sábado, 21 de abril de 2012

Esta noche el gran clásico.



Muchas cosas habrán cambiado cuando el árbitro Undiano Mallenco señale la conclusión del clásico poco antes de las diez de esta noche. El Barcelona, gran dominador del fútbol español -y también mundial- las últimas temporadas, triple campeón de Liga y con dos Champions en tres años, ve por primera vez comprometida su posición de poder. El Real Madrid se siente por fin preparado para afrontar un cambio de régimen que debería comenzar logrando el título liguero tras cuatro años marcados por la impotencia generada por un rival que parecía, hasta ahora, del todo inalcanzable. 

El triunfo del Barcelona, además de acercar a los azulgrana a un solo punto del Real Madrid en la clasificación, permitiría a Guardiola seguir ondeando la bandera de su celebrada obra de gobierno, con una propuesta de juego que sigue recibiendo elogios pese a decepciones como la sufrida el pasado miércoles en Stamford Bridge ante el Chelsea. Aún faltaría por ver cómo encajaría esa nueva generación de aficionados azulgrana que pocas veces ha visto perder a su equipo el alzamiento de un nuevo orden. 

Pep Guardiola, al que ayer le costó horrores dibujar una sonrisa en su comparecencia de prensa en el Camp Nou, dice sentirse con el deber cumplido. Gane o pierda esta noche. Gane o pierda la Liga. Gane o pierda la Champions o la Copa del Rey. Ayer tocaba sepultar uno de los grandes axiomas del deporte, ése que sólo elogia al ganador. «Ganar no lo es todo. Es una de las enseñanzas que me ha dado el deporte. 

Precisamente nosotros, con 13 de 16 títulos, podríamos haber hecho bandera de eso. Pero hay otras cosas que tienen mucho más peso». Así, el técnico azulgrana volvió a dejar el terreno preparado de cara a hipotéticos cataclismos mediáticos: «Pase lo que pase, quedaré satisfecho de esta temporada. Tengo la impresión de que hemos cumplido. Nadie nos puede reprochar nada. Hemos jugado muy bien al fútbol por cuarto año consecutivo. La gente está orgullosa de nosotros». 

No era ayer momento para discursos joviales y festivos. Pese a acumular 11 victorias consecutivas en la Liga, Guardiola sigue abrazado al pesimismo más absoluto en su incesante lucha por descargar de presión a sus futbolistas: «Si no ganamos, la Liga es del Madrid. Y si nos quedamos a un punto, seguirán teniendo el título en su mano. La única realidad es que ellos seguirán siendo líderes después del partido. Nosotros, simplemente, luchamos por sobrevivir». 

El Real Madrid que comparecerá esta noche en el Camp Nou, sin embargo, llegará con la obligación de cerrar un campeonato que hace unas semanas parecía tener ya sentenciado. El empate sería suficiente para los de Mourinho, aunque Guardiola aseguró que no espera encontrarse con una réplica de aquel Inter del catenaccio que dejó al Barcelona sin disputar la final del Bernabéu: «Nunca me dio la impresión de que los equipos de Mourinho fueran defensivos. El Madrid irá a ganar el partido. Siempre preparo el partido pensando que nos apretarán arriba». 

Guardiola se sabe el gran dominador de la escena, gran pantrocrátor barcelonista. Sólo así puede entenderse que a un mes de que concluya el curso, aún no haya hecho público si piensa renovar o no su contrato. Ayer, incluso, se corrigió cuando había dejado intuir su continuidad. «[Si no ganamos] nos prepararemos para el año que viene», dijo primero, para después rectificar ante la posible trascendencia de la frase: «Me refería a la institución, al club. El Barça seguirá preparado». Licencias que sólo él puede permitirse. 

Un poder similar al que ejerce sobre el terreno de juego Leo Messi. El papel del diez en el equipo es más hegemónico que nunca. Todo planteamiento ofensivo depende exclusivamente del papel que tome el argentino, único futbolista imprescindible para un Guardiola al que nunca le importó sacrificar piezas para extremar su efectividad y consecuente bienestar. Sólo así puede entenderse que La Pulga haya marcado la inhumana cifra de 41 goles en la Liga, el 43,61% del total de tantos del equipo. Sólo así puede entenderse que el segundo máximo goleador del equipo sea un centrocampista como Xavi Hernández , con diez tantos, los mismos que suma Alexis. 

El chileno, por cierto, será duda hasta última hora por una contusión sufrida en el partido frente al Chelsea. Pedro oposita a ocupar su lugar. Piqué, por su parte, podría recuperar su lugar en el centro de la zaga, ocupándose así Puyol del lateral zurdo. 

El Real Madrid de Mourinho, mientras, tiene una gran ocasión para demostrar que puede derrotar al Barcelona sin trivotes que puedan despedazar su esencia natural. Es lo que reclama el fútbol. 

ALINEACIONES 

Barcelona: Valdés; Dani Alves, Piqué, Mascherano, Puyol; S. Busquets, Xavi, Cesc; Pedro o Alexis, Messi e Iniesta. 
Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Pepe, Ramos, Marcelo; Alonso, Khedira; Di María o Kaká, Özil, Cristiano; y Benzema. 
Árbitro: Undiano Mallenco. 
Camp Nou: 20.00 h. GolT y C. Plus Liga.

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