lunes, 21 de enero de 2013

Primera derrota del Barcelona



El Barcelona, líder indiscutible, autor de la mejor primera vuelta de la historia de la Liga y apisonadora inmisericorde de cuantos rivales se ponen enfrente, a veces, es humano. Anoeta es el escenario que más y mejor desviste de su manto divino al equipo azulgrana. La pasada temporada desaprovechó dos goles para terminar empatando. Ayer, con el mismo margen, acabó por perderlo en el descuento, con un tanto de Agirretxe que reventó San Sebastián en puertas de la Tamborrada. 

El equipo de Vilanova finiquitó con una derrota su peor semana de toda la temporada, tras empatar en casa frente al Málaga en la Copa del Rey. Rasgos de humanidad que sorprenden en un equipo acostumbrado al éxito diario. El verdugo fue una Real excelsa en su planteamiento tras un inicio de titubeos, aprovechado por el Barcelona para establecer una distancia que creyó suficiente para sumar otros tres puntos. Pero se apagó Leo Messi, se difuminó Xavi y el líder perdió su esencia. Con el 1-2, y ya con la Real desafiante, Undiano mostró la segunda amarilla a Piqué, tan dudosa como la primera, y desarmó al Barça, que nunca llegó a adaptarse a jugar en inferioridad. 

El empate a dos llegó enseguida y los culés prefirieron conservar el punto que perseguir los tres. Entonces apareció Agirretxe en el descuento para desafiar el orden establecido, premiando el coraje y la intensidad del equipo de Montanier. 
Cayó el Barcelona con todos los actores principales sobre el césped. A Tito Vilanova no le tembló el pulso para alinear a su equipo de gala, aun cuando tiene la Liga más que enfilada y debe afrontar la vuelta de la Copa contra el Málaga el jueves. No reservó a nadie, mandando un mensaje claro de que, al menos de inicio, no va a haber concesiones pese a la brecha que separa al Barcelona de los demás. El técnico catalán vació el arsenal ante una Real con un perfil algo más conservador que de costumbre, resignada a que el dominio de la pelota no iba a ser suyo. 

Sin alardes, el Barça impuso su ley en el principio. Porque Messi puede fallar una vez, pero jamás dos seguidas. Marró un mano a mano en el minuto 4 y dos más tarde colocó al líder por delante. Iniesta recogió un mal despeje de Bravo, centró el balón, Cesc lo dejó pasar y el argentino definió desde la corona del área. Pedro, asistido, por Alves, marcaría después el segundo. La desventaja encorajinó a la Real, ansiosa por tomarle el pulso al partido. Messi pudo marcar el tercero en una vaselina que se topó con el palo, pero apenas unas jugadas después el partido modificó su trayectoria, merced al primer tanto de Chory Castro. 

El descanso vigorizó a los donostiarras y relajó a un Barcelona que ya no encontraba las líneas de pase para sentenciar el partido. Llegó entonces la expulsión de Piqué y Castro martilleó al Barcelona otra vez, con un lanzamiento desde fuera del área que tras dos rebotes y un palmeo de Valdés se coló en la portería. 
El Barça se ancló más que nunca en el conformismo, mientras que la Real siguió apretando para obrar el milagro. Vilanova introducía un defensa, Montanier apostaba por los delanteros y fue uno de ellos, Agirretxe, el que desvirgó el casillero de derrotas de los azulgrana. A veces también son humanos.

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