Jorge Lorenzo se rompe la clavícula


Como hace un año, la trampa para Jorge Lorenzo estaba en Assen, esta vez en una recta cualquiera de un entreno cualquiera. Bajo la lluvia, sobre los charcos, y esas resbaladizas líneas blancas como cepos ocultos, como una cáscara de plátano sobre el asfalto. Pero lo de ayer no fue una broma para el campeón; fue una caída dura y con consecuencias. 

En sus propias palabras, ya no es el «descerebrado» de sus inicios. A Lorenzo le rondan las caídas como fantasmas. Las rumia, le inspiran respeto, le asusta el dolor. En sus últimos tiempos extremó sus precauciones, elevó su fiabilidad y protestó enérgico contra los que, como él en sus comienzos, se refugian en la agresividad sobre la moto. Su estallido contra Marc Márquez en Jerez fue rabia por la derrota, pero también un canto a la prudencia del que ya observa los lances de carrera como un veterano. Lo mismo que cuando, hace justo un año, Álvaro Bautista le arruinó también en Holanda, en el único borrón (junto al de Valencia, aunque ahí ya era campeón) de toda la temporada. 

El mediodía en La Catedral se pobló de nubes negras. Regresó el dolor a los huesos de Lorenzo, rota la clavícula izquierda, la misma que en 2005 y 2006 se había quebrado ya por dos veces (Montmeló y Valencia), la misma por la que pasó por el quirófano en 2009 para que le extrajesen un placa de titanio de las anteriores intervenciones. Lo supo el balear nada más reconocerse. Había salido despedido violentamente de su Yamaha a 238 km/h (según los datos de la propia escudería), por orejas, después de que perdiera el control en la salida de la curva 13, cuando aceleraba bajo la lluvia, «demasiado confiado». Una dura costalada sobre la parte izquierda de su cuerpo. Cuando se levantó se sujetaba con mimo el brazo, aunque también le dolía el campeonato. 

Porque resbala en plena ascensión, tras dos victorias seguidas (Mugello y Montmeló), a sólo siete puntos ya del líder Pedrosa. Será un cero en Assen y suerte que pueda estar listo para Sachsenring (14 de julio). Un agujero negro para el piloto perfecto en su trazado «preferido», que basaba su incansable lucha contra la pareja de la superior Honda –no le vendría mal el despertar de su compañero Rossi– en eso precisamente, en no fallar nunca. «Lo siento por Jorge, es un poco de mala suerte. Estaba haciendo un año impecable», concedía un sincero Márquez, tal vez el más beneficiado en lo inmediato si Pedrosa opta por el conservadurismo en ausencia del rival.

Todo son conjeturas a la espera de lo que ocurra mañana en carrera, mientras Lorenzo es trasladado a Barcelona e intervenido, pues los médicos le han recomendado unas horas en observación antes de viajar. «Para mí la mentalidad sigue siendo igual», relata Pedrosa, ahora todos los focos sobre él, pues un triunfo en Assen (no gana desde 2002) será un mazazo al Mundial. «No vayáis tan lejos, cuando llegue el momento ya veré», lanzaba sobre las posibles y aún prematuras matemáticas.
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Virginia Berasategui se dopó


EPO. Tres siglas que destrozan la trayectoria de cualquier deportista. La tentación de la eritropoyetina ha sepultado carreras prometedoras, rachas de victorias asombrosas y otras vidas deportivas en decadencia, pero rara vez se vio un caso como el de Virginia Berasategui. Esta triatleta bilbaína había decidido, a sus casi 38 años, retirarse al final de la presente temporada. Ya no tenía nada que demostrar en el Bilbao Triahtlon, celebrado el pasado 18 de mayo, pero su mal estado físico y mental –así se excusa, al menos– le llevaron a echar mano del dopaje para levantar los brazos por última vez ante sus vecinos. Se embolsó 3.500 euros de premio, ante quienes más la veneran y la han visto siempre como un ejemplo de superación y de esfuerzo. 

Ella misma reconoció ayer su culpabilidad, después de que el pasado 15 de junio el periódico El Mundo desvelara el resultado positivo del análisis. Pidió el contraanálisis en primera instancia, pero ha decidido no darle cabezazos al muro de la verdad. «No voy a apelar porque sé de mi culpabilidad. Podría haber intentado buscar causas externas, pero ¿para qué? Quiero seguir siendo sincera y honrada», explicó. 


Su caso ha creado verdadera conmoción en Bilbao. En 2011 recibió la distinción de Ilustre de Bilbao y en 2012 fue la pregonera de la Semana Grande de la ciudad, siempre de la mano del alcalde Iñaki Azkuna, que incluso le acompañó el día en que la triatleta anunció que 2013 iba a ser su último año en activo. Un icono en el País Vasco. Entre sus 15 patrocinadores, cinco públicos o con vinculación institucional: Euskaltel, Bilbao, Bizkaia, Basque Team y Laboral Kutxa. También a ellos se dirigió ayer: «Pido perdón a toda la gente que he defraudado, a mis patrocinadores, a las instituciones, a los triatletas, a los aficionados...», relató entre sollozos, lágrimas... 


