Italia será el rival de España.



Italia, una tetracampeona del mundo con una cualidad que daría para un tratado de psicología colectiva: alcanzar el éxito desde la adversidad. En el deporte, en el fútbol, produce un efecto mágico sobre el que la Nazionale ha construido parte de su historia, al menos dos títulos mundiales, en 1982 y 2006, salpicada por la corrupción, por el Totonero y el Moggigate, respectivamente. Ese cóctel arroja campeones y ese cóctel se reproduce en esta Eurocopa. España, por tanto, no se enfrentará en la final, el domingo en Kiev, únicamente a un equipo experto. Se enfrentará a una circunstancia. 

El triunfo frente a Alemania (2-1), en Varsovia, fue como el conseguido por hombres ante niños, cargados de todas las buenas intenciones posibles, pero sin la capacidad de adaptarse al escenario. Esta Alemania a la que España ha dejado en el arcén en su trayecto hasta la gloria está tierna, es débil, y en esta Eurocopa pierde un turno que probablemente no se le vuelva a presentar a una excelente generación. Para Joachim Löw, en su tercer gran campeonato, quizás haya llegado el momento de un gran club. Tiene maneras y tiene conocimientos, pero le acompaña el estigma de los perdedores. Mal asunto. 

Italia tuvo la iniciativa y el control de forma nada previsible, sostenida en su plan por los goles de Balotelli, con toda la contundencia que hasta ahora no había tenido. En el segundo tanto, añadió al gol el exhibicionismo. En el caso del futbolista del Manchester City es imposible separarlos: o se le pone o se le sienta. Alemania, en realidad, no entendió lo que sucedía. Quizás pensó demasiado en España, su bestia, cuando aún debía hacerlo en Italia. 


Ahora corresponde hacerlo a los españoles, y el primer partido del torneo es sólo una hoja de ruta. Una final es otra cosa. Alemania tenía un historial negro en sus enfrentamientos contra Italia en los grandes torneos. Lo había dicho el propio Löw. Toda la fortaleza mental del pasado, de la generación de Beckenbauer a la que pretende superar esta España, quién lo diría, no le corresponde a Schweinsteiger, Özil o Mario Gómez. Llegan como pocos, pierden como la mayoría. Italia tiene futbolistas que se adaptan mejor a esas situaciones. Para empezar, Buffon o Pirlo, miembros de la última gran generación, pero también De Rossi, Cassano o hasta Motta. Cuando España empató en el primer partido (1-1), las críticas llovieron sobre la selección, porque se infravaloró al rival desde el desconocimiento. 

Dirigida por Cesare Prandelli, es una Italia diferente, con intenciones más ofensivas. Ante España, situó a un mediocentro como De Rossi entre sus centrales y disputó la posesión a los españoles. Se adelantó en el marcador y acabó cercada por esos finales que destapan la verdadera alma de España, dueña entonces de los espacios. Si aparecen, el triplete que nadie ha conseguido estará más cerca. Si no, será un duelo de nervios, un duelo mental, para el que esta España que ya no recuerda a Tassotti, también está preparada. 
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España es grande!! pasamos a finales.



Saltos, lágrimas y emoción. Otra vez a la final, otra vez a rozar la copa, la tercera será. Y lo hicieron los chicos de la selección tras un partido durísimo, donde tuvieron que resistir el poderío físico portugués, que soló cedió en la prórroga. Y ahí, los cambios, la experiencia y el hambre española que no cesa permitieron que el equipo apretara al final, llegara con rabia a los últimos minutos, con los lusos ya de rodillas. No hubo gol, pero casi.


 No pasaba nada, ahí estaban los penaltis, ahí estaba Iker Casillas y el resto, cómo no. Por ejemplo, Cesc, otra vez el héroe en la tanda decisiva desde los 11 metros. El  no dudó y, como hace cuatro años en la Eurocopa de Austria y Suiza, clasificó a España. Entonces fue Italia. Ahora Portugal y el pie, el mismo, el derecho del mediapunta catalán. Gol y a la final. Por detrás, abrazos y besos, muchos a Casillas, otra vez también protagonista, con paradón a Moutinho. El tiro de Bruno Alves no lo detuvo, pero lo guió con la vista hacia la madera. Piqué le agarraba del pelo y Llorente, despojado del chandal, vestido de jugador aunque todavía no haya debutado, apretujaba contra su enorme pecho al portero, que cuando pitó el minuto 120 puso cara de ahora me toca a mí. 


«Aparentaba tranquilidad, pero siempre digo que los penaltis son una lotería. No hemos empezado bien, pero luego he tenido la intuición en el primer penalti», dijo el capitán, algo sorprendido por no haber tenido que medirse a Cristiano Ronaldo, que se quedó sin lanzar. 


El jefe del vestuario, Vicente del Bosque, suspiró aliviado con el gol de Cesc y mientras su gente explotaba de alegría, él se dirigió despacio y decidido al banquillo rival, en búsqueda del seleccionador portugués. Abrazó y consoló a Paulo Bento. «Estamos contentos, nuestros jugadores han hecho un esfuerzo extraordinario después de haber competido 90 minutos. En la prórroga estuvimos mejor, un pelín mejor. Ellos no han tenido tantas oportunidades y sólo alguna amenaza de Ronaldo», comentó el entrenador. 


