Torres está afilado.



A Torres se le nota afilado, con los perfiles a navaja de los purasangre. Es paradójico que la Eurocopa sea una reválida para el futbolista que definió la última final, en Viena, pero cuatro años son media vida en el fútbol, y ha sido una media vida extraña para el Niño. Al dinero por el récord de su traspaso al Chelsea y a los títulos, sea en el Mundial o en la Champions, no les acompañaron las sensaciones por las que uno se siente futbolista entero, fuera por lesiones o incomprensión. Tampoco los goles, con un año en seco de rojo, desde el pasado junio, ante Estados Unidos. La reválida es, pues, consigo mismo, y es imposible encontrar mejor estímulo y en mejor ecosistema futbolístico. Se llama España. 


Del Bosque nunca tuvo realmente dudas, siempre que el delantero recuperara cierto protagonismo. La ausencia definitiva de Villa acabó por despejarlas todas. Torres respiró y empezó a correr, quizás todavía demasiado, porque las piernas quieren llegar donde aún no lo ha hecho la cabeza. De momento, le ha servido para marcar en su primera aparición, frente a Corea del Sur, ayer en Berna. 


En la acción, Torres mostró un rasgo de gran delantero: la percepción espacial. Visualizó la portería antes de recibir y optó por la única solución, de espaldas. No fue una carambola, fue un gol con toda la intención. El jugador del Chelsea recibió el centro desde la izquierda, por parte de Beñat. Una lástima que el mediocentro del Betis deba abandonar la concentración, al no encontrarse entre los elegidos, porque su aportación ha sido excepcional en este stage express. Inició con un gran pase la jugada que permitió a Adrián abrir la cuenta ante Serbia y, ayer, asistió a Torres. Activo y seguro en el ombligo, junto a Xabi Alonso, el problema del bético es que compite con los mejores del mundo en el centro del campo de la selección. Con cualquiera de los descartes del técnico español para configurar un once, sus homólogos darían jerarquía a un buen número de las participantes en la Eurocopa, incluidas las ilustres. 


Por delante de Beñat y Xabi Alonso, Del Bosque trazó una línea con Cazorla, Silva y Mata, más Torres en punta. Es el dibujo del equipo-tipo, con cinco centrocampistas, aunque cambien las piezas con la incorporación de los azulgrana. A partir de ahí, variantes, sea por banda, con el doble delantero, lo que probó en la segunda mitad con Negredo y Soldado, o hasta con uno mentiroso. Generoso y genial el pase que el valencianista ofreció a Negredo en el cuarto tanto que cerraba la goleada. 


Los descartados jugaron todos, menos Javi García, una forma de premiarlos, y lo hicieron con protagonismo no sólo en el caso de Beñat, sino también de Monreal, profundo en la izquierda. El jugador del Málaga, con un gran despliegue físico, provocó la jugada del penalti, al rechazar su disparo con la mano Hyo-Jin, para que España recuperara la iniciativa en el marcador tras el latigazo de Do-Heon, al final de la primera mitad. Xabi Alonso lo lanzó sereno, como quien hace una rúbrica. Ese tramo ofreció los pocos minutos en los que la selección se desconectó y permitió algunas llegadas de Corea, apenas sin concretar gracias a la buena concentración de Reina para salir al corte. 


Cazorla, astuto en una falta, por debajo de la barrera, amplió la ventaja antes del descanso y, acto seguido, se retiró del campo, junto a Sergio Ramos, Torres y Mata para dar paso al grueso de los cambios. Minutos después lo hizo Xabi Alonso, relevado por Bruno, y España jugó un buen tramo de la segunda mitad, hasta la testimonial entrada de Casillas, que le permite engordar su récord, con un solo titular potencial. Era Silva, con el brazalete de capitán. Cada toque del canario fue como un rayo de luz, capaz de alumbrar espacios en todo el campo. Es lo que ha hecho en el Etihad Stadium, antes Maine Road, para poner compás a la Premier. Desdibujado en el Mundial, es como un alta para Del Bosque, que no duda en calificarlo como «mi Messi». 


Ni siquiera con los cambios la selección se desdibujó, un síntoma de la tremenda competitividad interna en un equipo que se afila. Serbia era un rival en renovación y Corea jugó sin sus Park, el del ManU y el Arsenal, pero se trata de dos selecciones con experiencia internacional, más que China, último ensayo antes del fuego real, antes de Italia.Ni siquiera con los cambios la selección se desdibujó, un síntoma de la tremenda competitividad interna en un equipo que se afila. Serbia era un rival en renovación y Corea jugó sin sus Park, el del ManU y el Arsenal, pero se trata de dos selecciones con experiencia internacional, más que China, último ensayo antes del fuego real, antes de Italia.


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Se cierra la operación Galgo.



La magistrada Mercedes Pérez Barrios, titular del Juzgado de Instrucción Nº 24 de Madrid, ha dictado el sobreseimiento libre y el archivo de las diligencias contra los implicados en la operación Galgo, investigación iniciada en 2010 por la Guardia Civil sobre tráfico y consumo de sustancias dopantes. Entre los investigados se encontraban, entre otros, Marta Domínguez, César Pérez, José Alonso Valero, Eufemiano Fuentes y Manuel Pascua. 


