viernes, 7 de diciembre de 2012

Ricky Rubio regresa tras su grave lesión



Casi 300 días. Eso es lo que va a durar la pesadilla de Ricky Rubio, considerando que venía de un sueño, su estruendosa irrupción en la NBA. En 41 partidos, fulminando hasta las más optimistas previsiones (y cada una de las pesimistas...), el base logró el más difícil todavía, triunfar tanto mediática como deportivamente. Por un lado se convirtió en el chico de moda en el reino del espectáculo; por otro, puso en marcha a un equipo que sólo conocía la ruina. 

«Life is good!», proclama y ya regresan las sonrisas a Minnesota. Ayer le comprobaron como uno más a las órdenes de Rick Adelman. Aunque él clamó por la cautela: «me siento raro. Hasta que no me sienta bien y deje de pensar en mi rodilla no voy a volver», concluyó. Hay prisas, porque en su ausencia volvieron los Wolves a las andadas. Sin Ricky, el curso pasado, sólo cinco victorias más. Y en el actual, en el que hasta hace unos días también faltó por lesión Kevin Love, dudas (7 victorias, 8 derrotas) y más lesiones, como un mal fario (Barea, Budinger, Roy...). La cuestión es comprobar si con el progresivo retorno del catalán podrán cerrar el círculo y volver a unos playoffs que no visitan desde 2004. 

También enseña la dentadura Ricky, aunque, en su caso, nunca dejó de sonreír. Por el camino, en el limbo de su carrera, unos Juegos y tal vez un galardón, el del Rookie del Año al que iba encaminado. Algo bueno habrá que extraer del calvario... Es evidente la evolución física experimentada por el otrora espigado jugador, más fornido, bíceps ensanchados y hombros robustos, quien también afirma que haber visto tantos partidos desde fuera le ha dado una perspectiva de los errores que tal vez nunca habría alcanzado. «Creo que estoy casi al 100%. Quizás tenga uno o dos grados menos que la otra. Pero mi rodilla, se siente bien, se siente lista para comenzar», proclamaba el viernes, el día que, con la aprobación de Richard Steadman, el doctor que le operó de los ligamentos, anunció que ya tenía permiso para entrenar sin cadenas. 

El domingo, en el Target Center, al fin fue uno más. Entrenamientos con contacto y resultado satisfactorio, según el anuncio de la propia franquicia. «Me hizo un caño», festejó su compañero Josh Howard, encargado de defenderle. Un manantial de alegría para un equipo por momentos depresivo, pese a las incorporaciones veraniegas (Kirilenko, Shevd...). No va a faltar la cautela en su reincorporación. Será paulatina, «comenzará jugando entre 16 y 18 minutos por partido», desvela David Kahn, General Manager de unos Wolves que le han echado tanto de menos. 

Si un 9 de marzo, con Kobe Bryant enfrente y los Lakers de Gasol como testigos de excepción, se produjo la botadura de su barco de quirófanos y fisioterapeutas, probablemente el 7 de diciembre, el próximo viernes, llegue a puerto. Los Wolves reciben ese día a los Cavaliers, tras una gira de dos partidos por el Este. Cuatro días después, les visitan los Nuggets. Poco a poco. Según Ricky lo difícil fue «ser paciente». «No puedes hacer más de lo que te dicen. Es duro, pero es lo que hay».

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