«No ha sido un gran partido, pero siempre lo tuvimos controlado. Este grupo de jugadores es fantástico y están demostrando su generosidad», ensalzó Del Bosque, que valoró la semifinal de los suyos. «Podemos discutir que no hayamos jugado muy bien, pero defensivamente tenemos un gran comportamiento. Los mediocentros, la alegría de Jesús Navas y Pedro, que aportan mucho al equipo también estuvieron bien», resumió Del Bosque, orgulloso a la hora de explicar lo que sintió el banquillo al ver la genialidad de Ramos cuando golpeó el balón: «Sergio no se ha acobardado».


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Esta noche España vs Portugal.



El que más juegue, el que más goles marque, el que menos ira sienta, el que menos odie y se concentre en su objetivo, logrará la victoria. España se enfrenta a Portugal en un duelo por la final de la Eurocopa cargado de segundas lecturas por la capacidad de Cristiano Ronaldo para llenar el escenario, para desatar todas las pasiones en una. El objetivo colectivo de Portugal es también su fin personal, en un obsesivo pulso por convertirse en el mejor jugador del mundo, por desbancar a Messi, y es difícil encontrar mejor oportunidad que la de enfrentarse a gran parte de su contexto y a la campeona del mundo. 

El duelo, pues, tienen un foco, una foto fija para empezar, y a partir de ahí un desarrollo indescifrable, en el que España buscará el control, la posesión, que son su mejor forma de defenderse, y Portugal intentará llegar al gol con sus jugadas espisódicas, con los espamos que provoque este Hércules de la pelota. Es un choque de estilos, sin duda, entre una España de alta circulación de balón y una selección diseñada al contraataque por Paulo Bento, entrenador de nueva generación que tiene entre sus modelos a Mourinho, Capello y Lippi. No hace falta explicar lo que busca, aunque ayer insistiera en que pelearán por la pelota. A partir de ahí, asociar los estilos a Barcelona y Madrid no hace más que contaminar el duelo, a la selección. Juega España, toda, contra Portugal, que es más que Cristiano. 


En España han hablado mucho de la estrella lusa, de las experiencias compartidas por Arbeloa, Sergio Ramos o Xabi Alonso. Tiene los mejores números a nivel individual, con 30 remates y tres goles en cuatro partidos. Es casi la mitad de lo que han disparado su propia selección (71) y España (72) en conjunto. Vicente del Bosque dijo en Donetsk, donde esta noche se disputa el encuentro, que el modelo a seguir es el partido de octavos del Mundial de Sudáfrica, en el que España eliminó a Portugal (1-0) y Cristiano apenas tocó la pelota. Pero aquel adversario dirigido por Carlos Queiroz era distinto al actual, que ocupa todo el campo en su despliegue, con Nani por la derecha, Cristiano por la izquierda y un delantero en el centro, probablemente el tanque Almeida. En Portugal se señala al colegiado designado, el turco Cuneyt Cakir, por las alianzas de Ángel Villar, pero Bento no tomó la senda. Inteligente. 


La selección española intentará desconectar a Cristiano, que no reciba, anticiparse en el caso de los defensas, con ayudas permanentes de los centrales y los mediocentros, en este caso a Arbeloa, que lo conoce muy bien. Pero Del Bosque, poco partidario de condicionar una alineación estable, con Cesc un paso por delante de Torres, sabe que Portugal tiene más armas. Conoce la peligrosidad de Nani y admite el nivel de un centro del campo muy dinámico, con Meireles y Moutinho, para decir que hay equilibrio y que Portugal se encuentra al nivel de España. Es mucho decir, porque jamás ha sido campeona de Europa y no ha pasado de semifinales en un Mundial. España, en cambio, se enfrenta al reto de ser la primera que enlaza tres grandes torneos, si Cristiano no desata su ira, o quizás si la desata.
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La selección quiere dedicarle el posible triunfo a Miki Roqué.



Tras la tragedia, queda el tiempo para la consternación, el luto, el recuerdo, el consuelo... El universo del fútbol sigue amalgamado en torno al dolor por la pérdida de Miki Roqué, con una vida de apenas 23 años segada por el cáncer. Las muestras de reconocimiento y cariño hacia el ex jugador del Betis se extendieron ayer, hasta conformar algo parecido a un homenaje universal. Como epítome, la selección española, aspirante a un título que ya merecía una dedicatoria luctuosa, en la figura de Manolo Preciado. En caso de triunfo final en Ucrania se prolongaría, así, una tradición de raro maridaje: gloria y pérdida. En la celebración de la Euro'08 se honró a Antonio Puerta. En el Mundial de Sudáfrica, a Dani Jarque. 

«En estos momentos, sólo tengo un pensamiento: hacer todo lo posible para poder dedicarte este triunfo por el que estamos luchando aquí». Así culminaba una carta expuesta a través de la web de la Federación Sergio Busquets, excompañero de Roqué en los escalafones inferiores del Lleida y uno de los más afectados por la muerte del defensa del Betis. 


