Ilusión por España.

El último amistoso de la cuestionable preparación del equipo nacional terminó con un triste 1-0 (el gol fue de Silva) a favor del equipo de Del Bosque. Ni la China de Camacho ni el calor sevillano se parecen a la Italia de Prandelli o a la primavera polaca. Los futbolistas apenas llevarán tres días juntos antes de viajar, mañana por la tarde, a la concentración donde van a estar, si todo va bien, las próximas cuatro semanas.
Faltan Puyol y Villa, ahí es nada, pero todo comienza a lucir en las botas menudas de un jugador diferente, que para beneficio de Del Bosque y de la hinchada parece haber llegado al momento importante en el estado idóneo. Se intuyó eso en la final de la Copa del Rey, pero ayer se pudo confirmar. Iniesta es la gran esperanza para una España prudente y con el mismo número de cautelas que de esperanzas. El manchego cambió ayer la cara del equipo. Le dio ese toque, preciso y veloz, seña de identidad del colectivo. Resolvió, después de 21 disparos a puerta, el encuentro con una jugada maravillosa donde terminó dándole un balón maravilloso a Silva, otra de las buenas noticias que han de llevar a España al principio del objetivo: Italia.
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