La tierra azul de Madrid.
La tierra azul de Madrid tiene un 85% de características similares, en cuanto a materiales y construcción se refiere, a la de la mayoría de los torneos que se disputan sobre esta superficie. Al igual que todas las pistas de arcilla sin teñir, posee sus propias peculiaridades. Cada ciudad posee un clima concreto y cada torneo está rodeado de unas circunstancias que propician un terreno más rápido o más lento, con una sensibilidad distinta con respecto a la pelota. Basta decir que en la misma Caja Mágica, hay ahora tres modalidades diferenciables de arcilla según las pistas de que se trate.
En mi opinión, el Real Club de Tenis Barcelona y Roland Garros serían la referencia. En el caso de Madrid, además se añadaría la necesidad de adaptarse a la altura. A esto se le suma ahora hacerse al color y a las características específicas de esta mezcla. Hay una mayor inestabilidad en los apoyos, lo cual provoca una cierta dificultad a la hora de encontrar el timing. El volumen de polvo es mayor en la parte superior de la pista, algo que propicia un bote más bajo, que alcanza su máxima expresión con el golpe cortado.
Estoy de acuerdo con la propuesta de evolución. La visión conservadora de la tradición interpreta ésta como algo que mantener y acatar acríticamente. Sin embargo, la vitalidad del peso de la costumbre depende de su capacidad para renovarse, pudiendo cambiar de forma para adaptarse a nuevas circunstancias, sin perder por ello su sentido. Suscribo plenamente esta reflexión sobre la tradición y la necesidad de que tenga un carácter flexible.
Aceptando que la ATP ha apoyado la idea con un año de prueba, no comparto que se haya hecho en un torneo de esta categoría y en vísperas de Roland Garros. No es el momento ni el lugar para ello, pero, insisto, hay vuelta atrás y, en caso de que las cosas no funcionen se cambiará. El tenis debe crecer con el curso de los tiempos. Demostrado está en las canchas duras que el contraste de la tonalidad azul favorece la percepción visual. Este deporte se ha venido dotando de modificaciones que lo han hecho más atractivo para el espectador, como el tie break o el golden point aplicado en la especialidad de dobles.
La tierra azul es una buena iniciativa, defendible bajo criterios empresariales, de visibilidad, de cara a la retransmisión televisiva, e incluso deportivos, pero poco acertada en el espacio y en el tiempo. Entre otras cosas, creo que no se ha tenido en cuenta como merece la valoración de los jugadores, los verdaderos protagonistas.
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