Premio a la amistad
Cuentan en la Federación Española que ellos mismos se ríen de esa exaltación de la amistad que la prensa y el público les atribuye. De hecho, no es difícil que en los pasillos se llamen, en tono de broma, «catalufo» y «español». Y que las collejas vuelen en presuntos piques para amenizar concentraciones. Para Iker Casillas y Xavi Hernández, los capitanes de la selección española de fútbol, condecorados ayer con el Premio Príncipe de Asturias, su relación es, simplemente, normal. Pero probablemente en un mundo, el del fútbol, en el que casi nada es normal, su normalidad sea lo anormal. Más allá del jeroglífico, ambos fueron premiados ayer por el jurado de los Premios Príncipe de Asturias porque simbolizan «los valores de amistad y compañerismo más allá de la máxima rivalidad de sus respectivos equipos» y porque «su comportamiento deportivo es un modelo para los jóvenes».
Los 18 miembros del Jurado del premio en su categoría deportiva decidieron (por 11 votos a 7) que fueran ellos y no el Comité Paralímpico Internacional el receptor de un premio que, una vez más, se vio envuelto en la polémica, especialmente satírica en las redes sociales. El hecho de que la selección española lo recibiera en 2010, después de ganar el Mundial de Sudáfrica, ha llamado mucho la atención e hizo que, si bien nadie considera injusto que se lo den a estos dos futbolistas, sí parece obvio que la cercanía con el reconocimiento colectivo de hace dos años hacía quizá innecesaria una reafirmación. Por no hablar de las bases mismas del premio. Según su reglamento, el galardón se entrega «a la persona, institución, grupo de personas o de instituciones que, además de la ejemplaridad de su trayectoria, haya contribuido con su esfuerzo, de manera extraordinaria, al perfeccionamiento, cultivo, promoción o difusión del deporte». Bajo esos parámetros no es difícil imaginar que acaso el Comité Paralímpico, en conjunto, haya hecho más esfuerzo en esa dirección. Sin embargo, la candidatura promovida por Joseph Blatter, presidente de la FIFA, fue la que finalmente triunfó.
La presidenta del jurado, Arantxa Sánchez-Vicario, insistió una y otra vez en el carácter «social» del premio. No se trataba de un reconocimiento puramente futbolístico, sino «a la labor de concordia y unión que ellos han llevado a cabo». Probablemente aquella llamada de teléfono lo cambió todo. Es una historia ya contada: tras la Supercopa de España de 2011, cuando la tensión entre Madrid y Barça había llegado a su punto álgido, Iker levantó el teléfono y llamó a Xavi, con el que lleva compartiendo vestuario en España 15 años. «Hay que parar esto», le vino a decir, y aquello se paró. La selección no se vio a fectada y ganó la pasada Eurocopa con una pareja de centrales -Sergio Ramos y Piqué- que también podrían haberse llevado el Premio según el criterio del concedido ayer. El caso es que la Federación Española de Fútbol, conocido el premio, no tuvo a bien programar una comparecencia de los dos, que sí hablaron después en la entrega de un premio por parte del Diario Marca, el Marca Platino. «Tenemos una relación de hace mucho tiempo. Somos la cabeza visible pero hay muchos jugadores detrás que en su día supieron limar ciertas cosas que sucedieron», dijo Casillas en mitad de las bromas de sus compañeros.
«El premio es un reconocimiento a nuestra labor, a nuestra generación de futbolistas, a una relación de amistad. Llevamos 15 años coincidiendo en la selección española, tanto en categorías inferiores como en la absoluta», dijo Xavi, que reconoció que, en su momento, «hubo tensión, pero se solucionaron las cosas. La amistad está por encima de todo». Sus personalidades despiertan tanta admiración, incluso en el bando rival, que nadie se atreve a cuestionar la legitimidad del Premio. Tampoco, por supuesto, los Príncipes, que les enviaron un telegrama, menos entusiasta que, por ejemplo, Esperanza Aguirre, muy contenta pese a que pensaba, de inicio, que el premio era sólo para Iker.
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