Melanie Costa
En el Mundial de Estambul de piscina corta, extinguida la esperanza de triunfos de Wildeboer, Muñoz o Villaécija, apareció Melanie Costa. Mallorquina de madre alemana, 23 años, recordó con un oro en los 400 libre a Mireia Belmonte, el único éxito español de 25 metros hasta la semana pasada. Adolescente en Pekín, predijo en Turquía logros mayores que la final que alcanzó en el Mundial de piscina larga de Shangai, el año pasado.
Pregunta.- Oro y mundial. ¿Cuánto molesta que su éxito vaya seguido de un 'pero en piscina corta'?
Respuesta.- Para mí es el mayor éxito de mi carrera y tiene mucho valor porque apenas había ausencias, sólo faltaban dos finalistas olímpicas. Sé que las competiciones en piscina corta me favorecen por ser fuerte de piernas, poseer buena técnica en las virajes, pero estoy trabajando mucho en la piscina olímpica siempre pensando en el Mundial de Barcelona del año que viene.
P.- Diecinueve centésimas le dejaron fuera de su primer final olímpica, en los 200 libre de Londres. ¿Compensa?
R.- Sí, sin duda. Es un palo no lograr el que ha sido tu objetivo durante cuatro años por tan poco. Es duro. Pero esta medalla premia todo el trabajo que hice en el ciclo olímpico, ayuda a mirar al futuro, a olvidar. No cambio este oro, ser campeona del mundo, por un diploma.
P.- Todo tras cambiar Madrid por Barcelona. ¿Tiene relación la mudanza con los éxitos?
R.- No creo. Estuve muchos años en la Blume con mi entrenador de toda la vida, Jordi Murio. Él me enseñó muchísimas cosas, teníamos una complicidad especial, pero la Federación no lo quiso renovar. Pese a que insistí, no me dieron ninguna opción de seguir con él y tuve que marcharme a Sant Cugat. Ahora estoy bien con José Antonio del Castillo, aunque aún no existe esa relación.
P.- Su relación con la natación empezó bien, se torció y parece enderezarse otra bien.
R.- Siempre fue buena, pero no todo puede ser vino y rosas. Empecé porque mi hermano mayor nadaba en mi pueblo, Calvià. Hacía un cursillo de dos días y pedí a mi madre que me apuntara dos veces, quería nadar todos los días. Empecé a competir y destacaba, aunque es cierto que cuando debía dar el salto de júnior a la absoluta no me encontré cómoda en la selección, no había buen ambiente, y quise dejar el deporte. Por suerte, no lo hice.
P.- ¿Cómo fueron sus años en Estados Unidos?
R.- Muy buenos. Fue justo entonces, después de los Juegos de Pekín, cuando decidí irme para allá, a la Universidad de Florida. Aprendí mucho sobre todo a nivel mental. Al principio competía con las mejores, referentes para mí como Manadou o Pellegrini, y no pensaba en llegar a su nivel, las veía inalcanzables. En Estados Unidos aprendí que podía luchar con las mejores. Volví tras dos años. Aquel tiempo me ayudó.
P.- ¿Piensa en Río de Janeiro?
R.- Sueño con Río de Janeiro. Entonces tendré 27 años, que son muchos para un nadadora. Pero espero estar en la élite, quiero estar para poder entrar en una final olímpica.
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