Tal objetivo se convirtió en plural con sus compañeros de selección. «Si había muchas razones para ganar esta Eurocopa, la pérdida de dos personas del fútbol español como Manolo Preciado y Miki Roqué nos dará un extra de rabia interna para lograrlo», decía en rueda de prensa Cesc Fábregas, que recordaba cómo su compañero en el Barcelona Carles Puyol «siempre hablaba cosas maravillosas de Miki, que era una persona fantástica». 


La referencia no es gratuita. Puyol, uno de los grandes ausentes de La Roja (por lesión), era un íntimo de Roqué. Al punto de que corrió con la mayor parte de la financiación de su tratamiento, al que también colaboró la clínica Dexeus con un «precio de saldo». Ambas contribuciones fueron especialmente agradecidas por el Betis. 


La selección guardó ayer un minuto de silencio durante el entrenamiento en Gniewino. Por su lado, la Federación solicitó a la UEFA que le permita portar brazaletes negros en la semifinal de mañana contra Portugal.
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Fernando como siempre,de sobresaliente.



La última vez que lloró en público Fernando Alonso fue de dolor deportivo, porque le habían arrebatado de forma cruel su tercer título de campeón del mundo por culpa de un fallo absurdo de su equipo. En aquella bochornosa noche de Abu Dhabi se vino abajo por el esfuerzo y la pena. Ayer volvieron las lágrimas y la voz cortada, pero de gozo. Se rompió de emoción el piloto español por la radio de su equipo, ante las gradas de sus seguidores y después ante los periodistas por la alegría de haber protagonizado una victoria inolvidable, fantástica, la mejor de su vida. 

Lloró al darse cuenta de lo conseguido, de la forma en que lo había hecho y del entorno donde firmó la hazaña, ante miles de aficionados a los que dedicó el triunfo. Se acordó de su gente, de la delicada situación del país y del empuje que, a su manera, dan los deportistas españoles en estos momentos, como él o como los chicos de la selección. Habló de orgullo, pero no con el matiz de patriotismo de foto, sino como ejemplo de esfuerzo cuando las cosas vienen mal dadas, cuando todo parece perdido, cuando lo fácil es acomodarse en la depresión, por ejemplo en esa undécima plaza desde la que partía en el puerto mediterráneo. Él aprovechó la oportunidad, puso su habitual dosis de tenacidad y la fortuna, muy generosa, le abrazó con fuerza. Todo le salió de cine. 


Se bajó del coche como los moteros y entregó una bandera de España a las tribunas, enloquecidas por la remontada de la estrella, el motivo por el que la mayoría estaba allí. El ídolo de rostro duro, siempre en guardia, se desnudó por el esfuerzo y el alivio, más sensible de lo que parece, más crío que lo que dice su estatus. Un talento al volante y una bestia competitiva que está sacando de las tinieblas a toda una escudería como Ferrari, que fichaba a un piloto campeón y ha encontrado a un líder global que pretende cerrar el 2012 con el campeonato del mundo.


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España 4 Francia 0



Eurocopa-Mundial-Eurocopa, capicúa de semifinales para España, el equipo de nunca jamás. Campeona continental y planetaria, semifinalista ahora en la defensa de su título de hace cuatro años, una racha de éxitos encadenados; una racha abierta tras la primera victoria de la historia sobre Francia; una racha que examinará el próximo miércoles Portugal, o Cristiano Ronaldo, si se prefiere. 


Xabi Alonso-bostezos-Xabi Alonso, capicúa de un partido alejado de lujos, salvo en lo relativo al centrocampista del Madrid, que marcó en dos artes impropias. Primero de cabeza, como colofón y despedida de un inicio prometedor, en la línea de las mejores versiones de La Roja. Y luego certificó su doblete -el tercero de su carrera- de penalti, cuando el duelo descontaba sus últimos segundos, tras decenas de minutos anodinos. 


Un tiempo largo para debates sobre el modelo de una España que volvió a presentarse sin un delantero centro. En ese espacio apareció Cesc. Ayudó a prolongar el juego de toque, pero la selección escaseó en profundidad. Un dato como resumen: La Roja disparó sólo cinco veces a puerta -según la UEFA-, incluido el penalti, que llegó después de un derribo sobre Pedro, es decir, tras la recomposición del esquema. 


Del Bosque hizo el cambio de cada día: Torres por Cesc, al contrario de los dos partidos anteriores e igual que en el choque inaugural. Y el técnico apostó por primera vez por Pedro, la novedad en una jornada que tiene carga histórica, aunque España lo disfrace de trámite

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Portugal en semifinales con méritos de Cristiano.



Tras ese peinado de niño repipi de Cristiano aparece un hombre en guerra y obsesionado por alcanzar la cima del fútbol. Sin tiempo que perder. Sin error alguno que perdonar, ya sea suyo, ya sea de algún compañero al que se le ocurra pasarle mal el balón. Gritos y modales discutibles. Liderazgo y toneladas de fútbol. Todo en uno. Origen y final de esa selección de Portugal que ayer se incrustó en las semifinales de la Eurocopa ocho años después merced al tercer gol en el torneo del madridista. En el horizonte, España o Francia. La República Checa, condenada antes de comenzar la noche por la ausencia de Rosicky y lastrada por un Milan Baros que lleva años camino del cementerio de elefantes, apenas pudo dar réplica. 

