en algún momento ser capitán», dijo ayer éste.
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Purito lidera el ranking


Regreso al pasado para recobrar la sonrisa. Repetición de jugada maestra para reconquistar la clásica de las Hojas Muertas y terminar la temporada como número uno del ranking de la UCI. Joaquim Rodríguez, una semana después de sus inconsolables lágrimas por la plata amarga del Mundial de Florencia, reeditó su triunfo en el Giro de Lombardía, utilizando la misma estrategia de la edición anterior. 

El pequeño corredor afincado en Andorra, como hizo en 2012, atacó camino de Villa Vergano a falta de 10 kilómetros para la conclusión. Otra vez, cielo plomizo, lluvia y frío. Escenario favorable para el catalán. 
La última gran clásica de la temporada comenzó a fracturarse en el Muro de Sormano, a 80 kilómetros, con una andanada del Movistar, que movió fichas para colocar delante a Valverde y Nairo Quintana, con Rui Costa, el campeón de mundo, ejerciendo de sacrificado gregario. Por el camino presentaron bandera blanca ilustres como Contador, Urán y Nibali. 

El acelerón del equipo español fue aprovechado por el histriónico Thomas Voeckler, que a 40 kilómetros abandonó el grupo cabecero para conseguir una mínima renta. A falta de 11 kilómetros fue neutralizado el francés y seguidamente saltó Purito, en una acción similar a la del pasado Mundial, se fugó cuando se ascendía un pequeño pero duro repecho. 

Nadie le pudo seguir, Valverde lo intentó y se quedó a medio camino. Otra vez los dos protagonistas de Florencia, con Purito siempre por delante. El catalán se conocía el camino de memoria y administró eficazmente las reservas para presentarse en solitario en la meta de Lecco. Otro triunfo en una prueba talismán que hace olvidar la amarga plata del Mundial y para terminar el ranking UCI en primera posición, en perjuicio del lesionado Chris Froome. 

«Sinceramente, ha sido una victoria espectacular. Todos sabemos que el Giro de Lombardia es un monumento y, con este estado de forma, tenía ganas de volver a ganar. Y triunfar así, de esta forma, atacando y llegando en solitario», explicó Purito en la meta, para después recordar el llanto de Florencia. 
«Me hubiese gustado ganar con el arcoíris, pero aun así es una victoria genial: era el hombre a batir, todos sabían dónde iba a atacar, y aun así lo logré», añadió.
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Casillas reconoce haberse sentido débil


En las puertas del Bernabéu los más supersticiosos teorizaban sobre qué le podía suceder anoche a Iker Casillas, tras la racha de infortunios que acumulaba el portero desde el pasado mes de enero, cuando su compañero Arbeloa le rompió la mano. ¿Una roja rauda? ¿Un problema estomacal? ¿Un pelotazo de Pepe en mal sitio? En su última aparición, un leve golpe de Ramos le dejó KO en Estambul hace 15 días. ¿Qué sería ahora? Por suerte para él, la noche de su regreso a Chamartín se saldó sin incidentes, aunque en el primer balón que buscó acabó por los suelos. Sólo un susto, nada más. 

Superados los primeros minutos de una pieza, cogió poco a poco la medida a la que fuera su área durante más de una década. Su nombre fue recibido con ovación y tampoco se escucharon pitos de sus críticos, mucho más activos fuera del estadio que dentro. 

No era titular en casa desde el pasado 15 de enero, una eternidad que ayer le pasó factura. No se le quitó en toda la noche el gesto triste que arrastra desde hace tiempo y en un par de intervenciones tembló como un principiante. El Copenhague estuvo a punto de empatar en una malísima salida del guardameta en un córner. Le salvó del bochorno Modric, listo para sacar la pelota de la línea de gol. 

«Tenía algunos nervios al principio. Este tiempo no ha sido fácil para mí», asumió Casillas, abierto a los micrófonos tras finalizar el encuentro. Sin ganas de mirar por el retrovisor, sí reconoció que pensó en marcharse. 

Una idea caducada, por el momento. «Cuando estás tanto tiempo sin jugar se te pasa de todo por la cabeza, incluso pensar en irte, pero ahora mi idea es seguir y retirarme en el Madrid», explicó sin demostrar rencor hacia el club («se portó muy bien conmigo») y señalando al escudo como faro a seguir. «Lo más importante por encima de cualquiera es el Real Madrid», dijo antes incluso de aplaudir la alternancia de porteros de Ancelotti. «Me parece fenomenal. La competencia es saludable. Te hace apretar los dientes». 

Antes había saltado al césped con el recuerdo de lo sucedido hace poco más de un mes, en el homenaje a Raúl. Aquel día se le vio incluso con reparos a acercarse a su portería del fondo sur, pero anoche no hubo ruido en contra del capitán. 

Hasta el minuto 27, el madrileño no atrapó el balón con seguridad, en un disparo suave desde la frontal. Lo agarró con ganas, con las dos manos, buscando confianza. Necesitaba reencontrar las mejores sensaciones. Al regresar del vestuario, ya en la segunda parte, el fondo norte le recibió con un cálido aplauso. 

Movía la cabeza Casillas porque el partido avanzaba con el escaso 1-0, mientras Khedira seguía con su fútbol industrial y la bienvenida alegría de Marcelo no era suficiente para terminar de tumbar a los daneses. Iker giraba el cuello, no lo veía claro. Sólo respiró al ver la espectacular rabona que improvisó Di María para poner a Cristiano el segundo gol. No sabía el portero que su momento estaba por llegar. En el descuento, el capitán tuvo trabajo extra. 

