Muere el campeón mundial Alexander Dale Oen.
Se llamaba Alexander Dale Oen y era una de las mejores opciones de medalla de la natación noruega en los Juegos Olímpicos de Londres. Pero sus aspiraciones se evaporaron el lunes cuando sus compañeros lo encontraron muerto en la residencia de Arizona, donde preparaba la competición.
El nadador apenas había entrenado y había pasado la tarde jugando al golf. A sus colegas les extrañó que no saliera de la habitación y al entrar encontraron su cuerpo inerte al borde de la bañera de su habitación. El médico noruego Ola Ronsen intentó reanimarlo con un masaje cardíaco. Pero al llegar al hospital los servicios de emergencia confirmaron que había fallecido de un ataque al corazón. La prensa noruega había informado de que Dale Oen llevaba días aquejado de una infección en el hombro. Pero ni su médico ni su entrenador Petter Loevberg habían percibido ningún signo que hiciera presagiar semejante final. «Todos nos hemos quedado de piedra», decía ayer Loevberg, «nuestros pensamientos son para su familia. Las palabras no pueden describir la pena que sentimos. Es importante que estemos juntos y cuidemos unos de otros. Es una situación irreal y tenemos por delante días difíciles».
El nadador se encontraba concentrado con su selección en Flagstaff, una ciudad al pie de las Montañas Rocosas donde muchos deportistas acuden atraídos por su centro de entrenamiento en altitud. Por el centro pasaron 22 nadadores que lograron medalla en los Juegos de Beijing. Entre ellos, seis japoneses y el propio Dale Oen, que ganó la plata en la especialidad de 100 metros braza. La medalla olímpica fue el primer paso de una progresión que llevó al noruego a proclamarse campeón el año pasado en los Mundiales de Shanghai. Una hazaña más emotiva si cabe porque tuvo lugar tres días después de la masacre de Utoya, donde 77 personas murieron a manos del extremista noruego Anders Breivik.
Al entrar en la piscina, Dale Oen lo hizo con la mano sobre la bandera noruega que llevaba en el gorro y convirtió entonces su triunfo en un símbolo de resistencia ante la barbarie. «En un momento así debemos estar más juntos que nunca», proclamó justo antes de ganar, «era importante para mí demostrar que siento las mismas emociones, aunque esté aquí en China». El primer ministro Jens Stoltenberg decía ayer que el nadador le había contado cómo se sintió: «Me dijo que era extraño ganar una medalla con noticias tan trágicas, pero el modo en el que logró el triunfo, su dignidad y su compasión demuestran que no sólo era un gran atleta, sino una persona buena y muy cariñosa».
Nadadores de todo el mundo expresaron ayer sus condolencias en las redes sociales. También los españoles Erika Villaécija y Rafael Muñoz, que se mostraron desolados por la noticia. El propio Dale Oen escribió una última frase en su cuenta de Twitter en el día de su muerte: «Me quedan dos días de concentración aquí en Flagstaff antes de volver a la ciudad más hermosa de Noruega, Bergen».
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