jueves, 19 de septiembre de 2013

Diego López y Casiilas se acercan



Conscientes de la inmensa lupa que les enfoca, los dos en Estambul cuidaron con delicadeza los gestos. Iker Casillas se retiraba hundido por el maldito golpe de Ramos, en el primer balón que tocaba, y sólo levantó la cabeza para aguantar unas décimas de segundo y desear suerte a Diego López, que atorado por las prisas (los guantes, las botas, el cuarto árbitro...) tardó un instante en ver que su compañero le intentaba acariciar. Los dos se fundieron en un rápido pero intenso abrazo. Iker se marchó dolorido, aunque ayer pasó pruebas médicas para descartar lesiones graves. Es una contusión que no le impedirá estar bajo los palos en la próxima cita de la Champions. 

Al finalizar el encuentro del martes, después de la goleada y un puñado de intervenciones soberbias, Diego López aprovechó los micrófonos para lanzar un mensaje claro, con fondo, en el peculiar duelo donde anda metido. «Estoy jodido por la lesión de un compañero», dijo, obligado a no bajar la guardia ante las cámaras ni siquiera tras el esfuerzo de 90 minutos. Los detalles sabe que cuentan tanto ahora mismo como su buen trabajo sobre el césped. 

En el abrazo del Ali Sami Yen había también una carga íntima de significado que sólo ambos manejan, tras meses de complicada relación personal. Sin tener nada el uno contra el otro, la situación de competencia extrema, con tanto fanatismo a favor y en contra de cada uno, les hizo distanciarse. Se cruzaban las palabras justas fuera de los ejercicios en los entrenamientos. Desde la pretemporada, aseguran en el vestuario que ha habido un notable acercamiento. Han naturalizado su relación y la tensión ha bajado. Los dos han puesto de su parte, siendo Diego el que ha tomado la iniciativa por respeto a la figura del capitán. La alternancia propuesta por Carlo Ancelotti ha ayudado también a suavizar la atmósfera, para alivio del grupo. 

Fuera del campo, Diego López lleva meses gestionando el desgaste del debate nacional creado en torno a la portería blanca. Llegó en enero ilusionadísimo al Madrid, sin imaginar el carrusel que le esperaba. Tras los primeros vaivenes, optó por aislarse mediáticamente, sin leer prensa deportiva, ni escuchar debates radiofónicos y saltándose los bloques deportivos de los telediarios. El discreto gallego se vio, de repente, en el centro de una guerra mediática y casi civil en las redes sociales, con enfrentamiento de seguidores madridistas de ambos guardametas. 

El choque llegó a la grada del Bernabéu, con el escándalo organizado en el homenaje a Raúl. Diego López estaba acostumbrado a preparar su físico a conciencia, pero le tocó también protegerse psicológicamente. 
Este verano se refugió en sus dos pueblos gallegos, el de su mujer y el suyo, sin olvidar dos horas diarias de gimnasio. En Valdebebas, sólo colocan a Cristiano Ronaldo por delante de él en las horas de pesas y en el cuidado de la dieta. Fuerte de músculo y recio de espíritu, su papel en la portería no se resiente. Al contrario, parece mejorar cada día.

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