lunes, 15 de julio de 2013

Un Holandés intentará batir un récord mundial tras sufrir un cáncer de piel


El récord de la hora es historia del ciclismo. Una prueba bien simple, ver quién puede recorrer más kilómetros en 60 minutos, que ideó el también padre del Tour, Henri Desgrange, y a la que dieron lustre desde Eddy Merckx a Miguel Indurain pasando por Coppi, Anquetil, Moser o las rarezas de Obree. Hoy abandonada por los profesionales (pese a las intenciones de Cancellara) es vivero de aventuras para aficionados necesitados de pedaleo y más pedaleo. 

Uno de ellos es Maas Van Beek. Nacido en Barneveld, ciudad holandesa cercana a Utrecht, su historia invita a la sonrisa pícara pues se asemeja a la de otro ciclista ya caído en desgracia. Van Beek empezó a destacar sobre la bicicleta tras sufrir un durísimo cáncer. Trabajador de una empresa cárnica desde joven, a los 30 años le detectaron un tumor cutáneo que dos años después se agravó: metástasis en los ganglios linfáticos. 

Tras mucho tratamiento salió de la enfermedad fortalecido, dispuesto a dedicar las horas y horas pasadas en quimioterapia a su afición: dar vueltas a un velódromo. Así fue sumando éxitos. En 1990 logró un oro en los Mundiales de ciclismo adaptado compartiendo tándem. Años después, oro en Atlanta y Sydney. Luego, mientras abría un negocio de bicicletas y registraba un modelo de kart a pedales, se obsesionó con la hora. 
Empezó con el récord tras motocicleta como objetivo y lo consiguió por primera vez en 2008, ya con 53 años. 66,343 kilómetros en una hora que ampliaría en 296 metros el pasado octubre en Moscú, no sin polémica. La Unión Ciclista Internacional no quiso registrar su distancia porque la motocicleta que le marcaba el ritmo no estaba homologada, igual que el extraño plato ultra-ovalado que utilizó. Se salió con la suya tras aparecer en varios periódicos. «No soy Armstrong ni Cancellara, sólo un viejo criador de pollos sin interés comercial, pero mi hazaña tiene el mismo mérito», explicaba. 

Ahora busca el récord en solitario. Tras mucho entrenamiento en altura, en parte en Sierra Nevada, quiere asaltar el registro del checo Ondrej Sosenka (en 2005, 49 kilómetros y 700 metros) en La Paz, en septiembre. Una caída en marzo en la que se perforó el intestino podría truncar sus planes aunque amenaza con seguir intentándolo hasta el fin de sus días.

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