miércoles, 17 de julio de 2013

Tito replica a Pep


Amigo es una palabra que comparte grafías con el verbo amar. Y que deriva de él. Sin embargo, y por mucho que ayer sonara en varias ocasiones en boca de Tito Vilanova, parece que no se emplea entre él y Pep Guardiola a tenor del cruce de declaraciones de los últimos días. Hoy se podría decir que suenan como aquella canción de New Order, Bizarre love triangle, con el Barcelona como tercer vértice de esta historia. 
Todo nació el pasado jueves de una alocución de poco menos de cinco minutos de Guardiola, ex entrenador azulgrana y actual técnico del Bayern. En ella acusó a la junta directiva del Barça de usar la enfermedad de Vilanova, amigo de infancia en La Masia y ayudante en el banquillo barcelonista, para atacarle. El presidente Sandro Rosell negó tal extremo, y ayer, de un modo parecido, con un discurso al poco de iniciar la rueda de prensa tras el entrenamiento inaugural de la temporada, Tito expuso su teoría. 

El jueves, Guardiola negó haber menospreciado a su ex compañero para firmar a Neymar. Y destacó su labor al frente del equipo pero desveló algo privado: «Utilizar la enfermedad de Tito para hacerme daño no lo olvidaré. Es mentira que no le viera en Nueva York, le vi y si no fue más es porque no fue posible, pero no por mi culpa». «Si no nos vimos no es porque yo no quisiera, el que estaba solo, pasando por un mal momento, era yo», deslizó Tito. 


El ahora técnico azulgrana explicó ayer que esta relación que se ha enfriado con la distancia, como calificó él mismo, nada tiene que ver desde su punto de vista con hacerse con el cargo tras el adiós de Guardiola en 2012. «En esos días hablo con Pep, sabe de mi intención y me anima a ser entrenador del Barcelona. Pero ahí no está el problema. Nos conocemos desde hace 28 años, juntos escribimos una página increíble y es mi amigo». Así, en presente. No en pasado. Detalle considerable. 

En cualquier caso, entre A y B dista un abecedario para entender las razones del distanciamiento. Es de su ámbito privado, a ellos les pertenece. Hace tiempo que no se comunican, y tal vez el día 24, con la excusa del envite amistoso (curioso término en este ambiente) entre el Bayern y el Barça, hablen del tema. «Será un partido de preparación, para mí no será especial», advirtió Tito. Karl-Heinz Rummenigge, director general muniqués, dijo ayer que se mantienen «las relaciones de amistad» y «respeto mutuo» entre clubes. 
La ruptura en familias se denomina ‘ismo’ en azulgrana. Si Rosell negó la reflexión de Guardiola pero pidió ser guardolistas, Tito no defendió ni esa rama ni el vilanovismo: «Ruido en este club ha habido siempre. Me gustaría que lo uniéramos en el barcelonismo. Lo demás nos divide». 


Con todo, Vilanova no se arrepiente de haber aceptado entrenar al grupo, aunque pueda pensarse que le ha hecho perder algunas cosas: «Para alguien de aquí, de un pueblo de l’Empordà, ser entrenador del Barça es memorable. Mis hijos se sentirán orgullosos de su padre. [El cargo] no me ha hecho sufrir nunca». De momento, a tener que hablar de temas personales desagradables. 

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