El balonmano pagará las consecuencias del Madrid Arena



Se llaman macro-fiestas y son divertidísimas. En un local diseñado y construido para otros usos, los asistentes se hacinan de madrugada, sudorosos, con un vaso de matarratas en la mano bajo machaconas toneladas de decibelios sincopados de una calidad musical que haría las delicias de los pobladores de Atapuerca. Imposible hablar si no es a gritos. Conseguir otra copa de veneno resulta un triunfo. Acceder a un atestado y antihigiénico urinario, una odisea. Qué gozada. Fascinantes aventuras de adolescencia. Proliferan los sociables vendedores de bonitas pastillas de todos los colores y los mercaderes de sugerentes sustancias de origen vegetal. Abundan las alegres vomitonas y los simpáticos comas etílicos. Un ambientazo. 

Ciertos organizadores, ciertos munícipes, ciertos policías y ciertos jueces han estado encantados de contribuir con su comprensión y ayuda a estos saludables y enriquecedores esparcimientos juveniles. Hasta que han muerto unas chavalas, vaya por Dios, qué mala suerte. Entonces, a modo de severidad compensatoria y retroactiva, se han vuelto escrupulosos, legalistas y ejemplarizantes. Y lo han pagado con el balonmano, al que han desahuciado a las mismas puertas del Mundial. El Madrid Arena se precinta para demostrar a la ciudadanía el dolor de los poderes públicos por las pérdidas humanas y su irrenunciable compromiso con la justicia más imparcial y estricta. El pabellón no se abre al deporte hasta que el castigo a los culpables lo purifique. Y no se hable más. 

Nada impediría que prosiguieran las diligencias judiciales y que, entretanto, el balonmano regresara a su casa original, donde no hay corruptelas, amiguismo, hacina- miento, petardos, alcohol y embruteci-miento. El Madrid Arena es un recinto deportivo, no un espacio salvaje para macrofiestas. Para macromierdas. Parece ser que la Caja Mágica, inapropiada y defectuosa, será la solución pactada, el remiendo para un balonmano inmerso en un calvario que lo trastorna, nos desprestigia internacionalmente y perjudica la candidatura olímpica. De la Arena Trágica a la Caja Mágica. La rima es bonita. Todo lo demás, horrible.
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Los jugadores del Madrid están tristes y preocupados



Florentino Pérez bajó al vestuario del Benito Villamarín y estrechó la mano de todos los jugadores. Trató de dar ánimos y no le hizo falta alzar la voz porque no había mucho ruido en la caseta. Cuando sucede una derrota como la del pasado sábado, cada futbolista se quita la ropa, se ducha y se viste rumiando lo suyo. Tampoco el entrenador, Jose Mourinho, dice nada después de los partidos, con lo cual esas paredes se parecían más a un velatorio que a un recinto donde 30 personas recogían los bártulos para coger el avión de vuelta a Madrid. 

«Los jugadores están tristes y preocupados por la dinámica de juego y por los arbitrajes. Estaban todos muy tocados», cuentan desde el club. En la mayoría de los equipos de fútbol, el vestuario permanece ajeno a las idas y vueltas que no atañen al pequeño universo en el que se recluyen los futbolistas, apenas preocupados por lo que constituye su día a día. Son muchachos jóvenes que pocas veces toman conciencia de lo que ocurre alrededor. Si acaso, y hablando de la plantilla del Madrid, Iker, Sergio y Arbeloa, los nacidos -o casi- en el club y con muchos años en el equipo son capaces de adivinar más allá de la rutina que supone entrenamiento-partido-entrenamiento. El sábado en el Villamarín, sin embargo, todos tenían un semblante serio. Saben de la gravedad de la situación del equipo. 

Y lo saben independientemente de la relación entre Mourinho y Florentino Pérez, el tema que acapara casi todos los titulares. Debajo de ese distanciamiento hay otra realidad, incuestionable: el Madrid ha perdido cinco partidos en tres meses de competición, los mismos que en los nueve meses que duró el curso anterior. Antes de caer contra el Betis, el equipo ya había perdido ante el Barça en la Supercopa, ante el Getafe y el Sevilla en Liga y ante el Borussia en Champions. Se suman, además, los empates en Barcelona -Liga- y ante Borussia y Manchester City en Europa. «No estamos bien», admitía uno de los pesos pesados la misma noche del sábado. Y es evidente. 

Los futbolistas son conscientes de los problemas que tienen. Hay partidos en los que, pese a iniciar bien, ser mejor que el rival y generar ocasiones suficientes como para sentenciar, terminan sufriendo. Y son más conscientes todavía -es lo que más les preocupa- de que, cuando han de jugar contra un equipo replegado que se pone por delante en el marcador, se les hace de noche. Ayer, pese a que sobre el campo estaban Xabi, Modric, Kaká, Di María, Cristiano y Benzema, la mayoría del juego del Madrid fueron balones largos, muchas veces de los centrales. Como anécdota, un dato: los últimos cinco ataques del equipo fueron cinco centros de Coentrao sin ton ni son, con hasta media docena de futbolistas en la frontal del área esperando, de espaldas a portería, esa pelota. 

El otro aspecto que tiene pensativos a los jugadores son los árbitros. Ni de lejos están tan sensibilizados con el tema como su entrenador, pero en las palabras de Iker tras la derrota contra el Betis se intuye algo. «El árbitro no ha estado acertado en algunas jugadas. ¿Es una excusa? Puede serlo. El mister tiene que sentirse más arropado, a veces los jugadores nos callamos y en el terreno de juego somos los que tenemos que demostrar nuestro enfado». Se intuye, como filtran desde el club, que los jugadores también empiezan a estar un poco hartos de esas decisiones erróneas. «Si Iker dice eso, es que lo que piensan es mucho peor», insisten, al tiempo que advierten que la única voz alzada en mitad de ese silencio dijo: «¡La vida es combate, señores!». El primer asalto es el sábado ante el Atlético de Madrid.
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Emery destituido


Seis meses han sido suficientes para catalogar como decepcionante su aventura en Rusia. El pasado junio, tras salir del Valencia, fue fichado por el Spartak Moscú como técnico para llevar al club moscovita a lo más alto de la liga y a lo más lejos de la Champions, pero ambos objetivos se han inclumpido. La derrota de ayer frente al Dinamo Moscú (1-5), unida a la del martes en la Liga de Campeones frente al Barcelona, desencadenó su despido. Su legado es pobre: sexto en la Liga y fuera de los octavos de final de la Champions. Una lástima para usted y para Valeri Karpin, director deportivo, que fue quien le recomendó.
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Casillas culpa al árbitro



En Manchester, el vestuario del Madrid ya pareció variar sus diatribas ante la prensa. Antes, en el arranque de temporada, escasas habían sido las alusiones de los jugadores blancos a malos arbitrajes, menos aún las intromisiones en las batallas que Jose Mourinho ha ido manteniendo semana tras semana. En tierras inglesas, las críticas a los errores del colegiado Gianluca Rocchi, parecían, por manifiestos, una excepción. La zona mixta del Benito Villamarín apuntó más bien a una regla de ahora en adelante. 

«El míster tiene que sentirse un poco más arropado. A veces los jugadores nos callamos y en el terreno de juego somos los que tenemos que mostrar nuestro enfado a este tipo de jugadas», comentaba Iker Casillas, el capitán, haciendo referencia, como su técnico minutos antes, a dos momentos concretos del partido: «Un fuera de juego de Benzema que no es, una mano en el último intento que no pita... El árbitro no ha estado acertado». El meta, eso sí, fue el único jugador que apareció. El resto se negó a pararse antes de entrar a los vestuarios y posteriormente no se colocó ante los micrófonos. Caras largas, tristeza y la prisa para llegar al aeropuerto -que cerraba a la una- en una noche de tuits caídos. «Hoy hemos dado dos pasos atrás de cara a recortar puntos con el Barça y el Atlético. Entiendo que el madridista pueda estar decepcionado. Hay que dar la cara, estar más unidos que nunca y pensar en el siguiente partido», dijo Casillas antes de marcharse raudo. 

En la zona de palco, también aparecían brazos dispuestos a arropar lo dicho por el técnico. Entre el distanciamiento de Mourinho con el presidente de la entidad, Florentino Pérez, el director deportivo, Miguel Pardeza, no quiso esta vez descuidar al luso y también apuntó a Gil Manzano: «Ha sido un partido muy exigente, evidentemente nos han sometido a un trabajo inmenso y no encontramos la suerte necesaria. Por si fuera poco ha habido un gol legal de Benzema que podría haber cambiado el signo del partido». «También ha habido alguna mano, circunstancias que no nos han ayudado. Además hemos hecho un esfuerzo tremendo después de haber jugado un partido el pasado miércoles», manifestó el dirigente blanco, recordando también la desventaja con el Barcelona en el calendario, antes de rechazar rotundamente haber cedido la Liga ya al eterno rival.
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Mourinho vuelve a decir que el club no lo apoya



Probablemente sólo él y cuatro o cinco personas más en el Real Madrid sepan lo que le pasa de verdad. Pero cada día es más evidente que Mourinho no está cómodo. El técnico, además, no hace nada por esconderlo. Estuvo todo el partido de pie, con la cara más seria de todas las caras serias que se puedan dibujar, y cuando Gil Manzano pitó el final de la sesión caminó decidido hasta Pepe Mel para abrazarlo, saludó casi uno por uno a los jugadores del Betis y se metió en los vestuarios aplaudiendo al público en un gesto que admite muchas interpretaciones. 

