viernes, 11 de mayo de 2012

La celebración del Atlético de Madrid.



El mister no quería salir. Sacó su móvil tímidamente para fotografiar a la marea rojiblanca que inundaba la Puerta del Sol y le envió la instantánea a Giovanni, su hijo mayor, futbolista en ciernes, El Cholito. Alguien del club le pidió que se asomara al balcón de la Casa de Correos. Pero él, como el miércoles, cuando el equipo recogía la Copa de la Europa League, se escondió para no robarle protagonismo a sus jugadores. 

«Es que si salgo empezaran a cantar», razonaba Diego Pablo Simeone. Y no le faltaba razón. Fue asomarse un poco y arreció el «¡ole ole ole Cholo Simeone!». Fue uno de los gritos más escuchados ayer -junto a los vítores a Radamel Falcao y Diego- en el recorrido institucional de los jugadores antes del fin de fiesta de Neptuno, en el que Antonio López coronó al Dios colchonero ante el entusiasmo de cerca de 40.000 seguidores. 


El periplo festivo arrancó en el estadio Vicente Calderón sobre las 17.00 horas bajo un sol asfixiante y varios cientos de seguidores que quisieron dar la bienvenida al equipo, como Julián, frutero, que se acercó con sus dos hijos pequeños. «Me gusta mucho el Atleti», acertaba a duras penas a decir el pequeño Julián, de sólo cuatro años, enfundado en la rojiblanca y que ayer ya intuía por qué su papá es del Atleti.


Acompañados por varios aficionados que iban en motocicleta, el autobús se dirigió primero a la catedral de la Almudena, donde se ofreció el título a la patrona de la capital. «A la Virgen le pedimos que siga intercediendo por esta gran familia rojiblanca», afirmó el presidente, Enrique Cerezo, toda la tarde con un abanico a cuestas para ahuyentar el calor. «En la copa ganada está la deportividad, la solidaridad, el espíritu de equipo y la exigencia», aseguró el obispo auxiliar, César Franco, en una breve ceremonia, en la que se vio al héroe de Bucarest, Falcao, ferviente creyente, agachar la cabeza y rezar. 


De la Almudena a la sede del Ayuntamiento, en Cibeles, siempre con aficionados en la calle saludando al autobús del equipo. «Madridista el que no bote» comenzaron a gritar los jugadores al acercarse a la diosa madridista, a la que, con cierta sorna, instaron a «salir del armario». 

Ya empezaba a haber ganas de marcha. De lío. Y Ana Botella, la alcaldesa, no se escapó. Juanfran, Gabi, Asenjo y Domínguez, de los más bromistas ayer, hicieron botar a la alcaldesa para chanza de todos. «Sois embajadores de la marca Madrid y la marca España. Una parte fundamental del proyecto olímpico», aseguró Botella, con la rojiblanca enfundada. 


Camino del patio de cristales, donde esperaban cientos de aficionados, todo eran bromas entre los jugadores. «Joé, Mario [Suárez], te pasas todo el día mirándote al espejo» o «Queremos tus gayumbos Domínguez» eran frases escuchadas por las escaleras de caracol del Consistorio, por donde Gabi, canterano, bajaba cantando el «Te quiero Atleti». 


En el acto del patio, Simeone quiso agradecer el título a los jugadores «porque sin ellos no se pudo dar este paso; demostraron ser un grupo responsable y comprometido que le ha dado prestigio a este club». Para acabar, Domínguez cogió el micro y gritó: «Ahora a por la Champions», ante las risas de sus compañeros. Eran momentos de alegría y Juanfran vio a los periodistas hablando con Gabi y no lo dudó, interrumpió la entrevista al grito de «¡Gabi selección!». 


De vuelta al autobús, ahora camino de la sede del Gobierno regional. Al subir por la calle Alcalá, el bus rojiblanco se encontró con una concentración de la marea verde -colectivo en contra de los recortes en Educación de Esperanza Aguirre- y no debió sentar nada bien a los manifestantes tanto alborozo porque comenzaron a gritar a los jugadores: «¡Menos fútbol y más educación!». 

Tampoco la presidenta regional, Esperanza Aguirre, se escapó de botar con los jugadores tras afirmar que la afición del Atleti «es la mejor del mundo, merecen disfrutar esta copa tanto como los jugadores». «Este título confirma al Atlético como uno de los grandes de Europa y del mundo», dijo. Mientras, el presidente del club vaticinó nuevas celebraciones: «Esperamos repetir título en el mes de agosto con la Supercopa». 


Al acabar el acto institucional, en el que Cerezo regaló a la presidenta -al igual que a Botella- una réplica en miniatura del trofeo, los aficionados observaron con asombro desde el balcón de la Casa de Correos a las miles de personas que ya se juntaban en Sol. «Todo esto nos hace sentirnos orgullosos de vestir esta camiseta», decía Antonio López, el gran capitán, que se despide este año del club, como Perea. «Me voy con muchas cosas bonitas», afirmaba el defensa colombiano. Falcao, con su bandera de Colombia y siempre pendiente del móvil, no dudaba en acompañar a los aficionados con el grito que le dedica habitualmente el Calderón. 


A las 19.40 horas salían los jugadores de la Casa de Correos, pero tuvieron que volver a meterse porque el autobús no estaba. Fueron cinco minutos que los jugadores aprovecharon para sentarse en las escaleras a descansar, llamar a sus familiares y seguir bromeando. El recorrido hacia la plaza de Neptuno por la Carrera de San Jerónimo fue un baño de multitudes atléticas a ambos lados del vehículo, que, como en el Calderón, parecían llevar en volandas al equipo hacia su objetivo. 

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