lunes, 7 de enero de 2013

Pau Gasol tiene una mala racha



No es necesario rebuscar demasiado, simplemente porque no existe precedente. No se recuerda porque nunca existió un Pau Gasol como el de ahora, en semejante depresión, sin alma, sobrepasado, sin influencia ninguna en el juego, la concreta ejemplificación de lo que son, en conjunto, los Lakers, que por ahí viene el problema. No, nunca anotó tan poco (12,2 puntos por partido, su peor temporada en este aspecto en la NBA fue la pasada, 17,4), pero es que nunca lanzó menos (11,3 tiros), ni con más desacierto (41,2%) en sus 12 cursos en EEUU. ¿Declive a sus 32 años? No puede ser, responde su compañero Steve Nash: «Hace seis meses estuvo increíble en los Juegos Olímpicos. Eso tiene que estar en algún lado». 

El problema, ahora ya grave, hizo cumbre en una noche señalada, la del pasado viernes, derbi ante los Clippers, el otrora vecino pobre que volvió a humillar, por segunda vez esta temporada, a los Lakers (107-102). Gasol se quedó en dos puntos, una mísera canasta, algo que no le ocurría desde su tercer partido en la NBA, allá en 2001, allá en Memphis. Es la sexta vez en lo poco que va de curso que no pasa de los 10 tantos. Por ejemplo, la campaña anterior, en 65 noches, sólo hubo dos sin sobrepasar la decena, lo que venía siendo lo habitual en su prolífica carrera. 

Sirva de consuelo, lo de Pau preocupa, y mucho, en Los Ángeles. Existe alrededor de la franquicia, pese a los renovados e incesantes rumores de traspaso, la sensación de que es la clave de bóveda del equipo, la pieza sin la que nada funciona. Tal vez cuando Mike D'Antoni acierte con su ubicación y desempeño, porque ante los Clippers volvió a dejarlo en el banquillo en la hora de la verdad, esta vez porque «simplemente no ha tenido un buen partido». 

Como no podía ser de otra forma, el primer alarmado es el propio Pau, a quien además se le aprecia en la cancha lastrado físicamente por los problemas de fascitis plantar en su pie derecho. Blake Griffin no encontró obstáculo en la defensa del español, que no se muerde la lengua. Se apunta a sí mismo: «Tengo que tener más iniciativa, ya que no puedo esperar a que otros tomen decisiones por mí... Tengo que hacer las cosas por mí mismo». Y a la falta de encaje en el sistema, alejado ahora del que siempre fue su hábitat y sin cuajar con Dwight Howard: «En ocasiones es difícil ya que no depende sólo de mí involucrarme en el juego. Lo estoy intentando, pero cuando estoy en el poste alto es cuando más integrado me siento y puedo ejecutar más jugadas... pero no ocurre regularmente». 

También se pronuncia Kobe Bryant, a modo de hermano mayor. «Nuestro ataque tiene que pasar mucho más por sus manos», pide el tipo que encadena 16 partidos anotando más de 27 puntos, igualando así su propio récord, absoluto en los Lakers. «Está frustrado y tiene todo el derecho. Yo también lo estoy por él. Tenemos que encontrar una solución, porque no vamos a llegar donde queremos si no usamos todo su potencial», recalca Kobe, incapaz con sus exhibiciones de enderezar el rumbo de los Lakers, aún con récord negativo (15-17), fuera hoy por hoy de los puestos de playoffs y a años luz de la nobleza del Oeste. Y con un porvenir inmediato escalofriante, pues se enfrentan de corrido con los Nuggets, Rockets, Spurs y Thunder, precisamente los que les miran desde muy arriba en su conferencia. 

Futuro inquietante, aunque nadie aún pierde la esperanza, ni el propio Gasol, que no quiere ni oír hablar de traspaso. «Todavía tengo fe. Mantengo la confianza en que puedo ser una parte importante para ayudar a los éxitos de los Lakers».

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