El auto, con fecha de 24 de mayo de 2012, advierte de que se puede interponer un recurso de reforma y/o apelación en el plazo de tres/cinco días. También señala que una vez se firme la resolución se procederá al «expurgo y destrucción» de los documentos y diligencias declarados nulos. 
Esta resolución es consecuencia directa del auto dictado anteriormente por la Audiencia Provincial de Madrid, donde se declaraban nulas las escuchas telefónicas y las entradas y registros practicadas a los sospechosos de delito, dado que se consiguieron vulnerando derechos fundamentales. La solicitud de las escuchas de la Guardia Civil, sentenció la Audiencia, «no contenía ningún indicio objetivo o sospecha fundada de la comisión por los investigados de un delito de dopaje deportivo». 


La Audiencia de Madrid prácticamente cerró el caso, sólo faltaba que la juez Pérez Barrios, con las declaraciones válidas, diera carpetazo definitivo. En su último auto explica que de las diligencias practicadas y declaradas válidas no se desprende que existan «indicios racionales de haberse perpetrado los hechos que han dado lugar a la formación de la presente causa, por lo que se acuerda el sobreseimiento libre y el archivo de las diligencias». 
La operación Galgo, salvo que la Fiscalía presente recurso, ha muerto.
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Escándalo en el fútbol italiano.



El escándalo de partidos amañados que desde hace meses sacude al fútbol italiano sigue causando estragos. Esta vez, las investigaciones judiciales y la sombra de la sospecha salpican a personajes de alto nivel: Antonio Conte (entrenador de la Juventus, campeona de Liga), Domenico Criscito (ex del Génova, convocado por la selección azzurra para la Eurocopa), el ex jugador Christian Vieri y Stefano Mauri (capitán de la Lazio). Este último se encuentra en prisión provisional. 


Estos cuatro nombres forman parte de la lista de 19 encausados por la Fiscalía de Cremona, en el norte de Italia, por haber apañado encuentros, incluidos al menos siete partidos de las series A y B (la primera y la segunda división italianas) de la pasada temporada, para obtener ingresos ilícitos gracias a las apuestas. De los 19 supuestos miembros de la organización criminal desmantelada ayer, 14 han ido a prisión, tres están en arresto domiciliario y dos deben de presentarse diariamente ante las autoridade judiciales. 

La mayoría de los acusados son futbolistas o ex futbolistas. Además de Criscito, Vieri y Mauri, están Omar Milanetto (Padova), Sergio Pellissier (Chievo), Alessandro Pellicori (ex del Torino, ahora milita en el Queen's Park), Paolo Domenico (Vicenza) y Marco Turati (Modena). 

El caso más mediático es el de Criscito (defensa del Zenit de San Petersburgo). La notificación oficial de que está acusado de pactar encuentros le llegó durante la concentración, en Coverciano, del equipo nacional para la Eurocopa. A las 6.25 de la mañana de ayer, cinco agentes de la policía se presentaron en la concentración para comunicarle los cargos que existen contra él. El jugador estaba aún durmiendo y se despertó con la noticia. Su casa ha sido registrada en busca de pruebas. Criscito ha sido excluido de la lista de convocados. También peligra la presencia en la Eurocopa de Leonardo Bonucci (Juventus), sospechoso de haber amañado partidos cuando jugaba en el Bari. 


En el caso de Vieri, la fiscalía de Cremona ha llegado hasta su nombre a través de una conversación telefónica entre los futbolistas Antonio Bellavista e Ivan Tisci. Danilo Buongiorno, abogado del ex jugador del Atlético, ha anunciado a través de un comunicado cualquier implicación en los hechos. 
Pero entre los sospechosos de corromper partidos del calcio no sólo hay jugadores, sino también entrenadores, como Antonio Conte (Juventus). Los partidos que han suscitado los recelos de los fiscales se remontan a su época como técnico del Siena. Las sospechas contra Conte se desataron después de que un jugador del Siena, Filippo Carobbio, investigado por el encuentro presuntamente amañado que el 30 de abril de 2011 disputaron el Novara y el Siena. «El propio Antonio Conte nos dijo que podíamos estar tranquilos porque se había llegado a un acuerdo con el Novara para empatar», declaró Carobbio a los fiscales. La policía está investigando los partidos de la temporada 2010-11: Nápoles-Sampdoria, Brescia-Bari, Brescia-Lecce, Bari-Sampdoria, Palermo-Bari, Lazio-Génova y Lecce-Lazio. 


La nueva oleada de arrestos es consecuencia de la investigación iniciada el pasado diciembre, cuando fueron arrestadas 17 personas, entre ellas, los futbolistas Carlo Gervasoni (Piacenza), Filippo Carobbio (Spezia), Cristiano Doni (Atalanta) y Luigi Sartor (Parma). Todos ellos y los 19 investigados ayer se sentarán en el banquillo a partir del jueves, cuando en la Comisión Disciplinaria de la Federación Italiana comience el proceso por partidos amañados.
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Una convocatoria continuista.



Si Villa y Puyol no se hubieran lesionado, la lista de 23 elegidos para la Eurocopa se diferenciaría de la del Mundial de Sudáfrica en dos puestos, los dejados por Marchena y Capdevila, fuera de la dinámica de la selección y del protagonismo del primer nivel después de levantar la Copa Jules Rimet en Johanesburgo. Dadas las bajas de estos dos vértices fundamentales en las áreas, las altas se amplían a cuatro (Cazorla, Negredo, Juanfran, y Jordi Alba), en el marco de una lista continuista, con 19 campeones del mundo. El Mundial es un aval que reduce el debate, aunque concentrado en un aspecto clave: el gol. 


