Sabotean el partido Rayo Vallecano - Real Madrid
El esperpento se consumó en Vallecas, donde mientras los jugadores más caros del mundo aguardaban bajo una lona, varios operarios, pitillo en ristre, cortaban como podían la cinta aislante para hacer empalmes en los cables de los focos, presuntamente cortados por unos saboteadores. Ésa la versión oficial del Rayo Vallecano para justificar la suspensión del encuentro ante el Madrid, aunque, acto seguido, habría que preguntar a los gestores del club por los mecanismos de seguridad del estadio. ¿Cómo es posible para personas ajenas a la instalación escalar hasta la cubierta? Un misterio que los responsables del Rayo y la policía deberán aclarar.
La situación provocó, además, algún problema de orden público en las cercanías del estadio. La paciencia de los aficionados se agotó después de que no se les permitiera entrar en el recinto. Esperaron fuera, indignados, durante más de una hora. La normativa establece que no accedan a las gradas mientras no se garantice la celebración del encuentro. Al tormento de la espera se añadía el alto precio que habían tenido que pagar por las localidades, después de que la directiva de Martín Presa decretara Día del club. El propio presidente no quiso relacionar ese hecho con el presunto sabotaje, hipótesis que hay que manejar con cautela hasta que pueda demostrarse. El estadio de Vallecas tiene hasta cuatro antecedentes por apagones en los últimos 22 años, en algunos casos después de la lluvia, que hizo su aparición con fuerza en la capital durante la tarde.
La suspensión generó un conflicto por la disparidad de criterios acerca de cuándo disputar el partido. El Madrid, dado que el Rayo no puede garantizar que la avería esté reparada, pidió jugar hoy a las 17.00 horas, a lo que los locales se negaron por la defensa del derecho de sus aficionados, muchos de los cuales no podrían acudir al encuentro por tratarse de un día laborable. La de Liga de Fútbol Profesional decidió fijar el encuentro hoy a las 19.45 horas, a pesar del riesgo que supone. El Rayo tiene horas para que la deplorable imagen de su club y de la Liga no tenga una segunda parte.
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