«Saludé a la afición porque es fantástica y porque después de una semana difícil para ellos han sabido ser afición, han sabido ayudar a su equipo a ganar», explicó en su primera respuesta de una rueda de prensa breve, seis preguntas, pero larga, seis respuestas sin desperdicio. Por ejemplo, la primera para el árbitro, dentro de esa alocución inicial: «He felicitado a los jugadores del Betis porque lucharon del primer al último minuto y porque no tienen culpa de haberse beneficiado de dos errores arbitrales, un gol mal anulado a Benzema y un penalti en los últimos minutos», afirmó, refiriéndose a la evidente mano de Nosa pocos segundos antes de la conclusión. 

Mourinho lleva tiempo reclamándole al club un portavoz. Pero no un portavoz como Pardeza o como Butragueño, que siguen la línea oficial del club, ésa que marca Florentino y donde no se dice una palabra más alta que otra, ni siquiera con arbitrajes tan escandalosos como el sufrido por el italiano Rocchi en Manchester ante el City. «Cuando mi equipo pierde yo intento no buscar excusas en otras cosas. Es obvio que quien juega el miércoles no debería jugar el sábado. Es obvio que otros equipos tienen un control de la situación que nosotros no tenemos. Hay quien controla los calendarios pero como siempre, hablo yo. Como siempre el malo de la película soy yo», dijo en algo que sonó, y mucho, a cansancio, a queja amarga por la línea del club. 

Mourinho sabe que esa batalla la tiene perdida. Florentino Pérez no tiene la más mínima intención, a día de hoy, de concederle a ese portavoz cuya misión, básicamente, sería quejarse de las injusticias que el portugués considere oportunas. Lo repitió hasta tres veces más: «Aquí sólo hablo yo y el malo soy yo». 

El cansancio fue otro tema central de las explicaciones de Mourinho, que no entró a valorar ninguna cuestión puramente futbolística. En la rueda de prensa de Karanka del viernes ya se pudo intuir el malestar de Mou por jugar miércoles y sábado, pues la segunda pregunta a Karanka, realizada por uno de los medios oficiales del club, iba por ese camino. Ayer el técnico insistió: «Cuando tienes cansancio y fatiga, tienes que sacar otras cualidades como la ambición y el espíritu de sacrificio. Cuando ves a Stepanek, con 34 años, jugar tres partidos seguidos en Copa Davis, no me digas que tíos de 23, 24, 25 años no pueden jugar miércoles y sábado», antes de cerrar: «No debemos ser ni demasiado optimistas ni demasiado pesimistas de cara a pelear por el título de Liga».
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El Madrid no tiene excusa



Ni siquiera fue víctima de una noche inspirada del Betis, de un lujo de arte y ensayo. Ni se rindió ante un adversario heroico. Ni cupo la grosera opción de reclamar un robo arbitral. No tuvo excusa el Madrid para explicar su claudicación en el Villamarín, no hubo explicación a la manera como tiró la Liga. En lo que se presumía como un ejercicio de necrofilia blanca, frente a este Betis al que el derbi dejó cadáver, quien salió medio muerto fue el Madrid. Y de una manera insoportablemente vulgar, como si no le fuera gran cosa en el envite. Le iba la Liga. Hoy el Barça les puede mandar a 11 puntos. Adiós. 


La derrota, y más la forma de la derrota, abre un abismo en el Madrid, donde ya se venía barruntando el divorcio entre el presidente y el entrenador. Es difícil soportar este fútbol sin resultados. La victoria relaja al Betis, posterga su dolor a la intimidad y le vuelve a ampliar la mirada. El equipo sigue en zona europea. 
El partido respondía a una decisión unilateral del Madrid. Machacado emocionalmente, crujido por las bajas, el Betis le tendió la alfombra buscando que le tomaran el trapo. Lo hizo pertinentemente el Madrid, que visualizó una jornada apacible y boreal en la necrópolis del Villamarín. Más al descubrir las espantosas debilidades del equipo verde, especialmente flagrantes en una banda diestra donde Agra y Ángel penaron como cristos cargados con la talla de Cristiano. Invitó la noche a un festín para el Madrid comandado por su gran estrella, que pasaba por un horrible noviembre donde apenas logró cargar un gol en cinco partidos. Pero ni siquiera alguna cabalgada arrebatadora de Ronaldo, que multiplicaba como panes y peces los metros para rendir a Ángel, animó a los azules a aceptar la bacanal. 


Al descanso, el bucólico escenario al que entraron los de Mourinho se había convertido en un territorio del diablo donde se les iba la Liga. Al descanso, ese Betis mortificado para los tiempos por la herejía del derbi era aclamado por una hinchada colosal y enfervorecida. ¿De verdad no servía de nada ganarle al Madrid? Se le ganaba con todas las de la ley, sacándole las vergüenzas que, asombrosamente, aún le surgen cuando el rival le invita a que tome el balón y le muestre lo que sabe hacer. 
Fue eso lo único que exigió el Betis, obsesionado con evitar los contragolpes de los que el Madrid ha hecho un arte. Increíblemente, con eso le bastó. El Madrid se fue con una única combinación coral en su haber, de la que salió su ocasión más clara. El tiro a placer de Di María lo desvió milagrosamente la pierna de Álex. Poco más hizo el Madrid, incapaz de cobrar por el petróleo que brotaba en cada arrancada de Cristiano. El árbitro le quitó bien un gol a Benzema por fuera de juego. 


Ni siquiera el 1-0 despabiló al Madrid. Llegó un saque de banda a Beñat, que burló a Khedira y clavó el tiro pegado al palo de Casillas. Imparable. Una acción que delata a un futbolista excepcional, de cuya envergadura da idea que, incluso en sus tardes menos inspiradas, se haya alzado como un jugador determinante. No fue el partido más preciso de Beñat, pero su chispazo puso a arder al Madrid como una tea. 

En la banda se le comían los demonios a Mourinho, que no se cortó. Entraron Kaká y Modric. El partido señaló, y muy hondamente, a Özil. Pero si alguna decisión delató el estado de desesperación del técnico fue la de prescindir de su jugador fetiche, Khedira. La situación era grave. Pronto pasó a crítica. 
A la hora, completó los tres cambios Mourinho en un Madrid a la tremenda. Se exigió un héroe. Pudo serlo Cristiano. Fue Adrián, un portero al que muchos esta semana exigían la crucifixión. Mel no tuvo dudas, y el chaval le respondió como un coloso. Brutal fue la intervención a una falta de Ronaldo y angelical la que le paró con la cara, a bocajarro, a Benzema. Quién lo iba a decir. El día del escarnio bético, quedó fúnebre el Madrid.
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Alonso remonta 21 posiciones



Fernando Alonso se ha acostumbrado a vivir al límite en los últimos tiempos. Sin un coche dominante desde que llegó a Ferrari en 2010, sus domingos, casi siempre, se convierten en pruebas de resistencia en las que está obligado a alternar la fiereza con el talento y la experiencia. Trucos de veterano aliñados por una rabia que no cesa bajo el mono, la que le empuja, contra todas las circunstancias, a pelear por el título aunque la lógica mecánica de la Fórmula 1 susurra que debería estar eliminado de la batalla hace semanas. Se revuelve, se resiste, porque cada año que pasa es una oportunidad perdida para volver a ser campeón del mundo, el objetivo que persigue desde 2006. Aquel día gritó con el pelo revuelto y la cara desencajada que era, de nuevo, el mejor piloto de la tierra. Y en ese mismo podio se visualiza el próximo domingo saltando de alegría en rojo Ferrari. 

Para llegar con respiración a la final que cerrará el Mundial, Alonso ha tenido que equilibrar los domingos los problemas que sufre su Ferrari los sábados. En las últimas siete carreras, ha remontado 21 posiciones en la pista. Y sólo así, a golpe de riñón sobre un monoplaza sin evoluciones válidas desde el pasado verano, ha conseguido llevar abierto el campeonato hasta la última cita del calendario. Ayer tarde, en Austin, mientras su equipo recogía a toda prisa para poner rumbo hacia Sao Paulo, él tomaba aire, recibía invitaciones para fiestas en la ciudad y reflexionaba en su cuenta de Twitter: «Estamos en ese hilo que separa ganar o perder, lo bueno y lo mágico, el soñar o vivir. Es una línea delgada y nos hemos acostumbrado a ella..», decía, agarrado otra vez a la corazonada que le mueve estos días. 