Virginia Berasategui había dedicado 25 años de su vida al triatlón, con logros tan excepcionales como un Mundial y dos Europeos en Larga Distancia (4 km. a nado, 120 km. en bicicleta y 30 km. corriendo). Además, fue la primera española en conseguir un podio en el prestigioso Ironman de Hawaii (3,86 km. de natación, 180 de ciclismo y un maratón). Años antes, su padre Javier había sido el primer español en terminar esa prueba. Y años después, en 2008, el vitoriano Eneko Llanos se convertía en el primer español en subir al podio. Ayer, Llanos le regalaba a su paisana: «Decepción total, Virginia. No hay justificación que valga. Ahora nos pides perdón». 


Su carrera ya había tenido un borrón, cuando en 2005 dio positivo por EPO en el Ironman de Lanzarote, que resultó como falso positivo por errores en el procedimiento. Esa sombra y la de su preparador Iñigo Mujika, colaborador durante mucho tiempo del doctor Sabino Padilla, siempre sembró de dudas su carrera. «Me alegro de que tengamos un sistema antidopaje que nos permita tener atletas limpios en nuestras carreras», dijo en Twitter su encarnizada rival sueca, Asa Lundström. Ahora es ella la ganadora del último Bilbao Triahtlon mientras la ciudad busca nueva novia.
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El Tribunal Superior da la razón a Google


Un dictamen presentado ayer por el abogado general del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE), Niilo Jääskinen, ha dado la razón a Google en su litigio con la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) al considerar que no es responsable de los contenidos que aparecen en otras páginas web y por tanto no está obligado a borrar la información sensible que aparece en su motor de búsqueda. 

La opinión expresada por el letrado no es vinculante, pero sí puede orientar el sentido de la sentencia, que se fallará en los próximos meses. A petición de la Audiencia Nacional, la Corte de Luxemburgo ha emitido esta opinión, que también recuerda que la actual directiva comunitaria sobre protección de datos no establece ningún derecho al olvido generalizado y por tanto «no puede invocarse tal derecho frente a proveedores de servicios de motor de búsqueda» sobre la base de la legislación europea. 

El caso atañe a un ciudadano español que recurrió a la AEPD para pedir que Google retirara de los resultados de sus búsquedas los enlaces a un anuncio sobre una subasta de bienes embargados por la Seguridad Social de los que este ciudadano era propietario. La AEPD obligó a la multinacional estadounidense a eliminar dicha información de su motor de búsqueda y ésta recurrió ante la Audiencia Nacional al considerar que corresponde a la fuente original eliminar o modificar la información si ésta es incorrecta. 

El dictamen comparte esta opinión y considera que pedir a un buscador que elimine información legítima y legal que ya ha sido hecho pública «traería consigo una injerencia en la libertad de expresión de la página web» y «equivaldría a una censura del contenido». Eso sí, Niilo Jääskinen recuerda a Google que está sometido a la legislación del Estado miembro en el que establece una oficina orientada a promover su actividad hacia los habitantes de este estado. 

La compañía celebró el sentido de este dictamen porque, en su opinión, «apoya la visión de que la exigencia de suprimir información legítima y legal equivaldría censura». Sin embargo, la AEPD reiteró tras conocer la conclusión del abogado general que sus resoluciones para defender la protección de datos personales «no interfieren en las libertades de expresión y de información», ya que las solicitudes de protección se conceden «cuando se concluye que se trata de informaciones personales que, además de ser obsoletas, carecen de cualquier relevancia o interés público y su difusión generalizada está provocando una lesión de los derechos del solicitante». 

Los socios europeos están debatiendo en estos momentos una reforma de la directiva sobre protección de datos que, entre otras medidas, incluirá una cláusula de derecho al olvido para que los usuarios puedan reclamar a las empresas que borren sus datos personales. 

Al mismo tiempo que el Tribunal de Justicia de la UE discute este caso, la Comisión Europea está analizando una serie de medidas que ha propuesto la compañía norteamericana Google para corregir una serie de prácticas que, según Bruselas, constituyen un caso de abuso de posición dominante en el mercado. Una de ellas es la utilización de contenidos creados por terceros, entre ellos páginas de periódicos on line. 
Precisamente ayer los editores europeos de diarios formaron una coalición para pedir a la Comisión Europea que rechace las propuestas presentadas por Google por considerarlas insuficientes. Según el presidente de la Asociación de Editores de Diarios Españoles (Aede), Luis Enríquez, las alternativas que ha presentado la multinacional «no resuelven los problemas estructurales y los daños que la conducta de Google ni restablecen la competencia efectiva en el mercado». 

El periodo de presentación de opiniones concluye este viernes y posteriormente Bruselas deberá decidir si acepta las propuestas de Google o por el contrario obliga a aplicar otro tipo de modificaciones bajo la amenaza de una sanción que puede alcanzar el 10% de sus facturación mundial.
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Gana Ferrer a Martín Almund


Si Rafael Nadal pagó cara su vuelta a la hierba, David Ferrer sufrió dos estrepitosos resbalones. El alicantino superó el difícil trance del estreno en Wimbledon ante al argentino Martín Almund (6-1, 4-6, 7-5 y 6-2) tras exteriorizar su rabia y su dolor a pie de pista y a micrófono abierto: «Dos veces, tío. Esto es muy heavy. No está mojada, no lo entiendo». Superado el trance, con el alivio en el rostro y el tobillo izquierdo inflamado, achacó el cabreo al «alentón» del momento, pero dijo que no había nada extraño en la Central de Wimbledon. «Estas cosas pasan cuando juegas en la hierba, creo que el año pasado me caí también dos veces jugando en cuartos contra Murray». 

