¿Cuál será ahora el futuro de Gasol?
Al menos, hay unanimidad en un aspecto: sin Pau Gasol, los Lakers no hubiesen logrado los títulos de 2009 y 2010. Algo positivo e innegable, por las cifras, por las sensaciones, por la realidad. Sin embargo, el resto de periodos de su carrera, de una forma feroz tras el fiasco de 2011, con palabras concluyentes tras la eliminación de este lunes, están salpicados de matices, tan insistentes, gruesos, que llegan a ocultar el perfil verdadero de un jugador cuya trayectoria exige primeras filas en la historia del baloncesto.
Quisieron que fuese un alero liviano-tirador y quisieron engordarle para que fuese uno de esos pívots abultados. A Pau, tan portentoso de cuerpo y, sobre todo, de mente, le costó ser admitido simplemente por lo que es: un ala-pívot extraordinario, que podía armar el brazo, pero no era un alero; que podía jugar de espaldas al aro y cargar contra rivales tipo Shaq, pero no era un center.
Dijeron mil veces, casi cada semana de cada año, que era blando. Aunque, ¿es blando quien puede neutralizar a Superman Howard, como en la final de 2009?
Bendijo Kobe Bryant, esta misma temporada, la generosidad de Pau, y hace cuatro días rectificó: «Cuando coge el balón, piensa demasiado en pasarla». Si tiraba, tiraba demasiado, pues la estrella era, es y será Kobe; si tiraba poco, tiraba demasiado poco y «tiene que ser más enérgico; tiene que tirar más», se contradecía Kobe, hace cuatro días.
Lo que ha sido demasiado, siempre, fue el escrutinio, el cuestionamiento, de un profesional que merece otra consideración. Y no la merece por español, ni por blanco, ni por alto, ni por listo, sino por justicia, apegados a un recorrido que, por suerte, incluye aquellos dos anillos de la NBA, en los que resultó primordial y que impiden censurarle plenamente. Porque parece que muchos desearían hacerlo, vampirizarle. Basta repasar lo que se dice ahora, se decía el pasado año o hace 10, tras su primer curso en la NBA, para comprobar cuánto celo se ha aplicado a la figura de Pau. También en eso ha sido único.
Su bajón en los playoffs de 2011 y en los de 2012 reclama la crítica, hasta la contundente. Aunque de ahí a presentarle como un tipo absolutamente sobrevalorado, porque cobra 19 kilos (dólares) y pareciese que nunca valió tanto ni nadie le querrá nunca más... Reclama la crítica, pero de ahí a esconder que, con el cambio de modelo, pasó a ser la tercera referencia ofensiva y sólo en esa medida hay que examinarle... Reclama la crítica, aunque de ahí a deslizar que no se preparó como debiera... ¿Sin físico se cazan 10,4 rebotes de media, la segunda mejor marca de su carrera en la NBA? Reclama la crítica, pero de ahí a olvidar que resulta heroico rendir donde no te quieren... Llegó a ser traspasado antes del comienzo de la temporada, una maniobra vetada horas después por la NBA, y el propio jugador admitió en enero que se veía traspasado antes del cierre del mercado a mediados de marzo. Reclama la crítica, porque perdió un balón clave en los segundos finales del cuarto encuentro, pero de ahí a olvidar que fue otro (Kobe) quien marró el tiro del empate...
Probablemente, el 4-1 frente a los Thunder de Oklahoma y de Ibaka, en las semifinales de la Conferencia Oeste, con un rendimiento pobre -respecto a sí mismo-, supone el final de su trayectoria en los Lakers, donde jugó la final de 2008 y ganó los dos títulos exculpatorios, 2009 y 2010. «Me gustaría continuar peleando por esta franquicia y ayudar tanto como pueda. Pero no sé si esto es mutuo o no», admite el español. Llegó el momento del traspaso, y resulta razonable por múltiples motivos.
Lo «injusto» es convertirlo en «chivo expiatorio», como señalaba Los Angeles Times el pasado lunes. Porque «Pau ha tenido que adaptarse a todas las circunstancias. Ha mantenido el profesionalismo y la lealtad al equipo que trataba de traspasarle», destacaba el diario sobre quien, a sus 31 años, aún guarda algunos capítulos ejemplares más. Seguro que lo intentará con España, este verano. Y lo intentará allá donde vaya. Así fue. ¿Por qué dudar eternamente?
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