La ausencia del máximo realizador en la historia de la selección, además de primer goleador de la pasada Eurocopa, no era posible compensarla para Vicente del Bosque con ninguna de las elecciones disponibles. El seleccionador se inclinó por Llorente, el delantero más regular de todos esta temporada; un Torres en la trastienda del Chelsea durante la temporada pero motivado para cambiar su año, empujado por el viento de la Champions, y Negredo, que ha levantado el vuelo sólo al final de la Liga. La decisión deja fuera a Adrián, uno de los protagonistas del año, y Soldado, que desaceleró demasiado en la segunda vuelta. 

El técnico considera que el jugador del Sevilla es más versátil que el valencianista, puro remate, y la impresión es que Adrián, pese a su debut y gol ante Serbia, ya estaba fuera del pulso. Es cierto que un partido, una circunstancia en una coyuntura de débil competitividad, no puede decantar una decisión, pero la realidad es que sobre la responsabilidad del gol existe poca seguridad. El debate que ha acompañado la lista, aumentará con las alineaciones en Polonia y Ucrania. Lo veremos. La recuperación de Pedrito es una gran noticia, porque el canario aporta el gol que a España le urge. También van a tener que aportarlo los centrocampistas, gente como Iniesta, Silva o Cazorla, que más que ser un alta, lo que hace es recuperar su sitio. 

La savia nueva está en las bandas, lugares que Del Bosque afila desde su llegada, aunque le haya costado críticas. Jordi Alba y Juanfran son laterales largos, con una dualidad que permite a España pasar de cuatro a tres en defensa, a lo Barça. Va a necesitar hacer el campo muy grande, porque esperan al campeón en las trincheras.
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Una final que será terriblemente dura.



Las dicotomías, las luchas entre dos bandos, han sido la lacra del Barcelona desde los principios de su historia. Ayer, Pep Guardiola quiso dejar bien claro tanto a rosellistas como a laportistas que no quiere ser el arma arrojadiza en la más reciente confrontación intestina. «Tuve una magnífica relación con Laporta y la he tenido con Rosell. A los dos les digo que me voy, que doy un paso al lado, sólo pido esto. Que Laporta y Rosell no usen mi nombre», aseveró el técnico azulgana en su penúltima rueda de prensa. 

«Yo sólo puedo estar agradecido a Laporta y Rosell, por igual, por haberme dejado hacer mi trabajo lo mejor que he podido, pero los dos deben saber que me voy, y que me dejen. No puedo ser más claro», insistió el entrenador del Barcelona, quien aclaró que el director deportivo de la entidad, Andoni Zubizarreta, ya le insinuó en noviembre del año pasado que Tito Vilanova podía tomarle el relevo en el banquillo. 


«Le dije que era una buena idea. El día en que nos eliminó el Chelsea, Tito y yo hablamos en mi despacho y le dije que había llegado el momento de irme y que intuía que el Barça le ofrecería ser entrenador. Le comenté que hiciera lo que le apeteciera, no podía decirle otra cosa. La vida le ha puesto una prueba que no veáis la que ha sido, y la ha superado. Hacía quimio, radio, y venía a ayudarnos. ¿Quién soy yo para decirle qué tiene que hacer? Me aseguró que se sentía con fuerzas, así que yo le dije que adelante», explicó Guardiola. 


«Nos conocemos desde los 13 años. Quien siente que debe parar soy yo. Que yo lo haga no implica que lo haga todo el mundo. En el resto, el club manda, ya tuvo paciencia para esperarme. Y si no me creéis, esperad a que vuelva a entrenar, de aquí a unos años, y me lo volvéis a preguntar», insistió. Sus futbolistas quieren dedicarle un último trofeo. Él, en cambio, asegura que lo que hagan sobre el césped debe ser para ellos mismos. Y para su afición. «Les pediremos lo que siempre les hemos pedido, mucho coraje, atacar lo máximo posible, todas las cosas buenas que hacen ellos. Intentar, como en todas las finales, ser nosotros.


 Es el último esfuerzo del año, que se lo dejen todo, por ellos y por la gente que vendrá, siendo conscientes del rival, que hace 28 años que no gana un título. Es un equipo con alma. Será una final terriblemente dura», aseveró el preparador. 
«Si algo tiene el Athletic es que no se deja vencer. Ojalá el campo esté en condiciones. Si así es, ellos irán a atacar, nosotros también. Será una final muy bonita. Que la gane el mejor», insistió. También recalcó su admiración por el técnico del Athletic, Marcelo Bielsa. Quién sabe, si con un cierto dardo hacia el madridista Jose Mourinho. «A la gente que es tan honesta en el juego, que intenta agradar mucho a los que les gusta el fútbol, sólo espero que le vaya bien. Es una suerte poder jugar una final contra Marcelo. Quiero ganarle, como él quiere ganarnos a nosotros», agregó. 


El de hoy será su último partido oficial al frente del Barcelona. El colofón de una trayectoria que empezó hace casi cuatro años, cargada de títulos, pero también con una espinita. Especialmente reciente, según no dudó en confesar el propio Guardiola en la sala de prensa del Camp Nou. «Me hubiera gustado llegar a Múnich. Creo que hicimos una buena semifinal de la Champions, lo bastante buena como para estar allí. Sería la única espinita de todo este tiempo. Quiero felicitar al Chelsea, no lo había dicho aún. Tienen jugadores que le han dado mucho al fútbol y merecían ganarla», sentenció. 
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La mejor etapa de la historia del Barcelona.