Sobre el estado del tobillo reconoció que le molestaba un poco, pero que esperaba que la inflamación bajase con hielo. «Confío en poder jugar al cien por cien en la segunda ronda», anticipó. «Me toca jugar con Bautista y sé que va a ser un partido duro. Tengo que mejorar mi juego». 

Resbalones aparte (el primero le sacó literalmente del partido y provocó tres dobles faltas seguidas), Ferrer reconoció que le costó adaptarse a la superficie y que se notó un poco justo: «El tenis está hoy en día tan igualado que a poco que te falte un poco de chispa puedes acabar perdiendo». Le faltó añadir como le ocurrió a Nadal… Sobre el batacazo del manacorense, no encontró mejor explicación: «A Rafa le costó adptarse a la hierba el primer partido. No es fácil hacerlo cuando vienes de jugar en otra superficie». 

Sin su entrenador, Javier Pirles, ausente por motivos familiares, Ferru aseguró que espera prosperar al menos tan lejos como el año pasado: «Llego bien a Wimbledon, y espero no acusar el cansancio de Roland Garros. En 2012 fui hasta semifinales en París y pude hacer aquí mi mejor torneo». 

Arrancó ayer con decisión el alicantino, pero en el segundo set empezó a flojear en el servicio y a perder precisión en el resto. Pese a figurar como el 101 en el ranking mundial, Almund fue capaz de ponérselo tan difícil como a Rafael Nadal en las semifinales de Sao Paulo. El mendocino aprovechó el bajón del juego de su rival (antes incluso del primer resbalón) venirse arriba y jugar con valentía al servicio. 
Andy Murray, que hoy busca la tercera ronda ante Yen-Hsun Lu, quien le venció en Pekín 2008, dejó su opinión sobre Nadal. «Puede que no jugar en hierba le hiciera daño. La hierba es una superficie con movimientos muy específicos y necesitas mucha práctica para llegar a tomarle la medida».
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Nadal recibe un batacazo


«Todo lo que podría decir son excusas», se lamentó ayer Rafael Nadal tras el mayor batacazo de su carrera profesional: eliminado a la primeras de turno en Wimbledon por el belga Steve Darcis: 7-6 (4), 7-6 (8) y 6-4. El fantasma del checo Lukas Rosol, que le venció en estas mismas pistas hace un año, pesó sin duda en el recuerdo del hoy número 5 mundial, que venía de conquistar su octavo Roland Garros y de completar una espléndida reaparición con siete títulos. 

Cayó ante el número 135 y en primera ronda: lo nunca padecido por el manacorí en un major en toda su carrera. «No quiero hablar de mi rodilla, tan sólo quiero felicitar a Darcis, que jugó un partido fantástico», se excusó Nadal por la vía rápida después de la derrota, sin dar más explicaciones y pese a la aparente cojera con la que mordió la hierba en los últimos juegos. «No tengo ninguna lesión que revelar, ni tengo nada que no tuviera antes de venir a Wimbledon. Di el cien por el cien de lo que tenía». 

El bicampeón de Wimbledon no quiso tampoco entrar al trapo sobre su falta de preparación en hierba, sin ningún torneo de transición desde la tierra batida, como era su costumbre antes de la lesión en el tendón rotuliano de la pierna izquierda que cortó de cuajo su temporada el año pasado y le impidió participar en los Juegos Olímpicos en estas mismas pistas. «Es difícil adaptarse a la hierba cuando no puedes prepararte antes», llegó a reconocer. «No pude encontrar mi ritmo […] La hierba es muy difícil porque tienes que jugar más bajo que en el resto de las superficies». 

«Esto es deporte: a veces jugamos mejor y a veces peor que el rival y por eso perdemos», añadió Nadal, encogiéndose de hombros. «Hice todo lo que pude, pero no fue posible. No he tenido mi fuerza habitual para dar la vuelta al partido». El español cerró su cuenta con 22 golpes ganadores, frente a los 51 de su rival. Una parte de la platea de la pista número uno de Wimbledon confiaba en su prodigiosa capacidad de recuperación, pero otra se entregaba a Steve Darcis, que supo ganar terreno golpeando plano y con decisión. 


El David belga disparó con tino la onda en los dos tie breaks, en los que Nadal (que tuvo incluso un bola de set en el segundo) llegó a bordar la desesperación y a estrellar su impotencia contra la red. Darcis sólo tiene dos títulos menores en su carrera (Amersfoort, en 2007, y Memphis en 2008). Su mayor gesta, hasta ayer, era llegar a la tercera ronda de Roland Garros, además del triunfo ante Berdych en el primer turno de los últimos Juegos, la única advertencia seria de sus posibilidades en esta superficie. 

