jueves, 4 de octubre de 2012

Luis Salom corrió con un hombro infiltrado y ganó



De lo que no hay duda es de que el chico tiene carácter. Suele hacer rotundos sus cabreos en público cuando su moto no le responde o cuando él mismo comete un error. Pero el domingo Luis Salom explotó por el lado opuesto, el del júbilo cuando se encontró con una gran victoria, dolorosa en el sentido literal de la palabra: corrió con el hombro izquierdo infiltrado. 

Porque el balear, otro genio en la estela de Lorenzo, que hasta en el pronto se asemejan, pasó una noche horrible, «sin apenas dormir» dolorido tras la caída del sábado, infiltrado para poder competir ayer, cuando también probó el asfalto en el warm up matinal. Ni siquiera sabía si realmente tenía algo roto o sólo una luxación. «Me moría de dolor», confesaba. Pero en la batalla el sufrimiento queda atrás, sobre todo cuando compruebas como a Maverick Viñales, segundo hasta ayer en la general tras Cortese, la moto se le paraba en la vuelta de calentamiento por un fallo eléctrico. 

Un rival menos, aunque Salom decidió quedarse atrás, tranquilo, en el inmenso grupo que convirtió la carrera de Moto3 en una bendita locura, una serpiente multicolor con constantes cambios en cabeza (Khairuddin, Rins, Kent…). Pero cuando llegó la hora de la verdad, Cortese intentó hacer de las suyas, un tirón definitivo. Esta vez tuvo la respuesta contundente de Salom, agazapado, quien a falta de dos vueltas ya no dejó el liderato para ganar su segunda carrera del curso (tras Indianápolis) y colocarse a 51 puntos del alemán, distancia «imposible», según reconoció: «Con lo mal que voy de motos y con lo fuerte que está Sandro…». 

Tal vez la confirmación del ascenso de este piloto de 21 años al que apodan El Mexicano, forjado a sí mismo y que el curso que viene dará un paso más y, a falta de confirmación oficial, correrá con la KTM oficial del equipo del finlandés Ajo, ocupando la montura de un Cortese, campeón en breve, que dará el salto a Moto2.

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