lunes, 20 de febrero de 2012

El Real Madrid gana la Copa del Rey.

Triunfos como el de ayer son los que impulsan proyectos, los que otorgan la estabilidad que la derrota destruye. El Real Madrid, que no ganaba un título desde la Liga de 2007, que no levantaba una Copa del Rey desde 1993 cuando Romay levantó el trofeo en La Coruña, lo consiguió donde menos se esperaba, en un Sant Jordi hostil y ante un Barça que parecía inaccesible. 



Mantuvo su primacía histórica en el torneo, amenazada por este equipo voraz de Xavi Pascual que le había igualado a 22 Copas tras las dos últimas finales. Y lo hizo con un partido para el recuerdo, preciosa exhibición, perfecta y espectacular, con un estilo que ya es marca propia, el del baloncesto ofensivo, sin especular, contra corriente, que ha defendido hasta en los momentos más difíciles Pablo Laso. 

Se notaba que había rabia acumulada. Aquí mismo, en el Sant Jordi, hace unos meses, habían salido estos chicos humillados de la última Final Four, a la que también regresaban tras mucho tiempo. Reveses por costumbre, también en las pasadas semifinales de Liga o recientemente en la Euroliga. 



La celebración -en la que estuvo presente Florentino Pérez- fue toda una liberación, con Sergio Llull a la cabeza, tipo de raza que llevó, junto a los puntos decisivos de Carroll, la iniciativa de una victoria de principio a fin, de una exhibición de 91 puntos ante la mejor defensa de Europa. 

Del vestuario salían gritos de alegría, la venganza de un grupo que se rebeló ante la lógica. «Siempre hemos confiado en nuestras posibilidades», contaba Felipe Reyes, el capitán que levantó la Copa, aunque no fuera de manos del Rey, ausente, por primera vez en mucho tiempo, de su torneo. 


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