Nadal adelantó que piensa ya en el Open, aunque el fuera de juego en Wimbledon puede obligarle a alterar sus planes. «No me gusta perder en primera ronda, pero desde el punto de vista mental es más duro caer en una semifinal o una final porque estás más cerca del objetivo».
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Thiago está impaciente


Marcar el primer gol en Primera División hace enloquecer al más cuerdo. Así le ocurrió a aquel chico de 18 años, que anotó ante el Racing y se marchó escopeteado al banquillo para abrazarse con Jonathan Dos Santos. El estreno anotador de Thiago Alcántara le costó una reprimenda de Pep Guardiola. Su entrenador por esos días en el Barcelona le llamó la atención: «Estas cosas no se pueden hacer a su edad. Con 30 años, sí». Ayer, nadie tosió las tres celebraciones de este joven veterano dos años después de aquel episodio. 
El centrocampista fue ayer el metrónomo de la selección sub’21, acompasando el ritmo del equipo como quien toca el piano. Ahora con una melodía tranquila, ahora más enérgica. Se recordarán sus tres goles, colofón a una actuación memorable, como la de los pianistas en los mejores escenarios del planeta. 

Esta vez, pudo derramar su felicidad al máximo, no como cuando festejó su primer tanto como azulgrana en la Liga. Habrá que ver si anotará más. De momento, es una incógnita. Su coste de mercado es de 18 millones de euros a los que habría que añadir 3,7 más por el IVA que habría que abonar por ingresar en la cuenta corriente del Barcelona el montante total de su cláusula de rescisión sin negociación alguna, pues no quiere traspasarlo. Esa cifra es hasta agosto. Hace días, Sandro Rosell explicó que ése es el precio de mercado, y no 90 millones de euros. Esa cantidad sería la definitiva si hubiera disputado más del 60% de los encuentros de la pasado curso. Decir que el coste es económico con la que está cayendo es atrevido, pero para algunos clubes, es una cantidad asequible. A su puerta ha llamado el Manchester United e incluso su vecino, el City. Y otros. Por ofertas no es. 

El interesado, que ha despejado toda pregunta relacionada con el tema en el Europeo sub’21, habría comunicado a su entorno antes de la disputa del torneo continental que no descartaría marcharse si llega alguna propuesta interesante. Considera que puede jugar el Mundial de Brasil si dispone de minutos durante el curso, algo que no ha tenido esta temporada: 1.902, menos que Alex Song, para hacerse una idea. 
Es evidente que la camiseta roja de la sub’21 le tira de sisa. La de la absoluta puede irle mucho más suelta. En el Barça, le piden calma. Incluido el presidente Sandro Rosell: «Espero que siga los pasos de Xavi, Iniesta, y Busquets, que son referentes, y siga con nosotros. Entiendo que un jugador lo que quiere es jugar, pero Xavi esperó e Iniesta también tardó su tiempo en ser titular. Espero que tenga la paciencia que tuvieron los demás». 

El ejemplo no es baladí. A Thiago se le considera digno heredero de esa saga de centrocampistas únicos. Como lo es de su padre, Mazinho, campeón del mundo con Brasil en aquel equipo que ganó a los penaltis con Romario, Bebeto, Mauro Silva y compañía a la Italia de Arrigo Sacchi y Roberto Baggio. El chico ya es bicampeón de Europa en categoría sub’21. Hace dos años marcó un tanto en la final ante Suiza con un lanzamiento de falta desde 40 metros. Ayer, fueron tres. Idéntica belleza, pero con un detalle: lucía un brazalete llamativo, como su juego, con el que alzó el trofeo con una camiseta dedicada a Canales. Y ante Italia.
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Pelé admita a Iniesta


«¡Zig zag, zig zag...!» Pelé trazaba con la manos los movimientos de Iniesta mientras hablaba con pasión, en una conversación en Madrid, sobre el futbolista que más le colmaba de España y en el que decía, por momentos, observarse. A muchos de sus compatriotas les sucedió lo mismo durante el primer tiempo de la campeona del mundo contra Uruguay, el último dominador de la Copa América y tercero en Sudáfrica. El centrocampista fue la ejemplificación de una identidad, el príncipe de «o jogo a imitar». 

De esa forma se expresaba el Diario de Pernambuco en el día después, aunque en Brasil continúen apresados a un tópico que significa todo lo contrario: la furia. A los españoles más pacientes los llaman «furiosos». Nunca lo escogeríamos para definir a Iniesta, ciertamente, que después de su excepcional acto, en un primer tiempo comparable a los grandes partidos de la selección, ante Rusia en la Eurocopa de 2008, en la semifinal del Mundial contra Alemania, en 2010, o en la final de Kiev frente a los italianos, el pasado año, hablaba como un niño sentado frente a su Colacao. Apenas se refirió a sí mismo, a pesar de ser declarado MVP, y tan sólo dijo que «el partido ha sido muy bueno. En la primera parte hemos movido el balón de lado a lado y hemos encontrado a gente por dentro, pero la humedad y el calor nos han pasado factura después». 

