miércoles, 12 de diciembre de 2012

El libro de Sergio Ramos



Parecían muchas, pero faltaron. No había suficientes sillas ayer a mediodía en el palco de honor del Bernabéu para dar acomodo a tanto público. Los ramistas abarrotaron la presentación del libro del defensa sevillano. «Estoy emocionado al ver a tanta gente», dijo, antes de romper a llorar cuando agradeció a su familia. Sobre todo a su madre, Paqui, orgullosa y sonriente. Pocas predicciones de Florentino Pérez sobre un fichaje se han cumplido con tanta exactitud como la que hizo cuando firmó a Sergio Ramos, aquel niño de 19 años y melena rubia por el que pagó 27 millones de euros en la última noche de agosto de 2005. 

«Será capitán del Madrid y hará historia», repetía desde el principio el empresario sobre uno de sus chicos favoritos, más allá de los antiguos galácticos. Ayer, el presidente blanco abrió el acto de presentación de Sergio Ramos. Corazón, carácter y pasión, escrito por Enrique Ortego, periodista del diario Marca. «No es fácil llegar hasta aquí ni vestir la camiseta de nuestro club y jugar en este estadio. Llegó a esta casa cuando tenía sólo 19 años y soñaba con hacer historia en el mejor club del mundo. Jugó su primer partido en el Santiago Bernabéu para sorpresa de todos con la naturalidad propia del que ha jugado aquí toda la vida», le dedicó Florentino, líder de la familia blanca que acompañó al futbolista sevillano. 

José Mourinho, alérgico a este tipo de eventos, se quedó en Valdebebas. Sí estuvieron en segunda fila, soltando guiños y bromas al protagonista, Casillas, Morata, Özil, Khedira, Pepe y Cristiano Ronaldo, sin tiempo de tomarse un vino ninguno de ellos, raudos tras los abrazos al compañero, todos con un ejemplar en las manos. El delantero portugués miraba interesado la portada del libro, que se abre con un prólogo de Paolo Maldini, mítico lateral milanista y uno de los referentes del Sergio Ramos infantil. 

El central vivió con intensidad su oficiosa coronación en el universo madridista. Junto a su familia, le arroparon amigos como el cantaor José Mercé o ex futbolistas como Pablo Alfaro. Balón, flamenco, toros, familia, tatuajes... Las mil pieles de un deportista muy especial, con la Copa del Mundo dibujada en la pantorrilla, un balón volando todavía por el ciberespacio y un penalti a lo Panenka bordado en la leyenda de la mejor selección de todos los tiempos. «De Camas a La Castellana. Y te quedan todavía por escribir las mejores páginas de tu carrera», le dedicó Florentino Pérez, entregado a uno de sus capitanes. 


En primera persona reconoce en su libro que las fotografías que colgaban en las paredes de su habitación no eran de Zidane ni de Hierro, ni siquiera de ídolos de Nervión. A quien veía cada mañana era a Rivaldo y Bebeto, estrellas brasileñas del Deportivo, club de afición ultra hermanada con el sevillismo. Del fondo norte del Pizjuán salió hacia el Madrid. «Fue un traspaso en toda regla», asegura, para explicar cómo Jose María del Nido, presidente de su equipo de origen, le dijo que un «canterano no ganaría dinero» en el Sevilla. Tras rechazarle un contrato vitalicio, «con el mismo sueldo que el extranjero que más cobrara», según cuenta en la biografía, aceptó el viaje que le proponía Florentino. 

«A pesar de su juventud se ha convertido en uno de los símbolos del madridismo y del fútbol español. Gracias por ser uno de los nuestros, por ejercer el símbolo del madridismo», cerró el mandatario blanco, antes de que Ramos le devolviera las flores. «Gracias a Florentino por traerme al Real Madrid, espero que siga muchos años más en la presidencia y que yo esté a su lado. Ojalá pueda retirarme en este club».

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