martes, 3 de septiembre de 2013

Özil vendido por 50 millones


En el pasado mes de junio, el padre de Mesut Özil llamó a la puerta del Bernabéu para pedir una mejora de contrato para su chico. Creía que merecía saltar, al menos, al segundo escalón de salarios de la plantilla, el de los 6,5 millones limpios por año que ganan Iker Casillas y Sergio Ramos. El alemán estaba en cinco. En el club miraron la exigencia con sorpresa, sin motivos aparentes atendiendo al irregular rendimiento del mediapunta, un genio algo disperso. Siempre gustó su trato del balón, pero la discontinuidad matizaba muchísimo tanto talento. En cuatro años, sus lucidas pinceladas llegaban casi siempre acompañadas de rachas de sequía, medio enfurruñado, sin chispa. 

José Mourinho se afanó en conseguir la mejor versión del 10, pero su exigencia tampoco lograba el objetivo. Tras cuatro temporadas como jugador blanco, es difícil encontrar un partido importante redondo, inolvidable. En el baúl de los buenos recuerdos brillan sus noches en el Camp Nou, campo donde se deslizaba con gracia, inolvidable la asistencia a Cristiano Ronaldo para marcar el 1-2 que sentenció la Liga de los récords. En el otro extremo asoman sus fallos ante la portería contra el Borussia o el Atlético (final de Copa), de gravísimas consecuencias para el equipo. Más escondido, pero también muy dañino, queda un lanzamiento al larguero a puerta vacía en Getafe, hace un año, minutos antes de que el Madrid empezara a desangrarse prematuramente en la última Liga. 

No estaba para golear, pero de un 10 puro siempre se espera mayor eficacia. Özil, además, no tenía hasta ahora competencia en la plantilla, dueño del tarro de las esencias al borde del área, pero ni con la titularidad garantizada –más allá de algún castigo puntual de Mourinho– completó una temporada redonda. Falto de puntería (10 tantos el pasado curso, su mejor registro) y de físico, sí se convirtió en el mejor asistente, con una media de 20 pases de gol por campaña. Sin embargo, el alemán de origen turco se ha rendido muy pronto esta temporada. Sus deseos de ganar más dinero y de jugar más minutos le hicieron variar radicalmente el discurso en apenas unos días. Si el pasado miércoles declamaba sus intenciones de triunfar en el Madrid, poco después cogía el teléfono al Arsenal. En Londres le daban galones y los siete millones de euros que reclamaba. 

Apuntada la oferta, Carlo Ancelotti fue informado. El italiano dio el ok a la operación, encantado con el juego de Isco y con la respuesta de Di María. El argentino ha reaccionado con rabia a la competencia, mientras Özil ha evitado la pelea. Ante el Athletic, para no estropear la negociación, ni siquiera le hicieron calentar en la banda. Su padre también ha apretado por la salida de un jugador al que le ha costado integrarse en Madrid, demasiado recluido en su amistad con Sami Khedira. Ninguno de los dos, tres años después de llegar a España, son capaces de expresarse en castellano, detalle importante que en el Madrid miraban con desagrado desde hace tiempo. 

Al límite del cierre de mercado, casi en la medianoche de ayer, se firmó el adiós de Özil al Arsenal. Una operación muy jugosa en lo económico (comprado por 14 y vendido por 50 millones) pero que genera debate en lo deportivo, por la indudable calidad que atesora en sus botas. En la presentación de Bale, se escucharon algunos gritos de los aficionados a favor del internacional alemán. Sí continúa Khedira, a pesar de que llegaron buenas propuestas. Se queda pero bajo serio aviso y con mucha competencia también en su puesto: Modric, Alonso, Casemiro, Illarramendi... 

El canterano del Real Madrid se hizo un hueco en la jornada dedicada a Gareth Bale gracias a la inesperada convocatoria con la selección española. La lesión de Iñigo Martínez le abrió ayer la puerta del equipo nacional. Tras haber pasado por todas las categorías inferiores y proclamarse campeón de Europa sub’21 en junio, irrumpe ahora en el combinado absoluto. Nacho llega para reforzar la tocada zaga de Del Bosque, donde destaca la ausencia de Gerard Piqué por sanción. Para jugar contra Finlandia el próximo viernes, donde España puede cerrar su clasificación para el Mundial, el seleccionador también llamó ayer a Javi García (Manchester City), relevo del lesionado Busquets.

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