«Estamos orgullosos de haber enseñado a Cataluña, a España, al mundo, que no sólo es ganar, sino la forma cómo lo hacemos». Se había alcanzado ya la madrugada del 14 de mayo de 2009 y Pep Guardiola engalanaba su triunfo en la Copa del Rey ante el Athletic (4-1), el primero de su ristra de títulos, con una proclama que le acompañaría ya para siempre durante sus cuatro temporadas en el banquillo azulgrana. La noche tuvo mucho de metafórica, sobre todo porque Guardiola iniciaba oficialmente su era sobre el césped de Mestalla, el mismo campo donde Johan Cruyff esquivó la guillotina montada por Núñez en la final de Copa de 1990 frente al Real Madrid de Toshack antes de armar el Dream Team. Mañana, en un nuevo escenario como el Vicente Calderón, pero con el Athletic una vez más como rival en una final copera, el Barcelona cerrará la mejor etapa de su historia. 

Mucho se ha escrito ya sobre esos 13 títulos (que el barcelonismo espera que sean 14), incluidas dos Copas de Europa (las mismas que había logrado la entidad en 110 años), tres Ligas y dos Mundiales de Clubes. O acerca de una propuesta que supo aunar conceptos tan contrapuestos como el romanticismo y el pragmatismo (con un 5-0 frente al Real Madrid como obra maestra referencial). 
Pero sólo podrían entenderse los éxitos de Guardiola a partir de la profesionalización del primer equipo llevada a cabo por el entrenador en un momento capital, justo cuando el vestuario había entrado en fase de descomposición mientras Ronaldinho, dinamo del círculo virtuoso, alternaba el gimnasio con la barra fija y Frank Rijkaard, incapaz de atajar la resaca de la Champions de París, prefería callar y fumar. 

El ex vicepresidente del Barcelona Marc Ingla confeccionó un documento de nueve puntos que debía ayudar a escoger al nuevo entrenador, puesto al que al final sólo opositaron José Mourinho, entonces en el Inter, y Guardiola, cuyo trabajo en el filial había propiciado que Cruyff insistiera a Txiki Begiristain y Joan Laporta sobre la conveniencia de su ascenso. 

Ingla se plantó en enero de 2009 en la sala de juntas de una sucursal bancaria de Lisboa y le mostró a Mourinho un informe que contenía buena parte del ideario que Guardiola acabaría de moldear tras su llegada. En el punto cuatro, titulado «Se juega como se entrena», el club instaba al candidato a mimar aspectos como «la preparación física colectiva y el trabajo de prevención individualizado; la alimentación y el descanso; el trabajo táctico y la estrategia; el análisis previo del rival mediante vídeo y soluciones tácticas o la justicia deportiva -por la que jugaría quien mejor rindiera, no quien mayor jerarquía tuviera en el vestuario-». Además, invitaba a que los entrenamientos fueran «cada vez más cerrados» y recomendaba un traslado de la actividad a la abandonada Ciutat Esportiva. Ingla, en contra de la opinión de Ferran Soriano, acabaría por rechazar a Mourinho y decantarse por Guardiola, al que la directiva sedujo hasta ganárselo. 


Para la historia, dos momentos clave. Un almuerzo en un reservado del restaurante Drolma -antigua base de operaciones de Laporta- en el que Guardiola, después de que el presidente le trasladara la posibilidad de que fuera el futuro entrenador del primer equipo, le contestó: «No tindràs collons». A la comida también asistió Evarist Murtra, íntimo amigo de Pep y directivo que convenció a unos y otros. 

A Guardiola no le dijeron, eso sí, que tendría que compaginar su papel de técnico con el de pantocrátor de la institución. Laporta supo resguardarse tras Guardiola en su momento más bajo de popularidad, cuando superó por los pelos una moción de censura y más de la mitad de su junta le dejó tirado. Rosell, que siempre mantuvo una relación de fría cordialidad con Pep, también utilizó a su antojo el escudo guardiolista cuando a sus futbolistas les acusaron de doparse y la guerra contra el Madrid de Mourinho alcanzó la locura. Momentos de crispación que llevaron a Guardiola a calificar de «puto amo» al técnico blanco en la sala de prensa del Bernabéu en una mediática escenificación que el vestuario aplaudió a rabiar. 

Guardiola supo controlar a sus futbolistas con pocos contratiempos durante los tres primeros cursos. «Los jugadores sabían siempre hasta dónde podían llegar. Había una cierta libertad, pero con sanciones severas si a alguien se le ocurría romper el juego de equilibrios», cuentan en el club. Así, el día de su presentación Guardiola procuró quitarse de encima a Ronaldinho y Deco. Lo intentó también con Eto'o, aunque éste aguantaría hasta que «el feeling» con el técnico acabó de quebrarse. Eto'o fue uno de los primeros en sufrir las consecuencias del traslado de Messi al epicentro del ataque, jugada maestra que permitiría que el argentino triplicara sus registros goleadores. Eso sí, obligando a todo ariete a jugarse las castañas en la banda. O fuera del Barça. Como Bojan. Como Ibrahimovic. 