Ronaldo, orgulloso y totémico, arrastró con su ira futbolística a un equipo al que no le importa que su suerte dependa única y exclusivamente de su capitán, que finiquitó el entuerto a 10 minutos de la conclusión. Una fenomenal jugada de Moutinho permitió a Cristiano alzarse majestuosamente ante un impotente Gebre Selassie. Picó el balón con la testa y superó por fin la oposición de un Cech que cerró la noche buscando el gol del milagro en los saques de esquina. 

De las botas de Cristiano también nacieron, cómo no, las dos grandes ocasiones del combinado de Paulo Bento en un primer acto anodino y en el que el miedo al vacío agarrotó a dos equipos que intentaban sobrevivir a partir del error ajeno. Una combinación entre madridistas, en este caso de Pepe con Ronaldo, concluyó con una chilena de éste último que no encontró portería. Mucho más cerca se quedó del gol el chico de Madeira gracias a un gran pase de un exultante Meireles, jugador que intentó gobernar en inferioridad el centro del campo ante la escasa influencia en el amanecer de Veloso y Moutinho.


 Después de acomodar la asistencia con el pecho, Ronaldo se dio la vuelta en el interior del área para ver cómo su disparo se estrellaba en el palo por vez primera en la noche. 
Cristiano, el futbolista que más dispara a puerta de toda la Eurocopa, volvería a toparse con la madera después de un lanzamiento de falta ante el que Cech no pudo más que respirar aliviado. 

La República Checa comenzaba a desfondarse después de un buen inicio que no encontró continuidad con el paso de los minutos. Porque el grupo de Michal Bilak, pese a que Jiracek y sobre todo Pilar siempre opositaron a la insurrección, echaron demasiado en falta la presencia intimidatoria del lesionado Rosicky entre líneas. El futbolista que había ocupado su puesto en el 11, Darida, no levantó la voz ya acabó en el banco. 


Quién iba a decir que la lesión de Hélder Postiga a un suspiro del cierre del primer tiempo y el ingreso de Hugo Almeida acabaría de animar a los portugueses a echarse al monte. El tanque luso abrió el segundo tiempo con un cabezazo que se marchó a un palmo del travesaño. La ocasión no hizo más que inaugurar una serie de intentonas portuguesas que acabaron por morir en las manoplas de Petr Cech, completamente recuperado de su publicitado error en la primera fase. El meta del Chelsea, clave en la conquista de la primera Liga de Campeones del club de Roman Abramovich, logró sacarle sendos goles a Nani y Moutinho. Aunque sus reflejos ya no le alcanzarían para evitar el ultimo arreón de un Cristiano con el Balón de Oro entre ceja y ceja y que se sabe en el camino que lleva a la gloria. La particular y la colectiv
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Nadal será el próximo abanderado.



La norma del Comité Olímpico Español (COE) dice que el abanderado español en los Juegos será «el deportista clasificado con mejor palmarés olímpico de la delegación». Pero en la ceremonia de inauguración en Londres, el próximo 27 de julio, no se cumplirá. La razón para que Iker Martínez y Xabier Fernández (oro en Atenas y plata en Pekín) no sean los elegidos -David Cal, un oro y tres platas, no puede ser ya que la norma también dice que no se puede repetir- no está muy clara. O sí. Simplemente Rafael Nadal (oro en Pekín), sobran los argumentos. «El deportista más importante del mundo», según Alejandro Blanco, que lo anunció ayer por la mañana tras la reunión de la junta de federaciones olímpicas, que aprobó por unanimidad la designación del tenista. 
Aunque se ha producido un claro incumplimiento de la regla que impulsó el propio presidente del COE en su día (pretendía eliminar privilegios como los que se quisieron imponer en favor de Arantxa Sánchez Vicario para los Juegos de Atenas), no se puede hablar de polémica. Simplemente porque hasta los perjudicados aceptaron, con más o menos buena cara, la elección de Nadal. «Hubo una discusión [ni siquiera se llegó a la votación] para ver si se aplicaba o no el reglamento, o se hacía una lectura con conceptos nuevos pensando en el bien común de España», aclaraba en conversación con este periódico Gerardo Pombo, presidente de la Federación Española de Vela. «En estos momentos, el país necesita gestos como el de Iker y Xabi, que se han ganado ser los abanderados, pero han cedido por el bien del país», concluía. Los regatistas ya habían anunciado que «no se enfadarían» si finalmente no portaban la bandera.
«Estaba Saúl [Craviotto], estaba Samuel [Sánchez], y la pareja del 49er, Iker y Xabi, pero creo que ha sido un ejercicio muy positivo para el presente y el futuro del deporte español porque han sido los propios presidentes de las federaciones los que han determinado con sus razonamientos, pensando por encima de todo en el beneficio español, pensando en la persona que mejor nos puede representar tenía que ser Nadal», aseguró Blanco sobre un beneficio que seguro tiene mucho que ver con la candidatura de Madrid 2020. «Si a los valores de Rafa se le añade que acabas de ganar Roland Garros por séptima vez, si en los Juegos de Pekín eres el deportista más asediado, el ídolo para todos los deportistas...», añadió. 
Nadal, por su parte, agradeció el nombramiento precisamente desde Wimbledon, donde ya se encuentra para preparar el tercer Grand Slam de la temporada. «Creo que llevar la bandera será uno de los momentos más emotivos que vaya a tener en toda mi carrera y creo que es el reconocimiento a la trayectoria de muchos años y lo único que puedo decir es gracias». 
Hay que resaltar que no es el primer gesto de Iker y Xabi, enrolados actualmente en la Volvo Ocean Race. Ya en su día renunciaron a la beca ADO de 60.000 euros que les correspondía. «Aunque sienten que lo merecían, lo han aceptado como lo que son, deportistas», apuntaba Pombo, quien ya había conversado con Iker, que se encuentra en Lorient (Francia) aprovechando el descanso en la vuelta al mundo para entrenar con su embarcación olímpica. Sin embargo, sí que existía un resquicio por el que los regatistas podían haber sido excluidos de la puja por el abanderado: no lograron la clasificación para Londres, a la que la norma hace clara referencia. La plaza de un barco 49er la obtuvieron los hermanos Alonso (Federico y Arturo) en el Mundial de Perth el año pasado. Pero la Federación les eligió por un «criterio técnico». 
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A Francia le gustaría ser española.



