martes, 21 de agosto de 2012

Contador ``Nada compensa lo arrebatado por la sanción´´



No hay nada ni nadie a quien esperar. Son demasiados días sin estas sensaciones, sin la adrenalina de la competición, sin gente gritando en las cunetas. Seis meses de entrenamientos en solitario, sin horizonte. No aguarda Alberto Contador, en busca del tiempo perdido, aunque, como él mismo no se cansa de repetir, nada compensa lo arrebatado por la sanción. Las primeras rampas de la Vuelta a España ya tienen su sello, sus latigazos, fuegos de artificio aún, pues esto no ha hecho nada más que comenzar. Está de vuelta, su inquieta figura bailando en la bici, mirando a derecha e izquierda, atrás y adelante, controlándolo todo. Y arreando, probando al personal, «chisposo» como el mismo se calificó después. 

También probándose así mismo, pues ya avisó de que todo irá a mejor tras la primera semana, cuando las piernas se acostumbren a la exigencia competitiva. Cierto es que fue Alejandro Valverde, ganador final, el que inició el bombardeo, casi en la primera rampa hacia el Santuario de Arrate, cuando se acababa de neutralizar la escapada del día. Puro espectáculo en esta tierra sagrada del ciclismo y sólo van tres jornadas de Vuelta. Respondió, como extrañado por la osadía, como si le hubiera sentado mal que alguien se le adelantara, Contador. También Purito Rodríguez y Froome, el británico siempre un segundo después, aunque siempre llegando. Se iba a repetir el guión del cuarteto, pero ya cada acelerón lo proponía Alberto, hasta cuatro, recordando al de los mejores tiempos, al campeonísimo. Cada vez que los neutralizaban, otro empujón. Hasta que consiguieron abrir un pequeño hueco, ya en el descanso de los dos últimos kilómetros hacia el Santuario. «Estoy muy satisfecho, las diferencias han sido mínimas pero estoy contento con las sensaciones porque no había subido puertos en las últimas semanas», relataba después. 


El desenlace era un sprint prematuro, pues sabían que para ganar en Arrate había que entrar primero en la curva, aunque luego no fuera así. Se impuso de milagro Valverde, en teoría el más castigado por el calendario, el que menos tendrá que decir después en la general (o no), y se colocó líder, pues el joven Castroviejo cedió pronto. Purito se mostró fortísimo, aunque, decepcionado con su error postrero, concluyera que «las sensaciones ahora mismo no sirven para nada». Y Froome, el que menos se expuso, fue tercero y arañó cuatro segundos a Contador, cuarto. Bonificaciones, migajas, que anticipan, sin embargo, una Vuelta de campanillas. Hoy más, de nuevo final en cumbre, espera Valdezcaray. Y Alberto, insaciable, que quiso ganar y no pudo. «Y eso es un buen síntoma». 


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