Los problemas de verdad se los ha encontrado el técnico esta misma temporada con jugadores con los que, a priori, hubiera dado un brazo, como Piqué, Alves, Pedro o Cesc, cuyo compromiso no siempre fue el adecuado. También vio Guardiola cómo la directiva le ponía la cruz después de que se le ocurriera pedir clemencia por Laporta y los suyos ante la posibilidad de un embargo. A partir de ahí, la confusión y la desconfianza extrema antes de la huida final. «Guardiola nos tuvo toda la temporada en jaque. Así que no podía pretender que siguiéramos sus tiempos si él mismo no nos confirmó hasta el último momento si iba a seguir», cuentan ahora en la cúpula del Barça cuando explican cómo se gestó el ascenso de Tito Vilanova, a quien Pep animó a tomar el cargo. Y abundan en los despachos: «El problema es que a su heredero ya lo están matando. Es lo que pasa cuando se va un semidiós». 

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¿Cuál será ahora el futuro de Gasol?



Al menos, hay unanimidad en un aspecto: sin Pau Gasol, los Lakers no hubiesen logrado los títulos de 2009 y 2010. Algo positivo e innegable, por las cifras, por las sensaciones, por la realidad. Sin embargo, el resto de periodos de su carrera, de una forma feroz tras el fiasco de 2011, con palabras concluyentes tras la eliminación de este lunes, están salpicados de matices, tan insistentes, gruesos, que llegan a ocultar el perfil verdadero de un jugador cuya trayectoria exige primeras filas en la historia del baloncesto. 

Quisieron que fuese un alero liviano-tirador y quisieron engordarle para que fuese uno de esos pívots abultados. A Pau, tan portentoso de cuerpo y, sobre todo, de mente, le costó ser admitido simplemente por lo que es: un ala-pívot extraordinario, que podía armar el brazo, pero no era un alero; que podía jugar de espaldas al aro y cargar contra rivales tipo Shaq, pero no era un center. 


Dijeron mil veces, casi cada semana de cada año, que era blando. Aunque, ¿es blando quien puede neutralizar a Superman Howard, como en la final de 2009? 
Bendijo Kobe Bryant, esta misma temporada, la generosidad de Pau, y hace cuatro días rectificó: «Cuando coge el balón, piensa demasiado en pasarla». Si tiraba, tiraba demasiado, pues la estrella era, es y será Kobe; si tiraba poco, tiraba demasiado poco y «tiene que ser más enérgico; tiene que tirar más», se contradecía Kobe, hace cuatro días. 


Lo que ha sido demasiado, siempre, fue el escrutinio, el cuestionamiento, de un profesional que merece otra consideración. Y no la merece por español, ni por blanco, ni por alto, ni por listo, sino por justicia, apegados a un recorrido que, por suerte, incluye aquellos dos anillos de la NBA, en los que resultó primordial y que impiden censurarle plenamente. Porque parece que muchos desearían hacerlo, vampirizarle. Basta repasar lo que se dice ahora, se decía el pasado año o hace 10, tras su primer curso en la NBA, para comprobar cuánto celo se ha aplicado a la figura de Pau. También en eso ha sido único. 


Su bajón en los playoffs de 2011 y en los de 2012 reclama la crítica, hasta la contundente. Aunque de ahí a presentarle como un tipo absolutamente sobrevalorado, porque cobra 19 kilos (dólares) y pareciese que nunca valió tanto ni nadie le querrá nunca más... Reclama la crítica, pero de ahí a esconder que, con el cambio de modelo, pasó a ser la tercera referencia ofensiva y sólo en esa medida hay que examinarle... Reclama la crítica, aunque de ahí a deslizar que no se preparó como debiera... ¿Sin físico se cazan 10,4 rebotes de media, la segunda mejor marca de su carrera en la NBA? Reclama la crítica, pero de ahí a olvidar que resulta heroico rendir donde no te quieren... Llegó a ser traspasado antes del comienzo de la temporada, una maniobra vetada horas después por la NBA, y el propio jugador admitió en enero que se veía traspasado antes del cierre del mercado a mediados de marzo. Reclama la crítica, porque perdió un balón clave en los segundos finales del cuarto encuentro, pero de ahí a olvidar que fue otro (Kobe) quien marró el tiro del empate... 


Probablemente, el 4-1 frente a los Thunder de Oklahoma y de Ibaka, en las semifinales de la Conferencia Oeste, con un rendimiento pobre -respecto a sí mismo-, supone el final de su trayectoria en los Lakers, donde jugó la final de 2008 y ganó los dos títulos exculpatorios, 2009 y 2010. «Me gustaría continuar peleando por esta franquicia y ayudar tanto como pueda. Pero no sé si esto es mutuo o no», admite el español. Llegó el momento del traspaso, y resulta razonable por múltiples motivos.


 Lo «injusto» es convertirlo en «chivo expiatorio», como señalaba Los Angeles Times el pasado lunes. Porque «Pau ha tenido que adaptarse a todas las circunstancias. Ha mantenido el profesionalismo y la lealtad al equipo que trataba de traspasarle», destacaba el diario sobre quien, a sus 31 años, aún guarda algunos capítulos ejemplares más. Seguro que lo intentará con España, este verano. Y lo intentará allá donde vaya. Así fue. ¿Por qué dudar eternamente?
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Nadal vence a Djokovic,.