El desgaste puede llevar a Vicente del Bosque a realizar cambios ante Tahití, el próximo jueves, por tratarse de la selección más débil del torneo y dada su voluntad de que jueguen todos los convocados, si es posible. En el debut, de momento, consiguió resolver algunas de las dudas con las que llegó la selección. La primera, la de la portería, al decidirse por Casillas en una medida en la que la jerarquía y la estabilidad se impuso a la punta de forma. Además, la posición de Busquets como único pivote ofreció estabilidad y permitió un centrocampista más, Cesc, clave en combinación con el goleador Soldado. Buenas sensaciones y conclusiones camino de Maracaná, aunque no todavía de la final. Neymar dice que sueña con un desenlace contra España, más brasileña que la propia Brasil.
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Jorge Lorenzo vuelve a ganar


Los títulos requieren de respuestas grandiosas, contundentes. Que hagan variar las tendencias y trasladen las dudas al rival. Se sentía pletórico Dani Pedrosa con sus dos victorias, seguramente algo inesperadas, en Jerez y Le Mans. Con su Honda superior, alargando la estela del año pasado. Era el momento de contestar y Jorge Lorenzo lo ha hecho al modo campeón. Elevando la ambición y acogiéndose a eso que él denomina «martillo» y que no es otra cosa que la concentración y la perfección llevadas al extremo, desde la salida hasta la meta. Lo hizo en Mugello y lo repitió ayer en Montmeló –circuito del que empieza a adueñarse, con tres victorias en los últimos cuatro años– para quedarse a un suspiro (siete puntos) del liderato. 

Posee lecturas caprichosas esta victoria. Dice el pasado que el que se llevó el Gran Premio de Cataluña resultó finalmente campeón del mundo. Así ocurrió en los cuatro precedentes. Tal vez estaba en la mente del balear, que corrigió su error de la clasificación del sábado –rompió el embrague y nada pudo hacer ante la estratosférica vuelta rápida de Dani Pedrosa– con una salida extraordinaria, la «clave» de la carrera, otra vez, como en Italia hace 15 días. 

No le hizo falta esta vez el riesgo en la primera curva, pues ya llegó a ella en cabeza, tras rodar en paralelo a Dani –en una preciosa estampa–, pese a que partió desde la tercera posición. Y de ahí hasta el final, soportando el intenso calor, sin ni tan siquiera un error. Impecable. La mente, lo sabe Jorge: «la experiencia y el nivel mental que he alcanzado me ayuda a ganar carreras como ésta». Compensa lo demás. 

Aguantando la presión de tener a Pedrosa detrás, muy cerca al principio, a rueda hasta más de la mitad de la carrera. Templando nervios al comprobar las caídas a su alrededor, Álvaro Bautista («está actuando como un loco y un estúpido», le acusó Rossi, al que no se llevó por delante de milagro), Cal Crutchlow, Nicky Hayden, todos en la misma curva, casi seguidos, desahuciados por los errores y por los neumáticos. Y el pellizco final para dar un poco más, para estirar la cuerda cuando todo ya va al límite. Tirón a falta de siete vueltas para rematar el monólogo, sin respuesta ya por las Honda, condenadas a pugnar entre ellas por las migajas. Y victoria de nuevo, la número 26 en MotoGP. «Igual nos falta algo [en la moto], pero lo estoy compensando siendo muy constante y concentrado. Espero piezas nuevas y mejorar alguna décima», reflexionaba el de Yamaha, siempre insatisfecho en sus propuestas. 

Con idéntica montura, lejos Valentino Rossi –ayer cuarto, condenado por su mala salida, por su mala clasificación del sábado–, amagando el rookie Marc Márquez, la batalla cada vez más clara por el título entre Lorenzo y Pedrosa. Infinito mano a mano de dos trayectorias vitales predestinadas a encontrarse. Eterna lucha, como el año pasado, como casi siempre desde que ambos asomaron la cabeza en el Mundial. Ocurrió 24 veces que uno quedó primero y el otro segundo, y es tan maniática la estadística, tan pareja, que cada uno ganó la mitad de esas carreras. 

A Jorge le pesa el tercer puesto de Jerez, pero sobre todo el séptimo del lluvioso Le Mans, su gran patinazo de los últimos tiempos, «demasiados puntos» perdidos, porque «lo importante es la regularidad», la misma con la que conquistó el pasado año su segundo título mundial en la categoría reina. Pero le apetece el porvenir, en unos días en Assen, para continuar la tendencia. «Es mi circuito favorito, he ganado muchas veces allí», recuerda y demanda, no demasiado, sólo «frío», que será «una ventaja» para su Yamaha que padece cuando sube el termómetro, aunque ayer en Montmeló no lo pareciera. 
El fin de semana, casi perfecto para el balear, le dejó sin embargo un pequeño problema al que restó importancia. Se trata del desgaste de motores, pues ha descorchado ya cuatro de los cinco motores con lo que se puede correr una temporada sin ser penalizado.
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España golea a Holanda


Sabían ambos equipos que la semifinal estaba en el bolsillo, y que el único botín era evitar a los italianos. España y Holanda revolucionaron sus alineaciones en el repleto estadio de Petah Tikva. Con siete cambios, Lopetegui combinó la necesidad de dar descanso a algunos de los suyos y la obligación de acabar líderes de grupo. Pot, el técnico holandés, salió con once caras nuevas. La ausencia de su estrella, Wijnaldum, y de su esqueleto defensivo, facilitaron aún más las cosas para la gran favorita. 