La Francia que quiere ser española se medirá a su espejo en Donetsk, el sábado, en cuartos. Una selección absolutamente renovada de la mano de Laurent Blanc, ex jugador del Barcelona, y liderada en un soberbio ataque por Benzema y Ribéry. A su potencial ofensivo opone inmadurez, una falta de fiabilidad que se puso de manifiesto en la inesperada derrota, ayer, contra la eliminada Suecia (2-0). Inglaterra, en cambio, aprovechó el regreso del sancionado Rooney para imponerse a Ucrania (1-0), el segundo anfitrión fuera de la Eurocopa, y liderar su grupo. Le espera Italia. 

Vicente del Bosque dijo en Gniewino que prefería equipos que se cerraran, a pesar de las dificultades para encontrar espacios, que rivales que hicieran largo el campo. Pues Francia, al menos esta Francia, la que también tendremos en la fase clasificación para el próximo Mundial, se acerca más a los segundos. Un conjunto que agrede con sus mejores argumentos: Benzema, Ribéry y Nasri. 


Es una Francia diferente a aquella que eliminó al embrión de la campeona del mundo cuatro años antes de serlo, en Alemania. Entonces la lideraban un futbolista colosal, Zidane, y un extravagante entrenador, Raymond Domènech. España la volverá a encontrar de forma muy diferente a entonces, desde el pedestal, pero con su descreimiento de siempre. El equipo de Del Bosque ha sido el mejor según todas las estadísticas, pero continúa envuelto por un pesimismo que rechaza con rotundidad el seleccionador: «No valoramos lo que tenem
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David Nalbandian multado por la ATP con 10.000 euros.

La ATP ha multado a David Nalbandian con 10.000 euros por aquella famosa patada que dio al cartel y que con tan mala fortuna fue a parar a la pierna del juez de línea durante la final de Queens causándole una herida leve

.No les ha parecido suficiente con haberlo descalificado del torneo y darle así la victoria a su rival Marin Cilic sino que también deberá pagar esa multa por incumplir el reglamento "los jugadores no podrán, en ningún momento, abusar físicamente de cualquier funcionario, oponente, espectador u otra persona en el recinto de la sede del torneo".


Nalbandian ha declarado tras el desafortunado incidente que  se siente «apenado y arrepentido por la patada que involuntariamente lastimó al juez de línea» y que «nunca» tuvo intención de golpearlo.


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Triplete histórico.



El clima fue propicio y los ánimos estaban al rojo vivo. Los pilotos españoles llevaban dos días tomándole como nunca las curvas a Silverstone y ayer se desquitaron en seco y con un triplete histórico: Lorenzo en MotoGP, Espargaró en Moto2 y Viñales en Moto3, con Pedrosa, Márquez y Salom en el podio. 

A falta de lluvia corrió el champán, con Jorge Lorenzo corriendo por el circuito envuelto en una bandera española y dando un salto épico en el podio mientras su eterno rival, el australiano Casey Stoner, se calaba la gorra con resignación. «Ha sido una carrera muy delicada, con una salida muy difícil», explicó en la línea de meta el piloto de Yamaha, en simbiosis total con su moto para celebrar su renovación hasta el 2014 y su triple victoria consecutiva en un gran premio. «Posiblemente ha sido la carrera más difícil del año, pero ha sido increíble». 