Un día después, la lectura de lo acontecido ayer en Roma, en la final demorada por la lluvia del domingo, lleva a Roland Garros, la convocatoria magna sobre la arcilla roja. El color no es baladí. Miren sino los resultados del ya hexacampeón en el Foro Itálico, ocho veces vencedor en Montecarlo y siete en el Conde de Godó. Dieciséis victorias y ningún set concedido en el periplo tradicional por la tierra, lo cual convierte en un paréntesis el torneo de Madrid, la derrota frente a Verdasco en las azules arenas movedizas, que también engulleron a su rival de ayer en la capital italiana. 


Novak Djokovic ya no es el tenista invencible de 2011, el que protagonizó una de las temporadas más brillantes del tenis contemporáneo. Cayó ante Nadal por 7-5 y 6-3. Lo hizo por segunda ocasión consecutiva, pocas semanas después de la final de Montecarlo. Esta vez no existen atenuantes emocionales, como el fallecimiento de su abuelo días antes de aquel encuentro. Nadal le ha devuelto a la tierra. Ha resucitado la estampa vulnerable (41 errores no forzados) e iracunda de un jugador que volvió a destrozar su raqueta en el desenlace del primer set. 


«Demuestro mis emociones buenas y mis emociones malas. Es quien soy, es lo único que puedo decir», dijo en un tono autocomplaciente, a larga distancia del joven templado y capaz de dominar los demonios que siempre ha llevado dentro, los mismos que hicieron aguardar más de lo esperado su explosión en el circuito. 
Traza Nadal una radiografía de sí, la que lleva buscando en la progresiva evolución de sus maneras sobre la cancha. «He atacado de fondo, he dominado los puntos. Pero cuando él saca bien, juega largo y agresivo, resulta difícil hacerlo. En cuanto ha llegado la ocasión, he sido ofensivo». 

Nadal está listo para buscar su séptimo Roland Garros, el que le consagraría, ya sin discusión alguna, como el mejor que ha pisado las pistas de tierra. Rompería la igualdad con Bjorn Borg, como ayer lo hizo, en una taxonomía de menor relevancia, al sumar su vigesimoprimer Masters 1000, uno más que Roger Federer, con quien estaba parejo en cabeza. El desafío ahora es mayor, posee el rango de la posteridad. Las cifras globales ya le santifican en su territorio natural: 247 victorias y tan sólo 19 derrotas, el mejor balance de la era profesional. 


Bien lo sabe el propio Nole, quien ha caído en 11 de las 13 ocasiones en que se vieron sobre polvo. «He tenido muchas oportunidades pero ante un jugador como Rafa, el mejor en tierra de todos los tiempos, cuando no las aprovechas, él toma el control del partido. Eso ha sido lo que ha sucedido al final del primer set», valoró el de Belgrado, ofuscado por una derecha que le cantaron mala y rectificó el juez de silla. Le hubiera dado bola de set, con 5-4 a su favor y 30-30, Nadal al servicio. Después, perdió el punto y se dejó llevar por la contrariedad. 


Era distinto en los días de vino y rosas del último curso; entonces no había montaña suficientemente elevada para él. Tampoco en Australia, superviviente de una batallla de cinco horas y 53 minutos. Fue allí, no obstante, pese a fracasar en el intento, donde Nadal empezó a estrechar distancias, a insinuar muy en serio que su triunfo no andaba demasiado lejos. 

A diferencia del último ejercicio, el español se presentará en Roland Garros con el bagaje triunfal a que acostumbraba. En 2011 llegó derrotado por Nole en las finales de Madrid y Roma. Isner, sin ir más lejos, le planteó enormes problemas en la primera ronda, llevándole a los cinco sets. Ganó su sexto título, pero tardó mucho en empezar a jugar bien. Las circunstancias son otras, aunque entonces fuese como número uno y ahora lo haga recién rescatado el dos. Él lo sabe. Y Novak Djokovic, también.


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Maria Sharapova.



Recién cumplidos los 25 años y a unos meses de contraer matrimonio con Sasha Vujacic, Maria Sharapova es un eslabón generacional en el tenis de hoy. Toda una veterana del circuito, muy lejos ya el primero de sus tres títulos del Grand Slam, conquistado en Wimbledon con 17 años, la ex número uno del mundo mantiene intacto el apetito. 

A diferencia de las hermanas Williams, ya en la treintena y con apariciones intermitentes en la competición (exitosas en el caso de Serena) la rusa se aplica con rigor y determinación, inmersa en una pelea abierta con tenistas algo más jóvenes, como la número uno del mundo, Agnieska Radwanska. Prueba de ello fue ayer la revalidación del título en Roma, tras una final repleta de suspense, al que contribuyó la interrupción durante más de dos horas debido a la lluvia.


 En ese instante, Sharapova y Li se disponían a jugar el desempate del tercer parcial, en un partido repleto de alternativas, con las idas y vueltas acostumbradas en el circuito femenino. Ganó la tenista de Nyagan por 4-6, 6-4 y 7-6 (5), en dos horas y 52 minutos, no sin antes salvar un match point, cuando iba 6-5 abajo en el tercer parcial, merced a un gran golpe de derecha. Toda carácter, había estado a dos juegos de la derrota (4-6, 0-4), antes de una reacción que tardó en culmimar tras colocarse 4-1 arriba y servicio en el tercer parcial. «Fue un partido loco. No debió haber vencedora ni vencida», comentó después. Ausente de la competición entre agosto de 2008 y mayo de 2009 debido a una operación en su hombro derecho, llegó a caer hasta el puesto 126 del ranking. Atrás había quedado la oportunidad frustrada de estar en los Juegos de Pekín. 