Lopetegui mantuvo a De Gea, a Martínez en la defensa y al dúo dinámico: Thiago e Isco. Excepto el Madrid y el Barcelona, todos los equipos de la Liga darían el oro que no tienen para tener a estos dos pequeños en la zona de creación. Ante un equipo suplente, España dominó hasta que una de sus numerosas combinaciones fue mal rechazada por la defensa naranja. La pelota llegó a Sarabia, que levantó la cabeza y dejó solo a Morata. Tras apenas empujarla se convirtió, con tres dianas, en el máximo goleador del torneo. Y una de sus sensaciones. 

Cuatro minutos después llegó la réplica de Van der Hoorn, pero de Gea respondió con reflejos. Los mismos que tuvo Isco para aprovecharse de una asistencia de Muniain y marcar su primer gol en el Euro. Es el premio a, posiblemente, el futbolista más determinante de una selección donde casi sobran los tipos con esa condición. En la reanudación, el control siguió siendo español aunque Holanda tuvo claras oportunidades. Mala puntería, de Gea y dos travesaños garantizaron que España llegue a semifinales sin encajar un gol en tres partidos. Ante una defensa adelantada, España también tuvo sus ocasiones, aunque no remató hasta el descuento. El sábado (17.30 horas) espera Noruega. Ante el ordenado sistema de Tor Ole Skullerud, Isco y compañía no tendrán la misma libertad de movimientos que ayer. Al otro lado del partido, la final.
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Ferrer asume su derrota


«Es curioso, ¿verdad? He perdido la final, pero mañana yo seré cuarto del mundo y él sólo quinto», se consolaba ayer David Ferrer (Jávea, 1982) después de claudicar en Roland Garros ante Rafael Nadal. «Rafael no tuvo fallos, fue mejor y más regular que yo», reconocía. «Claro que la pista húmeda no permitía un juego fuerte. Y eso contra Nadal es un handicap porque, para ganarle en tierra batida, hay que jugar con mucha agresividad. Pero si el suelo es lento, la hazaña resulta más difícil, porque él tiene más potencia que yo». 

No parecía decepcionado Ferrer tras su derrota en dos horas y 16 minutos ante el ya ocho veces campeón del Torneo de los Mosqueteros. Era su primera final en un Grand Slam y eso es ya de por sí un premio. De hecho, ni siquiera se puso especialmente tenso. «He pasado más nervios en Copa Davis», apuntaba. 
¿Se imaginaba el partido así?, le preguntaron en la rueda de prensa posterior al encuentro. «¡Desde luego que no esperaba gente coreando consignas ni un tipo semidesnudo saltando al campo con una bengala! Han ocurrido cosas raras, pero eso no ha llegado a desconcentrarnos, aunque Rafa estaba un poco asustado», bromeó el levantino. 

La víspera, David había fijado sus ambiciones en «hacer un final digna». El domingo, tras encajar un 6-3, 6-2 y 6-3 en la pista Philippe Chatrier, no se hacía mala sangre. «El partido ha sido más disputado de lo que refleja el resultado», señalaba. «Luego la lluvia no han puesto las cosas fáciles. Lo he intentado y ha habido momentos buenos. Pero Rafa ha sido superior. Tiene la mejor mentalidad y un físico prodigioso. Puede jugar dos días antes cinco sets contra Djokovic y hoy [por ayer] ganar una final como si nada». 

«Ferrer tiene un saque más flojo que Serena Williams», se había atrevido a decir de él María Sharapova cuando, tras perder su trono parisino, le pidieron que hiciera un pronóstico sobre la final individual masculina. «¿Cómo podría triunfar Ferrer donde Djokovic ha fracasado?», se preguntaba al respecto el sábado L’Équipe. Efectivamente, el saldo de partidos disputados entre ambos (19-4 a favor del manacorí) no daba pie a la esperanza. Además, David había caído en los dos últimos esta temporada y encajando dos descorazonadores 6-0 en Roma y Madrid. Y aún así, no se amedrentó. 

Pero Roland Garros es ya historia pasada para este tenista humilde y esforzado que, a principios del año, dijo que sería difícil mejorar su temporada de 2012, y aún así sigue progresando. A los 31 años el reciente campeón de Auckland y Buenos Aires todavía aspira a más y parece que Francia se le da bien últimamente, tras haberse impuesto en el último París Open y hacer ayer un digno papel ante su compañero de Copa Davis, junto al cual ha ganado ya tres ensaladeras. 

Con esa tenacidad que le alababa durante la retransmisión la televisión gala, su próximo reto será llegar a semifinales en Winbledon, donde en 2012 cayó en cuartos ante Murray y que es el único de los cuatro grandes en el cual no ha logrado ser más que cuartofinalista.
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Anna Tarrés tendrá que ser indemnizada con casi 400.000 euros


El presupuesto de la Federación Española de Natación para este 2013, aprobada en abril la reducción motivada por el descenso de los apoyos del CSD (Consejo Superior de Deportes) es de 7,2 millones de euros. Pues más de un 5% de ese dinero deberá ir ahora a las manos de Anna Tarrés, la ex seleccionadora nacional de sincronizada, después de que ayer un juez le diera la razón en una demanda por despido improcedente contra la Federación. 

