Una final que será terriblemente dura.
Las dicotomías, las luchas entre dos bandos, han sido la lacra del Barcelona desde los principios de su historia. Ayer, Pep Guardiola quiso dejar bien claro tanto a rosellistas como a laportistas que no quiere ser el arma arrojadiza en la más reciente confrontación intestina. «Tuve una magnífica relación con Laporta y la he tenido con Rosell. A los dos les digo que me voy, que doy un paso al lado, sólo pido esto. Que Laporta y Rosell no usen mi nombre», aseveró el técnico azulgana en su penúltima rueda de prensa.
«Yo sólo puedo estar agradecido a Laporta y Rosell, por igual, por haberme dejado hacer mi trabajo lo mejor que he podido, pero los dos deben saber que me voy, y que me dejen. No puedo ser más claro», insistió el entrenador del Barcelona, quien aclaró que el director deportivo de la entidad, Andoni Zubizarreta, ya le insinuó en noviembre del año pasado que Tito Vilanova podía tomarle el relevo en el banquillo.
«Le dije que era una buena idea. El día en que nos eliminó el Chelsea, Tito y yo hablamos en mi despacho y le dije que había llegado el momento de irme y que intuía que el Barça le ofrecería ser entrenador. Le comenté que hiciera lo que le apeteciera, no podía decirle otra cosa. La vida le ha puesto una prueba que no veáis la que ha sido, y la ha superado. Hacía quimio, radio, y venía a ayudarnos. ¿Quién soy yo para decirle qué tiene que hacer? Me aseguró que se sentía con fuerzas, así que yo le dije que adelante», explicó Guardiola.
«Nos conocemos desde los 13 años. Quien siente que debe parar soy yo. Que yo lo haga no implica que lo haga todo el mundo. En el resto, el club manda, ya tuvo paciencia para esperarme. Y si no me creéis, esperad a que vuelva a entrenar, de aquí a unos años, y me lo volvéis a preguntar», insistió. Sus futbolistas quieren dedicarle un último trofeo. Él, en cambio, asegura que lo que hagan sobre el césped debe ser para ellos mismos. Y para su afición. «Les pediremos lo que siempre les hemos pedido, mucho coraje, atacar lo máximo posible, todas las cosas buenas que hacen ellos. Intentar, como en todas las finales, ser nosotros.
Es el último esfuerzo del año, que se lo dejen todo, por ellos y por la gente que vendrá, siendo conscientes del rival, que hace 28 años que no gana un título. Es un equipo con alma. Será una final terriblemente dura», aseveró el preparador.
«Si algo tiene el Athletic es que no se deja vencer. Ojalá el campo esté en condiciones. Si así es, ellos irán a atacar, nosotros también. Será una final muy bonita. Que la gane el mejor», insistió. También recalcó su admiración por el técnico del Athletic, Marcelo Bielsa. Quién sabe, si con un cierto dardo hacia el madridista Jose Mourinho. «A la gente que es tan honesta en el juego, que intenta agradar mucho a los que les gusta el fútbol, sólo espero que le vaya bien. Es una suerte poder jugar una final contra Marcelo. Quiero ganarle, como él quiere ganarnos a nosotros», agregó.
El de hoy será su último partido oficial al frente del Barcelona. El colofón de una trayectoria que empezó hace casi cuatro años, cargada de títulos, pero también con una espinita. Especialmente reciente, según no dudó en confesar el propio Guardiola en la sala de prensa del Camp Nou. «Me hubiera gustado llegar a Múnich. Creo que hicimos una buena semifinal de la Champions, lo bastante buena como para estar allí. Sería la única espinita de todo este tiempo. Quiero felicitar al Chelsea, no lo había dicho aún. Tienen jugadores que le han dado mucho al fútbol y merecían ganarla», sentenció.
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