Se ve campeón en Brasil y ve a Vettel arruinado en la cuneta. «Vamos a pensar que todavía es posible. Ganaremos, perderemos, pero no nos vamos a rendir hasta la bandera a cuadros», aseguró el asturiano, que ayer contagiaba optimismo a cualquiera que le escuchara. «Ha sido otro día muy bueno para nosotros, en el que hemos intentado salvar los muebles después de un fin de semana difícil, ya que no fuimos rápidos ni el viernes, ni el sábado, ni luego en la calificación», recordó el piloto. «Perder tres puntos es algo que ayer por la noche o el viernes nadie pensaba», comentó. 


Curiosamente, aunque Vettel aumentó en tres puntos su distancia y le basta con ser cuarto en Interlagos para volver a llevarse el Mundial, tras la carrera parecía más molesto que Alonso. Le dolió dejar escapar la bola de partido y ver cómo su compañero, Webber, tenía problemas mecánicos, una amenaza que ahora más que nunca le va a acechar. «No es una buena noticia haber tenido una avería en el alternador... Tenemos lecciones que aprender», dijo con preocupación sobre una pieza que ya le dejó fuera de combate en Valencia y en Monza. Así y todo, Seb sacó pecho y recordó algo indiscutible: «Estamos en la mejor posición posible para ser campeones».
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Miguel Ángel Jiménez ``el abuelo´´



Miguel Ángel Jiménez sonreía cuando le preguntaban por su apodo. No le importaba. Es más, lo asumía con la naturalidad del que sabe que es imposible luchar contra las arrugas. Durante la Ryder Cup de 2010, en el vestuario europeo, el Pisha era el abuelo. Normal, con 46 años entonces se convirtió en el jugador más veterano en representar al viejo continente. Una manía, la de romper récords de longevidad, que al malagueño no se le va ni con el paso de los años. El último ejemplo, su victoria de ayer en el Abierto de Hong Kong, con 48 años y 318 días, lo que le convierte en el jugador de mayor edad en ganar un torneo del Circuito Europeo. 

«Será que el aceite de oliva y el Rioja me ayudan a mantenerme», bromeaba el de Churriana tirando de su chiste clásico tras aventajar en un golpe al sueco Fredrik Andersson Hed. Sentido del humor que no pierde si le preguntan por el Senior Tour. «Parece que ya te quieren retirar», sigue bromeando. Aunque al Pisha aún le quedan retos. Y bastante serios por cierto. 

Los registros del circuito estadounidense conservan cinco campeones por encima de los 50 años de edad -de menor a mayor: Craig Stadler, Fred Funk, John Barnum, Jim Barnes y, el mayor de todos, Sam Snead, que triunfó con 52 años y 308 días-, aunque puestos a pensar en superar todos los récords, Jiménez puede centrarse en Julius Boros, pues el húngaro-americano es el jugador de mayor edad en conquistar un grande, el US Open de 1968 con 48 y 138 días.
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Mireia Belmonte no va a los Europeos de piscina corta



Su cobijo cuando su carrera titubeaba, asaltaban las dudas antes de saltar al agua. Su acicate cuando faltaban los triunfos, hasta culminar este verano en los Juegos Olímpicos de Londres el trabajo de una vida. Antes de su doble medalla de plata en tierras inglesas, Mireia Belmonte gozó sobremanera en la piscina corta y ahora, tras el éxito y, sobre todo, tras las olas que provocaron su negociación rota con el CN Sabadell, difícil parece que vuelva a ella en breve. 

La nadadora catalana no figura en la convocatoria del equipo nacional que competirá en los Campeonatos de Europa de la piscina de 25 metros que se celebrará esta semana en la menuda localidad francesa de Chartres. En la competición, normalmente utilizada por los más nobles nombres de la natación para entrenar y probar el fluir de su preparación invernal, Belmonte no podrá defender los cuatro oros que logró el año pasado en Szczecin, en Polonia. 400 metros libres, 200 estilos, 400 estilos y, sobre todo, los 200 metros mariposa en los que, meses después, alcanzaría el hito olímpico. «Estos cuatro oros son un buen punto de partida para los Juegos», dijo entonces, aún a las órdenes del francés Frederic Vergnoux.

Hoy, ya nadando junto al también galo Fabrice Pellerin en el Olympic Nice Natation, no cuenta con las semanas de entrenamiento suficientes para competir al más alto nivel y también se duda de su participación en los Campeonatos del Mundo de la distancia reducida que tendrán lugar en breve, en Estambul del 12 al 16 de diciembre. Allí también debería batallar por revalidar tres oros, logrados en Dubai 2010, nuevamente los 200 y 400 metros estilos, nuevamente los 200 metros mariposa. 

En la lista femenina sí están Patricia Castro en los 100, 200 y 400 libre; Beatriz Gómez, en los 200 y 400 estilos, los 200 braza y los 400 libre; Marina García, en los 100 y 200 braza; Merche Peris, en los 50, 100 y 200 espalda, y los 50 mariposa; y María Vilas, en los 200 y 400 estilos, y 400 y 800 libre. 

En las masculina, la figura más destacada es Rafa Muñoz. El nadador cordobés, que pese a ser campeón de Europa en mayo, no logró la marca mínima necesaria para cerrar su billete a los Juegos de Londres competirá en los 50 y 100 mariposa. También estarán Albert Puig, en los 200 y 400 estilos, los 100 y 200 mariposa; y los 200 libre; Juan Miguel Rando, en los 50, 100 y 200 espalda; y Marc Sánchez, en los 200, 400 y 1.500 libre.
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El Machester y el Madrid se ven las caras mañana



Los partidos del último turno del sábado en el Santiago Bernabéu dejan siempre un aire de demasiada prisa en su final. Muchos menos periodistas en la zona mixta, ruedas de prensa breves y los jugadores dando acelerones para llegar a la cena o, lo más animados, a las copas. Pocos son los que se paran a hablar y comentar, y menos si el partido tiene tan poca historia -en términos de disputa, se entiende- como el Madrid-Athletic. Sin embargo, a última hora, Arbeloa habló para repetir lo dicho por Karanka poco antes. «Cristiano no ha marcado, pero se va contento por la victoria del equipo». 

Es raro que el portugués esté dos partidos sin ver portería, de modo que el City of Manchester emerge como un escenario estupendo para él, odiado -más de lo habitual- en ese estadio por sus seis cursos en Old Trafford, apenas a nueve kilómetros del escenario donde pasado mañana el Madrid puede certificar casi definitivamente su clasificación para los octavos de la Champions y, de paso, ponerle el sello también a la eliminación del City -sería la segunda en dos años en la fase de grupos, un fracaso asombroso de Mancini vista la plantilla que maneja-. 

Para el Madrid la buena noticia es que el mejor Benzema llega también a Manchester para acompañar a Cristiano. De hecho, el choque de pasado mañana se intuye divertido después de las goleadas con que ambos equipos resolvieron sus compromisos de Liga el sábado. El Madrid le hizo cinco al Athletic de Bilbao y otros tantos le regaló el City al Aston Villa. En esa orgía de goles, tres tipos con un doblete: Benzema -el árbitro le dio el primero de la noche a Aurtenetxe en propia puerta, aunque es muy dudoso-, y en el lado de los celestes, Sergio Agüero y Carlos Tévez. El único que no marcó el pasado fin de semana fue Cristiano que, sin embargo, de todos esos lobos del área, es el que mejores registros presenta. 

Ronaldo presume ya de 19 goles este curso con el Real Madrid (12 en Liga, 5 en Champions y dos en la Supercopa), y prácticamente triplica a los otros tres protagonistas de dos de los ataques más temidos del planeta. Benzema despertó con un despliegue maravilloso de clase y recursos, pero sus números todavía andan muy lejos de su compañero. Suma siete dianas (3 en Liga, 2 en Champions y 2 en Supercopa). En el otro costado, la pareja argentina comparece con unos registros similares a los del francés. El Kun lleva seis tantos (5 en Liga, 1 en Champions) y el Apache siete (6 en la Premier, 1 en la Community Shield). En descargo del ex del Atlético de Madrid aparece su lesión en el arranque del ejercicio, un mes parado por una lesión de rodilla. 

En todo caso el City, al que le queda la esperanza en Champions de subirse a la tercera plaza y engancharse a la Europa League, salió del fin de semana como nuevo líder de la Premier cumplimentada la duodécima jornada, y eso siempre ayuda. «Es un partido muy lindo contra el Real Madrid. Nosotros tenemos que ganar como sea y luego ya veremos el resto de resultados», reconocía el sábado Agüero al finalizar el partido contra el Aston Villa. Lindo y para él especial, pues fue en la ida (3-2) cuando en las entrañas del Bernabéu el Kun reconoció lo que todo el mundo sabía. «Si el Madrid me hubiera querido, estaría aquí», dijo para disgusto de sus representantes, afanados en filtrar hasta el extremo las comparecencias públicas del yerno de Maradona. 

