Cristiano no se siente querido en el Madrid
«Es muy bueno, pero es muy especialito». Así lo reconocían anoche desde el Real Madrid, soliviantados por la que montó Cristiano, y su collar de perlas, en la zona mixta. Se paró, y eso que no estaba designado para hablar con los medios. «¿Por qué no has celebrado los goles?», le preguntaron. «No celebro los goles porque estoy triste. Es un tema profesional, la gente del club sabe por qué, pero no quiero hablar de ello». Las caras mudaron en una expresión de sorpresa tremenda. ¿Qué le pasa a Cristiano? En realidad, nadie sabe la historia completa. Lo que sí se sabe es lo siguiente: Cristiano se reunió dos veces la semana pasada con Florentino Pérez, la última el sábado en el estadio. «No me siento querido, tengo mucha presión», les dijo a Pérez y al director general, José Ángel Sánchez, atentos a sus palabras y bastante sorprendidos, porque tampoco dio unas razones demasiado concretas, y claro, así, de buenas a primeras...
En cuanto explotó la bomba, comenzaron las especulaciones, a cual más variopinta. Se habló de dinero, se habló de enfado con sus compañeros y por hablar se habló hasta de depresiones. Según algunos medios, entre ellos la Ser y la Cope, en la reunión entre Cristiano y Florentino el sábado, el jugador habría hablado incluso de la posibilidad de marcharse, algo extraño pues las opciones para un futbolista como él son más que limitadas. Todo, siempre según esas emisoras, porque Cristiano se siente solo en el vestuario, cree que algunos de sus compañeros le hacen el vacío e incluso ha roto relaciones con el que era su mejor amigo, Marcelo, se supone que porque el brasileño dijo que Casillas merecía el Balón de Oro.
Sin llegar a reconocer nada de eso, en el Madrid sí admiten que Cristiano no está cómodo, y de hecho el presidente trata desde el sábado de reconducir la situación. El club le quiere por su magnitud como futbolista, y es consciente que por su cabeza ha pasado la idea de marcharse, pero confían en que podrán solucionar el tema. ¿Cómo? Eso es algo a lo que Florentino Pérez todavía anda dándole vueltas, probablemente algo molesto con la maniobra del jugador, que lógicamente provocó un revuelo tremendo.
Al portugués se le vio cabizbajo durante toda la tarde. No celebró ninguno de los dos goles, ni siquiera el primero de ellos, que hacía el número 150 (en 149 partidos) con el Real Madrid. Una barbaridad. Se pudo pensar que no celebraba por varios motivos. Primero porque el público no estaba muy contento con el equipo y había empezado bien pronto con el run-run tan característico del Bernabéu. Segundo porque no estaba bien en lo físico, arrastrando las molestias que le generó el partido contra el Barça. Tercero porque, simplemente, no le apetecía. Pero no. «No quiero explicar nada más», volvió a cortar cuando se le insistió, antes de marcharse dejando atrás los rostros de sorpresa de sus compañeros, esos con los que parece no estar cómodo. Por ejemplo Higuaín que, preguntado por el tema, dijo: «Me entero por vos, no tengo ni idea».
Las palabras de Cristiano dejaron en nada todo lo que ocurrió en el césped, donde él también, cómo no, fue protagonista. Es tan peculiar que, después de dos minutos caminando y cojeando, recibió un balón de Xabi Alonso en el balcón del área. Podría haberla dejado pasar, podría habérsela devuelto a su compañero o, a las malas, podría haberla echado fuera y retirarse. Sería lo normal, ¿no? Puede, pero Cristiano, en lo bueno y en lo malo, no es un jugador normal, así que enganchó la pelota y no lo pudo evitar. Recortó con la derecha y tiró con la izquierda, justo la pierna mala, mala entendida como enferma. El balón salió fuera y despacio, y entonces volvió a mirar al banquillo. Frunció el ceño. Se llevó la mano, de nuevo, al muslo izquierdo y se marchó, con gesto contrariado y entre la ovación, cerrada, del Bernabéu. Pese a las molestias, hoy viajará para incorporarse a su selección.
No habló Mourinho de Cristiano porque las palabras del futbolista se produjeron al mismo tiempo que el técnico estaba en la sala de prensa para decir, básicamente, que no estaba contento. «No me ha gustado mi equipo», dijo primero, para matizar: «Me ha gustado poco». Y se explicó: «Tuvimos poca ambición, poco ritmo, poca intensidad. Trabajamos poco tiempo en comparación con otros sectores de la sociedad, por eso tenemos que poner más».
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