Lorenzo, acosado por Honda durante los preparativos de Silverstone, tomó la decisión final consultándolo con el «corazón». Ayer devolvió con creces la confianza a Yamaha, a la que agracedió su gran esfuerzo por «retenerle» ante una de las decisiones más críticas de su carrera. Con la renovación en el bolsillo, el balear salió ayer con una confianza «extra», aunque en mala posición. Bastante tuvo con contemplar desde atrás cómo su compañero de equipo, el norteamericano Ben Spies, se hacía con el control de la carrera en las cuatro primeras vueltas. Stoner aguantó pacientemente a su rueda y aprovechó un descuido a la salida de una curva para tomar la delantera. 

Fue entonces cuando Lorenzo entró en calor, rebasando primero a Álvaro Bautista -el español mejor posicionado hasta el momento, autor de la pole-, relegando después a su colega Spies y plantándose segundo al cabo de seis vueltas. Sin prisa excesiva, pero con la convicción que caracteriza sus famosas remontadas, el mallorquín se colocó en paralelo con Stoner en el ecuador de la carrera, esperando tan sólo el momento propicio. 


El adelantamiento se consumó a falta de nueve vueltas. A partir de ahí, Lorenzo fue sumando décimas y confirmando su condición de líder indiscutible de la clasificación de MotoGP, con 25 puntos de ventaja sobre el australiano tras el triunfo en solitario de ayer. El verdadero pulso sobre la línea de meta fue el que libraron por detrás de él Dani Pedrosa y el propio Casey Stoner, que a punto estuvo de ceder el segundo puesto al español tras otra espectacular galopada. 

«Me perdí la carrera del año pasado, y esta vez he luchado con una especial ilusión», reconoció Pedrosa, tercero en el podio. «Necesitamos dar un paso adelante y solucionar los problemas de rebote que tenemos, porque ahora mismo Jorge [Lorenzo] es demasiado fuerte para las Honda», concluyó. Bautista, cuarto en liza (el mejor puesto del talaverano en la máxima categoría), puso el broche dorado a una jornada descaradamente española en Silverstone, uno de los circuitos más propicios a la agilidad de los pilotos nacionales, que lograron el 14ª triplete de la historia. 



En Moto2, el dominio fue de Pol Espargaró. A falta de 10 vueltas dio un tirón definitivo hacia el triunfo por delante de Redding y Márquez, que libraron uno de los duelos más trepidantes de los que ayer se vieron en Silverstone. El español cedió al final la segunda plaza, pero el tercer puesto de ayer fue suficiente para encararmarse al número uno de la clasificación. 
La tercera campanada española la dio Maverick Viñales, que venía con «grandes expectactivas» tras su victoria en Montmeló y confirmó su gran momento en un circuito «que me gusta y al que me adapto muy bien».


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4-0 a Irlanda.



La campeona se siente completa y presenta credenciales. No tiene a Villa, pero tiene un nueve. Mejor dos, uno de verdad y uno de mentira, para jugar al engaño, para cambiar el registro, como Vicente del Bosque ha hecho en los dos primeros partidos de la Eurocopa. Son Torres y Cesc, uno reencontrado con sus dos tantos frente a Irlanda; otro persistente con un gol que sonó como un martillazo en Gdansk. El eco fue el de su reivindicación. A su alrededor, los centrocampistas, como un ejército de hormigas que llegan por todas partes, ubicuos. Lo decíamos, quizás España no esté completa, pero se siente de tal forma. 


El 4-0 a Irlanda es la mayor goleada de la Eurocopa hasta ahora, pero es un resultado a tratar con mesura, porque el rival no es sólo el más débil del grupo, seguramente también del torneo. Vicente del Bosque tenía el objetivo de ganar y superar la diferencia (3-1) de los croatas frente al equipo de Giovanni Trapattoni. Después del empate entre Italia, que pagó su tentación por la especulación, y los balcánicos (1-1), España es primera y conservaría ese puesto de privilegio si gana o empata a dos goles contra el equipo de Slaven Bilic en la última jornada, el lunes de nuevo en Gdansk. Con cuatro jugadores aprecibidos (Xabi Alonso, Jordi Alba, Arbeloa, Torres y Javi Martínez), Del Bosque piensa ya en Croacia y en los cuartos. 


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España va por Irlanda.



Hace apenas una semana que la selección española está en Polonia. Pero más que siete días, parece que haya pasado un año. El histerismo que ha dominado la concentración de Gniewino, propiciado por una decisión táctica discutible de Vicente del Bosque y un empate frente a una selección cuatro veces campeona del Mundo como Italia, ha evidenciado que el peor enemigo de La Roja, más que sus rivales deportivos, sigue siendo ella misma y un entorno abocado irremediablemente al cainismo. 


Ya ocurrió algo similar hace dos años cuando a España se le ocurrió perder el partido inaugural de un Mundial que acabaría conquistando por primera vez en su historia. Como entonces, al combinado nacional no le quedará otra que redimir sus presuntos pecados con un triunfo frente a Irlanda, el rival a priori más débil del grupo. Sólo así podrá amainar una tormenta en la que, además de las recurrentes batallas del torrismo, ha aparecido como gran núcleo de conflicto la figura del falso 9. Y eso que quien ocupó el puesto contra Italia el pasado domingo, Cesc Fàbregas, fue quien marcó el gol del empate final. 