En menos de un minuto salvó un uno contra uno, despejó de la escuadra con un manotazo de felinos reflejos y tapó la última ocasión danesa. Entonces sí, el Bernabéu (la afición que quedaba aún) le cantó al oído su melodía favorita: El «Iker, Iker, Iker» era el bálsamo ideal tras meses en tinieblas. «He estado débil, me he sentido débil. He estado en boca de todo el mundo y no quería. Yo lo que quiero es jugar al fútbol y en el Madrid. Llegará el día en el que tenga que marcharme, claro, pero no es ahora».
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Mourinho sigue llevándose mal con la prensa


La relación de Mourinho con la prensa no ha evolucionado tras su salida de España. El luso sigue viendo en los medios a un elemento incómodo y ayer, tras 15 minutos de rueda de prensa en la previa del partido que el Chelsea disputa hoy en Bucarest, se hartó de responder preguntas y abandonó la sala dejando a Frank Lampard sólo ante el peligro. 

La mecha la prendió una pregunta sobre una decisión técnica, un terreno en el que el portugués no admite recomendaciones ni influencias. Concretamente, fue interpelado por la ausencia del centrocampista belga Kevin De Bruyne en la convocatoria para el partido ante el Steaua, cita convertida en trascendental tras la derrota en casa frente al Basilea en la primera jornada. 

«No me ha gustado como jugó Kevin ante el Swindon, así que he decidido no convocarlo. Siempre me preguntáis por los que no juegan», comentó el portugués, que apostará en su lugar por Juan Mata. «Hasta ahora me preguntábais por qué no jugaba Mata y ahora que he anunciado que será titular, me preguntáis por Kevin», añadió el técnico, visiblemente molesto, antes de abandonar la conferencia. 

Mata no será la única novedad en Rumanía. Hazard, uno de los jugadores capitales del Chelsea en el inicio de temporada, tampoco estará disponible por unas molestias en el tobillo. Mourinho podría apostar de inicio por Willian, el extremo por el que el club inglés desembolsó este verano 37 millones. 

Otro partido atractivo de hoy es el Arsenal-Nápoles, el reencuentro entre Özil e Higuaín. Ayer, el argentino no tuvo reparos en elogiar al alemán: «El fichaje de Özil es una ganga, es uno de los mejores del mundo. Para los delanteros es muy bueno jugar con él porque te da oportunidades de marcar».
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Piatada a Benzema


Las modas llegan y se van de la grada del Bernabéu. Superados (más o menos) los desvelos que provocó la portería, con Diego López afianzado en la Liga, ahora es Karim Benzema el que más música provoca en las tribunas. Él y Carlo Ancelotti se repartieron los silbidos del sábado ante el Atlético, con mayor continuidad para el francés. El italiano se los llevó al sentar a Isco, pero el runrún con el delantero fue otra vez constante. Atascado toda la noche, remató a portería tres veces en los 90 minutos que jugó, las mismas veces que Álvaro Morata, rescatado para el arreón final como medida de emergencia. 

En la Liga ha marcado dos goles en siete jornadas y, aunque ha dado otras dos asistencias, su papel está muy cuestionado en una temporada decisiva para él. El club ha apostado fuerte por el francés al permitir la venta de Gonzalo Higuaín. Se creía que la competencia con el argentino le agobiaba y que sin adversarios podría dar su mejor versión. Sin embargo, no termina de explotar, sobre todo en el coliseo blanco, donde parece sentir la presión. El resoplido del estadio pesa mucho sobre los hombros, como bien lo saben jugadores como Guti, tan talentoso e irregular al estilo del francés. El madrileño se supo ganar finalmente a una afición tan sensible a la calidad como al esfuerzo. Benzema no termina de captar las sensibilidades de Chamartín, donde un sprint a por el balón, aunque sea baldío, se valora. 

El Madrid pudo acudir al mercado de verano a comprar un goleador de altísimo nivel, como Cavani, Luis García o Falcao. También se preguntó por Wayne Rooney, pero en la dirección técnica no querían volver a presionar al 9 de Lyon. Le daban el puesto fijo, pero con una advertencia seria: o triunfaba esta temporada o su futuro estaría en peligro. En los primeros episodios del curso no ha despegado, acentuando uno de los flancos más vigilados de la actual plantilla: la posición de delantero. Carlo Ancelotti aceptó la configuración, con Benzema al frente para tan decisiva plaza y dos jóvenes relevos por detrás, como Morata y Jesé. 

Tras ocho encuentros oficiales, el francés ha sido titular siempre y los canteranos apenas han aparecido en el campo. No les siente Benzema como una amenaza y Ancelotti da la sensación de no creérselos todavía. Pero el viaje se complica y el italiano va a verse forzado a activar a los dos chavales si quiere que le sirvan de verdaderos revulsivos en muchos partidos, antes de que una lesión o una sanción del titular le obligue a soluciones alternativas. Su plan A podría pasar por colocar a Cristiano de delantero puro, acompañado en las bandas por Gareth Bale y Ángel Di María. Si no, tendría que mirar hacia Morata o Jesé o fichar un ariete en invierno. 

La pareja de canteranos es otra de las principales apuestas de esta temporada, con el propio Florentino Pérez muy ilusionado con su encaje en el primer equipo. En el Castilla, con siete derrotas en los primeros siete partidos de Liga, les echan muchísimo de menos. Se rechazaron ofertas interesantes por ambos con el objetivo de que fueran madurando bajo la gestión de Ancelotti. Hasta ahora Morata ha jugado 78 minutos y Jesé sólo 20. El primero estuvo a punto de empatar el sábado ante el Atlético, pero el canario, una de las perlas de Valdebebas, ni si quiera saltó a calentar. Aspirante de mucho carácter, empieza a perder la paciencia. Como el Bernabéu con Karim Benzema.
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