En la movilidad de Agüero y Tévez, con la visión de tipos como Silva o Nasri (si es que juegan los cuatro juntos) encontrará el Madrid problemas, de la misma manera que los centrales del City sufrirán con el fútbol de Benzema y el taladro que supone Crisitano sea cual sea el lugar del campo que ocupe. Cuatro de los 10 mejores delanteros del mundo se encuentran el miércoles para jolgorio del espectáculo, aunque seguramente a Mourinho lo que más contento le pone es el regreso de Khedira, que jugó unos minutos ante el Athletic y que será titular. Entre otras cosas, porque Essien sigue entrenando todos los días en el gimnasio.

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El mundial de balonmano podría no celebrarse en el Madrid Arena



Los coletazos tras la tragedia ocurrida en el Madrid Arena en la macrofiesta de Halloween parecen interminables. Los daños colaterales en este asunto empañan también al mundo del deporte, ya que este recinto madrileño iba a ser, en principio, la sede del grupo de D del próximo Mundial de balonmano que se disputará en nuestro país del 11 al 27 de enero próximos. 
Para más inri, este pabellón debía ser la casa de los partidos de la selección española durante la primera fase del mencionado campeonato. 

El motivo por el que, según todas las previsiones, Arena no albergará el Mundial es que el Ayuntamiento no puede garantizar administrativamente que se pueda realizar allí, dado que su estatus legal y sus dotaciones en materia de seguridad han quedado en tela de juicio después de la tragedia. Además, el actual precinto judicial, al que no se vislumbra un final mientras no lo dictamine el magistrado que se ocupa del caso, Eduardo López Palop, tampoco ayuda para la resolución del entuerto: el torneo se juega en apenas dos meses. 

La propia alcaldesa, Ana Botella, y su vicealcalde, Miguel Ángel Villanueva, participaron ayer en las conversaciones, que proseguirán hoy y mañana en busca de soluciones. El problema tiene varias vertientes: ya se han vendido 2.400 entradas para los partidos en este (y no otro) pabellón.
Ante este panorama, la Federación Española busca frenéticamente una alternativa al Madrid Arena ante las pocas garantías que da el Ayuntamiento de Madrid para que este recinto pueda albergar la próxima cita mundialista. «En estos momentos, no es fácil pensar que se juegue en el Madrid Arena por las dificultades que plantea el Ayuntamiento», señaló a la agencia Efe Juan de Dios Román, máximo dirigente del balonmano español. 

Esta es la gran conclusión que se puede sacar después de la primera de las reuniones de urgencia entre Federación, Ayuntamiento y Comité Ejecutivo del Mundial, y que se prolongará durante este domingo para intentar encontrar una solución. 
El horizonte es más que preocupante, porque ante este revés inesperado a consecuencia del escándalo por las muertes de las cuatro jóvenes en el Madrid Arena en la madrugada del 1 de noviembre, las opciones son más bien pocas con tan poco tiempo de maniobra. 
Otras vías de escape como podrían ser el Palacio de los Deportes, la Caja Mágica o Vistalegre, quedan descartadas por motivos de overbooking o al no cumplir los requisitos apropiados para albergar un evento deportivo de esta magnitud. 

«Todos los escenarios están abiertos», reconoció Juan de Dios Román, que ha estado reunido con la alcaldesa y el vicealcalde de Madrid, Ana Botella y Miguel Ángel Villanueva respectivamente. Una de las alternativas extremas podría ser que los 15 partidos del grupo D se disputaran en otra ciudad, aunque se seguirán estudiando las diferentes opciones este lunes, día que se producirá otra reunión de la comisión de control de España 2013 en el Consejo Superior de Deportes con varios miembros de la Federación Internacional como nuevo invitado para lograr resolver este problema. 

Actualmente, el Madrid Arena se encuentra precintado por orden judicial sine die y quedan menos de dos meses para el inicio del campeonato del Mundo de balonmano que organizará España. La Real Federación Española de Balonmano expresa en su página web «su profunda consternación por esta situación, y el mundo del balonmano se pregunta y no entiende la comparación entre un espectáculo deportivo y el tipo de festejos que ha provocado las limitaciones que en este momento están en discusión». 
Resulta esencial una pronta solución ante esta problemática en la que Madrid debe ser un ejemplo de eficacia y de reacción ante este tipo de situaciones vista a su candidatura para los Juegos Olímpicos de 2020.
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El Barcelona golea al Zaragoza



A ritmo pausado, en una mutación poco violenta dado que las victorias siguen acumulándose como antaño, el Barcelona viene cambiando el origen de los triunfos. Antes, los goles era una simple consecuencia de su dominio dictatorial en todas las zonas del campo. Los arabescos siempre tenían su razón de ser. Sin embargo, en los últimos tiempos, el equipo azulgrana se ha malacostumbrado a que la pegada le saque de cualquier embrollo. Y con alguien como Messi sobre el campo, jugador que no entiende de partidos de entreguerras en su cruzada por superar a todos los referentes históricos de este deporte, y cuya destreza volvió a impulsar al Barcelona a su undécima victoria en la Liga, los problemas, tanto en la construcción como en el repliegue defensivo, siempre parecen poca cosa. Nada perturba a una Pulga que sigue a lo suyo. Sus 17 goles en estas primeras 12 jornadas advierten otra temporada para la historia. 

Messi fue una pieza indetectable para los futbolistas del Zaragoza, que penalizaron como nunca la ausencia de un mediocentro defensivo que guardara las espaldas de Movilla. Planeando entre las líneas aragonesas, el argentino fue punto de apoyo y también ejecutor en un Barcelona que exprimió como nunca el perfil zurdo del ataque. Consecuencia de los constantes martillazos de Jordi Alba, tan exultante en su labor ofensiva como irregular cuando le toca corregir la posición. La misma disfunción que siempre acompañó a grandes carrileros como Dani Alves, al que ayer le ganó la partida en el once el canterano Martín Montoya, mucho más cauto en sus aventuras por la orilla. 

Fue precisamente Alba quien engendró las dos primeras embestidas de los azulgrana. En la primera, Messi remató fuera desde el punto de penalti tras un gran centro del ex valencianista. Mucho más preciso estaría el argentino tras otra incursión del lateral zurdo barcelonista. Apenas le bastó un control orientado frente a la tenue oposición de Álvaro para plantarse frente al portero Roberto y marcar con placidez después de un delicado amago al guardameta. 

El partido, sin embargo, no estaba abocado a una exhibición barcelonista. A partir de una alineación repleta de futbolistas de toque y con clara tendencia ofensiva, el Zaragoza de Manolo Jiménez nunca rechazó la posibilidad de jugar el balón y echarse al monte. A ello ayudaron jugadores, curiosamente criados en La Masía y dados al vértigo, como el joven Víctor Rodríguez, que hace apenas un año estaba olvidado en el Badalona de Segunda B, o Montañés, autor del gol del empate. El mediapunta fue el gran favorecido del deficiente rendimiento azulgrana a la hora de defender las jugadas a balón parado, déficit que sigue sin solucionarse pese a que Tito pudo alinear ayer por fin una defensa sin remiendos, con Puyol junto a Piqué en el centro de la zaga. Como ya ocurriera en La Coruña, nadie acudió a defender la frontal tras el saque de esquina del rival. Despejó fatal Montoya, flojito y hacia el centro, y Montañés, en su particular oasis de la corona del área, pudo encontrar el gol después de que su disparo seco acariciara la bota de Puyol. 

De todos modos, el Zaragoza estaba condenado a sufrir cada vez que a Messi le diera por acercarse a sus dominios. Manolo Jiménez resolvió como pudo su galimatías defensivo ante la ausencia de tres de sus cuatro defensas titulares (dos laterales sancionados, Abraham y Sapunaru, y un central lesionado, Loovens). Pero toda estratagema quedaba condenada al fracaso ante acciones como la protagonizada por el diez en la jugada del segundo tanto. Se incrustó La Pulga entre dos defensores dentro del área, birló inmediatamente después a Aranda hasta que tomó la línea de fondo y se permitió concederle el honor del gol al primer compañero que apareciera por allí. Compareció Alex Song, tan sorprendido de que su disparo entre tantas piernas acabara incrustándose en la red que ni siquiera supo cómo celebrar su primer tanto como barcelonista. 

