Alonso remonta 21 posiciones
Fernando Alonso se ha acostumbrado a vivir al límite en los últimos tiempos. Sin un coche dominante desde que llegó a Ferrari en 2010, sus domingos, casi siempre, se convierten en pruebas de resistencia en las que está obligado a alternar la fiereza con el talento y la experiencia. Trucos de veterano aliñados por una rabia que no cesa bajo el mono, la que le empuja, contra todas las circunstancias, a pelear por el título aunque la lógica mecánica de la Fórmula 1 susurra que debería estar eliminado de la batalla hace semanas. Se revuelve, se resiste, porque cada año que pasa es una oportunidad perdida para volver a ser campeón del mundo, el objetivo que persigue desde 2006. Aquel día gritó con el pelo revuelto y la cara desencajada que era, de nuevo, el mejor piloto de la tierra. Y en ese mismo podio se visualiza el próximo domingo saltando de alegría en rojo Ferrari.
Para llegar con respiración a la final que cerrará el Mundial, Alonso ha tenido que equilibrar los domingos los problemas que sufre su Ferrari los sábados. En las últimas siete carreras, ha remontado 21 posiciones en la pista. Y sólo así, a golpe de riñón sobre un monoplaza sin evoluciones válidas desde el pasado verano, ha conseguido llevar abierto el campeonato hasta la última cita del calendario. Ayer tarde, en Austin, mientras su equipo recogía a toda prisa para poner rumbo hacia Sao Paulo, él tomaba aire, recibía invitaciones para fiestas en la ciudad y reflexionaba en su cuenta de Twitter: «Estamos en ese hilo que separa ganar o perder, lo bueno y lo mágico, el soñar o vivir. Es una línea delgada y nos hemos acostumbrado a ella..», decía, agarrado otra vez a la corazonada que le mueve estos días.
Se ve campeón en Brasil y ve a Vettel arruinado en la cuneta. «Vamos a pensar que todavía es posible. Ganaremos, perderemos, pero no nos vamos a rendir hasta la bandera a cuadros», aseguró el asturiano, que ayer contagiaba optimismo a cualquiera que le escuchara. «Ha sido otro día muy bueno para nosotros, en el que hemos intentado salvar los muebles después de un fin de semana difícil, ya que no fuimos rápidos ni el viernes, ni el sábado, ni luego en la calificación», recordó el piloto. «Perder tres puntos es algo que ayer por la noche o el viernes nadie pensaba», comentó.
Curiosamente, aunque Vettel aumentó en tres puntos su distancia y le basta con ser cuarto en Interlagos para volver a llevarse el Mundial, tras la carrera parecía más molesto que Alonso. Le dolió dejar escapar la bola de partido y ver cómo su compañero, Webber, tenía problemas mecánicos, una amenaza que ahora más que nunca le va a acechar. «No es una buena noticia haber tenido una avería en el alternador... Tenemos lecciones que aprender», dijo con preocupación sobre una pieza que ya le dejó fuera de combate en Valencia y en Monza. Así y todo, Seb sacó pecho y recordó algo indiscutible: «Estamos en la mejor posición posible para ser campeones».
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