Lejos de dejarse devorar por su propio personaje, la segunda mejor jugadora del momento ha demostrado una permanente lealtad al juego. Hay una sólida frontera entre la mujer y la tenista, que rechaza someterse a la frivolidad de los placeres aparentemente inherentes a su condición de estrella mediática. El enlace del próximo 11 de noviembre en Estambul con Vujacic, campeón de la NBA con los Lakers de Gasol, en nada solapa su carrera profesional. Roma, 26º título, es el segundo del curso, tras perder las finales de Australia, Indian Wells y Miami. 


La victoria relanza sus aspiraciones en Roland Garros, que comienza el domingo. Nunca ha ido más allá de las semifinales en París, el único de los cuatro grandes que aún no pasó por sus manos. Dotada de un juego explosivo, más apto para superficies rápidas, gana aplomo con el paso de los años. «Dominar la tierra batida tiene mucho que ver con el físico. Me he movido, he resbalado, he golpeado bien el servicio», valoró ayer sobre un terreno del que siempre se ha reconocido algo ajena. Na Li, de 30 años, defenderá la copa en la capital francesa. «El partido fue una broma, fue como jugar fútbol bajo la lluvia. No podías relajarte. Fue tenso. Cuando volvimos a salir, ella demostró ser la jugadora más dura», comentó.


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Stoner se retira del Mundial al final de esta temporada.



Ni siquiera Livio Suppo, actual manager de Honda Racing Corporation (HRC), ha conseguido hacerle recapacitar. El italiano, entonces director deportivo de Ducati, confió en él cuando sus innumerables caídas le valieron un apodo que el propio piloto desprecia: Rolling Stoner. Llegó a la fábrica de Borgo Panigale de su mano y ese mismo año (2007) hizo campeona a Ducati, el único título que ostenta hasta la fecha. Cuando Suppo se marchó a trabajar para HRC, su única obsesión era llevarse consigo al piloto aussie. Lo consiguió el año pasado, cuando se proclamó campeón del mundo con Honda y entonces Suppo, fumador empedernido, le prometió dejarlo. 

Cumplió su promesa y, con algunos kilos más en su cuerpo, lleva seis meses apartado del vicio del tabaco aunque ya tiene una seria excusa para volver a retomarlo porque Casey Stoner anunció ayer, en la conferencia de prensa previa al Gran Premio de Francia, que se retira de la competición al final de la presente temporada. 


Antes de que la mayoría de los medios de comunicación se hubieran aposentado en su ubicación, el líder del Mundial de MotoGP -con un punto de ventaja sobre Jorge Lorenzo tras dos victorias consecutivas- tomó la palabra y lanzó la bomba. «Después de pensarlo durante mucho tiempo, de hablarlo mucho con mi familia y mi esposa desde hace un par de años, he decidido que me retiraré al final de esta temporada y que no competiré en el campeonato del mundo de 2013. 

Voy a terminar mi carrera al final de esta temporada en MotoGP, y seguiré adelante haciendo cosas diferentes en mi vida», explicó un Stoner claro y directo. 
«Después de tantos años haciendo este deporte, que me encanta, de tantos sacrificios que ha supuesto para mí y mi familia, después de tantos años intentando llegar a donde hemos llegado en este momento, este deporte ha cambiado mucho y ha cambiado hasta el punto de que no lo estoy disfrutando. 


He perdido la pasión para ello y por eso creo que es mejor que me retire ahora», anunció para pasar a argumentar su decisión irrevocable, pese a que HRC le había puesto sobre la mesa un contrato para las dos próximas temporadas. «Me he dado cuenta de que lo que realmente me importa es la familia. El dinero no lo es todo», reflexionó, después de estrenarse en la paternidad el pasado 16 de febrero -el mismo día que el cumpleaños de su amigo Rossi-, cuando nació su hija Alessandra, Ally, como él la llama cariñosamente. 


«Casey es honesto. Ha perdido la pasión por este deporte. Hay que entenderlo y respetar su decisión», señaló Shuhei Nakamoto, vicepresidente de HRC, que tendrá que comenzar a pensar en un sustituto para Stoner porque, con su decisión, comienza la partida de ajedrez. Todos los pilotos punteros terminan contrato al final del presente curso y en 2013 llegarán a MotoGP nuevos talentos como Marc Márquez. Valentino Rossi fue el primero en mover ficha ayer y anunció su intención de continuar en el Mundial, al menos, dos temporadas más.


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Contador recorrió ayer en solitario la etapa reina del Tour de Francia.



Un regreso cargado de simbolismo. Alberto Contador recorrió ayer el trazado de la etapa reina del Tour de Francia que le arrebataron. En solitario y cumpliendo el compromiso firmado con un patrocinador, el pinteño recorrió los 174 kilómetros que separan Pau de la cima del Tourmalet. Una jornada idéntica a la realizada en 2010, un día después del control positivo por clembuterol, con las ascensiones a Marie-Blanque, Soulor y al mítico puerto de los Pirineos. En aquella memorable etapa, Contador regaló la victoria a Andy Schleck. Los dos entraron juntos a la meta, protagonizando una de las imágenes más bellas de la carrera. 