Del Bosque, parapetado tras una sonrisa que intentaba mostrar cierta sensación de paz consigo mismo, se defendió ayer con parsimonia durante su comparecencia de prensa en el Arena de Gdansk: «No tengo enemigos. Y si los tengo, no los conozco. Sé cómo se desarrollan estos acontecimientos y se trata sólo de debates futbolísticos. La única diferencia es que soy yo quien toma las decisiones. El resto, son sólo opiniones». 

El salmantino rechazó cuantas veces pudo las preguntas que referían al once que jugará contra Irlanda. Giovanni Trapattoni, seleccionador de los Boys in Green, aseguró estar convencido de la titularidad de Fernando Torres. Pero Del Bosque apenas se limitó a explicar la razón de ser del delantero mentiroso: «Contra Italia, utilizamos a Fàbregas de falso 9 porque queríamos tapar a Rossi y Pirlo en la salida del balón». Argumento que quizá ya no tendría tanto sentido ante Irlanda, cuyos centrales se limitarán a desplazar el balón lo más lejos posible del área en busca de las carreras en las orillas de McGeady y Robbie Keane. 

Las combinaciones en España parecen múltiples, por lo que también cabe la posibilidad de que ingresen en el equipo titular futbolistas con una capacidad especial para agitar partidos graníticos. Navas o Pedro podrían asumir dicha función desde una de las orillas. Aunque para ello necesitarían la figura del delantero centro, ya fuera Torres, Negredo o Llorente, el futbolista que mejor va de cabeza de todos.




Irlanda, una de las selecciones con menos recursos del torneo y cuyo jugador de referencia, Robbie Keane, es ya sólo un futbolista de momentos, tiene un único plan para sobrevivir. El eterno catenaccio del legendario Trapattoni, técnico con 39 años de carrera en los banquillos que ha conseguido la proeza de que la selección del trébol haya vuelto a una Eurocopa 24 años después..
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Le roban el reloj a Rafa Nadal mientras duerme.



Los ladrones ya no respetan ni a los ídolos del deporte. A Rafael Nadal le robaron ayer en su hotel parisino un reloj valorado en más de 300.000 euros, de la marca Richard Mille, que el tenista luce por contrato desde 2010 en todos sus partidos. El siete veces campeón de Roland Garros se percató durante la mañana de ayer que el modelo RM 027 Tourbillon, diseñado especialmente para él por la marca suiza, había desaparecido de su habitación en el Meliá Royal Alma, hotel boutique de la cadena española situado en el 8ème arrondissement, no muy lejos de las instalaciones tenísticas del Bois de Boulogne, donde suele alojarse con toda su familia cuando acude a la capital gala a disputar el torneo de los mosqueteros. 


Según el diario Le Parisien, el ganador de 11 títulos de Grand Slam dejó el reloj de pulsera en su mesilla de noche el lunes alrededor de las 21.30 horas, y al despertarse el martes, hacia las 10.30, descubrió que había desaparecido. Ni la puerta ni las ventanas de la habitación, a la que tenían acceso sus padres y su pareja, Xisca Perelló, habían sido forzadas, ha señalado la emisora Europe 1. Mientras que el jugador abandonó ayer París rumbo a Halle (Alemania), donde disputará el Gerry Weber Open, sus representantes formalizaron la oportuna denuncia en comisaría. La Policía Judicial francesa ya ha empezado a investigar. 

El RM 027 Tourbillon de Richard Mille es un modelo de muñeca de apariencia discreta, de color negro, fabricado en carbono, que el tenista manacorense luce en todos sus partidos desde que llegó hace dos años a un acuerdo de patrocinio con este exclusivo relojero de Les Breuleux (Suiza). Según el experto en relojería de lujo Grégory Pons, editor de la revista Business Montres et Joaillerie, se trata de una pieza muy especial, que posee «un movimiento mecánico ultra-complicado hecho de titanio y litio, que pesa menos de 20 gramos -sin la correa- y es quizá el reloj más ligero del mundo». Nadal sirve al fabricante como embajador y también como cobaya, puesto que Richard Mille puede probar así que sus creaciones son las más resistentes que existen ya que funcionen a la perfección a pesar de resistir los golpes del rey de la tierra batida. 


Los rivales de Nadal como Roger Federer, Novak Djokovic o Andy Murray juegan siempre sin reloj, pero eso no quiere decir que no mantengan acuerdos publicitarios con otras grandes firmas del sector relojero. Cuando suben al podio a recoger un trofeo y hacerse la foto reglamentaria, el suizo luce un Rolex, el serbio un Audemars Piguet y el británico un Rado. «En Roland Garros los relojes tienen mucha importancia, ya que uno de los patrocinadores del torneo es Longines, que aporta todos los cronómetros oficiales», apunta Pons. Además del acuerdo con Mille, el campeón balear ha participado en el proyecto del utilitario Kia ProCee'd Rafa Nadal, cuyos beneficios íntegros van destinados a la Fundación Rafa Nadal.
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Rafa Nadal ha ganado su séptimo Roland Garros.



