viernes, 9 de marzo de 2012

El Valencia hizo una escabechina.




De tener la eliminatoria más que sentenciada con un 4-0 a verla, sencillamente, encarrilada. Visto lo visto ayer el Valencia no deberá tener el más mínimo problema para plantarse en cuartos de final, pero lo que iba a ser una noche perfecta se empañó con los dos goles del PSV en los últimos ocho minutos. De los tres deseos que formuló Emery en la previa ante el PSV, anoche sólo se cumplieron dos: venció y realizó un juego atractivo. El tercero, que era mantener el marco a cero, no se produjo. 

Ni en las previsiones más optimistas habría imaginado Emery un resultado tan amplio. La Europa League devolvió al Valencia el orgullo perdido en los últimos partidos. Fue el escenario donde recuperó su mejor versión. La de un equipo alegre, vertical, con profundidad y, sobre todo, decidido y comprometido. 
Lo demostró ante un PSV que presumía de contar con un equipo de medio campo hacia delante temeroso, pero en la misma proporción tenía su talón de Aquiles en la retaguardia. Y en esa parcela el Valencia hizo una auténtica escabechina. 


Dio igual que Emery introdujera hasta siete cambios con respecto al once de gala. De salida entrañaba una temeridad, pero los jugadores respondieron. Empezando por Barragán, un lateral de perfil medio que ayer hizo estragos por su carril, bien asociado con Pablo Hernández, hasta el punto de que Rutten se vio obligado a reemplazar a Willems a la media hora. 

Fue Pablo, no obstante, quien abrió la lata dejándose caer por el costado izquierdo. Quebró en dos ocasiones a Marcelo y asistió al segundo palo a Víctor Ruiz, que ganó por alto al desastroso Willems. Ya tenía el Valencia el partido donde quería, de cara cuando tan sólo habían transcurrido 10 minutos. Justo dos después, Barragán dio un centro medido a Soldado para se quitara de encima esa pesado losa de 10 partidos sin ver puerta con su equipo. Piatti marcó el cuarto en pleno vendaval. El tanto de Toivonen y Wijdaldum en las postrimerías del partido deslució una noche que iba camino de ser perfecta. 

«Lo teníamos muy encarrilado y ahora tendremos que jugar allí con la obligación de tener que pelear como si no tuviéramos renta», lamentó Soldado.

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