El Juzgado de lo social número 2 de Tarrasa ha condenado a la Federación que preside Fernando Carpena a indemnizar a Tarrés con 383.300 euros por lo siguiente: «Apreciando la imposibilidad legal de readmisión [el puesto de Tarrés la ocupa ahora Esther Jaumà] condeno a la Real Federación Española de Natación a abonar a la actora en concepto de indemnización por despido la suma de 383.300,19 euros». La segunda batalla judicial entre Tarrés y Carpena la ha ganado la ex seleccionadora. 

La primera, una demanda de Tarrés atendida por el mismo juzgado en la modalidad de tutela de derechos fundamentales, fue desatentida, y la indemnización que la entrenadora reclamaba entonces (359.000 euros) no fue atendida. Esta sentencia, sin embargo, declara «nulo» el despido, justificado por la Federación por «la transgresión de la buena fe contractual y abuso de confianza», al acusar a Tarrés de estar detrás de los contratos de representación que habían firmado sus nadadoras con un tercero. 

«No está acreditado que la actora fuera la promotora de dichos contratos de representación, sin perjuicio de que se pudieran tener sospechas, que si más evidencias sólo quedan en eso», dice la sentencia, contra la que cabe recurso. 


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Marc Márquez habla tras su caída


Siempre hay una primera vez, también para la desgracia. Todo fueron malas señales para Márquez desde que aterrizó en Mugello. Desde la mañana del viernes, cuando se dio un primer revolcón por el pasto. Una maldición. Al rato, la espeluznante caída a más de 300 km/h, la que le dejó maltrecho. El sábado, antes de la pole, otro batacazo. Y, para rematar, cuando se encaminaba hacia su enésimo milagro, a una segunda plaza que repasando lo anterior hubiera sido una gesta, de nuevo al suelo. 

«No sé muy bien por qué me he caído, porque se me han ido las dos ruedas a la vez y no la he podido salvar. Ha sido un error, no hay que buscar excusas», se explicaba, recuperada ya la calma, intentando rescatar lo poco bueno del fin de semana. «No tenemos que olvidar que es mi primer año en esta categoría y estoy aquí para ir aprendiendo», decía. 

Cuatro caídas, varias lesiones y el primer cero del año, que también supone el primer revés para el trío de españoles: Pedrosa, Lorenzo y el propio Márquez habían terminado hasta ahora todas las carreras. Se golpeaba el casco con rabia, la impotencia de dejar de competir. Porque Marc había resistido al dolor, se había acoplado a rueda de Pedrosa –«siempre me sigue», lanzaba cual dardo su compañero–, resistiendo.

 «Pensaba que me encontraría mejor [físicamente] y sabía que sería difícil por el estado del hombro», confesaba. Por eso le vino bien cuando Dani bajó el ritmo y se descolgó del frenesí de Lorenzo: «yo también estaba flojeando, ya que tenía molestias en la pierna derecha, sentía calambres en los cambios de dirección». 
Pese a todo, un último esfuerzo para volver a pasar a su compañero –ya van unos cuantos adelantamientos–, para encaminarse al segundo puesto del cajón, para acercarse al liderato. Hubiera sido su quinto podio en cinco carreras. Pero llegó el error: «a lo mejor me he relajado».
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Mou se va porque necesita irse a otro club


Bajo la espesa bruma del adiós de Mourinho palpitaban más historias ayer en la intensa tarde del Bernabéu. Rascando apenas salían emociones diferentes, tan sentidas también como las del portugués, limpias algunas, manchadas de rencor otras, muchas preñadas de nostalgia. Fin de ciclo para el entrenador y algunos jugadores, de mudanza ya. Gonzalo Higuaín puso verbo a su cantada salida del Real Madrid. Como Mourinho, el argentino se marcha cansado del club blanco. «Me voy del Real Madrid. Son siete años aquí y la decisión está tomada con tranquilidad, no es una calentura. No hay enfado, necesito irme a otro club y listo. Aquí nunca me regalaron nada, siempre he tenido que pelear a morir. Vine por 12 millones y me venderán por más», anunció. 

El Pipa entró a trompicones en el invierno de 2006 de la mano de Fernando Gago, ambos jóvenes y con mucho que demostrar. El delantero tuvo que pelear con rabia para ganarse el pan cada año. A golpe de riñón fue acumulando goles (ayer hizo el 100 en la Liga) y etiquetas, algunas buenas y otras no tanto. Una de las positivas fue su perfil salvador, con goles milagrosos en remontadas alocadas, con el Madrid buscando títulos de Liga imposibles. Reventó Chamartín con un 4-3 extremo al Espanyol en el camino al título de 2006. Y también cantó el alirón de 2007 gracias a un zapatazo en El Sadar. Pero tras los arreones, siempre le acompañó la sombra del fallo, a pesar de los 121 tantos en siete años. 

Ya el pasado verano estuvo a punto de abandonar el club, pero escuchó las peticiones de su entrenador y de los compañeros, fanáticos del ritmo que siempre puso en el vestuario, el más bromista. Mourinho le convenció para seguir en el particular duelo con Benzema. Sin embargo, este año Higuaín dijo basta. La noche contra el Borussia firmó su final en el Madrid. Una de sus ocasiones desperdiciadas en el inicio del encuentro quedó grabada en la memoria de la afición, que desde entonces le ha dedicado silbidos. Otro fallo ante Courtois en al prórroga de la final de Copa le sentenció definitivamente. Entendió que era el momento del cambio, con la Juventus esperando. 