A Manolo Jiménez, que intentó corregir en el segundo acto la sorprendente ausencia inicial de Hélder Postiga, no le quedó otra que degustar el amargo sabor del destino ante el definitivo tanto de Messi. Poco importaba que el Barcelona mostrara un trazo gris durante toda la tarde o que Pedro y Villa pasaran completamente desapercibidos. En un rápido contragolpe perpetrado otra vez por el argentino, y tras apoyarse en Montoya, el diez cerró el asunto con un exquisito disparo desde la frontal. Porque los partidos empiezan y acaban cuando quiere Messi.
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Un Real Madrid irreconocible



Hay noches que no, que todo es al contrario de como venía siendo. Será por el escenario, que conserva su mística, como el rival mantiene su leyenda y el verde de su camiseta, la que conquistó tres de las últimas seis Euroligas. Pero, más allá de Diamantidis, nada permanece en este Panathinaikos de saldo que ayer desdibujó al Madrid, que le dejó en 68 puntos, que le desesperó. La segunda derrota de los blancos en lo que va de curso, ambas en Europa, esta vez sin tiro postrero al que agarrarse. Sin excusas, fue el peor Madrid de lo que va de temporada: no pudo salvar ni el average con los griegos. 

En plena euforia de juego y resultados, jolgorio de esperanza en este inicio de curso con sólo la mancha de Khimki, el Madrid se encontró con un preludio plagado de minas. Un bofetón que sería una constante. No está ya Zeljko Obradovic, pero la sombra de sus 13 años en Atenas es alargada. Éste equipo ahora de Pedoulakis no tiene sus mimbres, pero sí su corazón y su instinto. 

Desde el amanecer no fue el Madrid, pese al espejismo del marcador (9-16). Fue un equipo encorsetado, contagiado de la mediocridad del Panathinaikos, de su ritmo cansino y mentiroso, pues tenía la guadaña lista. Y así ocurrió cuando los de Laso se despistaron, que fue la mayor parte del segundo acto, con Sergio Rodríguez al timón. Contras como golpes al mentón, el marcador boca abajo y el Madrid, sin enterarse: siete minutos sin anotar. 

El otro gran problema eran las faltas, cargado el juego interior hasta tal punto de que los últimos minutos de la primera mitad los disputaron Suárez de cuatro y el canterano Hernangómez de cinco. Y, sin embargo, en el pimpampum griego, con Lasme y Maciulis imparables, con un alarmante 38-26, brilló un postrero rayo de esperanza de esos que afean el buen trabajo del oponente y que le plantean dudas para que se las lleve al vestuario. Precisamente dos triples de Suárez y otro final de Rudy -la única canasta del balear en todo el partido- fueron como una vaso de agua en el rostro de los blancos, una reanimación al moribundo. 

Pero ni aún así. No había resquicio para la heroica, porque no existió Atenas, ciudad y noche que deberá olvidar el Madrid, como si nunca hubiera ocurrido, como si la espesura sólo hubiera sido un mal sueño. Todo fueron problemas a la vuelta. La tercera de Begic, la cuarta de Llull... Emergió Draper, factor clave en el Palacio ante los helenos, y se anunció con un triple para acortar. El duelo seguía trabado, ahí donde Diamantidis es un genio. Una canasta más tiro libre del base puso, ahora sí, la alarmante máxima (61-46). 

Y, con todo lo malo, hubo un momento en el que el Madrid pudo arrimarse, acongojar al OAKA, ruidoso pero no tan lleno. Sin noticias de Rudy -tres minutos en la segunda parte por decisión técnica-, un triple de Carroll acercó a siete a falta de cuatro minutos... pero lo dicho, no era la noche. Lasme, el mejor, sentenció con dos mates. Accidentes que emborronan, porque el Panathinaikos no es el que era, y esta vez la lógica apuntaba a un triunfo del Madrid, que llegaba lanzado. Frenó en seco, desapareció, mejor olvidar. 
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Cristiano perdió la visión tras el codazo de Navarro



La imagen de Cristiano Ronaldo, con la cara ensangrentada y la camiseta chorreando agua, ilustraba las malísimas sensaciones del Real Madrid en el Ciudad de Valencia. A los tres minutos, los blancos se habían dado cuenta perfectamente del grave problema que tenían encima ante un rival correoso y en una noche de perros. Encharcado el césped y con el Levante apretando en cada balón, el equipo de José Mourinho resoplaba. Se jugaba su hilo de vida en la Liga en un partido traicionero, de algo que poco tenía que ver con el fútbol. Para aliviarse, pronto apareció su jugador franquicia. 

El violento codazo de David Navarro a Cristiano le dejó con una importante brecha en el párpado izquierdo. Tras unos minutos siendo atendido en la banda, con grapas de urgencia para cerrar la herida, el portugués regresó con la visión mermada. Ajustaba el punto de mira, guiñaba el ojo tratando de calibrar su perspectiva, con una ceja hinchada cargando su párpado. Sin tiempo para adaptarse al escenario, encontró un balón franco en el área. Control y chut a bocajarro. Gol, 0-1, su tanto número 12 en el campeonato (el 125 en la Liga desde que llegó a España y el 18º esta temporada en todas las competiciones). 

«En el inicio del primer tiempo perdió un poco la visión de ese ojo, pero al descanso fue en los dos y era imposible continuar», aseguró Mourinho sobre su futbolista, que finalmente, sin mayores daños, viajó anoche desde Valencia hacia la concentración de su selección.
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Messi supera el registro de goles en un año de Pelé



«Cuando Messi haya marcado 1.283 goles y ganado tres Mundiales, hablamos». Pelé debería ir haciéndose con el número de móvil de Leo, o al menos enviarle un mensaje de texto o whatsapp. No, no ha logrado de repente todos esos éxitos como para que deba reverenciarlo, pero le ha superado en algo: ha marcado más goles que él en un año: 76 en 2012 por los 75 del brasileño en 1958. 

Pelé está considerado, con razón, uno de los jugadores más fabulosos que ha parido el fútbol. O Rei es un apodo que evidencia su talento. A Messi le denominan La Pulga, pero podría ser, por qué no, el Monarca pese a que no cuenta con esos títulos mundiales en su haber ni tampoco con esa ingesta de tantos (aún), ni siquiera con ese halo legendario que, como ocurre con el vino, va mejorando el recuerdo de un futbolista con los años, como seguro le sucederá. Al menos, puede decir que ha superado al soberano del gol, con una revolución anotadora que ha provocado que ceda el trono para que se siente su heredero. 

Con sus dos goles de ayer ante el Mallorca, Messi totaliza 76 en 2012 (64 con el Barça y 12 con Argentina), superando los 75 de Pelé en 1958 (66 con el Santos, nueve con la selección verdeamarelha). El primero ha necesitado de 59 duelos para lograr esa animalada histórica (51 como azulgrana, ocho con la albiceleste), mientras que el segundo la obtuvo en 53 encuentros entre partidos con el Santos y con la selección brasileña. 

Messi nunca ha parecido estar interesado en esa marca, a tenor de sus declaraciones. Él busca el gol, el resto son complementos que no vienen de serie. «Bate récords continuamente. Hay grandes jugadores que esa cifra la han marcado en siete u ocho temporadas. Él ha necesitado una y la mayoría son golazos», comentó ayer Tito Vilanova sobre aquel menudo chiquillo que llegó a La Masia con 13 años y entrenó en el cadete B del Barça. 

Si sigue así, igual finaliza el año derribando otro reinado, el de Gerd Müller. La Pulga contra el Torpedo, que guarda en su castillo el recuerdo de las 85 dianas que acumuló en 1972. Los disparos a portería de Messi esperan contrarrestar esos bombardeos del mito alemán, pero deberá mantener listo el punto de mira de su artillería. 

«Tiene ese fuego sagrado que le hace mejorar», reconoció en su día el seleccionador argentino, Alejandro Sabella, a este medio. Incluso el propio Pelé a principios de este año que ahora acaba, pronunció ese tópico imperecedero de que los récords están para romperse. «Va a ser difícil superar los míos», indicó a Le Monde. Uno ya ha sido conquistado. Quedan más. Aunque tiene razón cuando asevera que no nacerá otro Pelé porque sus padres «cerraron la fábrica», pese a que siempre habrá otras parejas que inauguran las suyas. Igual, por qué no, alguien reducirá a Messi en un futuro, lejano o cercano. 

De momento, restan 12 encuentros de aquí a final de año, seis semanas en las que disputará seis partidos de la Liga, tres de la Copa del Rey y dos de la Liga de Campeones. «Si hay un jugador capaz de conseguirlo, es Leo», vaticina Sergio Busquets. Son 12 envites y 10 tantos para ser leyenda. Más todavía de lo que actualmente es, para que su reinado se recuerde por siempre jamás.
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Lorenzo se cae, pero saca pecho



Uno acabó cojeando, dolorida su rodilla derecha por el tremendo embate. El otro, sonriente, satisfecho de haber golpeado el último en esta batalla que no deja de prometer futuro. La que debería haber sido la fiesta del campeón en Cheste fue un pequeño berrinche. Por el contrario, el subcampeón Pedrosa se llevó un consuelo para despedir el curso, valga el honor salvado con su séptimo triunfo, uno más que Jorge Lorenzo. 
El duelo entre ambos va de errores, o más bien de no cometerlos. No lo había hecho en toda la temporada Jorge Lorenzo, siempre primero o segundo (menos en Assen, embestido por Bautista) y fue a caerse ayer, con todo ya decidido. «Te acuerdas de Phillip Island, de haber conseguido el título allí. De no haber sido así, no estaríamos tan contentos y felices tras lo sucedido hoy [por ayer]», reflexionaba con media sonrisa. Porque en Australia, hace dos semanas, el fiasco fue de Dani Pedrosa y con él se le esfumaron todas las opciones de campeonato, remontada inacabada. 