Ya más sereno, con las piernas colgando sobre el banco del campeón, en el centro de la Philippe Chatrier, en el centro de la tierra, Rafael Nadal era un joven unido a una Copa. La sostenía entre sus brazos, la mostraba, ofrecía a los fotógrafos su mejor perfil, la sonrisa franca, el rostro diáfano, minutos antes poblado de lágrimas. Revisaba los nombres ilustres impresos a fuego en la base del trofeo. Ninguno tantas veces reiterado como el suyo. Siete veces Nadal. Atrás quedó Bjorn Borg, el hexacampeón, ausente en un día que de algún modo también le pertenecía, aunque sólo fuera para entregar el testigo. Fue Mats Wilander, también sueco, tres veces triunfador aquí en los 80, quien la depositó en manos del zurdo, ya con 11 grandes en la solapa, tantos como Laver, como Borg, otra vez la referencia. 


Seguían aún todos en su rincón. Alborozo elevado al cubo el vivido poco después de la consumación de la proeza, demorada por los azares del clima, al borde de una tercera postergación por la lluvia, obstinada, que quiso hacer de las suyas cuando Nadal se aprestaba a tomar la cima. Una piña coral antes de estrechar entusiasmos con Toni, su tío, su entrenador, seguramente mucho más que eso en la formación humana y profesional del muchacho. Mejillas acuosas también las de éste, el elegido en la efusión primera, a la que siguieron, una a una, las plasmaciones carnales de la plenitud espiritual. Sus padres, su hermana, su novia, los distintos integrantes de su equipo, hasta alcanzar a Pau Gasol, el colofón, dos tipos de oro fundido. 



«He hablado fatal, pero me han entendido», admite Nadal en la conferencia de prensa. Hace sus pinitos en aún muy precario francés, pero el público no termina de reconocer sus méritos. Fue Djokovic quien gozó de los mayores apoyos. Parecía rendido con dos sets abajo y 2-0 por detrás en el cuarto, antes de la segunda y definitiva interrupción del domingo, pero verse yaciente le insufló un grado extremo de valentía, al que contribuyó el plomo adherido a la pelota como consecuencia de la lluvia bajo la que se disputó el tercer parcial. «Fue duro el domingo. Llevaba jugando este partido desde el viernes por la tarde y hoy [por ayer] no me sentí listo para afrontarlo hasta tres minutos antes de salir a la pista. Estaba más nervioso de lo habitual. Estuve nervioso, ansioso toda la noche», explica. Recuerda que vio los minutos finales del partido de España frente a Italia y un ratito del Telediario, que no quiso leer nada sobre el juego. «Eso sí, me dormí a las 12, más pronto que otras veces, viendo un capítulo de Son Goku [Bola de Dragón], mis dibujos favoritos. Ya lo había visto dos o tres veces, pero me ayudó a conciliar el sueño». 


Trance delicado tener casi la victoria en la mano y aguardar a una prórroga inesperada. Vuelven a su cabeza las tres finales perdidas consecutivamente contra el mismo adversario en los últimos tres majors, la ascendencia que tomó el serbio sobre él en su arrasador 2011. «Ni estaba tan lejos el año pasado, ni ahora me siento superior a él», sentencia, guiado por la mesura. 



Él conoce mejor que nadie hasta dónde ha estrechado las distancias, pero hay circunstancias reveladoras de cómo Nole empieza a sentir nuevamente sobre sí su poderoso vaho. Al igual que en la reciente final de Roma, como sucediera anteriormente en dos juegos de esta cita en París, Djokovic entregó el último juego del partido con una doble falta. «Circunstancial», valora elegantemente Nadal. Tal vez no tanto, nos atrevemos a matizar. Montecarlo, la final en el Foro Itálico, incluso el formidable combate de Melbourne, en el que llevó al balcánico hasta límites extremos, han redecorado el paisaje del tenis, por mucho que el serbio aún conserve su estatus, fortalecido al haber superado las semifinales de 2011 en París. Djokovic se arrogó motivos para sentirse poseedor de una hegemonía que nadie podía discutir.


 Con Federer en un lento ocaso y Murray todavía descabalgado de la santísima trinidad tenística, el español quedó como su único oponente directo. Nunca capituló Nadal. Ni en la peor de las derrotas. Nunca depuso las armas. Sacó provecho anímico de un palo tan contundente como el de Melbourne, donde mandaba 4-2 y 30-15 en el quinto antes de caer en cinco horas y 53 minutos. 


«Mi cuerpo se adapta bien a esta superficie, mis movimientos y golpes son bastante naturales aquí. Es una superficie que exige correr, sufrir, pensar tácticamente. No se gana aquí siete años jugando muy bien, porque eso nunca sucede. La parte mental es especial», refiere a la hora de explicar su dominio. «Es el mejor de la historia en esta superficie y uno de los mejores de siempre en este juego», admite Djokovic, citados los dos ya en verde para el torneo de Halle, primero, y después Wimbledon. Ayer, bajo la responsabilidad de volver a tomar el dominio del partido, Nadal tardó poco en romper su saque de salida, en desmentir sus indicios de heroísmo tras los ocho juegos que encadenó el serbio en el atardecer dominical. Quería la Séptima. Y la quería ya. Esta vez ni la lluvia iba a ser capaz de detenerle. 


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