Ayer arrastró su pesadumbre sin disimulo y abandonó el césped en el último lugar, esperando una merecida ovación que el Bernabéu no recordó dedicarle. Tampoco hubo un gesto para Essien o Carvalho, también de despedida porque Mourinho acaparaba toda la atención. Uno de sus más fieles soldados, Álvaro Arbeloa, levantó la voz. En las redes sociales fue de los pocos de la plantilla –junto Callejón o la mujer de Diego López– en dejar un mensaje de agradecimiento al cuerpo técnico. Después fue crítico con su propio vestuario: «Muchos nos preocupábamos de que no nos pusieran mal en la prensa, de tener una buena imagen. Quizá a este vestuario le falte madurez en ciertos momentos», 

«Creo que Mourinho se ha partido la cara por este club y se la han partido también por este club. Ha sido un entrenador que ha pensado siempre antes en el Real Madrid que en él mismo. Muchas veces eso le ha perjudicado a su imagen y no sé si alguien en este club, incluidos jugadores, podemos decir lo mismo. Empezando por mí, miro primero por mí, quiero que me vayan bien las cosas a mí y luego al club. Como yo, igual mucha gente», reconoció. «Es una pena que no se puedan conseguir más títulos. Se hace raro que quizá con la mejor plantilla que ha tenido, haya sido el sitio donde menos cosas ha ganado», lamentó.
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Florentino puede ser reelegido por cuarta vez


Hoy a las doce de la noche acaba el plazo para presentar candidaturas a la presidencia del Real Madrid. Hasta el momento, sólo un sobre ha llegado al Bernabéu. Lo ha depositado Florentino Pérez, con su aval de 80 millones de euros y su carné de socio con una antigüedad de más de 20 años. Si nadie levanta la mano con prisas –misión casi imposible hoy con la banca cerrada–, el constructor madrileño quedará como el único aspirante al cargo. Se abrirán entonces 48 horas de receso para la presentación de alegaciones. Si no las hay –tampoco se esperan–, el martes el nuevo dirigente será coronado. La cita, en el palco del Bernabéu, territorio en los últimos años de Florentino Pérez, presidente a reelegir. 

Arrancará así su cuarta legislatura tras nueve años y medio al frente del club blanco, interrumpidos de 2006 a 2009 por decisión propia. Como hace cuatro junios, de nuevo será nombrado presidente sin competencia alguna, disuadidos los enemigos entre las estrictas condiciones que marcan los estatutos y el buen cartel de Florentino entre los socios madridistas. No habrá elecciones, pero en su candidatura dan por hecho que la mayoría sería suya. Las encuestas que manejan lo señalan, convencidos los teóricos votantes del modelo de gestión de Pérez, la fórmula de éxito económico que lleva aplicando desde que en 2000 llegó al club. 

Los títulos deportivos perdidos duelen al mandatario –con menos éxitos en este ciclo de José Mourinho de los esperados–, pero las cifras de tesorería destacan la salud de la entidad. Los números le rebosan de los bolsillos a Florentino, con más de 500 millones de euros de ingresos al año, un estadio que produce comercialmente 160 millones cada temporada y un escudo valorado en 2.531 millones de euros, el más cotizado en todo el deporte profesional planetario, según estimaciones de la revista Forbes. «Somos el club más valioso del mundo. Y lo hemos logrado en una época de crisis», recordó orgulloso ayer. Florentino sueña con un estadio renovado, una Ciudad Deportiva finalizada y un parque temático que sirva de fuente de financiación y homenaje al equipo. 

Pérez desbancará en la próxima temporada a Ramón Mendoza como el tercer presidente más longevo en la historia del Madrid, sólo con Pedro Parages (1916-1926) y Santiago Bernabéu (1943-1978) ya por delante. Su libreto vuelve a ser el del músculo contable, imprescindible para seguir competiendo, según volvió a repetir ayer en la presentación oficial de la candidatura. «Queremos un Real Madrid más fuerte que nunca y de sus socios. Queremos más porque los madridistas somos inconformistas hasta cuando ganamos. Queremos un Real Madrid abierto al mundo, moderno e innovador. No existe lo imposible. Juntos lo conseguiremos. Todos ganamos», dijo con un discurso firme, anclado a sus sólidas bases financieras. La emoción la dejó para el arranque, con música épica de fondo y jugadas de Zidane y Cristiano como telón del acto. 

A pesar de la ausencia de un rival que luche por la presidencia, Florentino, un hombre clásico, quiso cumplir con el protocolo habitual de estos procesos y descorchar en público su candidatura. En el Palace se rodeó de su junta directiva –sin novedades–, y prometió rigor, ilusión y resultados para el ciclo que inaugurará esta próxima semana. Deportivamente no cantó fichajes de portada, pero sí defendió el trabajo de Mourinho y también mencionó el sueño de la Décima Copa de Europa como grial a perseguir. ¿Nuevos jugadores?, ¿Ancelotti?, ¿Zidane?... El francés sólo apareció en la revista de promoción entregada en la puerta del Palace. Suelta la corbata, con una sonrisa, elegante junto a su presidente. De foto los dos.
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