Sí, su rival venció una prueba más (siete), pero ese dato no decide coronas y pese a la insistencia en las preguntas, Lorenzo sacó pecho de su regularidad, aunque «quería ganar», desvelar la sorpresa que tenía preparada a sus fans en Valencia. 

«Es una estadística positiva para él. Le felicito porque ha sido el piloto con más victorias, aunque prefiero ser el campeón del mundo». Pedrosa también lo hubiera preferido. 
Mira que pasaron cosas en el comienzo de carrera, cuando el asfalto del Ricardo Tormo engañaba por la lluvia reciente. Dudas, vaivenes de pilotos cambiando gomas, entrando en boxes, rodando por los suelos otros, nombres extraños que aparecían en los primeros puestos (como la CRT de Aleix Espargaró, ganador finalmente de esta categoría), para, finalmente, desembocar en lo de siempre, en los de siempre, en Lorenzo y Pedrosa en la cabeza, eterna pugna. 

«Pensaba que tenía la carrera más o menos ganada», decía el mallorquín, que se vio en cabeza siendo el más hábil a la hora de elegir gomas. Apostó por las de seco desde el comienzo (sólo él y Stefan Bradl lo hicieron) y fue una jugada maestra, a priori. 
Pedrosa también se dio cuenta, pero un poco más tarde. «Eligió la segunda mejor táctica», confesaba el campeón, aunque a su rival acabara triunfando. El catalán tuvo que partir desde el pit lane (junto a Hayden, Bautista y Crutchlow) para firmar una asombrosa escalada que en unas vueltas le colocó a rueda de la Yamaha. «En el último momento el instinto me ha dicho que entrara a cambiar los neumáticos». Y bien que hizo Dani. 


Y ahí no tardaron en llegar los errores, en el mano a mano. Primero Pedrosa, colado cuando iba justo detrás, quedándose a casi cuatro segundos, vuelta atrás, pero sin tocar el asfalto. Y, a continuación, fatalmente, Lorenzo, que encuentra un culpable. «No sé por qué los doblados no se apartaban», apuntaba a la ausencia de banderas azules y describía la acción con James Ellison que le costó la ruina: «Después de la curva ocho he visto que se giraba y me miraba, pero no se apartaba de la zona seca. He intentado adelantarle rápido porque si no Dani me iba a pillar y me he salido de la zona seca, la moto ha empezado a moverse y no he podido salvar la caída». 

Violenta sacudida la que le propinó la M1, elsusto en el circuito, volando el campeón como un pelele, que anda muy preocupado en los últimos tiempos con todo lo que tiene que ver con hospitales y tragedias. Rabia momentánea y en bandeja la victoria para Pedrosa, que rodó hasta el final sin angustias, doblando incluso a Valentino Rossi -tristísima su despedida de Ducati- con el sorprendente Katsuyuki Nakasuga (sustituto de Ben Spies en Yamaha) segundo y Stoner, que adelantó finalmente a Bautista, tercero en sus despedida. Y conclusiones de lo que pudo haber sido y no fue para el de Cervera, impresionante subcampeón. 
«Éste [la caída de Lorenzo] era uno de los errores que tenían que haber pasado antes, para estar mejor en el campeonato. Pero bueno, más puntos y victorias que nunca, así que contento con el equipo, los fans y todos los que me siguen, que han disfrutado conmigo este año, hemos demostrado lo que podemos hacer y eso nos deja felices».
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Djokovic y Federer los más brillantes del año



Basta un juego timorato y el hexacampeón toma posiciones. Roger Federer parece inferior; lo es, de hecho, hasta el 4-2 del primer parcial, como si le pesaran las dos últimas derrotas consecutivas frente a Murray, o los 31 años. El escocés ofrece un comienzo de cine ante la mirada de Kevin Spacey y el entusiasmo de la tribuna, que maneja la geografía y las lealtades estéticas a la hora de decantarse por recompensas sonoras. Porque Federer, ya se sabe, cuenta con adeptos allá donde va, y más en Londres, donde le han visto ganar siete veces Wimbledon y dos de sus seis Copas Masters. Vence por 7-6 (5) y 6-2 y jugará hoy (21.00 h., Teledeporte), contra Novak Djokovic su octava final de la Copa Masters. 

Murray saca, resta, ocupa el interior de la cancha con determinación, aniquila las ideas del genio, sin tiempo éste para pensar, sin posibilidad de hacer el juego que mejor sabe y que más le gusta. Quebrado de inicio, fuera de sitio, Federer aguarda su oportunidad, pues conoce bien que el rival, ya campeón olímpico y del Abierto de Estados Unidos, aún presenta flancos débiles. Murray no acaba de creerse Murray. Aún se siente lejos de los tres hombres que vienen dominando el tenis en el último lustro. También de Federer, a pesar del 10-8 con el que manda en sus enfrentamientos, de las referencias inmediatas a que aludimos párrafos atrás. En el octavo juego recula, tontea, yerra. Cede el servicio. Vuelve Federer en su escenario natural, donde sus golpes adquieren inmaculada magnitud. Gana el desempate en la segunda pelota de set, rompe en el tercer juego del segundo y desata un viento huracanado, insoportable para el Murray que se arruga, quién sabe si intimidado de nuevo ante su gente, frente a la cual sí supo colgarse el oro olímpico semanas después de perder la primera final de Wimbledon. Ni rastro del jugador de Dunblane, diluido ante un tenista incontenible, que vuelve a hacer break y culmina a la velocidad de la luz. 

Aguarda Novak Djokovic, que lo pasó peor contra Del Potro (4-6, 6-3 y 6-2). El serbio, número uno mundial, frente al hombre que lo fue hasta el inicio de este torneo. Un clásico, por primera vez en la final de la Copa Masters. Federer ganó 16 de los 28 partidos entre ambos; también los dos últimos, en la final de Cincinnati y en las semifinales de Wimbledon. 

Pulso entre los dos mejores del año. Djokovic, cinco títulos, entre ellos el Abierto de Australia y tres Masters 1000. Finalista del Abierto de Estados Unidos y de Roland Garros. Federer, seis copas; Wimbledon, la más sabrosa, tres Masters 1000 y final olímpica. 

El prólogo tendrá protagonismo español. Marcel Granollers y Marc López, pareja en la final de la Copa Davis contra la República Checa, buscarán el título de dobles (19.00 h.), en su debut en el torneo. Jugarán ante los indios Bhupathi y Bopanna, tras imponerse ayer a Marray y Nielsen por 6-4 y 6-3.
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Stoner se retira



Es un tipo diferente, posiblemente la personalidad más compleja y contestataria del Mundial de motociclismo. Es como si a él, que nadie le regaló nunca nada, le hubiera bastado con alcanzar el cielo por dos veces, por si había algo que demostrar y, con las mismas, en el momento cumbre, hacer las maletas y volver a casa. Es Casey Stoner, quien hoy disputa la última carrera de su vida (de momento). Se va y lo hace deseándolo. Tanto que rechazó una oferta mareante de Honda para seguir, 11 millones de euros (el sueldo más alto de la parrilla) sólo por 2013. 

«No siento nada especial», reafirmaba el jueves con Adriana mirando desde un asiento de prensa. Ella, su mujer, y su hija de nueve meses Alessandra, son el detonante de algo que se veía venir. Cuentan que el australiano no soporta la relación con la prensa, ni los actos publicitarios ni los abucheos del público. «Ama la moto, pero no tanto este mundo», cuenta Jorge Lorenzo desde el respeto que le produce un tipo que siempre le apoyó cuando hubo que promover algo. 

Tal vez el porqué de la rebeldía del doble campeón del mundo haya que buscarlo en los orígenes. Humildes, casi míseros. Casey, formado en el dirk track, escapó siendo niño de Australia para dar rienda suelta a su talento sobre la moto. Su competitividad y precocidad le estaban cerrando puertas. «Tuve que emigrar para poder tener una posibilidad de competir», afirmaba hace poco. Allí quedaron los más de mil trofeos conseguidos, arruinados por las termitas, aunque la familia conserva la foto con todos ellos con la que engatusaban a los patrocinadores. 