Ayer, el ciclista castigado por el TAS, volvió a escalar esos rampones, y lo hizo sin ayuda de gregarios, directores y auxiliares. Una lucha contra sí mismo, para demostrarse que su estado de forma es adecuado para regresar a la competición el próximo agosto y que no ha perdido la ilusión. Eso sí, Contador tuvo la compañía de su hermano Fran, de algunos miembros de la Peña Ciclista de Pinto y de su jefe de prensa, Jacinto Vidarte. Desde una moto y desde el vehículo contratado por Flex, le transmitían los mensajes de ánimo que los aficionados habían dejado grabados en una página de internet. 


El vehículo de asistencia portaba, además de alimento y bebida, un par de bicicletas y varias ruedas de repuesto. 
El reto comenzó a las 12.00 horas, unos 60 minutos después de lo previsto, y finalizó después de las 18.00 horas. «Ha sido un día largo, pero he recordado buenos momentos, como los ataques que hicimos Andy Schleck y yo», dijo al término del reto, en la cima del Tourmalet, donde le esperaban un grupo de aficionados para aplaudirle. «He tenido que regular el esfuerzo, porque sólo llevo dos semanas preparando el regreso para la Vuelta a España, pero he ido bastante bien. El puerto más duro ha sido el Tourmalet, pero Marie Blanque también se dejó notar», añadió. 


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Amanda Beard ya no nada para olvidar.



Amanda Beard pulverizó un récord mundial y ganó siete medallas olímpicas. Pero sus logros la empujaron a la bulimia y a las drogas y no lograron compensar los sinsabores derivados de la inmersión prematura en la alta competición. La nadadora detalla ahora su calvario en unas memorias que han levantado cierta polvareda entre sus colegas por su sinceridad. 

El libro cuenta en primera persona la tragedia íntima de Amanda, que se crió en una ciudad californiana y ganó sus primeras medallas olímpicas con apenas 14 años. Al principio la natación fue un pasatiempo familiar, pero enseguida se convirtió en un modo de escapar al impacto del divorcio de sus padres. Amanda cubría nueve sesiones semanales y se despertaba todos los días a las cuatro y media para entrenar. Su debut olímpico llegó con 14 años y Amanda recuerda sus tres medallas de Atlanta con emoción. Aunque su relato transmite la impresión de que los Juegos fueron una experiencia traumática. Amanda era una niña demasiado frágil para lo que se avecinaba. La legendaria Janet Evans entró un día en su habitación y descubrió una montaña de ropa sucia. Al día siguiente, Amanda se la encontró limpia y doblada sobre su cama. 


Se suponía que Atlanta sería el inicio de un futuro fulgurante. Sin embargo, fue el principio de una espiral autodestructiva que condujo la carrera de la californiana al borde del abismo. Amanda descubrió casi a la vez el acoso de los periodistas y los desórdenes hormonales de la pubertad. Se sentía gorda y acabada y dejó de nadar. Pero el antídoto se reveló falso y unos meses después volvió a la piscina. «Entonces comprendí por qué las mujeres maltratadas volvían con sus maridos», escribe en el libro, «vuelven porque no tienen ningún otro lugar adonde ir». 
A punto de cumplir los 18 años, la nadadora se enroló en el equipo de la Universidad de Arizona y conoció al nadador sudafricano Ryk Neethling. 


Enseguida se enamoró de aquel joven apuesto y comprensivo. Pero al cabo del tiempo empezó a emerger su personalidad caprichosa y egocéntrica y Amanda empezó a vomitar. La bulimia se convirtió en una obsesión. Hubo un tiempo en que llegó a vomitar siete veces en un día. En ocasiones sólo comida, otras veces coágulos de sangre de tanto esfuerzo. «Por fin algo me hacía sentir bien», explica, «por fin algo hacía callar la voz interior que me llamaba gorda». Ryk era un ave nocturna y Amanda empezó a beber para llamar su atención. Pero la relación empeoró después de los Juegos de Sydney, donde ella logró un bronce y él, un decepcionante quinto puesto. Ryk la introdujo en Sudáfrica en el éxtasis y la cocaína y, al principio, ella aceptó pensando que las drogas ayudarían a mejorar la relación. «Me encantaba la coca», confiesa en el libro, «es el sueño de una persona insegura y controladora como yo». 


El maltrato fue en aumento y la nadadora encontró un nuevo modo de aliviar el dolor: practicarse pequeños cortes en el antebrazo con una cuchilla. Amanda dejó a Ryk y su carrera volvió a despegar, empujada por el potente patrocinio de Speedo y por atractivas sesiones fotográficas en FHM y en Playboy. Aunque los cortes no desaparecieron hasta que la sorprendió ensangrentada en el baño Sacha Brown: el hombre con el que contrajo matrimonio y con el que tuvo un hijo en septiembre de 2009. Desde entonces, se ha enrolado en un programa de psicoterapia y ha dejado los antidepresivos. «Sacha es mi caballero andante», dice Amanda sobre «la persona que vio cómo era y aun así me se enamoró de mí». Quiere competir este verano en Londres y quién sabe si también dentro de cuatro años en Brasil. El tiempo la ha liberado de sus ataduras. Ya no nada para olvidar.


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