domingo, 20 de enero de 2013

Lance Armstrong no pudo contener las lágrimas



Lance Armstrong no logró contener las lágrimas al hablar de su primogénito en el segundo capítulo de su confesión. Pero su encuentro con Oprah Winfrey apenas aportó detalles nuevos sobre su régimen de dopaje o sobre los cómplices que le ayudaron a perpetuarlo para llegar a ser el líder del ciclismo mundial. 
Ahora todos aquí se preguntan por los motivos por los que concedió la entrevista y por los próximos pasos que el tejano dará en los meses venideros para apuntalar su redención. El propio Armstrong admitió el viernes que le gustaría competir en un maratón antes de cumplir 50 años y retomar sus apariciones esporádicas en los triatlones en los que solía participar hasta su suspensión. 

Algunos analistas perciben en su interés el síndrome de abstinencia habitual en cualquier deportista de elite. Otros desconfían de las intenciones del ciclista de Austin y presentan su inquietud como un intento cínico de atenuar su ostracismo y recobrar parte de los ingresos que le arrebató la huida de patrocinadores como Nike. El responsable de la firma deportiva insinuó hace unos días que no descartaba volver a firmar un acuerdo con Armstrong. Pero por ahora se antoja improbable cualquier acercamiento hacia un deportista al que la sanción ha transformado en un villano que no ayudaría a la marca y mancharía su reputación. 

Armstrong no podrá volver a competir en eventos federados si la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA) no le revoca la suspensión permanente que le impuso en otoño del año pasado. Un extremo que, según su responsable, Travis Tygart, sólo ocurrirá si el tejano aporta detalles sobre sus compinches y sobre la cultura de dopaje que imperaba en sus años en el pelotón. 

Varios medios estadounidenses decían esta semana que Tygart le había avanzado a Armstrong que su suspensión en ningún caso bajaría de ocho años. Un detalle que podría explicar el empeño del ciclista por negar que se hubiera dopado en su retorno al Tour en el año 2009. El tejano sólo admite haber consumido sustancias probadas hasta hace ocho años. Pero su testimonio contradice las conclusiones de la USADA, que asegura que sus pruebas sanguíneas apuntan a que se dopó también en aquel Tour en el que Alberto Contador y Andy Schleck le relegaron a una decepcionante tercera posición. 

A Armstrong le interesa también mantener cierta distancia con su mentor financiero, Thomas Weisel, que podría intentar recobrar el dinero invertido en el equipo US Postal o confiarle detalles escabrosos sobre su conducta a los sabuesos del Gobierno federal. 

El tejano tiene pendiente una demanda civil que aspira a recobrar los 30 millones de dólares que el servicio postal de Estados Unidos invirtió en el patrocinio del equipo y que podría reducir su fortuna de forma sustancial. No es el único requerimiento que aguarda al ciclista de Austin, quien deberá responder ante la aseguradora que abonó sus primas y prepararse para la cólera judicial de aquellos a los que humilló. Armstrong se mostró dispuesto a declarar bajo juramento si los responsables de la Unión Ciclista Internacional (UCI) deciden que se establezca una comisión general de la verdad. Pero ese extremo requeriría apuntar contra otros corredores y contra sus responsables Hein Verbruggen y Pat McQuaid. ¿Aceptarán ellos abrir esa comisión?

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