Vendieron lo que tenían y en 2000 aterrizaron en Inglaterra. Esto es lo que contaba hace unos meses Ian Newton, ex piloto que echó una mano a los Stoner. «Cuando llegaron eran gitanos, no tenían ni un orinal. Me dijeron que no tenían un sitio fijo donde vivir, por eso les dije que si querían podían aparcar su caravana en mi jardín», relata, y detalla anécdotas escalofriantes: «A veces Casey se quedaba en nuestra habitación de invitados. Cuando no dormía en casa, a las siete de la mañana ya estaba esperando en la puerta para entrar a desayunar. La primera vez que entró, le dije que mirara en el cajón porque teníamos todos los cereales del mundo. Así que empezó a mirar y se tomó su tiempo… Y le pregunté por qué miraba tanto. Estaba mirando las fechas de caducidad para coger los más viejos. Pensé en lo dura que habría sido su infancia… No elegía los cereales que le gustaban más, sino los que antes iban a caducar». 

Pero aquel chiquillo rubio y dentudo no tardó en triunfar. «Una de las razones por las que Casey es tan bueno es porque siempre ha pilotado chatarra. Por eso pienso que cuando la moto no está a punto, él puede compensarlo más que los demás», sigue Newton. Al poco emergió en el Campeonato de España y en 2001 ya disputó dos carreras del Mundial de 125cc. Precisamente en Valencia, donde hoy se despide, llegó su primera victoria, en 2003. Pese a su propensión inicial a besar demasiado el asfalto, en 2005 ya fue subcampeón del mundo de 250cc (por detrás de Pedrosa) y en 2006 dio el salto a MotoGP. Un año después asombró domando la Ducati y ganando su primer Mundial. Repetiría el curso pasado, ya con Honda. 

En total, 45 triunfos (43 poles), 38 en la máxima categoría, el último, hace dos semanas en casa, su sexto consecutivo en Phillip Island, todo un récord. La espina, para él, no haber podido luchar por la corona en su campaña de despedida. Una caída en Indianápolis, por la que se destrozó el tobillo y tuvo que pasar por el quirófano, le hizo ausentarse de varias carreras y decir adiós a sus opciones ante la pujanza de Lorenzo y Pedrosa. Para hoy (partirá tercero, la pole fue para Pedrosa, que pulverizó el récord de Rossi de 2006) tampoco espera demasiado. Como era el último Gran Premio, no se iba a morder la lengua. «La calificación no ha ido como esperábamos y ha sido un entrenamiento bastante frustrante», afirmaba, para añadir: «Con el nuevo asfalto esperábamos que el circuito estuviera mucho mejor, pero por el contrario, hay muchos baches» (sobre la nueva cara del Ricardo Tormo). 

«Es respetable, pero no lo entiendo», proclama Ángel Nieto sobre el para muchos piloto más espectacular del momento. Sí lo comprende Lorenzo, aunque él no va a echar de menos a uno de sus grandes rivales. «Es verdad que me pilló por sorpresa, como a toda la gente del paddock que escuchó la noticia en Le Mans. Pero entiendo que lleva desde los 15 años dando vueltas por el mundo y no es lo mismo hacerlo de relax, de vacaciones, que con la presión de ser piloto. Después ha sido padre de una niña, tiene una familia y es un deporte de riesgo… Todo eso sumado y también que no es un piloto que ame las conferencias de prensa, los eventos… ha hecho que diga basta», justifica el balear. Precisamente en Francia ya atizó a la organización del campeonato, a la que ha seguido culpando de su falta de motivación: «Las carreras son aburridas. Este no es el Mundial del que me enamoré». 

A partir de mañana, a Stoner le espera su finca de Southport y su gran afición, la pesca. Desde su barca, varado en el lago, alejado del ruido, recapacitará de lo ocurrido y, tal vez, como aseguran los más optimistas, algún día regrese para deleitar con sus inigualables derrapadas.
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Hacienda embarga los ingresos del Deportivo



Después de muchos años moviéndose al límite, al Deportivo, un club acostumbrado a alargar batallas en los juzgados, le asfixia la Agencia Tributaria y el poco oxígeno que circula en su sangre se agota. La presión a la que está sometiendo Hacienda al club presidido por Augusto César Lendoiro amenaza, incluso, con llevarlo al concurso de acreedores, algo que ha intentado evitar por todos los medios desde hace mucho tiempo y que ha generado una enorme alarma social en el deportivismo. 

Hacienda ha embargado los ingresos extraordinarios del club, esos que proceden de los derechos de televisión, de los patrocinios, de la publicidad estática o de las taquillas de Riazor. Sin liquidez, seguir adelante parece un milagro. En ese escenario, o la Agencia Tributaria afloja su presión, o el Deportivo, al que el año pasado le ayudó a sobrevivir el seguro de descenso que negoció Lendoiro con los equipos con los que tenía acuerdo en el reparto de los derechos televisivos, parece abocado a quedar en manos del juzgado y los administradores judiciales. El Deportivo, habituado a milagros (superó el número de socios en su caída a Segunda División), guarda silencio mientras en su entorno se le quita el velo a la Ley Concursal, esa opción que nunca gustó a su presidente. El último recurso en su hoja de ruta, según informó ayer La voz de Galicia. 

Lendoiro admitió en abril de 2011 que le daría «vergüenza» tener que recurrir al concurso de acreedores. Entonces, como ahora, la sombra de la concursal planeaba sobre el club y el dirigente pedía facilidades a los acreedores para pagar: «Si te ahogan, no quedará más remedio QUE acogerse al concurso». En diciembre de 2011, el Deportivo reconocía en las cuentas que presentaba a sus accionistas una deuda de 34 millones de euros con Hacienda. Siete meses después, en julio de este año, Lendoiro se refirió a la situación con el fisco: «Problemas con Hacienda los tiene todo el mundo, están reconocidos por la Liga, nadie los niega. La intención es negociar para solucionar la situación». El concurso de acreedores podría apartar de la presidencia a Lendoiro, que lleva en el cargo cerca de 25 años. 

En el césped, la plantilla parece tranquila a pesar de que hay retrasos en las nóminas, que desde hace años se cobran reducidas, mes a mes, y el resto, a final de temporada. El enlace entre la directiva y la plantilla es Juan Carlos Valerón. El canario ha pedido a sus compañeros tranquilidad. Los jugadores se centran en salvar la categoría. La preocupación por la economía del club existe, pero no puede influir en el rendimiento deportivo. 

Por otra parte, La Agencia Tributaria informó ayer de que ha recaudado en lo que va de año 132,9 millones de euros de aquellos clubes de fútbol que mantienen una deuda más importante con el Erario público, de los que 55,3 millones (la mayoría ya ingresados) se corresponden con embargos de bienes o de diferentes derechos.
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La Barbie alpinista



Empezó saciando su alma aventurera con la espeleología. Con 15 años ya descendió 1.070 metros de la sima GSEM, en Tolox, Málaga. A los 18 optó por alcanzar el cielo y se decidió a escalar montañas. Tres años después fue en busca de su primer ochomil en el Himalaya. Aumentó el riesgo en Xixa-Pangm, en el Tíbet, ascendiendo en estilo alpino (sin cuerda fija, sin oxígeno y sin porteadores). 
Subiendo peldaños «de uno en uno», -«soy climber, pero no una trepa», asegura-, a los 26 se coronó como la primera mujer española en alcanzar el Everest. 

Fue la cumbre más alta del planeta la que la dio a conocer -allí participó en el rodaje de una película documental-, y a partir de entonces, su belleza lo que la encumbró. Hoy, pasados los 40 y con su intacto atractivo físico vendido a decenas de marcas y lucido en portadas de todo el mundo, Araceli Segarra (Lérida, 1970) se define así misma como la «Barbie alpinista». 
Socarrona en cada una de sus respuestas, dice que le gusta hacer «autocrítica irónica» y ponerle a todo una dosis de «sentido del humor». «Es divertido ser modelo», apunta. 


La realidad: «Tengo la mala costumbre de comer tres veces al día y, como mi sangre no es azul, intento aprovechar lo mejor posible mis habilidades y las oportunidades que se me presentan». 
Algo más seria, lamenta que «escalando no se gana dinero, todo lo contrario, las expediciones las pagamos cada uno de los miembros del equipo con nuestros ahorros». Sus ingresos beben de un cuerpo escultural y una cara agraciada -«soy muy normalita, pero maquillada y peinada doy bien en cámara», se justifica ella- y de una intensa vida laboral que aglutina trabajos en publicidad, moda, televisión, radio, conferencias a empresarios, diseño de ropa… y ahora también libros. 

La última aventura de esta polifacética y emprendedora ilerdense se llama Tina y es una inquieta niña de pelo azul que, casualmente, sueña con llegar a la cumbre más alta de cada continente. Tina es la protagonista de una colección de cuentos infantiles escritos (en catalán y castellano) e ilustrados por la propia Araceli Segarra. 


