Torres está afilado.
A Torres se le nota afilado, con los perfiles a navaja de los purasangre. Es paradójico que la Eurocopa sea una reválida para el futbolista que definió la última final, en Viena, pero cuatro años son media vida en el fútbol, y ha sido una media vida extraña para el Niño. Al dinero por el récord de su traspaso al Chelsea y a los títulos, sea en el Mundial o en la Champions, no les acompañaron las sensaciones por las que uno se siente futbolista entero, fuera por lesiones o incomprensión. Tampoco los goles, con un año en seco de rojo, desde el pasado junio, ante Estados Unidos. La reválida es, pues, consigo mismo, y es imposible encontrar mejor estímulo y en mejor ecosistema futbolístico. Se llama España.
Del Bosque nunca tuvo realmente dudas, siempre que el delantero recuperara cierto protagonismo. La ausencia definitiva de Villa acabó por despejarlas todas. Torres respiró y empezó a correr, quizás todavía demasiado, porque las piernas quieren llegar donde aún no lo ha hecho la cabeza. De momento, le ha servido para marcar en su primera aparición, frente a Corea del Sur, ayer en Berna.
En la acción, Torres mostró un rasgo de gran delantero: la percepción espacial. Visualizó la portería antes de recibir y optó por la única solución, de espaldas. No fue una carambola, fue un gol con toda la intención. El jugador del Chelsea recibió el centro desde la izquierda, por parte de Beñat. Una lástima que el mediocentro del Betis deba abandonar la concentración, al no encontrarse entre los elegidos, porque su aportación ha sido excepcional en este stage express. Inició con un gran pase la jugada que permitió a Adrián abrir la cuenta ante Serbia y, ayer, asistió a Torres. Activo y seguro en el ombligo, junto a Xabi Alonso, el problema del bético es que compite con los mejores del mundo en el centro del campo de la selección. Con cualquiera de los descartes del técnico español para configurar un once, sus homólogos darían jerarquía a un buen número de las participantes en la Eurocopa, incluidas las ilustres.
Por delante de Beñat y Xabi Alonso, Del Bosque trazó una línea con Cazorla, Silva y Mata, más Torres en punta. Es el dibujo del equipo-tipo, con cinco centrocampistas, aunque cambien las piezas con la incorporación de los azulgrana. A partir de ahí, variantes, sea por banda, con el doble delantero, lo que probó en la segunda mitad con Negredo y Soldado, o hasta con uno mentiroso. Generoso y genial el pase que el valencianista ofreció a Negredo en el cuarto tanto que cerraba la goleada.
Los descartados jugaron todos, menos Javi García, una forma de premiarlos, y lo hicieron con protagonismo no sólo en el caso de Beñat, sino también de Monreal, profundo en la izquierda. El jugador del Málaga, con un gran despliegue físico, provocó la jugada del penalti, al rechazar su disparo con la mano Hyo-Jin, para que España recuperara la iniciativa en el marcador tras el latigazo de Do-Heon, al final de la primera mitad. Xabi Alonso lo lanzó sereno, como quien hace una rúbrica. Ese tramo ofreció los pocos minutos en los que la selección se desconectó y permitió algunas llegadas de Corea, apenas sin concretar gracias a la buena concentración de Reina para salir al corte.
Cazorla, astuto en una falta, por debajo de la barrera, amplió la ventaja antes del descanso y, acto seguido, se retiró del campo, junto a Sergio Ramos, Torres y Mata para dar paso al grueso de los cambios. Minutos después lo hizo Xabi Alonso, relevado por Bruno, y España jugó un buen tramo de la segunda mitad, hasta la testimonial entrada de Casillas, que le permite engordar su récord, con un solo titular potencial. Era Silva, con el brazalete de capitán. Cada toque del canario fue como un rayo de luz, capaz de alumbrar espacios en todo el campo. Es lo que ha hecho en el Etihad Stadium, antes Maine Road, para poner compás a la Premier. Desdibujado en el Mundial, es como un alta para Del Bosque, que no duda en calificarlo como «mi Messi».
Ni siquiera con los cambios la selección se desdibujó, un síntoma de la tremenda competitividad interna en un equipo que se afila. Serbia era un rival en renovación y Corea jugó sin sus Park, el del ManU y el Arsenal, pero se trata de dos selecciones con experiencia internacional, más que China, último ensayo antes del fuego real, antes de Italia.Ni siquiera con los cambios la selección se desdibujó, un síntoma de la tremenda competitividad interna en un equipo que se afila. Serbia era un rival en renovación y Corea jugó sin sus Park, el del ManU y el Arsenal, pero se trata de dos selecciones con experiencia internacional, más que China, último ensayo antes del fuego real, antes de Italia.