A Francia le gustaría ser española.
La Francia que quiere ser española se medirá a su espejo en Donetsk, el sábado, en cuartos. Una selección absolutamente renovada de la mano de Laurent Blanc, ex jugador del Barcelona, y liderada en un soberbio ataque por Benzema y Ribéry. A su potencial ofensivo opone inmadurez, una falta de fiabilidad que se puso de manifiesto en la inesperada derrota, ayer, contra la eliminada Suecia (2-0). Inglaterra, en cambio, aprovechó el regreso del sancionado Rooney para imponerse a Ucrania (1-0), el segundo anfitrión fuera de la Eurocopa, y liderar su grupo. Le espera Italia.
Vicente del Bosque dijo en Gniewino que prefería equipos que se cerraran, a pesar de las dificultades para encontrar espacios, que rivales que hicieran largo el campo. Pues Francia, al menos esta Francia, la que también tendremos en la fase clasificación para el próximo Mundial, se acerca más a los segundos. Un conjunto que agrede con sus mejores argumentos: Benzema, Ribéry y Nasri.
Es una Francia diferente a aquella que eliminó al embrión de la campeona del mundo cuatro años antes de serlo, en Alemania. Entonces la lideraban un futbolista colosal, Zidane, y un extravagante entrenador, Raymond Domènech. España la volverá a encontrar de forma muy diferente a entonces, desde el pedestal, pero con su descreimiento de siempre. El equipo de Del Bosque ha sido el mejor según todas las estadísticas, pero continúa envuelto por un pesimismo que rechaza con rotundidad el seleccionador: «No valoramos lo que tenem
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