Desvela que una afición de la infancia, «dibujar cómics», y la sensación de un vacío sobre la temática, «vi que apenas había álbumes ilustrados inspirados en la montaña, los viajes, las aventuras y los deportes que transmitiesen valores y principios», la lanzaron a este proyecto. 
Detrás, «hay muchas horas de trabajo» y no pocas esperanzas: «Espero que en un futuro no muy lejano Tina me retire», bromea. «La montaña es mi pasión, pero comunicar es mi vocación». 
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David Ferrer imparable



No hay quien pare a David Ferrer, dispuesto a envidar también en la Copa Masters londinense. Campeón en los dos últimos torneos, ambos en pista cubierta, recién lustrada su vitrina con el primer Masters 1000, el español debutó el martes con éxito en su cuarta comparecencia con los ocho mejores del curso. La tarea se las traía. Dos días después de la final de Bercy, llegaba Juan Martín del Potro, con el aval del título de Basilea, pasando por encima en la final del mismísimo Federer, y unos intimidatorios registros de 18-2 en sus presencias este año bajo techo. Ferrer ganó por 6-3, 3-6 y 6-4, en dos horas y 15 minutos. 

Tres victorias consecutivas ante el argentino en las citas más próximas añadían credibilidad al subcampeón de 2007, que encadenó éxitos frente a Delpo sobre hierba, pista dura y arcilla. Obligado a correr de punta a punta a lo largo del primer set, Del Potro recuperó su sitio en el segundo gracias a una pequeña tregua física de su rival. Pudo pegar estático, circunstancia que convierte su tenis en demoledor. 

Lejos de capitular, Ferrer cobró pronto vida y rompió en blanco en el segundo juego del segundo parcial, abriendo una brecha determinante. Poco importa que sea el jugador con más partidos en el circuito -73 victorias y 14 derrotas-, mantiene un tono admirable, que permite confiar en su proyección como semifinalista. El resto, uno de sus principales fundamentos, volvió a marcar distancias contra un consumado sacador, al igual que sucedió la pasada semana ante rivales dominadores con su primer impacto. Delpo rescató el servicio perdido, pero volvió a cederlo en el último juego, viendo cómo el español se le lanzaba a la yugular.
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Wiggins hospitalizado tras sufrir ayer un atropeyo



Un instante gris en un gran año, el mejor de su vida como él mismo reconoció. El campeón del pasado Tour de Francia y oro olímpico en contrarreloj en los Juegos de Londres, Bradley Wiggins fue ingresado tras sufrir un accidente de tráfico ayer, sobre las siete de la tarde, en una carretera de Lancashire, al norte de Liverpool, cerca de su lugar residencia, en la localidad de Eccleston. 

Según explicó The Lancashire Evening Post, y confirmó luego el Sky, el ciclista inglés fue atropellado por un Opel Astra blanco cuando se encontraba en las proximidades de una gasolinera en pleno entrenamiento y, según algunos testigos citados por dicho medio, mostraba, al ser trasladado por la ambulancia, un agudo dolor en las costillas, que podría significar rotura, así como en muñecas y manos. Un empleado de la estación de servicio, Yasmin Smith, aseguró, según el diario, que el ciclista se había podido poner en pie por sí solo y caminaba. «Dijo que creía que tenía rotas las costillas. Luego llegaron varios agentes de la policía y a los 15 minutos fue trasladado en ambulancia al hospital», comentó el trabajador. 

El primer británico en ganar la ronda francesa debía acudir hoy en Londres al acto de presentación de su biografía, My time (Mi tiempo), que se pone ya a la venta en el Reino Unido.
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El Betis puede ponerse por delante del Madrid



Con una propuesta de fútbol notable, con elaboración, el Betis se ha encaramado a lo alto de la clasificación, a zona de Champions como aquel Betis de Serra Ferrer, de Juanito, Assunçao o Joaquín, campeón de Copa en 2005. La alegría bética era fácilmente constatable ayer en Getafe, también la intención de no dejarse llevar. 

«Lo mejor de la victoria es tener ahora 19 puntos, el año pasado, a estas alturas, teníamos 12», dijo Pepe Mel, que luego comentó explícito: «Quiero que el equipo esté en Champions League en junio, ahora no. Tengo que convencer a la gente de que el partido más importante ahora es el siguiente, frente al Granada, porque cuando mejor estamos, el Betis es especialista en cagarla».


 «Lo de estar en Champions es anecdótico», diría poco después en zona mixta uno de los goleadores, Jorge Molina, a un metro del protagonista de la noche, Beñat, también comedido: «Todavía queda mucho, pero hemos demostrado que este equipo trabaja bien». Tras jugar un lunes, al equipo verdiblanco le tocará en la próxima semana un viernes. Contra el Granada, a las 21.30 horas, puede incluso superar al Madrid.
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Anna Tarrés se plantea denunciar a las nadadoras



El próximo lunes será el día. Anna Tarrés, que ayer estuvo presente en el Foro 2014-AS, en Madrid, se enfrentará ante un juez a Fernando Carpena, presidente de la Federación Española de Natación, por la carta en la que algunas ex pupilas suyas le acusaban de prácticas de entrenamiento desmedidas. «Fue una carta orquestada desde la Federación, lo denuncié sólo a él porque le considero responsable de lo que ha sucedido», explicó la entrenadora. 

«Dependiendo del signo del juicio y de lo que hable con mi abogado, me planteo denunciar a las nadadoras», añadió la ex seleccionadora que, además, apuntó que varios equipos nacionales le hicieron ofertas tras conocerse la noticia de su despido, propuestas que fueron retiradas tras la publicación de las acusaciones contra ella. 

«No me siento identificada con nada de lo que exponía esa carta. En mi carrera he priorizado el trabajo por encima de vender ese trabajo, porque sabía que eso aumentaba los resultados», dijo Tarrés.
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Ozil admite su bajo nivel en el campo



Probablemente si se hiciera una encuesta en el vestuario sobre qué jugador tiene más calidad, más talento, de la plantilla, todos señalarían a Mesut Özil. Quedan pocas dudas sobre la clase de este mediapunta de mirada extraña que, dos años y medio después de llegar a Madrid, sigue mostrando sin embargo su carácter especial. Ayer, sin ir más lejos, ofreció la rueda de prensa en alemán. El castellano todavía no lo maneja. 
Su lenguaje en el terreno de juego, sin embargo, le había concedido, siquiera a empellones, una tregua. El fútbol que se habla con los pies no discute a un futbolista diferente. Pero ocurre que, desde que se inició la temporada, la mejor versión de Özil no ha aparecido. «Con mi rendimiento no estoy todo lo contento que debería, pero soy un ser humano que comete errores, como todos», expresó, muy serio, ayer. Muy serio pese a los constantes guiños que intentaron los periodistas alemanes con él. 

No está cómodo el mediapunta en este inicio de curso. Mourinho lo señaló directamente tras la derrota en Sevilla, al igual que a Sergio Ramos, y lo dejó en el banquillo contra el Manchester City. Después, en el partido ante el Deportivo, fue cambiado en el descanso tras una bronca que todavía resuena en las paredes del vestuario. Y por último, en la rueda de prensa previa al choque contra el Ajax en Amsterdam, el portugués lo dejó claro: «Özil necesita más minutos y más calidad en su fútbol. Mejor dicho, más calidad y más minutos, porque cuanta más calidad, más minutos tendrá». 

Como era de esperar, al alemán ni se le ocurrió criticar al entrenador. «Es un entrenador de primera categoría, hambriento de éxitos, muy amistoso con los jugadores y siempre he dicho que ha demostrado que es uno de los mejores del mundo y que ha conseguido muchos títulos», se explicó este admirador de Al Pacino y De Niro, un tipo al que, como a todos los de su especie, casi siempre se le ha acusado de una vida dispersa cuando el rendimiento no ha sido óptimo. Pese a haber reconocido que no estaba a buen nivel, criticó la actitud de la prensa. «Los medios españoles, cuando juegas mal, son muy críticos. Si juegas bien, eres el mejor. Si juegas mal, eres el peor. Tengo que acostumbrarme. Me concentro en mi trabajo y en lo que opine el entrenador de mí», afirmó. 

Sin estrenar en su faceta goleadora este año, lo que más habla del largo verano que está atrapando a Özil es que apenas presume de dos asistencias, una en Liga y otra en Champions, cuando en esa faceta fue el número uno la temporada pasada. Ese carácter indolente le hace de difícil digestión a Mourinho, que sin embargo no duda de su calidad y de la trascendencia de su juego para un equipo al que, en estático, le cuesta mucho desentrañar las líneas del rival. Para el final de su comparecencia de ayer dejó un detalle que llamó la atención. Fue con uno de los que más le animan en ese vestuario. 

Le preguntaron qué pensó cuando Ramos se puso su camiseta para dedicarle un gol que no pudo ser. «Con Sergio me llevo muy bien, es muy buen compañero. En el pasado se ha hablado y no quiero hablar más. Sergio ya ha explicado por qué lo hizo», sentenció. Había gente esperando unas palabras de agradecimiento.
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